Parte II
Estoy aquí.
Antes de que pudiera llevar sus brazos titubeantes al cristal de la puerta, concibió un letrero que se leía como "Cerrado".
Dudó por unos segundos, mismos que le parecieron eternos. Una mueca de incoherencia se transportó en su rostro y levemente fue arrugando el ceño, como si de pronto se hubiera puesto de mal humor. ¿Sería que lo estaba evitando?
—Está cerrado —escuchó una voz cerca de él. Demasiado suave e infantil y para nada conocida.
De inmediato viró sus ojos para encontrar al protagonista de aquello. Enseguida encontró a un chiquillo jugando con tierra a unos cuantos metros de donde estaba él. Cuando Sasuke llegó, el niño no estaba ahí y se le antojó demasiado extraño el hecho de no haber sentido su presencia antes.
—¿No sabe leer, señor? —le miró con rudeza.
Era un niño que a simple vista daba la impresión de ser un malcriado. Calculaba que no tendría más de cinco años. Todo él era una rara combinación. Su cabello prendía despeinado de un intenso color azabache, mientras que sus ojos eran grandes y eran brillantes y celestes. La postura en la que permanecía, observándolo con resistencia, no iba acorde a la carita angelical de pálida tez que presumía. Evidentemente, los colores que lo presenciaban hacían una confusa composición, pero tenía que admitir que no se veía mal.
Extraño, pero no malo.
Uchiha lo contempló con cruda atención.
Se impresionó, abriendo casi por completo sus ojos, cuando descubrió que las facciones del infante eran muy similares a las suyas, sin contar que esa personalidad agresiva le recordó a sus momentos de infancia cuando hacía berrinches por entrenar con Itachi. Por un breve momento, fue como si hubiese viajado al pasado, viéndose reflejado en ese pequeño. Era como si fuera él mismo.
Tendría que estar trastornado para pensar en ello.
Con un movimiento distraído sacudió ligeramente la cabeza, para despejarse de todo y concentrarse en su siguiente movimiento. Allí, parado sin poder hacer nada.
—¡Está cerrado! —repitió el niño con mucha más fuerza. Pero Sasuke continuó haciéndose el desentendido—. ¿Está sol-sod-sorrdo? —hizo un mohín al verse descubierto con tanta fragilidad.
Era un niño después de todo. Un niño que tenía dificultades con pronunciar la 'r'.
A Sasuke le pareció demasiado cómico cómo el chiquillo se esforzaba por corregir lo que había pronunciado equívocamente. Se permitió sonreír para sí mismo, sin demostrarlo aparentemente, ya que su rostro era una inquebrantable cara de frialdad.
—Vete a jugar a otro lado, mocoso —escupió con severidad.
—¡No lo haré! —se colocó, con una rapidez impresionante que Sasuke no vio venir, justo frente a él. Sasuke notó que el escuincle era demasiado pequeño, apenas le llegaba arriba de las rodillas—. Yo soy quien cuida aquí de la-late-ra-rateros como usted.
El mayor alzó una de sus cejas, completamente estupefacto. Sí, antes había sido un delincuente, había matado e incluso robado en varias ocasiones, pero ese no era al punto al que quería llegar y el por qué estaba ahora allí teniendo una tonta discusión con un chiquillo con el que bien pudiera acabar con un simple movimiento.
—Hn —sin importarle tocó la puerta, dispuesto a empujarla.
Todo fue muy deprisa. Antes de que pudiera abrirla levemente siquiera, una shuriken pasó volando hacia la dirección de su brazo, cortando el viento con sus afiladas navajas. Cosa que por instinto Sasuke pudo esquivar, capturando el arma con su mano sin lastimarse y sin ningún tipo de problema.
Lo que no pudo evitar fue que su rostro se contrajera en una abrupta conmoción, que fue expresado con deleite por sus cejas y su boca. ¿Qué padre en el mundo deja que un niño tan pequeño juegue con ese tipo de armas?
—¿Quién demonios te crees que eres? —comenzaba a sentir cierto enfado en su cuerpo.
—No me creo, soy un ninja señol-señorr.
A Uchiha ya no le causaba gracia, tenía unas ganas tremendas de arrancar cada una de sus extremidades.
—Largo de aquí.
—Ño —le sacó la lengua, con el único fin maquiavélico de llegar a enfadarlo a su máximo sentido—. Peleemos.
—¿Qué? —preguntó sin ser consciente, como si la interrogante hubiese salido por cuenta propia—. No voy a pelear con un estúpido niño...
Si bien Sasuke no se percató en qué momento el niño comenzó a atacarlo con feroces puños, tampoco tuvo la suficiente valentía para regresárselos, solamente se dedicaba a evadir sus golpes sin entender exactamente por qué lo hacía. ¿Cómo fue que de un momento a otro se vio inmerso en esa sosa pelea?, ¿iba en serio? Tenía que admitir que el menor era ridículamente veloz.
—Patético.
—Aaahg —el chico hacía un mayor esfuerzo por golpearlo, pero únicamente podía alcanzar a arremeter en torno a su cintura—. Edes-eres un hijo de put...
—¡Oye!
Ese impertinente niño no dejaba de sorprenderlo, si no eran por sus infantiles ataques, lo era por su lenguaje de camionero. Estaba seguro que su familia estaba desquiciada, de otra forma no se explicaba su peculiar comportamiento. Era uno de esos niños problemas que cuando creciera más y entrara a la academia sería todo un dolor de muelas para el Sensei.
Sin dificultad, Sasuke pudo capturar ambos brazos del menor con una sola palma de su mano. Lo sostuvo así hasta que logró alzarlo y ponerlo a la altura de su rostro. Le regaló una mirada aterradora que hizo que el niño sintiera que los vellos de su cuerpo se erizaran con sincronía. Mientras que su nariz se arrugaba con enfado, mayor miedo provocaba en el pequeño, que entrecerraba los ojos. Sin embargo, no se permitía suplicar que lo dejara en paz.
De todas formas, Sasuke estaba decidido a darle una buena lección con la cual lo enseñaría a no jugarle al ninja, y en cambio, aprendería a no hacerse el macho con cualquiera.
Le apretó las muñecas, largando un gesto de dolor en el niño. Después, lo aventó al suelo sin compasión, escuchando los quejidos que habían surcado de sus pequeños labios. Pronto, el menor comenzó a llorar desesperadamente, inundado el ambiente con chillidos que a Sasuke le parecieron demasiado molestos. No lloraba porque había perdido, lloraba porque de verdad se había lastimado y le dolía, después de todo, sólo era un niño.
Sasuke se dio la media vuelta y estuvo a punto de gritarle que guardara silencio, cuando...
—¡Ichiro!
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