1 | Tenemos que hablar
Cuando la noche se hace eterna debido al insomnio, es difícil controlar el tráfico de pensamientos nocivos que se apropian de la mente. Lo único que él deseaba a esta altura de la noche, es que el sueño reparador penetrara sus sienes, llegara al cerebro y lo hiciera caer en estado catatónico sin tener necesidad de darle explicaciones a la almohada de por qué la baba que colgaba de su boca, dibujaba arabescos sobre la pobre funda de algodón.
No dormía desde hacía horas, a decir verdad, exactamente desde que Jungkook le «comunicó» que daba por concluida su relación.
Sí, sí, así de cruel como suena, Jungkook llegó a su casa y vomitó la noticia sin que le temblara ni un solo músculo del cuerpo.
Jimin en cambio, sintió que bajo sus pies se había abierto el mismísimo abismo y caía sin control al noveno círculo de los infiernos de Dante.
—Jimin, tenemos que hablar.
La frase cayó como guillotinazo a su cuello. Nefasta frase, si las hay... «¡Tenemos que hablar!»
Sabía que detrás de ella venía algo que no iba a gustarle... y así fue.
—Ne-necesito que hagamos una pausa en la relación, vamos muy rápido y yo tengo dudas...
—¿Quee? ¿Qué estás diciendo, Kook?
El corazón le convulsionó en el tórax, le costaba respirar, Jimin no podía creer lo que le estaba diciendo.
Jungkook no le dió ninguna chance para entender qué había pasado.
No era descabellado que estando en una relación una de las partes necesitara un tiempo para estar solo.
Ellos no iban rápido ¡Iban a mil! como siempre fue desde que iniciaron su romance secreto. Al menos hasta que Jungkook se «autorizó» a escuchar su corazón y permitir que Jimin entrara.
Así se amaban, a toda velocidad y el vértigo a reventar, por estar en una relación con el compañero de banda.
El impacto fue tremendo, Jimin solo atinó a decirle que estaba dispuesto a que se tomaran un tiempo, sin comprender aún por qué estaban hablando de esto, pero el maknae no estaba dispuesto a escucharlo y menos a darle una explicación coherente, algo de lo que Jimin pudiera asirse para no desbarrancar hasta el fondo.
—No, no, tal vez me expresé mal, Jimin, no quiero un tiempo —pronunció la frase a tal velocidad que pensó que estaba bromeando— se acabó, lo que teníamos, se acabó.
No estaba bromeando.
—Esto es un adiós, Jimin, te amé demasiado....
Él pudo sentir su corazón partiéndose en pedazos.
—¿Amé? ¿En pasado? ¿En serio?¿¡De qué mierda hablas!?
—No tengo mucho para decir, Jimin. Solo que siento que esto ya no funciona y que tengo otras necesidades.
—¿Qué otras necesidades? ¿Estás con alguien más?
Él no contestó, no lo miraba a los ojos, evitaba el contacto visual y eso dolió a rabiar. Jimin pasaba de la sorpresa, al dolor, a enojarse por no obtener respuestas lógica, pero JK no quería darlas.
Era un hielo.
Un maldito ser desconocido.
A esa altura Jimin era un desastre de lágrimas, no podía ni hablar y JK le daba la espalda.
—¡Jungkook, en serio! Mírame, que está ocurriendo?
Quiso correr a su lado para que le dijera que era una broma, que él jamás diría algo así sin motivos y sin explicaciones, pero no pudo porque, sencillamente tomó sus cosas del cuarto que compartieron durante gloriosos años y se fue...
Paro cardíaco. Real. Llamaron a la emergencia, Jimin tuvo una descompensación y quedó internado en observaciones.
Él no apareció. No fue a verlo
«Me quiero morir.
¿Que hice mal?
¿Hay alguien más?
¿Dejaste de amarme de un día para el otro?
Anoche dormí sobre tu pecho y me dijiste mil veces que me amabas mientras dibujabas lunas con tus manos sobre mi espalda» —Los pensamientos carcomían la mente del chico rubio que no lograba darle lugar al dolor que se había instalado en su cuerpo.
«Y hoy me escupes ese veneno y te largas de mi vida como si romperme el corazón fuera algo premeditado»
¿Desde cuándo sabes que dejaste de amarme?
Nada tiene sentido para mí.
No entiendo nada.
Por favor, regresa y dime qué es un malentendido, que cada promesa que nos hicimos era verdadera.
Regresa. Dime que me amas. Tómame entre tus brazos y llévame a la gloria.
Pero no regresó, Jimin quedó sin voz de tanto gritar y llorar. Le escribió tantos mensajes como nunca en su vida, pero Jungkook no respondió ni uno y le costaba entender si dolía más que no lo leyera o que lo hiciera y decidiera ignorarlo.
En su ilusa cabecita aún ilusionada, pensaba que si al menos los leyeras tendría una posibilidad para abrir el diálogo de nuevo y decirle en mil idiomas que lo amaba y que estaba muriendo.
Pero no pasó.
Nunca vio las tildes azules que le indicaran que para Jungkook valía la pena leerle.
No doy más.
No puedo con esto, Jungkook, no puedo.
Mañana llegaría su mamá desde Busan. Ella había hecho un alto en su agitada agenda para correr al lado de su hijo adorado, porque ella sabe todo lo que le pasa anticipadamente, siempre.
Casi se diría que ella pudo sentir su corazón partido antes que Jimin le contara ni una sola palabra.
Tal vez sea un bálsamo para su alma triste en estos días. Ella es un torbellino de energías y puede que el niño interior que habita en Jimin, encuentre refugio en los abrazos amorosos de su madre.
—Te necesito, mamá, más que nunca.
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