Epílogo.
Una chica de cabello azul descansa en el sofá de su sala con su mirada pegada al celular, una carta entra por la parte de abajo de la puerta deslizándose por el suelo llamando su atención.
—Andrea —gritó aquel nombre viendo hacia las habitaciones. —Creo que llegó lo que tanto esperabas. —se expresó con desinterés viendo nuevamente su celular.
Se escuchan unos pasos descalzos, correr por el pasillo a gran velocidad junto al grito de una chica emocionada.
—No puedo creer que llegara tan pronto. —tomó con una sonrisa aquella carta que se encuentra en el suelo.
Sin dudarlo y emocionada comienza abrir el sobre sacando aquella nota con alegría y entusiasmo.
—¿Qué es eso? No entiendo por qué te emociona tanto una carta. —pregunta con curiosidad aquella chica viéndola desde el sofá.
—Gabriela, no lo entenderías, así que tampoco te diré que es —se expresó de forma inmadura y humillante mientras le saco la lengua.
—Como si me importará. —Le respondió de la misma forma, apartando su mirada, girando muy lentamente sus ojos, demostrando desinterés.
Aquella chica rubia sonríe, la relación con su hermana era algo particular, sin demora comienza a leer la carta, su rostro cambia con cada palabra que lee, se nota preocupada con miedo, su mirada ya no reflejaba la misma alegría del inicio.
Su hermana notar sus expresiones, pero no se pronuncia pensando que es una broma o la manera en la que toma una noticia, Andrea sin pensarlo abre la puerta y mira el pasillo de lado a lado buscando al responsable de aquella carta, sin encontrar nadie alrededor, cierra nuevamente la puerta, teniendo un rostro pálido y aterrado.
—¿Te pasa algo? —preguntó Gabriela preocupada al ver las expresiones de su hermana.
Ella trata de responder, pero de sus labios no logra salir ninguna palabra, comenzando a llorar desconsoladamente, cae al suelo cubriendo su rostro entre sus lágrimas.
—Oye, ¿Qué te paso? —Preguntó su hermana preocupada corriendo hacia ella para abrazarla.
Siete meses atrás, siete días antes del viaje.
—Vamos Camilo, hazme el favor —le suplicó su hermano mientras junta sus manos.
—No —respondió a secas sin prestarle mucha atención.
—No puedo hacer un viaje tan largo con una sola camioneta y más con tantas personas —ve a su hermano caminando a su par.
—Dudo que papá me preste la camioneta, no después del último viaje. —dijo con seriedad viendo a Samuel con cierto desinterés.
—Trata de convencerlo, a cambio podrás estar cera de Natalia —Mencionó con cierta empatía dándole amistosos golpes con su codo.
Su hermano reaccionó con cierta molestia tratando de apartarlo.
—Ella no me gusta —se excusó al verse delatado.
—Claro, no se nota para nada —le respondió en un tono sarcástico entre risas. —Anda por favor. —le ruega juntando sus manos junto a una sonrisa.
—Lo intentaré, pero no prometo nada —le dijo sin mucho interés, haciendo a un lado a su hermano. —Ahora déjame en paz.
—Perfecto, gracias —se expresó con alegría.
Al salir de aquel salón comenzó a festejar con sus manos sonriendo.
—Ahora a convencer a Kelly —susurró mientras ve a su alrededor.
Anderson y Kelly caminan juntos por los pasillos de la universidad, siempre se le puede ver cerca de ella, Samuel se acerca con una amistosa sonrisa, dándole un beso a su pareja ante la mirada de aquel joven corpulento que desvío su mirada algo molesto.
—¿Qué tal te va Anderson? —Preguntó amistosamente levantando su puño.
Anderson le correspondía el saludo chocando sus puños.
—Bien, supongo —respondió de forma sutil, sin mucho ánimo.
—Recuerdas amor, ¿El viaje que llevo planeando desde inicios del semestre? —Preguntó de forma casual viendo a la chica morena.
—Claro, como olvidarlo —le respondió con poca emoción y una sonrisa algo incómoda. —Pero en serio no quisiera ir, la playa no es lo mío.
—Ven, incluso Camilo va a ir, creo —dudo un poco al hablar. —Anderson creo que irás, ¿Verdad?
Kelly fijo su mirada en él, al hacerlo Samuel le guiña un ojo y este le sigue el juego.
—Sí, claro —respondió algo nervioso, sonriendo. —Sería agradable conocer el mar por primera vez.
—Alison, Natalia, Andrea tu mejor amiga también irán, obviamente si no vas, pues más de uno seguro no iría —se explicó con cierta tristeza en su voz.
Kelly lo duda, realmente no quería ir a ese viaje, le molesta la idea de ir a un lugar donde estaría varias mujeres hermosas mostrando su cuerpo, la inseguridad que sentía sobre ella era bastante grande, pero por la presión de no arruinarle el viaje que lleva varios meses planeando su novio.
—Claro, iré, será divertido. —se expresó con entusiasmo y una corta sonrisa.
—Perfecto, como te amo —le respondió con cariños tomando sus mejillas para besarla. —Te veo luego, tengo muchas cosas que organizar.
Los días pasan, mientras aquel viaje se acerca, cada chico organiza lo más importante en sus casas para reunirse en un punto, el día ya está listo, las camionetas y plan de viaje están listos.
Samuel termina de organizar su maleta, teniendo a su madre advirtiéndole lo malo que podría pasar, ella no quería que fuera aquel viaje, a pesar de que era él quien la organizó con varios meses de antelación, con respuestas vagas, trata de calmar a su madre de que nada iba a ocurrir, saliendo de su casa con una pequeña nevera entre sus manos y su maleta a su espalda.
Por otro lado, Camilo en su casa roba las llaves de la camioneta amarilla, saliendo de casa con sigilo, dejando sus cosas dentro de la camioneta lo más rápido posible, mirando a su alrededor, encendía el auto, saliendo de aquella casa lo más rápido posible donde su padre no notara su ausencia o la del auto, al final de las vacaciones se preocuparía de lo demás, él tenía su plan disfrutar aquel viaje y lograr llamar la atención de Natalia.
Mientras conducía rumbo, a lugar donde debería encontrarse con aquella mujer voluptuosa de lindo rostro, que tanto lo hacía suspirar, conducía a gran velocidad, ya que estaba llegando tarde y no quería quedar mal con ella.
Por su parte, Natalia esperaba bajo la luz y el calor de aquel día, estaba impaciente esperando a Camilo, que ya se había retrasado diez minutos, mirando de lado a lado de la carrera, ve al final una camioneta que se le hacía familiar.
La camioneta se detiene enfrente de ella, el vidrio se baja lentamente y del otro lado ve a Camilo con unos lentes de sol.
—Hola, ¿Esperas alguien? —Preguntó con cierta amabilidad y cariño.
—Claro que sí. —le respondió ella con una sonrisa.
Él se baja y le ayuda con la maleta, organizando un poco la parte trasera de la camioneta, mientras ella se sube a la camioneta por el lado del copiloto.
Daniel junto a Anderson caminan rumbo aquel parque donde era el punto de reunión, aquel chico robusto se quejaba de caminar bajo el sol, ya que su compañero lleva gaseosa en su maleta, este le suplicaba que le regalara un poco, a lo que este se niega, ofreciéndole un poco de su agua, él la recibía de mala forma, molesto, pero tenía más opciones, mientras toma agua para hidratarse veía a su compañero.
—Seguro ¿Qué quieres ir? —Preguntó con curiosidad al terminar de tomar agua.
—Claro —hizo una corta pausa sonriendo —No perdería la oportunidad de verlas en traje de baño —se reía ante aquella rápida respuesta.
—Cierto, es un buen punto. —agregó su compañero de camino con una sonrisa.
Ambos se reían y seguían con su camino, como los buenos e inseparables amigos que eran, pasan cerca de un supermercado y aquel chico musculoso se detiene.
—Dame un momento, compraré algo rápido, igual el parque está allá al frente —Señalo hacia el frente.
—No demores.
Ambos toman caminos diferentes, aquel joven entraba al supermercado con la intención de comprar tres cigarrillos, lamentablemente se había acabado lo que él solía fumar, quedando dos de la marca que le gusta fumar, sin más opciones y con la flojera de tener que buscarlo en otro lugar compra los dos últimos cigarrillos junto a uno mentolado para salir de aquel supermercado insatisfecho viendo a lo lejos como llegan las camionetas.
Del otro lado de la ciudad, cerca de aquel parque, se levanta Alison, no demoraría más de veinte minutos en llegar, cansada y con el cabello algo despeinado, decide tomar una ducha, al terminar comienza a organizar su maleta sin percatarse que ya se le ha hecho tarde.
Unas cuantas cuadras más abajo del parque se encontraba Kelly, organizando su maleta, no se le nota muy animada, algo ella le decía que no era una buena idea ir a aquel viaje, soltando un suspiro, pero no quería arruinarle el viaje a los demás de sus amigos, sonríe y trata de tomarse aquella experiencia como una de las mejores, por última vez revisa su celular viendo un mensaje de su mejor, amiga que le avisa que ya iba en camino, dándole un poco más de tranquilidad para sobrellevar aquel viaje.
Por su parte, Andrea, que está en casa cuidando a su hermana, alista a escondidas la maleta, encerrada en su cuarto, al terminar de organizar se asomaba por la puerta de su cuarto tratando de confirmar si su hermana se encontraba cerca, al no verla sale del cuarto en silencio abriendo.
—Voy a traer algo de la panadería, ¿Quieres algo? —Gritó ella desde la puerta dejando su maleta afuera.
—Algo dulce estaría bien —le respondió su hermana desde la habitación del fondo.
—Claro, vuelvo.
Al salir toma su maleta cerrando la puerta, dentro del apartamento su hermana se levanta de la cama y llama a alguien.
—Sí, tenías razón, Evelynn, acaba de salir —dijo con seguridad mientras sostenía su celular en la oreja, con su mirada fija en la puerta.
Afuera de aquel edificio salía Andrea a paso ligero llevando su maleta que se movía de lado y lado, un auto rojo estaba estacionado a lo lejos, una mujer de cabello rojo la observa despidiéndose de alguna persona con la que hablaba por celular, terminando la llamada e inmediatamente encendiendo el auto, siguiendo con sigilo aquella chica rubia.
Meses después.
Ambas hermanas se encontraban en su habitación, Andrea estaba en la cama de arriba viendo la televisión con atención, en la pantalla las noticias hablan sobre el caso de los siete jóvenes que había desaparecido sin ninguna explicación, mostrando los rostros de cada uno de ellos, al verlos Andrea soltaba algunas secando sus lágrimas al pasar su brazo, suspiraba hasta que su hermana se asomaba abajo de sus pies.
—Me alegra mucho haberte delatado —se pronunció en voz baja con su mirada en la pantalla.
Su hermana la ahorcaba delicadamente con sus pies, respondiéndole en un tono burlón.
—Pero me arruinaste mis vacaciones.
Ambas se reían y se apoderaba un corto silencio entre ambas hasta que Andrea se pronuncia.
—Perdón si me moleste, pero te agradezco. —Susurró viendo a su hermana entre sus piernas.
—Prefiero ver tu horrenda cara aquí —sonreía fijando su mirada en la pantalla. —Que verte ahí en la televisión como una más.
—Chicas a comer —se escuchó gritar a una mujer a lo lejos.
Ambas hermanas salían de su cuarto dándose un muy afectivo abrazo entre sonrisas, cerrando la puerta del cuarto.
—Detective, ¿Qué tiene que decir sobre la patrulla junto al oficial desaparecido? Y ¿Qué tiene que decirle a su familia? Que está igual de preocupadas que las familias de los jóvenes estudiantes —acusó con firmeza el periodista al detective apuntando su micrófono hacia él.
Se escuchó del televisor que terminaba apagándose.
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