19| Siete Fueguitos
Todos los preparativos para el concierto en Seúl ya estaban en marcha. La logística más impresionante era la de seguridad alrededor de los siete Bangtan pero con énfasis en Jimin y Jungkook.
La investigación sobre el presunto acosador de Jimin, fallecido en manos de la seguridad de la empresa aún no había arrojado resultados certeros sobre la identidad del delincuente real detrás de las amenazas. Porque quién murió aquella tarde en el patio de la empresa era un matón a sueldo. Un infame sicario que la policía reconoció en el acto.
Entonces ¿Quién realmente estaba detrás de las amenazas?
Esta revelación volvió a preocupar seriamente a la empresa y al equipo de seguridad.
Los chicos aún no estaban fuera de peligro.
Se avecinaba un concierto masivo. Era la primera vez que iban a enfrentar una situación tan delicada. Por supuesto que después de todo lo que habían padecido Jungkook y Jimin en los meses pasados no serían capaces de someterlos a una forzada separación, eso estaba fuera de toda discusión. Algo medianamente alentador era que desde el nefasto día del atentado, no se había recibido ni una sola amenaza más. Con lo cual, llevaba a pensar la alternativa: o quién estaba detrás de las amenazas es el sicario que murió o el criminal que contrató al sicario, dió marcha atrás y se retiró del infame juego… Nada se sabía.
Los investigadores se encontraban en un callejón sin salida. Así que proteger a la Bangtan Band era prioritario para la compañía de música, invirtiendo cientos de miles de dólares en dispositivos de seguridad con el fin de proteger a sus estrellas.
A las agotadoras sesiones de ensayo de las canciones que iban a bailar y a cantar los chicos, les incluyeron roles de emergencia y plan de evacuación en caso que algo se presentara en el show en vivo.
El ansiado día llegó. La prueba de sonido se dio en total calma y tranquilidad.
Frente al escenario, un mundo de gente se disponía a gozar del arte en estado puro. Como siempre, ellos se brindarían por completo y dejarían la piel en el show, ARMY lo sabía.
Ellas batían sus lightstick y ensayaban sus fanchants a la espera de que los siete idols irrumpieran en el escenario.
♪ Siete almas.
♪ Siete corazones.
♪ Siete razones para amarse a sí mismas.
♪ Siete fueguitos.
Todo era felicidad pura. El clima en el estadio era espeluznante.
Un escenario enceguecedor dió paso a que el septeto hiciera su entrada triunfal, vestidos de riguroso blanco.
Mientras sonaba "On" miles de corazones abajo, se retorcían ante la poderosa presentación coreográfica del grupo.
Ey, na-na-na
Tengo que volverme loco para mantenerme sano.
Ey, na-na-na
Lánzame por completo hacia ambos mundos.
Ey, na-na-na
No puedes detenerme, porque sabes que soy un luchador.
Esas palabras sonaban como un mantra para el ARMY. El estadio ardía.
¡ARMY ardía!
Mi todo, mi sangre y lágrimas
No tengo miedo, estoy cantando: Ooh
Oh, estoy asumiendo el control
Jimin y Jungkook hacían propias esas palabras, habían estado bajo merced de un ser inescrupuloso durante meses. Se sentían liberados y poderosos en el escenario.
El momento exacto en que Jungkook brillaba con su solo, las palabras brotaban de él como una espontánea catarsis capaz de expulsar las sustancias nocivas que llevaban envenenando su organismo desde hacía meses.
Donde yace mi dolor
Déjame respirar
Todo mi ser
Mi sangre y mis lágrimas
No tienen miedos
Canto ohhhhh
Oh, estoy tomando el control
Deberías saber, sí
Que no puedes oprimirme porque soy un luchador…..
Antes de que JK terminara la última estrofa, Jimin vio un punto de luz rojo sobre el pecho de Jungkook.
Era la maldita mira láser que había visto sobre su propia cabeza en las últimas quinientas mil fotos que el acosador había enviado todo este tiempo en señal de amenaza.
Corrió despavorido hacia él. Se salió de la coreografía establecida, ante la mirada atónita del resto de los integrantes que no podían entender nada. Todo ocurrió en cuestión de minutos. Llegó sin aliento hasta su chico, se paró delante de él dando la espalda al público.
Jungkook lo miró con desconcierto, no entendía por qué Jimin estaba haciendo eso.
Los ojos de Jimin se clavaron sobre los suyos, sus manos casi llegaron a tocarse pero el cuerpo de Jimin se sacudió frente a él.
Jungkook bajó la vista al ver el pecho de Jimin estallar en sangre. Sintió que el alma se le iba del cuerpo cuando el proyectil que atravesó a su amado, ahora ingresaba al suyo perforando carne y músculos.
¿Trágico?… sí, el proyectil que perforó la espalda de Park, atravesó el pecho de Jungkook y ahora los dos jóvenes parecían caer en cámara lenta ante los ojos incrédulos de miles de personas.
—Nooooo, Noooo —gritó Namjoon corriendo al lado de ellos. Se arrodilló al lado de los cuerpos inertes
—No, Kook, Jimin, no, no es justoooo.
Un caos infernal se apoderó del escenario. Los dos jóvenes yacían en el suelo, sus ropas blancas se cubrieron del fluido rojo
Jimin se abrazó al cuerpo de Jungkook y antes de perder el conocimiento le pidió, le rogó que fuera fuerte.
El protocolo de seguridad había fallado (una vez más) pero se ponía en marcha una acción para rescatar y proteger a los restantes cinco chicos que habían entrado en un estado desesperado de desconsuelo y terror. En cuestión de pocos minutos los heridos fueron retirados del escenario y trasladados de urgencia al hospital.
Nada, nada en la vida los había preparado para esto. Ellos han dado todo de sí para el público, siempre. Ellos se brindan de manera incondicional a sus fans, siempre.
¿Quién en su sano juicio dispara contra dos seres inocentes?
Los corazones de los cinco Bangtan estaban tan destrozados como los cuerpos de Jungkook y Jimin que ahora luchaban por permanecer en esta vida.
Nada los había preparado para ver caer a sus amigos en medio de un mar de sangre, nada, nunca.
El llanto ahora era masivo. La camioneta en la que eran trasladados fue testigo del más profundo de los dolores. Llorar no alcanzaba, gritaban de manera descontrolada. Era un aullido visceral. ¡Nadie comprendía qué mierda acababa de pasar!
—Noooo, no, ¡Dios mío, ayúdanos! —el grito de Seokjin salía de su garganta como un bramido. El joven que durante largos meses había compartido y formado parte de la «logia» secreta con Jungkook y Namjoon ocultando al resto de compañeros los delirios de un delincuente que los tuvo sin descanso meses y meses, el mismo que puso su cuerpo de las maneras que encontró para cuidar a Jimin, hoy no tenía consuelo. Lloraba como niño. Se quedaba sin voz de tanto gritar.
Namjoon lo abrazó , solo eso podía hacer, no encontraba palabras de alivio porque él mismo tenía el alma en pedazos. Si alguien había estado presente en este desvarío que impuso un acosador demente, era él. Desde el primer día.
Sostuvo a Jin como pudo. Sus brazos flaqueaban, quería llorar a los alaridos pero sabía que debía ser fuerte. Es el líder. Pobre alma exigida, pobre Nam, destrozado y todo, seguía pensando en los demás.
Yoongi, aislado del grupo, lloró en silencio en un asiento del fondo de la van. Repasó cada momento de lo ocurrido en el escenario y no pudo contener el dolor que lo dejó sin respiración.
Taehyung sollozaba, llevaba en sus manos una toalla manchada con la sangre de sus amigos que levantó del escenario antes que fueran llevados hacia un lugar seguro. Parecía que le hablaba a ese pedazo de tela, él arrimaba su boca, al lienzo y decía cosas incomprensibles. Sus ojitos eran de llanto. No podía detenerse.
Hobi quién en el escenario quedó paralizado del miedo, ahora no podía con el deplorable estado de congoja que ocupaba todo su ser. Gritó y se unió al rugido de los chicos que, ahora mismo enfrentaban la espantosa realidad de perder a dos de sus amigos.
Se abrazaban entre todos, y una energía los recorrió, era la misma que los hacía brillar en el escenario, ahora debían ponerla en visualizar que volverían a ser siete.
Siete fuegos que deben permanecer juntos.
Unieron sus manos al centro.
—Seamos fuertes —convocó Namjoon —por nuestros hermanos que darán la pelea de sus vidas en el quirófano.
—Y por ARMY que quedó orando y esperándonos en ese estadio —aportó Suga, que intentaba mantener una calma aparente.
En ese estadio que Yoongi nombró, ARMY grita, llora, se abrazan entre ellas y ellos.
Habían sido testigos del horror mismo.
Jimin y Jungkook, heridos, frente a sus ojos.
Ni en la peor de las pesadillas se podría imaginar lo que sucedió allí.
Las redes y los medios estallaron con vídeos en tiempo real de lo que estaba ocurriendo. Videos del momento exacto en que fueron baleados. La caída de ambos, la sangre, el terror.
Los organizadores del show, pusieron en marcha el aparato destinado a desalojar el estadio, pero iban a frenarse ante una topadora humana que no se lo iba a permitir.
ARMY.
ARMY no va dejar ese lugar.
No, hasta que supieran con certeza que pasó con sus ídolos.
—¡De acá no se va nadie!! —era la consigna— ¡Acá nos quedamos!!
Se aceptó lo que el público había dispuesto. No hay ánimo por parte de nadie después de presenciar cómo la miseria humana de una sola persona pudo arruinar la vida de tantas otras.
Una vez que se protegió, con enormes paneles, el sector donde habían sido baleados los dos chicos, para futuras pericias policiales, el escenario volvió a prender sus luces y las pantallas gigantes reflejaron las imágenes de lo que ocurría en las tribunas.
Las chicas empezaron a cantar.
Cantaban bajito, era un hermoso sollozo de amor, lloraban por Jimin y por Jungkook, pero oraban a los cielos que resistieran, que fueran fuertes. Por ellos mismos y por ellas que los aman. Nada hay más fuerte en este universo que el amor en manifiesto y ese estadio reventaba de él.
Las ARMY bomb se encendieron y el estadio se transformó en un océano vivo, azul y amarillo.
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