Cada alto en las actividades de la ajetreada mañana, Jungkook se separaba del resto para poder hacer el cuarto mandala para Jimin.
Este proyecto era más grande y requería de mayores precisiones. Él se separó muchas veces del grupo y por supuesto esta acción no pasó desapercibida por Jimin quien pacientemente esperó las señales que lo llevarían a obtener su círculo.

Aquella mañana gélida de septiembre, con exquisita paciencia, Jungkook construyó en lo profundo del bosque, un nuevo diagrama dedicado a su amado.

Para que Jimin llegara sin perderse en el camino, dibujó un sendero de hojas multicolores que lo guiarían paso a paso hasta el mandala.

Ahora debía llamar la atención de Mimi, para que él emprendiera el recorrido hacia el recóndito rincón del parque.

Jimin que no le había perdido pisada nunca, lo vio regresar y supo que recibiría la señal.
Jungkook sin hacer contacto visual con él, se aproximó a la mesa del buffet, rompió un sobre de azúcar y con los granos blancos dibujó un cuatro, en números romanos.

~IV~

Disimuladamente se retiró de la mesa para dar lugar a que Jimin se acercara.

Cuando este lo hizo, vio dibujado el cuatro de azúcar y supo de inmediato que se trataba de su cuarto mandala.

«Un cuatro de azúcar, mi amor, cada vez eres más ingenioso. Bien, ¿y ahora?. ¿Qué hago ahora, Kook? Dame otra señal» —La ansiedad era más fuerte que su paciencia.

Miró para todos los costados y vio en el piso, pequeños montículos de azúcar dirigiéndose hacia afuera, rió por lo bajo.

«¡No puedes ser más hermoso, kookie! ¿Cómo se te ocurren estas cosas, y cómo es que los demás no lo notan?»

Al igual que Hansel y Gretel con las migas de pan, Jimin siguió las marcas de azúcar hasta que se profundizaron en el follaje. Ante la última montañita de azúcar, comenzó el sendero de hojas y creyó que estaba dentro de un cuento de hadas.

—Mi corazón no va soportar tanta belleza, Koo.

Casi al concluir el caminito comenzó a sentir un crepitar de fuego, cuando levantó la cabeza, sus ojos no podían acreditar tanta belleza.

¡Oh por Dios, mi amor! ¡¿Qué es esto?!

Jimin lloraba de emoción al ver frente a él, un monumental mandala de fuego y de hojitas de casi dos metros de diámetro.

Caminó alrededor del círculo, sin poder contener las lágrimas.
Se sentó a disfrutar del calor pero sus ojitos divisaron lo que parecía un papel debajo de una de las piedras. Lo tomó y en él había un código QR y una frase:

~Escanea el código.
Ingresa a él cuando estés solo, en tu casa. Lanza cada una de las hojas al fuego y también quema este papel.
Cuando no queden rastros del mandala más que el fuego mismo, siéntate a disfrutar del calor y a mirar las llamas, arroja a ellas los momentos crueles que te he hecho vivir. Intenta perdonarme, amor mío.
Quédate solo con las cosas bellas.
Estoy contigo mi amor, para siempre.
Tú sabes que te amo soles, pero hoy...
Te amo "Fuegos"~

Cuando las últimas llamas del mandala se consumieron, Jimin había echado a la hoguera todos y cada uno de los momentos dolorosos que había vivido el último tiempo. Secó sus lágrimas se detuvo a darle una mirada al fuego antes de extinguirlo completamente. Abandonó el lugar. Se aseguró que estuviera todo apagado y no quedaran rastros de nada.

Caminó hacia la residencia por el senderito de hojas al que fue desarmando a cada paso que daba.

Cuando llegó, era momento de ir a maquillaje para iniciar las grabaciones, se miró al espejo, no podía dejar de sonreír. Sentía que su pecho no era capaz soportar tanto amor. Amó la tremenda dedicación de Jungkook le demostraba en cada uno de esos actos secretos.

Casi que le costaba esperar a estar solo para ingresar al QR. ¿Qué contendría?

Cuando se reunió con el resto del equipo, buscó a Koo entre todos. Necesitaba verlo y que él lo viera. Decirle en silencio que ese mandala de fuego era insuperable.
Jungkook bajó la vista y sonrió al verlo.
Se tocó los labios y besó su dedo que tiene tatuado sus iniciales JM.

Jimin se estremeció como si esos labios hubieran besado los suyos.

«Hoy puedo morir en paz, Jeon.

«Yo también te amo Fuegos»