Capítulo 2
Lunes: conociendo al enemigo.
Se refugiaron en la seguridad que una cueva les brindó. La noche ya se dejaba ver, la luna especulaba en su total esplendor y ellos... ellos se encontraban juntos.
Ino comenzaba a ser víctima de los sentimientos que, con un latir de su corazón, le volvían a quemar la respiración; pero todavía tenía miedo. No confiaba plenamente en aquel joven que reposaba tranquilamente mientras observaba las estrellas.
El silencio reinó, hasta que en un impulso de fastidio comenzó a hablar.
—¿Has estado bien en estos cuatro años? —juntó sus rodillas.
—Hm —la miró de reojo—. Sí.
—Entiendo —recargó su cabeza sobre las piernas.
Odiaba que fuera tan cortante.
—¿Qué hacías en el bosque? —de pronto habló Sasuke, con voz grave.
—¿Eh? Creí que no te importaba.
—Es peligroso.
—¿Qué hacías tú en el bosque? —le inquirió.
—Nada que te importe.
Ella enfureció.
—¿Siempre has sido así de maleducado? Estúpido Uchiha.
Abrió sus ojos ante ese llamado. No recordaba que Yamanaka se hubiera atrevido a hablarle de tal forma en el pasado.
¡Qué más da! Su cuerpo plenamente desarrollado y su cabello largo hasta la cintura, indicaban solamente crecimiento físico y no intelectual.
—No eres como antes —determinó Sasuke, en lo que pareció ser un susurro.
Por su mente pasó una palabra que podría describirla a la perfección: Molesta. Se abofeteó mentalmente un par de veces. ¿Qué estaba pensando cuando la invitó a acompañarlo?
No lo sabía. Pero en su interior algo le gritaba la necesidad de protegerla; sabía que si la dejaba a su suerte, fácilmente podría perder, y no porque fuera débil, sino que era una zona de guerra.
—Por supuesto que no soy como antes —le respondió de mala gana—. Ya no estoy enamorada de ti; mis días ya no los vivo para ti.
—¿No sigues más enamorada de mí? —sonrió cínicamente.
—No —negó con la cabeza—. Sólo eres un idiota del montón.
Mintió. Seguía siendo el mismo idiota del que se enamoró y del que seguía enamorada. Pero jamás lo creería, jamás aceptaría volver a caer en su juego.
—¿Te atreves a hablarme de esa forma? —la miró, con algo de fastidio—. Podría matarte ahora mismo.
—Sí. Pero no lo harás.
Era cierto. No podría hacerlo, porque a diferencia de ella, él se alegraba de haberla encontrado. Tantos años en perpetua soledad estaban acabando con su cordura.
Él enmudeció. Ella entendió la dureza de sus palabras, estaba juzgándolo sin ni siquiera comprender las razones desde del principio. No lo conocía, realmente nunca lo conoció.
—Lo siento —se disculpó, sintiéndose un poco apenada.
—¿Te disculpas ahora? —evadió el rostro.
—Hum —asintió en silencio con sus cachetes inflados—. Sasuke... ¿puedo preguntarte algo?
Tal vez en esa noche, por fin se conocerían y quién sabe, descubrirían lo muerto y lo transformarían en impresiones vivas.
—¿Qué?
—¿Por qué huiste de Konoha? —su voz se apagó. Se notaba triste y con miedo por no volver a verlo. Aunque odiara admitirlo, pero temía volver a perderlo.
—Venganza —pudo decir. Aspiró pesadamente y continuó. Ella le transmitía cierta seguridad—. Hacerme fuerte y luchar en una batalla en la que únicamente uno de los dos podrá salir con vida —permaneció contemplándola de reojo—. ¿Alguna vez has vivido con el recuerdo atormentándote día tras día? ¿Has visto a tu familia perecer frente a ti, mientras es brutalmente aniquilada? Y tú, nunca pudiste hacer nada para remediar las cosas, sólo pudiste esconderte con el temor de morir igual que ellos. ¿Has vivido algo así?
Sus dientes crujían con cada palabra que estipulaba. Era duro y cruel, una realidad que a los ocho años tuvo que enfrentar, por eso era frío y egocéntrico. Eran sus armas contra el salvajismo de la sociedad. Él simplemente trataba de mantenerse a salvo.
Ino lo escuchó, sin saber qué decir. Su corazón se estrujó.
—No. Jamás —la tristeza se presentaba en su tono de voz.
—Entonces no me entiendes y nunca podrás hacerlo. La razón por la que traicioné a todos, la razón de mi egoísmo, nadie la comprenderá.
—Tienes razón —recobró su tono habitual—. Nunca podré entenderte. Para mí un pasado no justifica una venganza.
Primera noche que pasaba junto a Sasuke, la primera vez que él le abría sus pensamientos, primera vez que él buscaba un amigo. Ella se negó, quería evitar cualquier momento que pudiera relacionarla con él. Tenía que escapar de él, antes de que fuera muy tarde.
El frío de esa fresca madrugada no podía ser opacado por el fuego de la fogata, al contrario, hacía hervir sus sentimientos.
.
Ambos durmieron y al abrir con lentitud sus ojos celestes, se encontró con algo que no esperaba. Sasuke la vigilaba con atención.
¿Acaso no durmió en toda la noche para protegerla? Su corazón de nuevo sucumbía. Debía controlar sus emociones o simplemente debería dejarse llevar por ellas y caer a sus brazos. Todo un debate.
Ella se reincorporó y en un bostezo trató de fingir. De inmediato Sasuke apartó la mirada. No sabía lo que hacía, pero de alguna forma se descontrolaba con ella cerca.
—Bien —Ino gesticuló para quitar la somnolencia—. Debo regresar a Konoha.
—¿Tienes idea de por dónde ir?
—¡Sí! —dijo rápidamente. La verdad no lo sabía—. En realidad... no.
Carcajeó con nerviosismo. Tonta, pensó él.
Rodó los ojos.
—Yo te guiaré.
—¿E-en serio? —se sorprendió.
—Tengo algo que hacer cerca de ahí —exclamó con sinceridad.
—De acuerdo.
Su interior le gritaba que aceptara. Nunca tendría la oportunidad de tener como guardaespaldas al mismísimo Sasuke Uchiha.
—¿No te bañarás? —le preguntó secamente.
—¿Ah? —despistadamente se olfateó. La noche y la misión le hicieron adquirir un aroma penetrante a sudor. Se avergonzó de sí misma, después de todo era una dama—. ¿Dónde puedo bañarme? Estamos en medio de la nada, no hay regaderas.
—Hm —comenzó a reír y ella lo miró atónita. Nunca lo había visto sonreír o reír; tenía una sonrisa muy bella, como perfeccionada por ángeles—. Tienes mucho qué aprender —se puso de pie—. Sígueme.
Le ordenó y ella obedeció, caminando a sus espaldas.
—Justo allí —señaló un precioso río en el que corría agua insípida y pura.
—¿Cómo? —se asombró.
¿De verdad él pretendía que ella tomará un baño ahí?
—Cuando dejas de tener un hogar, todo se vuelve tan normal —se cruzó de brazos.
—¡No me meteré a esa cosa! —chilló.
—Como quieras —comenzó a quitarse la ropa que cubría su parte superior, quedando desnudo de brazos, cuello, abdomen, torso y pecho—. Yo sí me bañaré —en un movimiento de destreza, desenredaba la cuerda que rodeaba su cintura.
Se quitaría los pantalones. El rojo que comenzó a cubrir toda la cara de Ino fue demasiado evidente que él no pudo evitar volver a reír. Estaba tan avergonzada que le causaba gracia.
—¡¿Qué demonios haces, Uchiha?! —se giró, y no conformé con ello, llevó sus manos a sus ojos evitando todo tipo de vista.
Mordió su labio inferior. Era jodidamente perfecto, nunca creyó vivir para ver tanta belleza acumulada en un hombre, quería ver más, más cerca y más allá.
"Control Ino, no te dejes vencer" . Tenía que ser más fuerte que eso.
—Hmp —la tomó del hombro y ella se estremeció—. Tienes diez minutos para bañarte.
Caminó lejos de ella, conservando su desnudez. Ella contempló su espalda; ancha como para ser acariciada.
¿Cuánto tiempo le tomaría regresar a Konoha? Apenas era lunes, y ya sentía sus piernas temblar en cada ocasión que sus miradas se encontraban.
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