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Capítulo 12

El campo de entrenamiento de nuestra casa era una particular y exuberante sala de esgrima cerrada, aunque tenía grandes ventanales que llegaban hasta los altísimos techos decorados hasta el último detalle, con una resonancia espectacular, digna de una sala de conciertos. La decoración victoriana era exquisita, y con las puertas cerradas, ningún sonido saldría de allí, era algo especialmente particular.

Aquella sala era utilizada como campo de entrenamiento, era el lugar donde John recibía sus lecciones, preparándose para formar parte del mundo de los cazadores de vampiros, y era donde Georgie y Aleister habían sido entrenados estrictamente por nuestro padre. Cuando éramos más pequeños, aquella sala era nuestro patio de juegos, donde jugábamos ruidosamente con estacas o palos de madera que nos encontrábamos en los bosques de Londres, antes de que las colonias de vampiros empezaran a crecer tanto que nos restringieron las salidas en solitario.

- ¿Sueles pelear con eso puesto?

- Hasta que Georgie me dio su uniforme de cuando era más joven, sí.- respondí encogiéndome de hombros mientras analizaba aquel frondoso vestido victoriano tan llamativo como los que Alice solía llevar.

- ¿Podías pelear bien con eso?- alzó una ceja.

- Sorprendentemente bien.- le respondí mientras tomaba una de las espadas de decoración y entrenamiento, siendo meras imitaciones a espadas de combate con las que se aprendía esgrima, sorprendiéndome por la ligereza de las mismas en comparación con las dagas que solía usar, no por otro motivo eran cañas de bambú importadas desde China.- De hecho, Georgie tuvo la misma reacción las primeras veces.- Me giré hacia mi hermano, quien también había agarrado una de estas cañas.

Aleister no dijo nada y sus pasos llegaron al centro de la sala, donde su mano izquierda se escondió elegantemente a su espalda con una postura majestuosa y solemne. Aquello sería una pelea cortesana, rigiéndose por las reglas más exquisitas de la esgrima.

- Si te derroto, no volverás a insistir en ser cazadora de vampiros.- me recordó con un tono de voz seco y seguro.

- Lo sé...- suspiré.- ¿Y si yo te derroto?

- En el remoto caso de que ello suceda, que lo dudo...- hizo un breve silencio, parecía pensarse las condiciones moviendo sus ojos hacia el techo como si ahí estuviera la respuesta.- Hablaré con nuestro padre sobre esto.

Abrí los ojos con sorpresa y dibujé una sonrisa considerablemente amplia.

- Porque si eres capaz de derrotarme, significa que eres mejor que Georgie...- evidenció moviendo la punta de la espada como un abanico lento, de lado a lado, apoyó el dorso de la espada en su hombro con un movimiento relajado.- Y aunque nuestro padre seguramente no estará contento de escuchar algo así de mi parte, no podrá obviarlo tan fácil como con Georgie.- asentí lentamente.

Movió la espada para colocarla en una posición idónea para iniciar el enfrentamiento, moviendo su cadera hacia un lado y volvió a colocar la mano izquierda en su espalda, imité el gesto para no perder energía y movimientos abiertos al moverme.

- En garde...- las puntas de nuestras espadas de bambú se rozaron sin llegar a tocarse en ningún momento.- Allez...

No esperaba que Aleister fuese a tenerme piedad, de hecho, esperaba que me atacase con todo lo que tuviera con aquella legendaria y bien conocida habilidad y cinismo en sus movimientos que tanto hacía temblar a los novatos. Era evidente que estaría con la guardia alta y esperando todo tipo de gestos, y acostumbrada a los movimientos sucios de los vampiros, había incluso reacciones que mi hermano notaba y que mencionara entre sonidos irónicos.

- Tienes buena experiencia, pero estás tensa...- una estocada me desestabilizó un poco, pero no era nada que no hubiera vivido en los suburbios, así que jugué con aquel amplio campo para tomar distancia.

- Es evidente que estoy tensa, no quiero perder.- respondí frenando el golpe de la vara de bambú contra la mía y empujé el dorso, aunque el movimiento fue totalmente inútil, y fui yo la tomó distancia, rotando porque estaba notando la estrategia de acorralarme contra la pared.

- Pero aun así no estás atacando apropiadamente.- musitó.- ¿Acaso es Georgie el que realiza los ataques frontales y tú los golpes de gracia?

- No.- negué.- Pero esto es diferente, muy diferente.- evidencié frenando en seco un corte lateral, con un movimiento de la muñeca enredé las dos barras de bambú.

Creyendo que lo desarmaría, me sorprendió el movimiento de muñeca circular con el que rotó la espada y golpeó mi barra de bambú, momentáneamente lanzándola hacia arriba, lo que dejó un gravísimo espacio libre, un blanco claro.

- Perdiste.- aplacó.

- No lo creo.- dibujé una sonrisa intencionalmente lanzando una patada lateral, algo improvisado y meramente reaccionario.

La espada salió disparada y cuando fue mi turno de ser yo la que aplacó, él se deslizó astutamente por el suelo, deslizándose como si fuera hielo y recuperó el arma, dibujando una radiante sonrisa en sus labios, y aquello no solo me sorprendió porque jamás esperaría que volviera a poner aquella sonrisa jovial de estar disfrutando algo verdaderamente y que no fuera algo cínico y temerario, y también me sentí halagada porque un movimiento mío lo hubiera provocado aquella reacción.

Inconscientemente también dibujé una sonrisa en mis labios y las espadas de bambú volvieron a chocar. Se deslizaron mutuamente hasta la punta, donde pocos segundos después volvieron a chocar con golpes secos y agudos que resonaban en la habitación. Aleister había dejado de esconder su mano a su espalda, igual sucedió conmigo.

De un momento a otro, una carcajada se escapó entre los dientes mi hermano, cosa que captó mi atención.

- Lo admito. Eres buena.- orbitó su muñeca con un movimiento circular para frenar uno de mis golpes.- Estás a la par con Georgie...- reconoció.

- Le alegra saberlo.- respondí sonriente.

- Pero Georgie no me supera...

- Tal vez no, tienes más años de experiencia.- Aleister aguantó una carcajada jovial entre dientes, dándome la razón.

- Y aun así tengo que reconocer que no esperaba que esto fuese a durar tanto...- los golpes de espada seguían resonando en la habitación.

Y antes de darnos cuenta parecía que la iluminación de las velas del lugar era algo insignificante en la habitación, el sol estaba en lo más alto, el olor distante de la comida estaba presente incluso en la habitación, pero no fue nada que pareció querer entrometerse en nuestra pelea, la puerta de la sala de entrenamiento se abrió a cal y canto, interrumpiendo la pelea de manera repentina. Los dos nos quedamos congelados en el sitio y giramos la cabeza hacia la entrada.

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Huele a redención... ¿No les parece?

Aquí las opiniones -------->

Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo

Bye~

By Silvia Line

[1116 Palabras]

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