Dos
Abrió sus ojos escuchando unos fuertes sollozos y unos cuantos golpes pequeños en sus brazos, rápidamente reconoció el escandaloso llanto de Jinsol. Su sueño era pesado, así que cuando la vió, se dio cuenta de que llevaba un rato llorando, sus ojos ya no soltaban lágrimas pero su rostro estaba empapado y su garganta probablemente podría doler.
Se sentó en la cama abrazando a la pequeña, refugiandola entre sus brazos y su pecho, acarició lentamente su suave y largo cabello mientras susurraba algunas lindas palabras que funcionaban como calmante.
Sabía que de nuevo las pesadillas estaban atacandola, quería entrar a su mente para saber que pensaba, saber que la atormentaba noche con noche, quería saber a la perfección por lo que había pasado durante esos 4 años horribles.
Poco a poco el llanto disminuyó, solo logrando escuchar la rápida respiración y pequeños hipidos de la niña.
—¿Qué soñaste, Sol? —preguntó Mingyu en voz baja para no asustarla, le asustaba bastante que le levantarán la voz, por lo que evitaba hacerlo frente a ella.
Jinsol levantó la cabeza mirando el rostro de su padre, con sus manos hizo la seña de bigote justo frente a su rostro y seguido agarró su cabello suelto tomándolo suavemente.
—¿El señor y la señora nuevamente? —preguntó y Jinsol asintió.
Mingyu empezaba a pensar que Jinsol realmente necesitaba seguir recibiendo ayuda.
—Vamos a intentar dormir, bebé, mañana jugamos lo que quieras —besó su frente con cariño, la acomodó a su lado y arropó con las suaves colchas azul cielo.
Su casa era muy colorida para ser casa de uno de los mejores maestros de una escuela privada bastante respetable.
Ninguno de los dos pudo dormir pero nadie dijo nada para no molestar al otro, pensando que estaba dormido.
Los días pasaron hasta que llegó el día miércoles, en una hora iban a ir los dos a conocer al nuevo psicólogo de Jinsol: Wen Junhui. Tenía más miedo él que su hija, le ponía nervioso estar con médicos o simplemente en hospitales.
Estaban de camino hacia el hospital aunque faltara un poco de tiempo, los dos eran bastante impacientes y ansiosos que no podían quedarse quietos.
—Jinsol, ¿Te sientes nerviosa?
—No, ya me preguntaste eso cinco veces, papi.
Mingyu sonrió con nerviosismo hacia su pequeña que estaba en los asientos traseros simplemente mirando por la ventana de la camioneta.
Llegaron media hora antes, justo a tiempo para hacer todo el papeleo necesario antes de su primera consulta con este nuevo doctor chino.
Se sentaron en unas sillas de la acogedora sala de espera, estando los dos nerviosos de cualquier ruido, Jinsol por su sensibilidad y Mingyu por lo ansioso que se volvió desde su reencuentro con Jinsol.
—¡Kim Jinsol! —escuchó un grito femenino, levantó la mirada al escuchar como gritaban el nombre de su hija, viendo a una enfermera señalar la puerta B4.
Agarró la mano de Jinsol y su pequeña mochila rosa pastel, caminaron los dos de la mano hacia la puerta, tocando levemente para después escuchar un "pase". Entraron juntos, pero si el psicólogo se lo pedía, se iría sin dudarlo.
Hicieron una reverencia de 90° al mismo tiempo, empujando levemente a la pequeña para que avanzara primero.
—Hola, doctor Wen... —saludó cordialmente Mingyu, sintiéndose nervioso al verlo voltearse hacia ellos.
Se quedó quieto cuando vió sus rasgados ojos castaños, su rubio cabello largo cayendo sobre su frente y parte de su cuello, una nariz grande y recta, pómulos marcados y diferentes pecas esparcidas por todo su lindo rostro. Lo vió levantarse, demasiado alto, teniendo una estatura parecida a la de Wonwoo pero aún estando un poco más bajo por muy pocos centímetros.
Aclaró su voz dándose cuenta de que había quedado como tonto mirándolo fijamente, sonrió nervioso parándose detrás de Jinsol en un intento de esconderse detrás de ella, pero era prácticamente imposible.
—Buenas tardes, señor Kim y pequeña Kim —saludó, notando rápidamente un acento marcado, recordando como Seungcheol le dijo que era chino— siéntense con comodidad.
Les sonrió y Mingyu se sorprendió como Jinsol se sentaba sin dudarlo, escuchando atentamente las palabras del rubio. Jinsol nunca le hacía caso a los demás mayores aparte de él mismo y sus amigos, además de que tampoco les ponía atención a lo que hablaban.
Se sentó a su lado sintiéndose intimidado por la simple presencia del psicólogo.
—Soy Wen Junhui, tu nuevo psicólogo hasta que tu decidas —Jun sonrió extendiendo su mano de juego hacia Jinsol, quién estrechó su mano con el rubio, riendo infantilmente—. Un gusto, señor Kim, espero podamos llevarnos bien en este tiempo.
—Un gusto...doctor Wen —aclaró su garganta dándose cuenta de que voz sonaba más chillona que lo normal.
Notaba la mirada curiosa de Jinsol sobre él, lo conocía como una persona que nunca temía de nada y siempre hablaba con seguridad aunque no la tuviera, era raro que estuviera de esta forma.
La terapia empezó como normalmente empiezan, simplemente conociéndose un poco entre los tres. Hubo un momento donde Jun tenía que hablar a solas con Jinsol, por lo que Mingyu no dudó en irse, aprovechando para respirar correctamente y entender el porque de su nerviosismo repentino.
Se sentía como adolescente enamorado.
Jinsol salió de la habitación con Jun al lado, la pequeña sonreía y el mayor reía por algo que no entendía.
—La próxima cita será el viernes a la misma hora —informó Jun mirando a Mingyu, le extendió una hoja donde tenia información personal suya— Siéntete en confianza, eso es lo que he hecho durante mi carrera para que no desconfíes.
Jun sonrió.
—Nos vemos luego, Jinsol y señor Kim —hizo una reverencia frente a ellos, entrando de nuevo a la habitación de consulta.
Mingyu se golpeó mentalmente al no haber dicho nada, ni haberse despedido ni haberle deseado un buen día. Suspiró frustrado llevando a Jinsol de la mano hacia la camioneta.
—Quiero seguir yendo, el doctor Jun es divertido —la pequeña sonrió mostrando sus encías.
—Yo también quiero seguir yendo...
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