Parte IV
Estoy aquí.
—No, no. Repite lo anterior.
Toda la presión en el aire se había esfumado, en su lugar una rabia los había colocado.
—Qué más da. Veo que a ti te importó muy poco la promesa —su voz era tan grave que atravesaba los oídos de Ino como si fuesen miles de cuchillos.
—¿De-de qué hablas? —pasmada, fue presa del dolor que las palabras del hombre que amaba le estaban ocasionando.
—Es obvio que no te importó nada —frunció el ceño—. Te acostaste con el primero y quedaste embarazada. ¡Al diablo con la promesa!
Odio, abrigaba mucho odio hacia Ino, y hacia el bastardo que la había arrebatado de sus brazos.
—¿Qué? —casi gritó con desesperación por no saber manejar la situación. Herida por los falsos que se le habían levantado—. Estás siendo un idiota ahora mismo. Cálmate y conversemos bien —hablaba entre dientes, tratando de no explotar de coraje o de dolor.
—Me importa un carajo.
—¡Sasuke! —gritó al fin, exasperada.
—¡Maldita sea! —ensombreció su rostro, sólo para evitar que Yamanaka lo observara en ese estado de impotencia.
—¡Cálmate! ¡Déjame explicarte de una vez! —poco a poco perdía los estribos junto con él.
—¡Quién es el hijo de puta que te hizo eso!
—¡Mierda! No te estás calmando —evidentemente, ella tampoco.
—¡Quién es el maldito! —gritó, clavándole los ojos llenos de furia.
—Baja la puta voz —susurró un poco.
—¡Quién es el padre! —repitió, pero esta vez la tomó de los hombros.
Todo se había ido al carajo. La promesa, los buenos recuerdos, los sueños de abrazarla, besarla y hacerle el amor. Todo estaba en el maldito carajo.
—¡Dímelo!
—¡TÚ! Mierda. ¡Tú! Tú eres el maldito bastardo. Tú eres su padre.
Y todo se volvió negro. La luz se esfumó y nubló sus orbes oscuros por un segundo. El sonido había aturdido sus oídos, dejándolos sordos por pequeños instantes donde todo pareció no tener lógica. Sus sentidos lo habían abandonado, incluso pudo jurar que su corazón se había detenido.
¿Su hijo? ¿Cómo era eso posible? No podría ser cierto. Un gran hueco se instaló en su estómago. ¿Y ahora qué?
—Sasuke, ¿estás bien? —preguntó con incredulidad, ya con más calma y raciocinio. Quizá no fue la forma correcta de decir aquello y ahora se sentía en parte culpable.
—Eh...
No podía hablar. Su boca estaba completamente seca y sus ojos no podían regresar a su forma despreocupada de siempre.
—Lo siento —se disculpó sin saber por qué.
—¿M-mi hijo? —preguntó por primera vez con miedo, o eso creía.
Ino asintió en silencio, bajando la vista mientras juntaba sus brazos para brindarse calor a sí misma. Compartía la inseguridad que posiblemente experimentaba él.
Sasuke permaneció en silencio, asimilando todavía las causas. Todo parecía tener sentido. Cuando lo vio por primera vez, el niño era casi idéntico a cuando él tendría esa edad, a excepción de sus ojos azules; sin mencionar que fue presa de una sensación que lo transportó a su pasado, mirándose en él.
¿Cómo no lo vio antes? Pero aún así demandaba más explicaciones.
Después de meditarlo, se animó al fin a expresar lo que había estado pensado. Justo cuando contrajo sus labios, fue interrumpido con la presencia del pequeño, que se encontraba tras la puerta del local con una mirada inocente y temerosa.
Sasuke lo contempló bien. Él era su hijo, de verdad era su hijo. Y las sensaciones de malestar lo acompañaron una vez más en su abdomen.
Ino lo notó enseguida, le extendió un brazo para que el chico se acercara, sonriéndole con una ternura que jamás había visto.
El pequeño pareció ignorarla, ya que caminó con firmeza hasta quedar frente a Sasuke, mirándolo con demasiada determinación, como si estuviera examinándolo para algo. Uchiha se sintió a disgusto bajo la atenta mirada celeste de Ichiro.
Ichiro traía consigo un objeto bien aferrado a su pecho, guardándolo con cuidado, dando parecer que se trataba de su mayor tesoro. Infló sus mejillas para retener el aire, juntando sus cejas negras sobre su pequeña nariz.
—¿Es papá, verdad mami? —preguntó casi con seguridad.
Ino abrió sus ojos.
—Ah, cielo... —no podía articular los vocablos perfectos para su cuestionamiento.
Ichiro mostró al fin lo que almacenaba para sí. Se trataba de una vieja fotografía de Sasuke cuando tenía doce años. Si bien, su aspecto físico había cambiado, pero era cuestión intachable que se trataba de él, cualquiera lo sabría a simple vista.
—Mi mami me contó una vez que este señorr es mi papá —se dirigió a Sasuke mientas apuntaba la fotografía, acto seguido señaló a Sasuke, indicando que sabía que era él.
Ino percibió cómo los colores se subían a sus mejillas, tiñéndolas de un rosa pálido al instante.
Por otro lado, Sasuke prefirió no decir ni hacer nada, estaba más que sumergido en un gran embrollo.
—¿Eres mi papá? —interrogó con dulzura, con un pequeño quiebre en su voz.
Poco a poco una que otra lágrimita se asomaba por fuera de sus ojos, pero el pequeño hacía un gran esfuerzo por contenerlas. Era obvio que el niño pasó años sin saber lo que significaba tener un padre, era más que obvio que ahora estaba esperanzado con poder hacer con papá todo lo que los demás niños hacían y que sólo escuchaba hablar.
Sasuke carraspeó la garganta. No estaba seguro de lo que pasaba y sí era cierto que ese niño fuera su hijo, pero una pequeña parte en su interior le murmuraba que sí. Sasuke no sabía nada de cómo ser padre, pero si ese niño era en verdad suyo, tendría que esforzarse por cuidarlo... Nunca imaginó eso, mucho menos tener que creer que algún día llevaría tanta responsabilidad.
Asintió con un movimiento de cabeza, mirándolo hacia abajo, percatándose de que era su viva imagen.
E, Ichiro así como había sido de veloz para atacarlo minutos atrás, lo fue para abrazarlo. No pidió permiso ni tampoco esperó a que se lo permitieran, el pequeño apretó con fuerza las caderas de su ahora papá, aferrándose al amor que siempre esperó darle. No pudo más, el llanto comenzó sin tener oportunidad de parar, los sollozos caían uno a uno.
Sasuke se vio envuelto en una potente masa de calor. De alguna manera inexplicable le hacía bien sentir sus delgados bracitos rodeándolo, de hecho, podía sentir que era maravilloso y se preguntó si podría hacer lo mismo y corresponder su abrazo.
En un acto repleto de incertidumbre se atrevió a inclinarse para quedar a la misma altura de su hijo. Su hijo, sonaba muy peculiar pero para nada le molestaba.
Quiso sonreírle cuando pudo ver su carita a centímetros de la suya, pero su sonrisa fue malformada gracias a un sentimiento escondido que quería salir desde lo profundo de sus ojos. ¿Acaso eran lágrimas? Sí, se trataba de algo que había estado enterrado desde hace mucho tiempo y que ahora surgía con sinceridad.
Quería evitar que Ichiro lo encontrara en esa situación, quería parecer fuerte y demostrarle que estaría ahí para protegerlo de cualquier amenaza, así que lo abrazó con cuidado, pensando que lo podría lastimar. Su cuerpo era muy pequeño a comparación con el de Ino, mucho más delicado.
Le gustaba. No comprendía cómo, ni por qué, pero le encantó la conmoción de tenerlo dentro de sus brazos.
Ya no había dudas. En verdad era su hijo.
.
N/A: Sigan comentando y votando.
Los comentarios son el motor de cualquier escritor de fanfics.
Gracias!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro