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Habían pasado días desde que Dex se había cambiado de turno y, para él, aún era extraño... se sentía extraño. Y, si algo era extraño para alguien como Poindexter era porque realmente se sentía distinto. Había pasado mucho tiempo desde que Benjamin había presenciado un amanecer y, hacerlo después de una jornada laboral a diario, se sentía sumamente surreal.
La última vez que recordaba intencionalmente observar el alzar del sol fue cuando aún estaba en la milicia. Más que nada porque debía madrugar para entrenar. Y, por eso se sentía peculiar, porque ahora no buscaba nada salvo su cama.
El rubio llevaba consigo un folder azul marino. Lo había tomado de la empresa y había aprovechado tanto el computador como la impresa para investigar algo que necesitaba saber. Y eran momentos como ese en los que entendía a sus compañeros de trabajo y su fascinación por la nueva tecnología porque, ¿cómo era posible que fuera capaz de encontrar información de alguien usando solo su nombre y palabras clave?
Cuando Dex llegó a su cama, se dejó caer en ella y respiró hondo. Escuchaba la mañana ruidosa de Nueva York, pensaba en cómo se acercaría a él ahora que sabía bien que él era el CEO de ANVIL, la empresa de seguridad privada en Brooklyn.
Pero no importaba, estaba cansado y simplemente se quedó dormido. Después de mucho tiempo, había sido capaz de dormir sin la necesidad de escuchar los audios de su psiquiatra. Eso podía ser bueno.
Significaba que el recuerdo de la voz de Russo permanecía con él justo lo suficiente.
◐
"Mierda", pensó Billy repetidas veces cuando una llamada llegó a su teléfono. No era el hecho de que fuese su asistente ejecutiva, sino el hecho de que pasaban de las diez de la mañana y él seguía en su cama.
El castaño talló sus ojos mientras bostezaba antes de contestar.
—¿Qué? —dijo al teléfono.
"¿Señor Russo? ¿Planea asistir hoy? Lamento molestarle pero le recuerdo las reuniones que tiene agendadas, ya está veinte minutos tarde para su reunión con nuestro patrocinador", dijo la mujer algo nerviosa.
—Estaré allí en un momento —respondió aún con la voz ronca antes de colgar.
"Pero-...", Billy cortó la llamada antes de dejarla continuar.
Billy se preguntaba por qué debía tener un horario fijo de entrada a su propia empresa, si él era el fundador, ¿por qué debía ser un trabajador más? No le hallaba sentido. El castaño sacudió la cabeza y frunció el ceño, se había desvelado otra vez conversando con Poindexter...
"Dex...", pensó.
Por alguna razón, ese hombre había sido lo último en lo que pensó la noche anterior y lo primero que cruzaba su mente aquella mañana. Tampoco le hallaba sentido a la sonrisa que sus labios querían formar, sonrisa que no mostraría porque aún le molestaba el haberse levantado de improvisto.
No sabía lo que había pasado la noche anterior, estaba casi seguro de que se había quedado dormido a media llamada. Recordó escuchar entre sueños al rubio preguntarle si seguía allí, y también recordaba estar tan cansado como para siquiera responder.
"Oh, por eso era...", pensó Russo a sus adentros al entender porqué ese hombre había sido lo último en lo que había pensado.
Tras tantas noches de soledad, otras de sexo con personas que apenas conocía y de bares o clubes, la anterior era la primera en mucho tiempo en la que alguien se despedía de él con algo tan simple como un "Buenas noches".
Y a veces solo necesitaba esa muestra de decencia para no sentirse como un monstruo, como si el rubio supiera que necesitaba saber que aún existía y que, de alguna manera, seguía siendo una persona.
◐
Billy manejaba su automóvil en dirección a su compañía, las calles de Nueva York siempre estaban concurridas pero, para su suerte, era tarde y los estragos de la hora pico habían pasado. De todos modos, no era tan agradable.
El sonido de su celular le distrajo, miró de lado al teléfono que estaba en el portavasos de su auto y notó el nombre de la persona que le enviaba mensajes. Maldijo varias veces, iba tarde a esa junta.
Russo jugueteó con el borde del volante, golpeándolo nerviosamente con las yemas de sus dedos. Miró el retrovisor lateral y el que estaba en el parabrisas. Notó que una cuadra más atrás, había una camioneta con los vidrios oscurecidos, no lo suficiente como para representar la ilegalidad ni tan claros como para dejarle definir quién iba dentro.
El castaño le ignoró y giró a la derecha, siguiendo con su camino mientras la radio explicaba las noticias del día.
Su auto se detuvo en un semáforo en rojo, el nerviosismo del castaño había pasado a su pierna que no dejaba de mover porque temía lo peor. Cada vez que esas personas se veían involucradas, solo podía significar una cosa: sangre.
Billy miró otra vez por el retrovisor, nuevamente notó esa misma camioneta pero ahora a una distancia más cercana. Por alguna razón, un escalofrío le recorrió cuando ambos dieron vuelta en la misma intersección. Estaba siendo seguido.
Si había algo que podía faltarle a alguien que días atrás estuvo a punto de quitarse la vida, era que su ansiedad se viera disparada con la paranoia.
Dejó caer el pie sobre el acelerador y se hizo camino entre otros automóviles, dispuesto a perder de vista al extraño de la camioneta. Cuando dejó de verle por el retrovisor y se convenció de que se había desecho de él, bufó porque la sensación de que algo andaba mal no se iba. Persistía como si todo lo malo a su alrededor tuviese más voluntad que lo bueno.
El automóvil de Billy se detuvo en su lugar designado en el estacionamiento de la sede de ANVIL. Russo recargó la frente sobre el volante, ¿podía ser posible que encontrara cada noche una razón para quedarse pero no la suficiente voluntad como para seguir con su vida?
"¿Acaso tenía sentido?", se preguntó no solo refiriéndose a su incógnita sino a todo lo que le rodeaba.
"Tiene sentido porque obtienes buen dinero", se respondió imitando lo que su antiguo yo diría.
La puerta del carro hizo eco a lo largo del estacionamiento techado. Billy caminaba hacia el elevador que lo subiría al lobby principal, él miraba el reloj en su muñeca y bufó al ver que el 'estaré allí en un momento' que le había dicho a su asistente se había convertido en media hora gracias al tráfico.
La recepcionista vio a Russo salir del elevador y caminar por el lobby hasta el segundo ascensor que lo llevaría al último piso, donde su oficina se encontraba. Cuando las puertas metálicas se cerraron frente al castaño, la mujer inmediatamente tomó el teléfono a su lado y se comunicó con la asistente.
—Está en camino.
Russo acomodaba su traje y sacudía sus pantalones conforme se acercaba al nivel de su oficina. Con solo saber quién le hablaría, los nervios le consumían... pero debía ocultarlo, debía ocultar cuánto deseaba que el elevador se estropeara y le dejara caer hasta el estacionamiento en el subsuelo.
Las puertas se abrieron, dejándolo frente a un pasillo de paredes de vidrio opaco que parecían blanquecinas con la luz. Caminó a paso cernido, exhalando la última molécula de miedo en sus pulmones y entró a su oficina.
El tipo estaba allí sentado, esperando junto a su asistente. Algo andaba mal, Billy lo podía presentir en el aura.
Si ese hombre hubiese asistido a la reunión en una condición ordinaria, se habría retirado por la mínima tardanza. Pero no era así, él seguía en la oficina esperándolo. La pregunta era "¿por qué?".
Conforme se acercó al escritorio, notó el objeto que estaba tendido sobre él: el periódico del día. Aquél hombre no tuvo que decirle nada, el papel hablaba por si solo...
Frank Castle había despertado del coma.
◐
El rubio roncaba ligeramente, el asiento estaba recargado hacia atrás y la envoltura de un burrito sobre el tablero del auto. Poindexter se había quedado dormido en su camioneta, lo último que recordaba era haber visto con sus binoculares fue a un tan aterrado como enrabiado Billy golpear todo en su oficina. Después le vio dejarse caer al suelo y acercarse a la ventana a ver los edificios.
No sabía cómo, pero de nuevo estaba en sus viejos hábitos: seguir a alguien sin que se diera cuenta y llamarlo "pasar tiempo juntos". Y, en su mente, soñaba con que realmente estaban pasando el tiempo juntos.
—¿Por qué destruiste todo? —preguntó Poindexter en su sueño, creía estar en el mismo auto con Billy.
El rubio miró al castaño, haberlo seguido había convertido a aquella figura borrosa en una persona detallada. Sentía que conocía sus ojos oscuros de toda la vida, que conocía la forma en que cortaba su barba y cuánto tiempo invertía en peinarse.
"¿Necesitas saberlo?", cuestionó su idealización de Russo pero su voz seguía escuchándose como filtrada por el micrófono de su teléfono.
—Necesito saber que no me destruirás a mí siguiente.
"Hah", exhaló una corta carcajada y Billy pudo verle sonreír. "Tú me destruiste primero".
—¿Ah, sí? —preguntó Billy más bajo, con una leve sonrisa que maravillaba al sueño que tenía en frente.
Así como llevaba tanto tiempo sin ver amaneceres, llevaba tiempo sin sentirse tan encantado por alguien. Porque Julie le podía robar un suspiro o un latido, y él... le arrebataba el aliento y le arrancaba el corazón entero.
"Debiste subir conmigo", dijo Russo inclinándose cerca de él. "Te quería allí conmigo".
—¿Me...
"Pudiste tomarme en esa oficina, Dex", el rubio se mantuvo en silencio asimilando las palabras. "Allí, frente a todos en esta puta ciudad."
—Pero-... no, no sabes que estoy aquí —respondió Benjamin a su sueño, su corazón se aceleraba con la cercanía del castaño.
"Sabía que me mirabas, la forma en que lo hacías", confesó Billy lo suficientemente cerca como para que sus bocas compartieran el mismo aire.
El corazón de Poindexter palpitaba con fuerza, quería inclinarse y besarle. Su cuerpo se lo pedía, su mente le exigía probar sus labios y reclamarlo de la forma en que no había podido reclamar a nadie antes.
"Debí bajarme los pantalones allí mismo y darte algo qué observar".
Bum, bum, hacía su corazón.
Bum, bum, latió cuando los labios de Billy rozaban los suyos.
Bum, bum.
Tac, tac.
Tac, tac.
¡Tac, tac!
Dex despertó repentinamente con el sonido de un oficial golpeando su ventana. Como si fuera un reflejo, el rubio tomó el envase de refresco a medio llenar y lo sujetó sobre su entrepierna, buscando ocultar lo que su sueño había provocado.
Benjamin ni siquiera pudo bajar la ventana de su camioneta, solo miró al oficial de tránsito que señalaba el recibo de multa por dejar pasar tanto tiempo sin pagar el parquímetro.
—Carajo —exclamó el rubio, tallándose los ojos y dándose cuenta de algo importante—. ¡Carajo!
Ya era de noche, las cortinas en la oficina de Russo estaban cerradas y las luces apagadas.
—Idiota, idiota, idiota —se repitió a sí mismo.
Temía que el castaño le hubiese descubierto y se haya espantado, o que se haya ido a cometer una estupidez. Lo había visto quebrarse en esa oficina, y nada hizo. No le siguió para asegurarse de que no comprara sogas o saltara de un puente porque, aunque no hubiesen ambulancias en los alrededores del edificio, nada le aseguraba que Billy no fuera a cometerlo.
No le importó el pedazo de papel con el folio de la multa que salió volando de su limpiaparabrisas. Solo salió de allí y aceleró en dirección al Centro. Si quería saber qué había pasado con el hombre, debía hacer lo mismo que había estado haciendo desde hace días: esperar su llamada.
◐
Benjamin estaba sentado frente a su escritorio, una luz solitaria le iluminaba mientras el edificio esperaba al turno nocturno. La alarma de Poindexter había sonado, pero ninguna llamada había llegado.
El pie del rubio traqueteaba contra el piso incesantemente, exhaló mirando al teléfono fijamente. El reloj avanzaba tan lentamente y tan rápido al mismo tiempo, una prisión atemporal.
Dex suspiró aliviado cuando el sonido del teléfono inundó el lugar, dejando un eco de apenas un segundo porque de inmediato contestó.
—Billy, ¿qué demonios? —cuestionó el preocupado hombre.
El sonido de alguien sorbiendo mocos le pareció extraño, hasta que la voz de una persona desconocida habló: "¿Es este el Centro de...?"
Dex se molestó, estaban ocupando la línea y el tiempo que solo era para Russo.
—¡Muérete! —le dijo al anónimo suicida antes de colgar la llamada, con esperanzas de no haberle bloqueado la línea al castaño.
Y otra vez tenía el rubio el corazón en su boca, bombeando sangre en su lengua. Aunque no tuviera allí su corazón, la sangre era verdadera... había mordido su labio tanto que un poco de sangre se había sacado.
El teléfono sonó nuevamente, Poindexter tomó la llamada pero esta vez esperó a que el interlocutor hablara.
"¿Dex?", preguntó la voz de Russo, más temblorosa y agotada que otras veces.
Ahora, sabiendo que sí era el castaño, se permitió cuestionar—: Billy, ¿qué demonios?
"¿Huh?"
—¿Cómo que "huh"? ¿No te das cuenta de lo que me hiciste pasar? —personas entraron al Centro, personas que llegaban con cafés en sus manos dispuestas a iniciar su jornada por lo que Dex se vio obligado a bajar el volumen de su voz—. Te tardaste mucho en contestar, creí que-... creí...
Russo completó lo que el otro quería decir: "¿Que me había ido?"
—No es un juego, idiota —se quejó el rubio al escuchar la risa ronca del otro, suponía que era ronca por los gritos que dio en su oficina.
"Creo que ambos sabemos que en algún momento pasará... de una forma u otra".
Dex negó verbalmente, frunciendo el ceño ante la idea.
—¿De qué carajos estás hablando? Hemos funcionado últimamente, hemos hecho las cosas bien... ¿no es así?
Russo tragó en seco: "Sí, nada de esto tiene que ver contigo. Dex... lo que sea que pase conmigo nunca será tu culpa."
Nuevamente, el rubio se sentía como aquél huérfano sin nada... como aquél paciente que perdía a Eileen. Odiaba a esa versión de sí mismo, aquél chico tan débil que aún vivía en él. Había cambiado su vida enteramente por el castaño, ¿por qué no podía simplemente... estar con él?
—No, Billy, ¡no! —contestó—. No me vas a dejar fuera, no voy a dejar que entres a mi vida y la pongas patas arriba solo para huir, tomar el camino fácil.
Russo no contestó.
—¿Cuándo hemos tomado el camino fácil? Piénsalo, Billy, toda nuestra vida ha sido el camino más enlodado, sucio y vil... ¿y te quieres rendir ahora? ¿ahora que...
"Frank despertó, Dex, y solo Dios sabe lo que es capaz de hacer".
—¡Me importa una mierda! Me importa un carajo porque lo único que me importa eres tú.
Y ahí estaba lo que Russo temía: que justo cuando necesitaba estar vacío para aceptar una muerte certera, su cuerpo estuviera lleno con reacciones químicas a las que la gente llamaba amor. Pero no debía, no si quería enfrentar su destino.
"No debería importarte", intentó empujarle.
—No debería, pero es así —aseguró—. Ese traje gris con el que saliste esta mañana, Tu llanto en la oficina, la forma en que tu corazón se acelera justo ahora... todas son razones para que me importes. Porque yo... te quiero.
La mente del castaño conectaba las palabras de Poindexter con la camioneta que le había seguido pero había aprendido que, cuando hablaba con Benjamin, tenían que estar en esa zona gris... la zona donde lo bueno y lo malo eran partes equitativas de un todo, donde lo benigno tenía tanto valor como lo maligno.
Entonces, allí, fue que Billy se dio cuenta que los escalofríos en su espalda eran tan valiosos como los cosquilleos en su estómago.
"Te odio, Poindexter, ¿qué me has hecho?", cuestionó. "¿Por qué me haces sentir tantas ganas de golpearte y también tantas ganas de... ugh?"
El rubio procuró no sonreír, sus ojos estaban ligeramente lagrimados—: Puedes hacer ambos cuando quieras.
"Él me va a matar, Dex, y si se entera de esto, caerás conmigo", le recordó.
—Gente como nosotros está acostumbrada a tocar fondo, Billy.
"Esto no es un día de campo, él no es una persona cualquiera", aseguró. "No nos hará tocar fondo, caeremos por el resto de la eternidad".
—Dijiste que dos equivocados no hacen un acierto —inició Dex—, pero te he mantenido con vida hasta ahora. Sabes que puedo seguir haciéndolo... que soy tu única opción.
"¿Y cuál es tu solución?", cuestionó el desesperado castaño. "¿Escapar de la ciudad?"
El rubio no respondió y eso fue suficiente para que el otro especulara.
"Oh, no, no me digas que realmente lo estás considerando".
—Dime, Billy, ¿eres dueño de tus posesiones o ellas te poseen a ti? —cuestionó Poindexter.
Russo miró alrededor de su habitación, las cosas que podía comprar gracias a su empresa eran el sueño de su niño interior... niño que había aprendido a hacerse un lugar en el mundo más allá de lo material.
Había trabajado tanto por ANVIL que se había vuelto un esclavo de la rutina, había creado su propia empresa solo para encadenarse a ella y sufrir más de lo que podía disfrutar. Eso no era lo que su joven yo quería. Lo que desde pequeño siempre quiso fue el amor de un padre desconocido, la más mínima gota de afecto de su madre drogadicta, lo que siempre había querido era alguien a quién importarle...
"¿Por qué preguntas?", preguntó el castaño expectante a la respuesta.
—Solo quería saber si tomarías un tren conmigo esta noche. Saldremos de este basurero.
Y, como si hubiese sido obra del destino, el hombre hambriento de amor se topó con el hombre obsesivo que podría hacer lo imposible con tal de mantenerlo a su lado.
Cuando la llamada terminó, Dex simplemente se levantó de su asiento y caminó en dirección a la salida. Él sabía que eventualmente lo correrían, su rendimiento había decaído y solo contestaba un par de llamadas por jornada faltando así a los requerimientos de productividad.
Así como el mundo de Poindexter se había desmoronado por la llegada del castaño a su vida, el mundo de Russo se deshacía conforme hacía sus maletas.
Ninguno sabía que sucedería a continuación, porque así como los últimos retazos de lo que creían saber les aseguraban que habían banderas rojas frente a ellos, lo que su cuerpo sentía era que simplemente estarían bien.
Nota de Autor:
Creí que iba a salir más creepy por eso de que Dex es un stalker pero... no sé... la vibra de esta fic es como romance muy problemático pero se balancean tan bien que ni se siente lo problemático (? ¿Es esa la magia de los lenguajes del amor o solo estoy diciendo cosas sin sentido?
Anyways... se me ocurrió una idea que tal vez podría hacer en diciembre si les agrada. Estoy consciente de lo poco conocido que es este ship, y si ustedes quieren, podría intentar hacer otra mini fic de este par. Así por lo menos tendrán tres historias bullsaw qué leer y releer (esta, renegade y la que les digo).
Y digo que hasta diciembre porque para esas fechas espero ya haber acabado con 988, líbranos del mal, wandavision y renegade. Así que en ese entonces solo tendría en curso Hell's Kitchen High, Public Enemies y... un secretito más ;)
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