Capitulo 3
El avión privado de Corona volaba sobre quince mil doscientos metros de altura, dirigiéndose a México, específicamente hacia Quintana Roo, Cancún. Todos se encontraban en sus asuntos, como por ejemplo Marinette.
Dibujaba un vestido para Honey en su cuaderno rosado favorito donde se encontraban todos su diseños que se le venían a la mente; de vez en cuando miraba la ventanilla para poder contemplar el Golfo de México para que le ayudara a inspirarse.
Adrien estaba sentado a su lado revisando en su tableta digital las fotos del salón de fiestas del hotel donde quiere casarse Honey. En varias ocasiones quitaba la vista de su pantalla para poder observar el boceto del vestido. A veces sonreía inconscientemente cuando miraba a su compañera de trabajo muy concentrada en lo que hacía.
—Hey Mari, —la llamó para que dejara lo que estaba haciendo por unos segundos— hoy es sábado, que te parece si después de ver el salón y dar algunos detalles sobre la boda, vamos a tomar el helado que te prometí, y cuando volvamos a Nueva York te enseño lo de la bicicleta, ¿vale? —la nombrada con sus mejillas sonrojadas asintió algo nerviosa pero sin quitar una sonrisa encantadora sobre sus labios.
Moana, quien estaba sentada enfrente de ellos, levantó la mirada por unos segundos para después continuar su trabajo. No pudo evitar dar una leve sonrisa, ya estaba acostumbrada a que la azabache su pusiera en ese estado cuando estaba a lado del rubio, y con ello, le llegaron varios casos de su compañera a su mente que fueron sinceramente graciosos para la castaña.
—¡Estoy muy emocionada! —chilló Honey, que estaba platicando entretenidamente con su prometido de rasgos japoneses y con la organizadora de bodas en un lugar levemente más apartado donde estaban los empleados de Rapunzel—, se los aseguro, les encantará el lugar.
—Eso no lo dudo —asintió Rapunzel antes de tomar un sorbo a su agua natural que le habían traído desde el principio del vuelo—, lo que me llamó la atención Tadashi, es que tú y tu hermano decidieron casarse cada quien hasta el otro lado del mundo.
—No me había dado cuenta hasta que lo mencionaste —rió un poco el pelinegro.
Varios minutos más tarde el avión dio un suave aterrizaje en el terreno del aeropuerto. El piloto Maui, al ya estar completamente estacionado, salió de la cabina sonriente para poder abrir la puerta del transporte.
Los pasajeros ya se encontraban parados con sus pertenencias en manos para tomar la camioneta de lujo "Callidac" que está abajo esperándolos.
—Gracias Maui, nos vemos en un rato —agradeció Rapunzel mientras bajaba las escaleras del avión.
—De nada —dijo con entusiasmo su palabra favorita el castaño, hasta tiene una canción.
—¡Gracias Maui! —chilló con emoción Honey antes de bajar el avión. Tadashi fue más tranquilo con su agradecimiento, solamente inclinó levemente su cabeza, Maui imito su acción.
Marinette, igual que Adrien, dieron una leve sonrisa antes de retirarse, y al último quedó Moana, que al tan solo verla, su sonrisa se agrandó un poco más.
—A mí no me engañas con esos tacones, sigues estando igual de chaparrita —trató de molestar el moreno, mientras que Moana solo le lanzó una severa mirada al gigantón y después no pudo evitar lanzar un bufido.
—¡No te burles! Estos zapatos me están matando enserio, —se quejó mientras los señalaba— mi papá me las regalos hace mucho y me preguntó porqué no los había usado, y tuve que ponérmelos para que no se sintiera mal, —explicó un poco— y lo peor es que olvidé traer mis flats en mi bolso.
El moreno quedó en silencio unos segundos antes de responder:
—que dramática.
—¡Maui!
—bien... espera espera, no, no ¡no me golpees! —un gritito agudo se escuchó de parte de Maui, Moana era una salvaje en ese aspecto para el grandote— ¡Qué agresiva!
La castaña sonrió satisfecha y se cruzó de brazos— Puedes continuar.
Maui suspiró— En pocas ocasiones has dejado tus zapatos en mi avión y...
—De hecho el avión es de Rapunzel —corrigió la castaña.
—Perdón, perdón, —respondió aburrido— has dejado tus zapatos en el avión de Rapunzel y...
—Así está mucho mejor —Maui apretó los labios en forma de frustración.
«y uno queriendo ayudar»
—El punto es que, —entró a la cabina rápidamente el moreno para tomar una caja, se la entregó a Moana— aquí tienes tus zapatos.
Moana chilló de alegría dando un pequeño brinco, que a los segundos se arrepintió. Se los quitó en un dos por tres y ya se encontraba con sus preciados zapatos bajos.
—¡Gracias Maui! ¡Eres asombroso! —gritó mientras bajaba corriendo por las escaleras, se había atrasado un poco por andar platicando con su amigo. Entró de golpe a la camioneta y se despidió de su amigo con un leve movimiento en la mano.
A los pocos segundos todos sintieron algo de frío al estar en el transporte, el aire acondicionado estaba a todo lo que daba porque justamente cuando llegaron prendieron la camioneta, que al estar bajo el sol, se había calentado demasiado.
En cuanto al viaje hacia el hotel, fue un poco más largo de lo esperado. Todos, a excepción de Honey y Tadashi, pensaban que estaba cerca el dichoso lugar.
La pareja de prometidos quedo abrazada mientras dormía en el camino. Moana se había puesto sus audífonos mientras seguía trabajando con los horarios y fechas, Marinette miraba varias veces el paisaje para empezar otros bocetos de vestidos, y Adrien junto con Rapunzel veían los posibles adornos para decorar el lugar.
La primera en emocionarse al llegar fue Marinette, el hotel le parecía bastante bonito y con mucha vegetación lo que le llamó la atención. No salía mucho de viaje para acompañar a Rapunzel, mayormente las clientes no piden un vestido hecho a medida y que sea simplemente único, otra razón de que no viaje mucho es porque las novias no ven el propósito para que este ella presente.
El chofer al estar justamente enfrente del hotel, fue a abrir la puerta trasera para que pudieran salir. Un golpe de calor pegó contra todo el cuerpo de la azabache haciendo que a los minutos empezara a utilizar de abanico su mano.
Los recepcionistas del hotel se acercaron gentilmente a los recién llegados. Les ofrecieron toallas faciales húmedas para refrescarse y una copa con agua color azul.
—¡Wow! —dijo asombrada la ojiazul al tener en sus manos la copa que le dieron— ¿A qué sabrá? —saboreó el líquido un momento, siente que es de mora pero no está segura de eso, se encogió de hombros y siguió tomando.
—¡Estás toallas tienen perfume de rosas! —comentó Adrien mientras quitaba un poco de sudor de su frente.
Mientras tanto una chica pelirroja se acercó tranquilamente a la organizadora.
—Rapunzel Corona un gusto en conocerte, —estrecharon las manos en forma de saludo— soy Audrey. —se presentó— En la anterior visita de la pareja les enseñe el lugar que les interesó. Acompáñenme.
Compartieron una leve mirada Rapunzel y Moana, quien la estaba acompañando desde que bajaron de la camioneta; caminaron silenciosamente junto con la pelirroja.
—Oye Dashi —le llamo Honey por su apodo al pelinegro. Lo tomó de la mano antes de seguir a las chicas.
—¿Qué pasó cariño? —la miró con una tierna sonrisa.
—Se me antojo el pastel de tres leches que compraste la otra vez cuando venimos —dijo señalando la pequeña tienda de pastelitos.
—Ya que lo dices, a mí también se me antojo, —admitió mirando la tienda— al rato vamos por uno.
—Es muy lindo el lugar, ¿no lo crees Marinette? —la antes mencionada lo volteó a ver y asintió con sus mejillas coloradas— aunque el sol aquí está algo fuerte.
—Sí, mi mamá sabía de eso y me hizo traer un mini bloqueador.
—Oh, ¿no te molesta si me das un poco? —Adrien sabía muy bien que si su padre lo veía un poco más moreno de lo normal, no le iría muy bien.
—C-Claro —le acercó ligeramente más sonrojada Marinette el bote con el líquido blanco.
—Gracias —le sonrió agradecido.
El sonido de las leves olas del mar llegaron a los oídos de todos. Bajaron unas cuantas escaleras hechas de madera y siguieron caminado con algo de complicación entre la arena blanca, así que Rapunzel se quitó sus zapatillas y sintió una suavidad asombrosa.
—¡Me encanta esta arena! —murmuró con emoción que supo disimular muy hábilmente. Tomó los cordones de sus zapatillas para llevarlas colgando entre su mano.
Llegaron al lugar que les interesó a Honey y a Tadashi, lleno de palmeras altas y bien cuidadas. Había un espacio rectangular bastante grande para setecientos a ochocientos invitados.
—Este lugar tiene mucho potencial —comentó Adrien maravillado.
—Señorita Audrey, cuando tienen un evento instalan las tablas de madera, ¿no es así? —preguntó algo avergonzada Honey.
—Sí. —contestó a su pregunta. Miró a Rapunzel para hacerle algunas preguntas y si es posible, algunos datos— Señorita Corona, ¿usted prepara un día antes el lugar o horas antes del evento?
—Un día antes —dijo sin titubeos—, algunos adornos los traigo el día que decoramos, pero algunos detalles lo hacemos horas antes del evento.
—¿Cuánto personal nos puede ayudar? —está vez se atrevió a preguntar Adrien.
—El que ustedes requieran.
—¿Cómo cuántos invitados van a tener? —preguntó Moana a la pareja que estaba un poco alejada de ellos, estaban hablando animadamente con Marinette, quien anotaba pequeños datos para mejorar el boceto del vestido de Honey.
—Unos... setecientos treinta más o menos —respondió Tadashi.
—Para que nos ayuden a decorar serían unas ciento cincuenta personas —se dirigió Rapunzel a la pelirroja— y para el día especial serían unos de sus mejores cincuenta meseros.
—Excelente —anotó Audrey en una pequeña libreta que traía— ¿Cuándo sería la prueba de degustación?
—Estamos libres el veintiuno de mayo —dijeron al unísono la pareja que pudo escuchar la anterior pregunta desde lo poco lejano de donde se encontraban.
—Vendrán a probar con nosotros Hiro, Gogo y Elsa —comentó Tadashi antes de mirar a Honey que asentía confirmando lo que había dicho.
—Rapunzel, estás ocupada ese día para poder acompañarlos —Moana, quien había visto la agenda de la rubia hace unos segundos, le avisó con voz baja.
—Adrien tendrás que acompañarlos ese día —el rubio asintió y anotó ese dato en su libreta.
—Hay algo que tengo que mencionar, —dijo la pelirroja— las horas que eligió la pareja fueron estás: a las once a.m es la misa, a la una la recepción y a las dos es la boda. Como verán, son horas muy difíciles por el sol, el lugar para la boda es perfecta por las palmeras porque dan sombra pero en la misa...
—Ya veo... —susurró Rapunzel entendiendo el problema, llevó una de sus manos a la barbilla pensativa— tendré que hablar con los novios para resolver eso.
—Muy bien, creo que por hoy sería todo, —habló Audrey acercando su mano para poder estrecharla con los que vinieron— pueden disfrutar unas horas las maravillas de este hotel antes de irse —dijo al ya casi retirarse del lugar.
—Honey y yo vamos por un pequeño pastel de aquí, si nos necesitan ya saben dónde encontrarnos —habló el de rasgos japoneses antes de tomar la mano de su amada y se retiraron tranquilamente.
Adrien se quedó mirando como se iba la pareja de prometidos tomados de la mano; volteó a ver a la azabache que estaba a su lado, miraba el mar con un brillo en los ojos, la poca brisa que había despeinaban levemente su flequillo y algunos rebeldes mechones.
Admitía que su compañera de trabajo es muy bonita, ni siquiera lo podía negar, pues... ¿a quién engañaría?
Pero hay que ser francos, para él solo es una buena amiga.
—Marinette, —la llamó con suavidad— ya sé dónde venden un buen helado aquí, esta algo lejos pero vale la pena.
—Okay —sonrió.
Ambos empezaron a caminar entre la arena y en silencio. Observaban a los huéspedes que se encontraban en la zona de la piscina. Pocos traían algún inflable para reposar en la alberca, otros estaban en la zona de bebidas que se encuentra a la orilla de la piscina y unos más dormidos en sus camillas acompañados de la sombra proveniente de las sombrillas.
Más adelante se encontraron con pequeños edificios con máximo cuatro pisos de altura, eran las habitaciones. Enfrente de ellos está la vista al mar junto con varias camillas y sombrillas.
Marinette notó una palapa de palma, donde dan bebidas e inclusive helados, los asientos que estaban alrededor de la barra eran columpios.
—Cada vez me enamoro más de este lugar —susurró para si misma la azabache.
—¡Bienvenidos! —saludó con una grande sonrisa el bartender de ese lugar— ¿Qué les gustaría el día de hoy?
—Dos helados de... —se acercó al oído de Marinette sin apartar la vista del joven— ¿De qué quieres el helado? —le susurró.
—De chocolate —le susurró igualmente posando una mano a lado de su boca, para que "según" nadie escuchara.
—Excelente —susurró de vuelta el rubio.
—¿Por qué sigues susurrando?
—¿Por qué tú también sigues susurrando?
—Estamos poniendo incómodo al joven —susurró al final la azabache. Ambos miraron al pelinegro y éste seguía sonriendo.
—Son un helado de vainilla y otro de chocolate —respondió con voz clara el ojiverde. Éste asintió, fue por unos barquillos y sirvió con ayuda de la máquina aquellos pedidos. En servirlos no fue una tardanza para el chico.
—Aquí tienen —les dio a cada quien lo que ordenó.
—Muchas gracias.
Ambos se sentaron en un correspondiente columpio sin quitar la vista de su helado. Probaron el cremoso postre y una contagiosa sonrisa apareció en sus labios.
—¡Si fuera posible me comería toda la tienda! —exclamó Honey mientras saboreaba con emoción aquel pequeño pastelito que compraron— no sé cómo le hacen para que sepa así, es el mejor pastel que he comido en mi vida Dashi, ¡en mi vida!
El pelinegro solo rió enternecido por la reacción de su prometida.
—Tómatelo con calma cariño, aún tenemos tiempo —le preocupaba que le diera un dolor de estómago más tarde a la rubia.
—Tadashi, Honey, hay algo de que hablar —apareció Rapunzel junto con Moana. Ambas se sentaron en una silla alta para platicar más cómodamente.
—Como verán, las horas que eligieron son complicadas para todos —habló Rapunzel directamente al problema.
—El sol está más fuerte en esas horas por lo que nos dijo Audrey, tal vez ustedes lo soporten pero los invitados probablemente no y la hora de la misa es difícil para que la mayoría este a tiempo —continuó la castaña.
—No habíamos pensado en eso —dijo Honey mientras miraba a Tadashi algo apenada.
—¿Cuáles son las horas que más nos recomendarían? —preguntó el pelinegro.
—Sería mejor que la misa se pase a las cuatro, la recepción a las cinco y la boda a las seis.
—Y además todos disfrutarían la puesta del sol —dijo con una sonrisa Rapunzel.
La pareja se miró entre sí por unos segundos y asintió.
—¡Me parece perfecto! —dijo acompañada de una risilla está Honey.
—Muy bien, no los molestamos más. Moana y yo vamos a comer algo por aquí, yo les aviso a qué horas nos retiramos —dijo Rapunzel mientras se levantaba de su lugar— ¡Qué disfruten de su pastel!
Ambas chicas entraron a unos de los restaurantes del hotel, era tipo buffet y no le pareció mal entrar a probar lo que había.
Un mesero les dio la bienvenida y las guió a una mesa con una linda vista al mar. Dejaron sus bolsos en su silla y se fueron en busca en algo para comer.
Observaban pescados, carnes, postres, hamburguesas, pizzas, camarones, tortillas, guisados, bebidas en pequeños garrafones.
Moana tomó un pescado suave y tostadito, hecho algo de ensalada a su plato y al final se fue a servir agua de jamaica.
—¡Oh sí! ¡Esto se ve delicioso nene! —dijo antes de sentarse en su lugar y frotarse las manos con emoción. Alzó la mirada y se encontró a Rapunzel comiendo una mini hamburguesa que se encontró por ahí.
—Sabes que eso es comida de la sección de niños, ¿no? —dijo ladeando la cabeza.
La rubia dejó de masticar por un momento lo que estaba en su boca y se encogió de hombros— ¿Y?
—No más lo decía —dijo también encogiéndose de hombros mientras una risilla no pudo evitar la morena.
Pocos minutos más tarde una llamada sonó del celular de Rapunzel. Interrumpieron la animada conversación que tenían las amigas de trabajo, segundos después la rubia contestó.
—Hola Jack —saludo Rapunzel mientras formaba una pequeña sonrisa en sus labios.
—Hola preciosa —sonó desde el otro de la línea— ¿Cómo disfrutas Cancún sin mí?
—Muy bien de hecho, todo el lugar es un sueño.
—Esperaba que sonaras un poco más dolida, —no pudo evitar negar la cabeza sin quitar la sonrisa que se le formó desde un principio— pero bueno, te haré lo mismo algún día, ¡me vengaré!
—¿Quieres que te traiga alguna cosa de aquí? —pregunta interrumpiendo el drama de su novio.
—Un coco si se puede, para relajarme y todo eso. El trabajo me está matando, —Rapunzel suspiró entendiendo perfectamente al albino— bien preciosa, tengo que colgar, ya sabes que son muy exigentes con el tiempo libre.
—Te veo más tarde cariño, —sonrió el albino al escuchar ese apodo— te amo.
—yo también te amo preciosa.
❀❀❀
Hola menssssss ✨
Sé que me quieren matar y todooo esooo
Primero que nada, perdón :'v
El tiempo me mata últimamente, pero bueno, tal vez este nuevo año me ayude un poco :3
Espero que les haya gustado el capítulo
Se les ama 💕
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