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📼 Único


1985 marcó un antes y un después en la historia de México, sino es que también en todo el mundo. El terrible terremoto de magnitud 8.1 grados en escala Richter sacudió fuertemente a la Ciudad de México, Guerrero, Michoacán, Jalisco y Colima, siendo Guerrero el epicentro de tal desastre, miles de fallecidos y montones de familias afectadas, sin duda alguna fue un hecho que marcó fuertemente a los mexicanos. Los unió y los volvió vulnerables, pero la patria no se iba a dejar vencer y, con ayuda de la mayoría de los países del mundo logró salir adelante. Para Taehyung significó mucho puesto que el fenómeno natural ocurrió dos meses después de que él y su familia viajaran de Corea del Sur a México por motivos laborales del padre de familia, ese terrible día se encontraban en el aeropuerto de la Ciudad de México esperando el vuelo que los llevaría a su nueva ciudad; Monterrey, Nuevo León. Sin embargo por obvias circunstancias dicho vuelo nunca despegó, y es que nadie, absolutamente nadie estaba preparado para que aquella mañana la Tierra se sacudiera de tal manera ocasionando fuertes estragos. El rubio cenizo nunca se había asustado tanto en su vida, ese día tuvo que hacerse el fuerte para poder consolar a su hermanito Taegyu quien no dejaba de llorar asustado, teniendo una crisis de asma en medio del fenómeno, mientras que sus padres trataban de consolarlos a ambos y buscar el punto centro para asegurar sus vidas y de los que se toparan en el camino. Fue horrible, sin duda alguna ese evento marcó en gran cantidad a la familia Kim, quienes no se esperaban tal despedida por parte de la ciudad.

Los días posteriores a la catástrofe durmieron en la calle, ya que el complejo departamental en donde vivían había colapsado y la mayoría de albergues estaban abarrotados de las miles de víctimas, si bien se les ofreció un lugar para dormir ellos prefirieron cederlo a una familia que acababa de tener gemelos, los Kim pensaron que esa familia lo ocupaba más que ellos. Unos días viviendo en la calle no les haría mal. También durante esos cinco días, el padre de Taehyung se encargó de ayudar en la búsqueda de desaparecidos ya sea vivos o muertos, el rubio cenizo recuerda como si fuera ayer ese gran desfile de cuerpos tirados en el piso sólo con una manta cubriéndoles, también recuerda a las personas que salían debajo de los escombros, todas aterradas y con heridas de leves a graves, aterrador, no hay mejor palabra que esa para definir el cómo se sintió, su hermanito aún tenía pesadillas de ese fatídico día. Hasta el día de hoy -dos años después de la tragedia- Taehyung seguía sorprendido de lo fuerte que era el valor de la empatía y el compañerismo puesto que durante esa casi semana quién sabe cómo lograron comunicarse con los mexicanos puesto que ellos no tenían ni una mínima idea de cómo se hablaba español, y aún así las ganas de ayudar eran tan fuertes que el idioma no se convirtió en una barrera para hacerlo.

Ahora ya en Monterrey, el rubio cenizo seguía conmemorando ese día, aún recuerda que a la semana del desastre y que los vuelos se reanudaran llegó a Nuevo León, específicamente a Monterrey, recuerda el como apenas llegaron a su nueva casa se soltó en un estrepitoso llanto, sus piernas flaquearon y se tiró de rodillas en el césped del jardín llorando desconsoladamente en los brazos de su familia quienes intentaban consolarlo. Miles de imágenes se empalmaron en su cabeza, abrumándolo. Sus padres decidieron que lo mejor que podían hacer era recibir terapia psicológica y efectivamente así lo hicieron, luego de unas cuantas semanas en las que se dedicaron a estudiar arduamente el español fueron hacia un consultorio para recibir el apoyo, claro está que su pronunciación aún no estaba al cien por ciento.

Si algo había prendido Taehyung en esos dos años viviendo en México era lo rápido en que todo cambiaba, un día se despertó y tomó un vuelo hacia México, a los meses sucede una gran tragedia que cobró la vida de miles de personas y a la semana ya estaba comenzando una nueva vida en una nueva ciudad, con un nuevo idioma del que poco a poco se iba acostumbrando. Con dieciséis años de edad el rubio cenizo reanudó sus estudios, ubicándose en el Instituto IMA cursando el segundo semestre de preparatoria.

Si bien luego de esos dos años aún tenía esas pesadillas éstas eran en raras ocasiones, bendita psicóloga que le ayudó. Ahora Taehyung llevaba su vida en completa normalidad, bueno a excepción de que guardaba un secreto, y no, no era ningún superhéroe o algún asesino en serie en un caso extremo, empero para esa época su secreto era igual o incluso peor que los ejemplos ya narrados.

A Taehyung no le gustaban las niñas…

A Taehyung no se le hacía bonito besar a una chica…

Taehyung prefería que un chico le apretara la cintura con una mano mientras le besaba duramente bajo la luz de la luna, al mismo tiempo que su otra mano se paseaba por sus cabellos rubios.

A Taehyung le gustaban los chicos, no las chicas.

Si bien la homosexualidad ha existido desde siempre digamos que en 1987 aún era considerado una aberración, si bien sus padres estaban muy adelantados a su época y eran demasiado liberales, el rubiecito aún sentía el miedo corriéndole por las venas, no sabía cómo iban a reaccionar, y si… Le echaban de la casa, si le excluían de la familia, si le separaban de su pequeño Gyu… Tantos 《y si…》que abrumaban la mente de Taehyung, ocasionándole un miedo tan profundo que no encontró otro escape que no fuera la música. Tratando de ocultar su sentir el rubio se escondía varias horas en la tienda “Sueña +” del Señor Ramírez, la cual se dedicaba a la venta de casetes y vinilos, en conclusión el delirio de Kim. Más nunca pensó que en una tarde entre vinilos y casetes conocería al que sería el amor de su vida.

Tres meses atrás (octubre)

El rubio cenizo se encontraba desayunando en compañía de su familia, el sonido de la televisión opacando cualquier ruido producido en el exterior. Senda de gloria, era la telenovela que estaba en emisión, la cual llegaba a su fin ese dos de octubre de 1987. Su madre; Kim HyeJin no se la perdía por nada del mundo, era bien sabido que a las doce del mediodía nadie, absolutamente nadie, tocaba la televisión, además de que todos debían guardar silencio. Es por eso que mientras comían trataban de hacer el más mínimo ruido procurando no molestar a la jefa de familia. Inclusive Taegyu se quedaba quietecito, comiendo despacito y sin hacer sonidos molestos como acostumbraba a hacer. Al terminar de comer el rubio se levantó y fue a dejar su plato al fregadero, al cabo que a él le tocaba lavar los platos de la comida y cena, así que los lavaría al llegar. Fue con su padre y le comunicó brevemente que saldría a la tienda del Señor Ramírez.

—Ahorita regreso apá, iré a la tienda de Don Julio —avisó quedito, su padre asintió y le dio una palmada en el hombro.

—Con cuidado hijo, no llegues después de las cinco, sabes que si llegas después tu madre se enojará —respondió igual en un tono bajo. El rubiecito asintió para después agarrar su chaqueta de mezclilla roja, llaves y salir de la casa. 

Su andar era tranquilo, tarareaba alegremente Here comes the sun de los Beatles y movía sus deditos al compás de la melodía. Tomó la ruta 1 de camiones y se sentó hasta la última fila de asientos, el trayecto no fue tan largo debido al poco tráfico que había ese día, luego de unos diez minutos se bajó en Padre Mier y caminó hacia adentro de las calles, el Barrio Antiguo era precioso, había muchas galerías, tiendas de ropa, restaurantes y sus favoritas; tiendas de música. Caminó un poco más hasta dar con su lugar favorito en el mundo y entró sin vacilación, haciendo sonar la campanilla que indicaba su llegada.

—Buenas tardes, Don Julio —saludó alegremente el rubio cenizo, el Señor Ramirez sonrió inmediatamente al verle entrar.

—Buenas tardes muchacho, ¿cómo te encuentras? —preguntó chocando los “cinco” con Tae, quien sonrió feliz.

—Muy bien, ¿y usted? —devolvió la pregunta comenzando a dar un vistazo por las estanterías llenas de vinilos.

—Igual de bien chico, me alegro que estés bien —respondió con sinceridad, un cliente nuevo llegó y la conversación murió ahí. Taehyung se entretuvo de inmediato con la zona de casetes, exploró algunos y después de varios minutos de indecisión tomó un casete de Miguel Bosé; Amante Bandido.

Conectó los auriculares, esos plateados de Sony que tanto le gustaban y se los colocó, prosiguió colocando el casete en la casetera para después poner play, las notas inundando todo su ser. Ajustó un poco el volumen y cuando ya estuvo listo se relajó contra el mueble de madera en el que estaba puesta la casetera, cerró sus ojos y se dejó llevar, sus aperladas manos posándose en los auriculares moviendo la cabeza de un lado al otro, los mechones rubios cenizos que habían quedado fuera de la diadema de los auriculares moviéndose en conjunto con la cabeza de Taehyung.
Yo seré el viento que va, navegaré por tú oscuridad. Tú rocío, beso frío que me quemará —cantó Taehyung en tono bajito, disfrutando de la canción en todo su esplendor.

Tan sumido estaba en la canción que no escuchó la campanilla de la tienda y tampoco sintió la encantadora mirada de bambi que un chico le dirigía, chico que llevaba más de un mes viéndolo, y no de una forma acosadora todo lo contrario, Jungkook no sabía cómo acercarse al rubio cenizo, sumándole que no sólo quería ser su amigo sino que también sentía una fuerte atracción por él. Jungkook sonrió al ver al rubiecito mover sus caderas al son de la música, sin pensarlo mucho se acercó hasta estar al lado del rubio y por la leve melodía que se escuchaba dedujo que se trataba de Amante Bandido de Miguel Bosé, tomó un casete de la canción y lo colocó en la otra casetera que había disponible, se puso los auriculares y dio play, la melodía embargándolo completamente.

Sin querer ambas melodías se mezclaron, ya que Taehyung le había regresado un poco, más específicamente a la parte del coro. Sincronizándose sin saberlo.

Seré tu amante bandido, bandido
Corazón, corazón, malherido
Seré tu amante cautivo, cautivo, seré…

Seré tu héroe de amor. 

Al terminar la canción ambos se despojaron de los auriculares. Taehyung giró la mirada encontrándose con unos ojitos tiernos pero penetrantes, timidez había en ellos.

—¿Amante bandido? Buena elección —comentó Taehyung sus mejillas adquirieron un leve color rojizo, ese chico era muy guapo, demasiado.

—Si te soy honesto lo elegí sólo por ti. Soy Jeon Jungkook, un gusto —dejando por fin su timidez de lado, el castaño logró presentarse ante su ¿amor platónico?

Taehyung soltó una ligera carcajada y extendió su mano en busca de estrechar la del contrario:—El gusto es mío Jungkook, yo soy Taehyung, Kim Taehyung —se presentó una sonrisa juguetona en su rostro, sus mechones rubios descuidados debido a la diadema de los auriculares le daban un aspecto más relajado.

Quizá su manera de conocerse fue un tanto cliché a decir verdad pero para ellos sólo bastó eso. Conocerse en medio de vinilos y casetes con una canción romántica de fondo. Irónicamente se encontraron en Monterrey dos personas de la misma etnia, diferentes motivos de salida de su país pero al fin de cuentas con el mismo destino; Monterrey y de destino sentimental ellos.

Tú y yo
Yo y tú…

Jungkook y Taehyung
Taehyung y Jungkook…

En un abrir y cerrar de ojos los meses pasaron llegando así al mes de enero de 1988, un nuevo año y con él, el florecimiento de nuevos sentimientos. Estaba claro que desde que se vieron en la tienda de Don Julio la atracción y gusto había llenado el corazón de ambos pero el amor era algo que poco a poco iría creciendo. Aflorando.

Enero 1988

Jungkook se encontraba cenando un cereal en compañía de sus padres y hermanas, su ceño estaba levemente fruncido, sus pensamientos últimamente le atacaban de las peores formas. El miedo al rechazo que su familia le podía dar le carcomía el pecho.

“Me gusta un chico.” 

“Me gusta un chico, y ese chico es Taehyung.”

No sabía cómo era que iban a reaccionar, que tal si lo mandaban a un psiquiatra o peor lo dejaban de indigente por el resto de su vida. Jungkook tenía miedo.

—¿Qué pasa Jungkookie? —preguntó su hermana mayor Wheein, Jisoo su segunda hermana viajó su vista hacia él prestándole atención.

—¿Todo va bien Koo? Te noto afligido —le siguió la conversación, la segunda hermana Jeon. Jungkook alzó la comisura derecha de su boca, indeciso sobre si contarles o no. Bajó la cabeza mientras soltaba un suspiro.

—¿Koo? Pequeño, ¿qué pasa? —volvió a insistir Wheein colocando una mano en el antebrazo de su menor mientras que Jisoo extendió una mano y la posó sobre los bonitos y sedosos cabellos del contrario, dándole masajes.

—Sabes que puedes contar con nosotras para lo que sea —comentó Jisoo, recibiendo un asentimiento por parte de la mayor.

—Así es.

El menor no sabía qué hacer, tenía pánico, demasiado a decir verdad pero a la vez necesitaba desahogarse, así que en un acto de valentía decidió contarles su secreto.

—Me gustan los chicos. Estoy enamorado de un chico llamado Taehyung —soltó de golpe, causando un estremecimiento en ambas hermanas, la mano que le daba masajes en su cuero cabelludo se detuvo y la mano de Wheein apretó inconscientemente su antebrazo.

—¿Qué…?

—¿Qué…?

Jisoo y Wheein estaban estupefactas, no esperaban tal noticia. Siendo honestos ellas no le veían nada de malo a la orientación de su hermano, digo si Sócrates y Platón tuvieron algo y Oscar Wild también, qué de malo había en que su hermano gustara de un chico y no de una chica. Exactamente, nada. Al final de cuentas amor es amor, o al menos así lo pensaban ellas.

Tratando de tranquilizar al menor que, se veía a punto de tener un ataque nervioso, Jisoo reanudó los masajitos en el cabello y Wheein sobó su brazo, una sonrisa reconfortante en el rostro de ambas, al ver eso Jungkook por fin pudo respirar como era debido, el peso de sus hombros desprendiéndose. 

—Koo, no tengas miedo. Nosotras te apoyaremos en todo, no tiene nada de malo el amar a alguien de tu mismo género… —la mayor no pudo terminar de hablar cuando fue interrumpida por unos jadeos de asombro.

—¡¿Cómo que te gusta un hombre?! —exclamó encolerizado su abuelo paterno, llegando hacia él en grandes zancadas, alzó su mano izquierda y ésta fue rápidamente estampada contra su mejilla, creando un golpe seco y ruidoso. La madre de Jungkook jadeó asustada yendo veloz con su hijo, haciéndolo para atrás en busca de defenderlo, por otra parte su padre se dirigió hacia su abuelo deteniéndolo justo en el momento en el que iba a empujar a SanJi para zarandear al menor de los Jeon.

—Quieto ahí papá, a mi hijo no lo golpeas. No tienes ningún derecho de hacerlo y si, yo no lo he hecho menos lo harás tú —habló con voz grave, situándose enfrente de su esposa, protegiendo a su familia de aquel señor, de su padre. Cosa que no importaba en estos momentos pues, para HanKook era muchísimo más importante defender a su pequeña familia que su propio padre.

El abuelo Jeon viró los ojos estupefacto. Dio un paso hacia atrás y tiró de sus canosos cabellos de forma desesperada.

—¡¿Cómo es posible que defiendas a tremendo maricón?! —gritó furioso, una lágrima solitaria bajó por las mejillas pálidas de Jungkook.

Su madre y hermanas lo abrazaron y sostuvieron contra sí, HanKook apretó fuertemente los puños.

—Pues ese tremendo “maricón” como tu lo llamas es una persona que ama y siente, pero sobretodo es mi hijo y sin importar su orientación sexual lo vamos a amar y a proteger de todo y todos, incluyéndote papá —escupió con completa furia, extendió una mano hacia atrás en busca de la de su esposa y cuando la obtuvo le dio un fuerte apretón. Lealtad, amor y comprensión.

En medio de su miedo Jungkook se zafó del abrazo de su familia y salió corriendo de la casa.

—¡Jungkook!

Luego de unos minutos de andar divagando por el centro de la ciudad inconscientemente se dirigió hacia Barrio Antiguo, concretamente a la tienda de Don Julio, entró con la cabeza gacha y se dirigió veloz hacia el Señor Ramírez, no le dio tiempo de procesar cuando ya se había pegado a él como un cachorrito en busca de consuelo. Julio no necesito más explicación y sólo se dedicó a abrazar al chiquillo.

—¿Jungkookie? —una voz bastante conocida se hizo presente en el local, el mencionado giró rápidamente su vista hacia el rubiecito, aún en los brazos del dueño de la tienda. Taehyung rápidamente corrió hacia él, Don Julio soltó a Jungkook para que el rubiecito pudiera abrazarlo bien. El castaño inmediatamente se refugió en sus brazos, estrechándolo lo más que podía contra sí mismo, Taehyung no quería preguntarle qué era lo que había sucedido, él sólo quería protegerlo. Su castañito era sensible.— Koo, ¿puedes decirme qué es lo que pasó? Confía en mí —pidió suavemente, dirigiendo al castaño al cuarto de servicio luego de que el Señor Ramírez le hiciera una seña con su mano. Tomaron asiento en una banca que se encontraba ahí la cual era la zona de descanso de los tres empleados que laboraban en la tienda, Taehyung se sentó en el regazo de Jungkook y éste último escondió su cabeza en el cuello perlado.

—Les conté mi secreto más preciado a mis padres, pero no me fue del todo bien con mi abuelo, dijo cosas horribles… —contó entre hipidos. Taehyung se quedó estático, ¿su más grande secreto? ¿Jungkook tenía secretos? Bueno era lo lógico, todos guardamos secretos pero, qué tan grave era para que su abuelo le gritara cosas horribles.

—¿Qué cosas te dijo Kookie? —preguntó, arrepintiéndose inmediatamente al ver cómo el cuerpo del castaño se tensaba.— Olvídalo, eso fue imprudente no tienes que repetir lo que sea que te haya dicho —trató de redimirse. Jungkook negó y alzó su cabeza buscando los ojitos del rubio.

—¿Tae, qué piensas sobre los maricones? —preguntó con una increíble presión en el pecho, la mirada de Taehyung se desencajó.

Eso… ¿Escuchó bien? ¿Maricones? ¿Cómo el simple hecho de amar a una persona de tu mismo género podía ser etiquetado con una palabra que lo único que buscaba era ofender?

—Jungkook —habló con seriedad consiguiendo un espasmo del castaño—, primero que nada las personas que aman a alguien de su mismo género no merecen y no deben ser etiquetadas como maricones, es más esa palabra ni debería existir. Esas personas, son sólo eso; personas que aman y desean ser amadas por igual. No merecen ni más ni menos que una persona heterosexual, merecen exactamente lo mismo, el amor es relativo pero igual para todos, sé que actualmente la homosexualidad no está bien vista pero, es cuestión de uno mismo el seguir con ese pensamiento cruel o aceptar que todos tenemos derecho de amar y ser amados sin importar raza, género, cultura, etinia, color de piel, idioma o lo que sea que se te ocurra, inclusive tengo el derecho de ser amado aún cuando yo prefiero los gatos y lo que resta del mundo los perros. En cuestión Kookie, todos tenemos el derecho de que nos amen y algo tan bello como el amor no debe ser etiquetado con palabras tan crueles y dolorosas. —Terminó de decir, una lágrima salada recorriendo su mejilla derecha.

Recordando la seria platica que tuvo hace un poco más de dos semanas con sus padres. Cuando confesó su sexualidad y sentimientos hacia Jungkook.

《—Me gusta un hombre, perdonen si los decepcioné pero es algo que no pude evitar, y no dejarè de quererlo —los padres del rubio lo miraron atónito. Para después mirarse entre sí y asentirse.

—Hijo, no nos decepcionaste en lo absoluto. Para nosotros el amor es libre como el aire. Además de que siempre y cuando no estés en riesgo y que esa persona no se aproveche de ti nosotros estaremos apoyándote.

—Tu padre tiene razón cariño, si tu amor hacia él es puro y él te corresponde con la misma pureza ¿¡por qué detenerlos? No les harían daño a nadie, dañar los prejuicios de la gente no importa.

—¿En serio me apoyan? —preguntó con ojitos acuosos, los Señores Kim asintieron y Taehyung no dudó en lanzarse a los brazos de sus progenitores. Sin embargo su abrazo fue interrumpido por el pequeño Taegyu quien al verlos todos juntos y abrazaditos se sintió excluido.

—Hola… Aquí también estoy yo —dijo para después unirse a la muestra de cariño.

—Tae mayor, amor es amor, no importa género, raza, idioma, etcétera. Mientras ames y seas amado no hay nada de malo.

—Amor es amor hermanito, sí que sí. —Finalizó Taegyu consiguiendo un apapacho por parte de su familia.

Amor es amor… 》

Jungkook volteó a verlo con esperanza brillando en sus orbes marrones. Taehyung no lo iba a odiar, quizá tenía una oportunidad para declararse. No importaba si el rubio lo rechazaba, lo importante era conseguir expresar aquello que tanto ha callado.

Con sus manos temblando bajó con cuidado a Taehyung de su regazo, se levantó y caminó hacia el estante que había ahí. Tomó la casetera portátil, los auriculares y el casete y volvió a sentarse en la banca, palmeando sus piernas para que Taehyung se posicionara de nuevo en su regazo.

—¿Uhm, cuál es Kook? —preguntó tratando de leer el nombre de la canción sin embargo su acción no pudo realizarse debido a que el castaño tapó el nombre. Negó suave y con cuidado le colocó los auriculares, después puso el casete y dio play, nivelando el volumen a un cincuenta por ciento.

Amante bandido inundó la audición del rubiecito, poniéndole los vellos de punta.

A medida que avanzaba la canción Jungkook reafirmó su valor, cuando llegó la parte del último estribillo se acercó suavemente al oído contrario y dijo audiblemente:— Me gustas Taehyung, y estoy completa y profundamente enamorado de ti.

La música pasó a segundo plano cuando las palabras fueron expulsadas, un latido pasó, su respiración se cortó. ¿Lo que escuchó fue real? ¿Jungkook estaba enamorado de él? ¿Jungkook le correspondía?

Seré tu amante bandido…

Volvió en sí cuando los dedos pálidos del contrario tocaron su mentón, girándole con gentileza la cabeza hacia él.

—Tae… —sus palabras fueron cortadas por unos labios suavecitos y rechonchitos como el algodón, cerró los ojos y correspondió el dulce beso.

—También me gustas Kookie, y también estoy profunda y completamente enamorado de ti —respondió al separarse, un suspiro saliendo de ambos.

Corazón…

—No será fácil pero estaremos juntos, seré tu amante bandido.







Sácatelas batallé bastante escribiendo 8O's lovely boy, pero siento que valió la pena. Realmente no me acomodaba en ninguna época pero pues que mejor que incluir a mi país. Espero les guste ♡

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