El Teatro Ambulante
Desperté en mi cama, la luz del exterior destellaba sobre mis ojos, con calma, me levanté, recogí mi flauta travesera y salí del carromato. El claro donde habíamos decidido pasar la noche estaba tranquilo, solo Mare y Resiberto, los pelirrojos, se encontraban despiertos, cosa que tratándose de ellos era muy normal. Se duermen tarde y se despiertan pronto, <<nunca entenderé de donde sacan tanta energía. -pensé>>. Y aun hoy lo sigo pensando. Si me hubiesen dicho que era cosa de la juventud ahora mismo podría jurar que el tiempo no va igual de rápido para todos.
Mare se percató de mí y me saludo sonriendo, Res lo imitó y yo les devolví el saludo alzando la mano y moviéndola hacia ambos lados.
- Pero bueno Zelie, deberías hacértelo mirar. -bromeó Res- Dos días seguidos despertándote temprano, ¿seguro que no tienes nada?
Me limite a dibujar un arco con mis ojos y cabeza dando a entender que pasaba del tema, aunque no pude evitar sonreír.
Me acerque a ellos para que no tuviesen que hablar en alto. Mare, menos carismático que Res, pero definitivamente más atento, fue a buscar una tercera silla al interior de su carromato. Le agradecí con una amplia reverencia cuando volvió, me sorprendió la repentina carcajada de Res tras de mí.
- ¡Mare, que descortés! -dijo marcando con énfasis el "descortés"-. Nuestro amigo Zelie no esta tan gordo como para necesitar dos sillas para sentarse.
Entonces me di cuenta de que Mare traía consigo dos sillas, un papel, una pluma y un tintero, en su momento no entendí la razón, tampoco le di demasiada importancia. Mare prestaba mucha atención a los pequeños detalles, de hecho, a veces parecía adelantarse a los acontecimientos. Cogí la silla que me estaba tendiendo y me senté.
- No son las dos para Zelie, Res. -aclaró Mare.
- Eso ya lo... -suspiró-. No tiene caso. En fin, para...
- Es para Carlota -lo interrumpió Mare-. Recuerdas lo que paso la pasada noche, ¿Verdad?
- Como para olvidarlo -sonrió-. En verdad fue divertido.
- No te lo niego -admitió Mare-. Pero hoy me gustaría tener una conversación mas... productiva.
- La iré a buscar. -se limitó a decir Res. Mare no dijo nada pero supuse que le estaría agradeciendo en silencio. A pesar de tener personalidades opuestas, eso no les impedía pasar tiempo juntos y no matarse en el proceso. A veces me sorprendía la gran sinergia que existía entre ellos, aunque tampoco los conocía lo suficiente como para saber durante cuanto tiempo se había cultivado esa amistad y por descontado tampoco sabia por lo que habían pasado, en el fondo, me lo podía imaginar por experiencia propia, quien sabe, cada historia es diferente, incluso una misma historia es contada diferente por dos personas diferentes. La cuestión es, que nunca se lo he preguntado. Quizás lo haga, algún día.
Res regresó con Carlota tras unos segundos de silencio, no incomodo, solo silencio. Res se acariciaba la cabeza como si hubiese recibido un golpe, Carlota por otro lado parecía muy satisfecha con la situación y su pelo de arena estaba tan pulcro y... ¿mojado? Como siempre...
- Me parece muy bien que me invites a vuestras reuniones Mare, pero cuando ayer me dijiste que hoy me llamaríais. No sabía... No... -Carlota buscó las palabras adecuadas, aunque parece que no las encontró-. No esperaba mojarme. -admitió mientras le lanzaba una mirada recriminadora a Res.
A pesar de su fuerte carácter, Carlota tenía un corazón de oro. Amiga de sus amigos. El azote de sus enemigos. La conocía bien, y ella me conocía bien a mí. De hecho, fue ella quien creó el idioma de la música. Y yo, soy quien lo usa.
Como la reprimenda silenciosa de Carlota no veía final, Mare se vio en la obligación de actuar. Se levantó de la silla y yo, quizás por inercia quizá por incomodidad hice lo mismo.
- Carlota -trató de llamar su atención-. Nos gustaría poder hablar con Zelie. ¿Nos ayudas?
Carlota se volvió hacia Mare y seguidamente hacia mí. Su marcada expresión se suavizó al verme y eso me hizo sonreír con más naturalidad. La situación hasta ese momento no me estaba relajando mucho.
- Ah, claro -rio risueña-. Cierto, ya casi se me olvidaba la razón por la que estoy aquí, ¿Sabes? Me exaltó con facilidad... Viejas costumbres... supongo... Lo siento Res. -Res, quien había recibido alguna que otra colleja entre tanto y tanto, le sonrió turbio, receloso, intranquilo.
Con intención de hablar, dirigí mi mano al cinturón del cual colgaba enfundada mi flauta travesera. De metal, cabeza curva, un gran acabado y con cuidadas florituras semejantes a una partitura girando en espiral hasta la boquilla. Una autentica joya oculta en el mundo de los instrumentos... Me he desviado.
Al final quedó en un ademan, porque antes de poder retirarla de la funda Carlota re emprendió su monologo.
- No tan rápido caballero. Flauta por espada. Música por armadura -rio, posiblemente al recordar el acto completo del cual acababa de hacer mención. Con dulzura, me sentó en la silla, cogió la otra y se sentó a mi lado-. No te apresures en hablar... al fin y al cabo, cuando lo has hecho. -ese comentario me molestó algo... un poquito... bueno, quizás nada, viniendo de ella...
- Y bien -prosiguió Carlota dirigiéndose a los novatos; Mare y Res-, ¿Qué es lo que queréis saber? No sintáis reparo. Después de todo, pocos tienen la oportunidad de hablar con la voz de las notas, quiero decir... -calló de repente, y me miró ¿compungida?
Porque reaccionó así Carlota... Quizás fuese yo, que aún estaba medio dormido, ¿Leí mal sus ojos? Eso quería pensar, y querría seguir pensándolo ahora, pero más tarde, quizá demasiado tarde, lo recordé. Recordé que no era la primera vez en la que alguien cercano a mí, me miraba de esa forma. Componiendo una débil sonrisa. Componiendo un adiós anticipado. Componiendo un último recuerdo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro