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Este shot puede tener contenido sensible para varias audiencias, diálogos que podrían ser ofensivos, de mal gusto o desencadenantes. No se dejen llevar por la portada, esto no es wholesome ni glorifica este tipo de personajes.
La lluvia caía torrente sobre Nueva York, aquello era una señal de peligro para cualquiera porque las alcantarillas solían taparse, inundando las calles y provocando que todas las ratas salieran de sus escondites. Sin embargo, Poindexter seguía afuera... expuesto y escondido.
Bueno, tal vez no afuera afuera. Estaba dentro de su auto, luces apagadas y binoculares en mano. Observaba desde el asiento del piloto y a través del parabrisas lo que había dentro de aquél restaurante local... o más bien quien estaba allí.
El rubio se sobresaltó incómodamente cuando un rayo iluminó el cielo sobre él y un trueno se manifestó. Volvió la mirada al restaurante y, como todas las veces, observó a aquella mujer ordenar pizza.
Ben se recargó en su asiento y, cuando Julie engullía su cena, el también lo hacía. Amaba pasar tiempo junto a ella, cerca pero lo suficientemente alejado. Amaba esa clase de citas.
Poindexter resopló con cansancio cuando terminó su comida, era una de esas veces en las que la rutina era abrumadora. A pesar de que le fascinaba el orden y lo sistemática que podía ser la vida, era en momentos en los que se preguntaba si en algún momento habría más... algo más que vigilar desde su auto en medio de la lluvia, algo más que solo despertar todos los días para trabajar, algo que no fuesen las voces en su subconsciente que, en lugar de culparle, le motivaban a hacer lo que su mente dictaba.
Y en ese momento, le decían que volviera a casa cuanto antes. Estaba sobre-pensándolo todo, era peligroso. Aceleró el vehículo hasta su apartamento, entró al lugar casi tropezándose. Necesitaba escucharla, necesitaba las grabaciones cuanto antes para calmarse.
Atacado por la ansiedad, hiperventilando, encontró la caja dentro de un mueble junto a su cama. Era lo único que le había dejado Eileen Mercer antes de abandonarlo. Porque, a pesar de que no fue decisión de ella, había muerto. Y con ella se fue lo último que ataba a Poindexter al suelo, lo único que lo mantenía firme y a flote. Por ello, como su psiquiatra, le había encomendado encontrar a alguien que fuera su brújula moral... como su única familia, le sugirió buscar a alguien con quién compartir su vida.
Por esa razón había elegido a Julie Barnes como su brújula moral y como a la mujer con quien viviría el resto de su joven vida.
Si tan solo pudiera hacer algo que no fuese seguirla... Si tan solo no le resultara aterrador.
Pero, si Julie era eso que clamaba, ¿por qué seguía necesitando las grabaciones de su psiquiatra?
Al día siguiente, trabajando en el Centro de Prevención del Suicidio de Brooklyn, observaba a Barnes desde la distancia. Ambos tenían trabajo que hacer pero cuando los ojos del rubio lograban captarla, era como si solo ellos dos existieran... incluso si ella no lo notaba. Incluso cuando para ella lo único frente a ella era una oficina llena de operadores telefónicos.
El tiempo pasó con lentitud mientras Benjamin aconsejaba a personas deprimidas con más ideas que planes. Aunque a veces sus consejos se salieran de las manos y dieran el resultado contrario, una llamada atendida era una llamada atendida: suficiente para cobrar su comisión. Y eso le bastaba, sentía que compensaba que fuese un trabajo tan aburrido. No comprendía cómo algunos de sus compañeros de trabajo se lo tomaban tan en serio. No lo entendía.
Justo antes de su hora de salida, notó que sus co-trabajadores se habían retirado. La mayoría de los cubículos estaban apagados y el ambiente se había tornado oscuro. No quedaba nadie más salvo él... y ella. Y se estaba acercando a él.
El rubio tragó en seco, su mente iba a colapsar. Pero no debía comportarse raro. Si lo hacía, ella podría notarlo. Si lo notaba, tendría que despedirse de todas las citas a distancia que habían compartido.
-¿Todavía sigues aquí? -cuestionó la incrédula mujer- ¿Por qué?
Más tiempo aquí son menos palas tallando la acera, pensó con una sonrisa pero no lo dijo.
-Solo me gusta ayudar.
-Lo he notado -le sonrió, añadiendo la vez que ayudó al de limpieza a mover las cajas de hojas para impresión.
-Ah, ¿te diste cuenta? -se sorpendió.
-Sí, fue amable de tu parte, Ben.
Lo hice porque esas cajas estorbaban la vista a tu oficina, pensó con una sonrisa más relajada pero tampoco lo dijo. Estaba más concentrado en que conocía su nombre.
-Bueno, uh, tengo que resolver algunos asuntos. Te dejo para que puedas seguir ayudando -le dijo antes de retirarse.
Apenas y pudo procesar aquella interacción antes de que el teléfono en el escritorio sonara. Poindexter miró el objeto en la mesa, bufó antes de presionar el botón en su diadema para llamadas y responder.
-Centro de Prevención Contra el Suicidio de Brooklyn.
"Uh... ¿hola?"
El rubio escuchó la voz del hombre al teléfono, no sonaba como la "clientela usual". Ni tan joven como para quejarse del horror de crecer ni tan viejo como para pasar por la crisis de la mediana edad. Inmediatamente tomó su libreta y empezó a hacer apuntes, normalmente tomaban nota de datos importantes que pudieran servir a los encuestadores y al centro para crear estadísticas generales. También debía llenar una plantilla.
-Buena noche, ¿puedo saber su nombre?
"Preferiría no decirlo"
-Quiere mantenerse en el anonimato. Bien por usted -dijo antes de rayar una línea en el primer renglón de la plantilla.
Tras el silencio del otro lado de la línea, Poindexter decidió dar un paso al frente.
-Y, bien, ¿cuál es el plan? -cuestionó sin más, quería terminar esa llamada cuanto antes.
"No, uh..., no..."
-Si llamas es porque ya te lo has pensado demasiado, ¿no? -insistió.
"Bueno, yo... no lo sé"
-Mmm... de poca convicción -murmuró antes de tachar otro renglón.
"¿Alguna vez has sentido que, cuando algo sucede, simplemente no puedes continuar?", inquirió haciendo que el rubio frunciera el ceño. "Es decir, que pasa algo y no sabes qué sigue ni cómo podrías avanzar... como si todo perdiera el sentido. Cuando te sientes solo, sin rumbo, como un bote sin brújula"
Con esas palabras, Benjamin se había transportado al día en que perdió a Eileen, la vez en que perdió a su brújula. Por unos segundos, se mantuvo callado.
-Si busca venderme tiempos compartidos, no me interesa -se despabiló-. Vayamos al grano.
"¿Qué quieres decir?", cuestionó confundido.
-¿Qué será? ¿El Empire State, líquido de tu conveniencia... el cuchillo de tu madre?
"Pero...", comenzó el otro y se interrumpió a sí mismo. "Estoy seguro de que esto no es para lo que te pagan".
-Mi trabajo no debería importarte.
"Ni a ti mi madre".
-No te preocupes... no lo hace -replicó Poindexter.
"No entiendo si estás tratando de usar psicología inversa o simplemente estás así de enfermo", se quejó el hombre.
-Bueno, tú eres quien llamó.
"¿Así es como ves a quienes llaman? ¿Gente enferma?".
-No te lo tomes personal, todos estamos enfermos de una forma u otra.
El hombre no respondió por unos segundos y luego añadió: "Unos tienen cura, otros no".
-Exacto -afirmó el rubio-. Veo que estamos de acuerdo.
"¿Entonces estás de acuerdo en que dos errores no hacen un acierto?", sugirió antes de hacer una pausa. "¿Cómo demonios terminó alguien como tú en un puesto así?".
-El ejército no siempre te deja bien parado cuando regresas.
"Dímelo a mí", ironizó él.
-¿Por qué? ¿Te quedaste sin piernas?
El del teléfono intentó no reír por lo malo que era ese chiste pero no funcionó: "No, solo sé a lo que te refieres... por experiencia".
Entonces, Ben escribió una nota en su libreta: el desconocido también era ex-militar. Eso aclaraba un par de cosas.
-¿Es esa la razón de tu llamada?
"Quisiera", exclamó haciendo una pequeña pausa. "Realmente quisiera, ¿me convierte eso en una mala persona?".
-Te reíste de mi chiste de inválidos, claro que eres una mala persona.
"Sí... no es reconfortante".
-¿Quieres que te reconforten? Estás en la línea equivocada, puedo darte el número de una Sex Hotline si eso quieres.
"Con la suerte de mierda que tengo, tal vez y contestas tú".
-¿Eso sería malo?
"Pff...", bufó.
-En vista de que no habrá acción, necesito que me des un par de datos. Ya sabrás, basura que me piden.
"¿Podrías, por favor, no decirle 'acción'? No cuando justo acabamos de hablar de sexo telefónico".
-Sin nombre. Sin planes. ¿Qué edad tienes?
"Treinta años".
-Bien -el rubio escribió en la plantilla-. ¿Estado civil?
"Soltero".
-Okay, ¿situación financiera?
"Estable".
-Perfecto, ¿situación familiar?
"Complicada. Desierta. Disfuncional"
-¿Es esa tu treceava razón?
"¿Qué...?"
-Ya sabes, la serie de la chica que se mata... cosas de adolescentes.
"No, mi madre no es mi treceava razón. Es como la segunda".
-¿Entonces si tienes una treceava razón?
El otro se mantuvo callado, por más que le parecía gracioso el tipo con el que conversaba, nada quitaba la razón por la que llamaba.
"¿Puedo saber tu nombre?"
-¿Acaso yo sé el tuyo?
El otro tragó en seco antes de responder a secas: "Billy".
-Dex.
"Dex... ¿alguna vez haz cometido un crimen?", cuestionó bajando la voz.
-¿Te refieres a crímenes de guerra?
"Más allá de eso, crímenes civiles".
-Oh... -se lo pensó bien-. Sin contar los crímenes de guerra... sí.
Billy se mantuvo en silencio, perplejo por la respuesta.
"¿Quién mierda te contrató?".
-Creo que me encontraron en Craiglist.
"¿En el apartado de asesinos a sueldo?", cuestionó sarcásticamente.
-Creo que sí. Esta vez no bromeo -sonrió el tipo-. Vives en Nueva York, Billy, el día que encuentres a alguien mayor de edad que no haya cometido ningún crimen será el día en que se acabe el mundo. Si lo piensas bien, todos cometemos crímenes directa e indirectamente a diario.
"No entiendo".
-Robas cuando vas a comprar algo pero no tienes dinero suficiente así que manipulas con la vergüenza al vendedor para que lo deje a precio más bajo; nuestros jefes secuestran nuestro tiempo todos los días; y nuestros arrendadores nos extorsionan al subir los precios y amenazar con alterar nuestro historial crediticio.
"Dudo que alguien mate".
-Ahí es donde te equivocas. Los que venden armas a criminales son quienes crearon la oportunidad de que otros mueran. Los que venden cigarrillos a los ancianos. Los amigos que dejan que otro maneje borracho. Las amigas que abandonan a otras en medio de la calle. Todos somos culpables de lo más oscuro de la humanidad. Después de todo está dentro de nosotros.
"Parece que estás muy seguro al respecto"
-Me gustaría decir que lo estoy... no es tan simple.
"Sabía que no podría serlo".
-Entonces esta noche hay algo de lo que tienes certeza. Hurra por ti.
"No solo eso, Dex. La razón por la que llamé hoy es porque he sido culpable de un asesinato".
-Billy, Billy, Billy, otra vez te has equivocado de línea. Eso deberías mencionarlo al 9-1-1.
"No estoy jugando. No quiero ir a la cárcel"
-¿Te sientes tan culpable como para terminar con tu vida pero no lo suficiente como para ir a prisión? -cuestionó el rubio.
"No es tan simple"
-Pues estaremos caminando en círculos si nos seguimos diciendo lo mismo.
Billy bufó y respiró hondo antes de revelar la verdad: "Soy culpable de una masacre".
-¿Qué masacre? -interrumpió.
"¿Acaso no tienes respeto? Por lo menos dame privacidad".
-Okay, entonces supongo que fue la de hace una semana... la de Central Park. La leí en el periódico. La familia anglo-italiana, sí. Dicen que solo sobrevivió el padre pero está en coma. Esa es la que me imagino que causaste. Tu voz tiene el mismo estilo de depravación.
El otro se mantuvo callando, lo que Dex asumió como una otorgación. Pero tampoco insistiría, no todos los días se topaba con un desgraciado... en el sentido de que provocaba desgracias en lugar de atraerlas.
"Él era mi amigo. Ellos eran mi familia... los-... yo los-...", no podía ni vocalizarlo.
Billy no entró detalles, solo balbuceó sobre cómo aquellos niños lo trataban como a un tío y ese amigo suyo lo consideraba un hermano.
-¿Qué no el periódico decía que fue una riña entre bandas?
"¿En serio, Dex? ¿Tú te fías del periódico? ¿Después de lo que me dijiste y tus raras creencias?"
Poindexter no replicó, sabía que Jules lo hacía y por simple asociación decidía hacerlo también. Pero ese Billy tenía un buen punto.
"Siento que debería morir, no debí hacerle eso a las personas que me amaban. Tal vez soy corrosivo, un error.".
-Si te sirve de consuelo, mi opinión de ti no ha cambiado -dijo Ben-. Sigues siendo una mala persona.
"Me gustaría tener idea de lo que pasa por tu mente", replicó con una queja.
El rubio elevó la mirada y vio a través de las persianas en la oficina de Barnes y negó-: No lo entenderías.
"Por esta vez te doy la razón".
Billy suspiró y Ben se dio cuenta que aún tenía cosas por decir.
-Puedes... uhm, continuar.
"No lo sé, solo quiero terminar con todo"
-Por favor, eres de lo más interesante que me ha pasado en este trabajo de mierda -respondió sin dejar de ver a su compañera de trabajo ordenar expedientes. Imaginando que con ella conversaba.
"Uh... claro", contestó el otro algo confundido. "No estoy seguro de cómo explicarlo, sólo sé que lo que hice no debería hacérsele nunca a un amigo, a nadie. ¿Tú tienes amigos, Dex?".
-Sí, muchos -mintió-. Más que nada otros veteranos.
"O sea que no tienes amigos".
Poindexter frunció el ceño, había roto la idea de que era Julie-: Acabo de decirte que sí.
"No, dijiste ex-compañeros de trabajo".
-¿No pueden ser lo mismo?
"No después de lo que se vive en el campo. Verles al rostro es un recordatorio de lo que se siente pasar por el infierno".
-Y de lo glorioso que es salir de él -atajó.
"Apenas una porción de las veces".
Dex no respondió en absoluto.
"La vida solitaria es horrible, horrible cuando sabes que fue tu culpa llegar a esa condición. Es como si solo quedara un vacío, un vacío insaciable".
El otro se reflejaba en sus palabras: la forma en que acosaba a Julie. Ni siquiera hacía lo suficiente para hacer algo además de observar en la distancia.
"Podemos convencernos de que todo lo que tenemos es real, pero no lo es. En el momento en el que todo se derrumba, las cucarachas salen de entre los escombros. Tienes razón... todos estamos enfermos, podridos".
Dex sonrió, creía lo mismo.
-Sé que la tengo -dijo-. Dime, ¿qué esperas que pase si mueres?
"Ese es el punto, no saber qué sucederá. No afrontarlo".
-¿Entonces no te sientes tan culpable como para aceptar esa culpa? ¿Prefieres huir? Es que es algo confuso que tengas estas toneladas de culpa y tu respuesta sea actuar como si no existiera.
"¿Disculpa?"
-Creo que alguien arrepentido tomaría la cadena perpetua.
"Eso haría alguien que le tiene miedo a morir".
-O alguien que le tiene miedo a vivir... vivir su verdad.
Billy no contestó, Dex no añadió nada más. Pensó en sus propias palabras, en lo que podrían significar para él y como el concepto de vivir su verdad desafiaba todo lo que Eileen alguna vez le había enseñado. No podía creer que esas palabras siquiera hubieran salido de su boca.
Había sido enseñado a sentir cosas que no sentía, a buscar una vida que no le correspondía. Tal vez él era como Billy, asustado a la idea de la soledad que aceptó todo lo que su psiquiatra le decía porque no tenía a nadie más. Espejos y humo, ilusiones que su corazón deseaba aceptar.
Tal vez Julie era también una fantasía, una que no le correspondía. Tal vez ella no era la brújula que necesitaba.
Abrumado, Poindexter miró alrededor y terminó con la mirada en el reloj. Sin pensarlo demasiado, rompió el silencio con el extraño del teléfono.
-Te gané.
"¿Por qué lo dices?"
-Ya pasan de las 12.
"¿Y?", cuestionó Billy.
-Dijiste que dos errores no hacen un acierto; sin embargo, he logrado que sobrevivas un día más.
"No deberías cantar victoria tan rápido"
-Oh, no hablo de hoy. Si quieres sobrevivir tendrás que llamar otra vez.
"¿Ahora es un servicio de extensión de vida?", rio.
-Es lo que se cree -dijo Poindexter-. Pero las personas que llaman... hay solo dos tipos de ellas.
El otro se mantuvo callado, expectante a lo que diría el operador.
-Unos llaman porque saben que sus ganas de vivir son mayores a las de morir y solo buscan palabras que les hagan quedarse, para ellos es un servicio de extensión de vida -explicó-. Otros lo hacen para sumergirse más en la desolación, escuchando palabras desiertas que no podrán revivir un corazón que ya lleva mucho tiempo sin vida. Esos llaman para saber que tomaron la decisión correcta.
El rubio escuchó al otro respirar hondo antes de replicar: "¿Y cuál crees que soy yo?"
-Oh, no eres ninguno de esos. Tú me recuerdas a un niño que conocí a ese tiempo, un pequeño que perdió su rumbo, alguien capaz de matar a todo aquél que lo despreciara. Ese chico tenía una especie de don, ¿sabes? Cualquiera diría que ese don era la forma en que se deshacía de adultos que le doblaban la altura y el peso con nada más que una pelota; pero ese no era el regalo que la naturaleza le dio, el regalo que le dio fue no sentirse culpable por la sangre que se derramaba en el suelo.
"Dudo que ese sea mi caso"
-Todo lo que hiciste fue decir cosas como 'siento que debería...', 'siento que no debí...' y ni siquiera eres capaz de decir que sientes que lo mereces. Todo es 'debería' y 'se supone'. Tú, William, tampoco sientes esa culpa. Porque en el fondo sabes que hiciste lo que tenías que hacer.
"No-... no lo sé".
-Sí lo haces. Si no, ¿por qué no has hecho nada? Si te sintieras realmente culpable, desde hace una semana habría visto tu cadáver en el periódico o tu rostro en el noticiero junto a la palabra 'arrestado'.
Billy tragó en seco, procesando lo que él le decía. Sus ojos buscaban aguarse, no quería creer que esa fuese su naturaleza, estaba atónito ante aquella persona que se había cruzado en su destino diciéndole justo lo que necesitaba escuchar: que no era su culpa, que tenía la razón.
"¿Quién eres, Dex?"
El rubio sonrió y bajó la voz antes de susurrar-: Yo soy ese niño.
"Huh...", exclamó. "Tiene sentido, querías que me matara y no tenías ni la menor pizca de duda".
-¿Entonces por qué sigues vivo?
"Porque cambiaste de opinión... ¿por qué?"
-Ha... no es tan simple -bromeó el rubio.
"Tengo tiempo".
-Para mi pesar, mi hora de salida pasó hace rato y puedo notar que la emergencia ha terminado.
"Oh..."
-Pero bueno, siempre que sientas que todo va a terminar, puedes llamar -bajó Dex su voz.
"¿Qué me asegurará de que contestarás tú?", cuestionó bajando su voz también.
-Que lo harás a la misma hora que hoy -contestó antes de formar una pequeña curva con sus labios.
"Gracias, Dex".
-El nombre es Poindexter.
"No sé si estás bromeando".
Dex rio-: No lo hago.
"Te seguiré diciendo Dex", dijo Billy. "Que encuentres el rumbo que perdiste".
La llamada finalizó, el rubio vio por la ventana que Barnes se había quedado dormida sobre su escritorio. En cualquier otra ocasión, se habría quedado a admirarla para pensar en lo perfecta y bondadosa que era. Ella era todo lo que Eileen habría querido para él.
Pero no lo hizo, había logrado ayudar a alguien siendo él mismo. Y había aprendido que existía gente como él, con la diferencia de que sí sabían cómo ser ellos sin ninguna clase de restricción. Eileen dijo que buscara una brújula moral, no especificó nunca cómo debía ser la misma.
¿Podía Billy ser su brújula de la misma forma en que Dex la había sido para él?
¿Podían dos errores formar un acierto?
No era seguro, pero por primera vez en mucho tiempo Ben pudo irse de ese edificio con algo que no fuese la rutina. Algo más por lo qué despertar al día siguiente.
Nota de Autor:
Si quieren más partes de esto, por favor comenten. A mí me ayudan para practicar guiones y fluidez de conversaciones así que esperen que esto sea más basado en la conversación que en cualquier otra cosa. Además, haría un par de llamadas más antes de hacerlos conocerse en persona :)
Si quieren más de ellos dos, los invito a leer RENEGADE que mezcla el Fratt con el Bullsaw/Jigseye. Es algo misteriosa con crimen y sangritaaaaaa. Yummy (not in an Armie Hammer kind of way).
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