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Capítulo 7: Lujuria.

Capítulo 7: Lujuria

Sábado, 12:30 p.m.

Ambos continúan besándose, chupan sus labios lentamente, con sus manos y por debajo de la blusa de Kelly, Anderson recorre con la punta de sus dedos la espalda de ella.

Desliza su mano de arriba a abajo con lentitud mientras el beso comienza a tomar un poco más de ritmo, chupan sus labios haciendo sonar aquel beso, Kelly con sus manos puestas en las mejillas de él; él baja sus manos por la espalda de ella y las detiene en la cintura, su mano izquierda la deja en su cintura y la derecha en una de sus nalgas.

La respiración de ambos era lenta, pero sus corazones latían nerviosos; el beso comienza a ir un poco más rápido chupando sus labios, Anderson la abraza con algo de fuerza tratando de juntar su cuerpo, la toma desde su cintura y las nalgas.

Kelly se separa un poco de aquel beso mirándolo con una sonrisa y algo sonrojada.

— ¿Qué estás buscando? —le preguntó de forma coqueta.

Anderson abre su boca para responderle, pero ella lo interrumpe.

— ¿Estás mirando esto? —preguntó más coqueta acercando sus manos a su blusa.

Ella empieza a desabotonar uno a uno los botones de su blusa, empezando desde arriba.

— ¿Otro botón? —le preguntó coqueta y con una sonrisa, mientras deslizaba su mano por el pecho de aquel joven nervioso.

Él le respondía moviendo su cabeza sutilmente, respondiendo de forma afirmativa; Kelly desabotona el segundo botón y se le acerca a los labios, los chupa muy lentamente sonriéndole cerca de los labios.

—Estás que te descontrolas, lo veo en tu mirada —le susurró y acarició su cuello lentamente. —A mí me gusta lento y juguetón —le susurra y desabrocha el tercer botón, moviéndose en círculos sobre él.

Con aquel botón fuera se logra ver un poco sus senos que los tapan, aquel sostén rojo, el pene de Anderson reacciona ante aquel estímulo y se comienza a erigir de a poco.

—Disfrútalo como si fuera la última vez —le susurró con una risa mientras mueve nuevamente sus caderas en círculos.

Ella comienza a besarlo chupando sus labios con intensidad, el beso suena y ambas lenguas comienzan a rozarse, ella continúa con su movimiento lento de cadera sobre él buscando algo en especial y lo comienza a lograr.

Anderson la abraza por la cintura y le agarra una nalga mientras su respiración era lenta, se sentía nervioso como si fuera aquella primera vez, se sentía completamente dominado por ella.

Ella para todo de golpe y le sonríe mientras él la mira con deseo.

— ¿Qué pasa? —le preguntó él un poco agitado y nervioso.

—Ven —le susurró y le señala con su mano y su dedo índice levantado para ir a la parte de atrás del auto.

Mientras lo hace Anderson la mira de reojo, la ve en cuatro, él le mira sus nalgas que se mueven mientras ella se acomoda atrás, al terminar ella lo mira y le sonríe.

—Ven para acá —le susurró y sonrió mientras cruza sus piernas una arriba de la otra, extendiendo su mano hacía a él.

Anderson con caballerosidad le toma de la mano dándole un beso en ella y con cuidado se pasa para la parte de atrás, llegando ahí, ella de forma muy dominante poniendo sus manos en su pecho hizo que se acostara, quedando ella arriba de él.

—Ya eres mío —le dijo con algo de ternura mientras inicia a moverse de arriba abajo sobre él.

—Y tu mía —le respondió, tomándola de la cintura, mirándola a sus ojos cafés.

Ella le respondía con un beso de leve intensidad mientras se movía sobre él moviendo su cintura en círculo; el beso continúa mientras ella con sus manos comienza a desabotonar el pantalón de él, baja la cremallera y ella se levanta poniendo sus manos en el pecho de él se movía más rápido en círculos, movía su cadera mientras él tenía sus manos en su cintura y observa cómo su cuerpo se movía, aquel movimiento pélvico era hipnótico, deslizó sus manos por la pierna de ella disfrutando cada segundo del acto.

— ¿Te gusta? —le preguntó mientras se mueve arriba de él.

—Como no tienes idea —le responde un poco agitado, completamente perdido por el momento.

Ella le sonríe y se detiene, desabotona por completo su blusa, se veía un poco sus senos, aunque el sostén los tapa bastante bien.

—Como que esto me estorba —dijo coqueta mientras ponía sus manos atrás, sin dejar aquel movimiento continuo sobre él.

Él únicamente mira en silencio, se sentía completamente dominado por ella, al quitarse el sostén salían sus senos, eran pequeños blancos y con el pezón color café claro en su seno izquierdo, tenía una mancha con forma de corazón, su mirada se clava en sus senos y se levanta un poco para querer chuparlo, pero ella lo detiene y lo vuelve a acostar.

—La que manda acá soy yo, no olvides eso —le dijo coqueta acercándose a él besándolo lentamente.

Él le correspondía el beso, su deseo era más, pero ella lo domina muy bien, ella baja sus manos hasta su pantalón y bóxer, metía su mano y le saca el pene, lo toma con su mano derecha, mientras lo masturba; el beso no para y aumenta su velocidad, él le responde subiéndole la falda y bajándole el panty sin dejar de besarla la respiración de ambos se agita, algunos gemidos cortos se hacían presente en medio de aquel beso lleno de pasión y deseo.

Ella se levanta un poco para que el panty se lo logrará quitar, con su mano derecha lo seguía masturbando y el beso no para, aumenta más su intensidad haciendo que sus labios suenen; ella se acomoda sobre su pene penetrándose y comenzó moverse en círculos, mientras ambos se besan y jadean un poco entre el beso.

La intensidad aumenta tanto en el beso como sus movimientos, él la agarra de ambas nalgas mientras ella no para de moverse en círculo con cierta intensidad; ella se levanta poniendo sus manos en el pecho de él, arquea su cuerpo y levanta su cuello soltando un gemido mientras comienza a saltar sobre él, él la mira directamente a sus senos que rebotan se movía con cada salto que ella da sobre él.

La pasión se encendía en ambos, ella suelta un corto gemido mientras sigue saltando, él la mira con deseo mientras la agarra de las nalgas, en un breve momento Anderson mira hacia su derecha viendo el retrovisor, el reflejo de Kelly era borroso, y un rápido instante por la mente de Anderson pasan recuerdos.

"—Soy zurda, todo lo hago con esa mano —le dijo Kelly con una sonrisa.

—Y si me lo agarra, ¿Lo harías con esa mano? —le preguntó de forma pervertida mirándola.

—No te responderé eso imbécil —le respondió algo molesta.

—Está bien, no te moleste —se disculpó levantando sus manos junto a una sonrisa nerviosa —¿Eres zurda y estudias derecho? No tiene mucho sentido —se burló con su mirada fija en ella tratando de calmar el ambiente. "

Por su mente pasan muy rápidos recuerdos.

"—Ella, mata con un patrón."

Aquellas palabras hacían eco en su mente recordando algunas cosas, recordando que Daniel desapareció en un restaurante, el cómo se puso Alison cuando Kelly habla sobre su relación con Samuel, el cómo actuó Kelly cuando fue a revisar la camioneta, y cómo cambió tan rápido su forma de ser con él, ella no era tan cariñosa ni comprensiva con uno de sus mejores amigos, este cambio de forma de ser era muy repentino, ese momento había entendido cuál era el patrón haciéndolo reaccionar mientras aquella mujer daba saltos sobre él.

—No puede ser —dijo en voz baja, fijando su mirada en ella.

Los ojos de Kelly dejan de ser cafés, ahora uno era rojo y el otro era azul; Anderson intenta levantar las manos para quitársela de encima, pero está paralizado, no puede mover ni un músculo de su cuerpo, sus pupilas se dilatan y su piel se eriza por el miedo que siente al ver aquellos ojos.


...7 meses después...

Se abre una puerta, en el vidrio se ve rápidamente que pasa un letrero con el nombre de una oficina de detectives, en el fondo se puede ver un archivador con cinco gavetas, sobre este un viejo reloj que marca las siete cero siete, tras un escritorio algo desordenado está aquel hombre revisando documentos de varias carpetas.

—Oye Tic Tac —dijo un joven entrando.

Aquel hombre al que el joven se dirige levanta un poco su mirada y lo ignora; aun así, el chico entra a la oficina y toma asiento.

— ¿Te dije que pasaras, o qué te sentaras? —espetó aquel detective algo malhumorado.

—Qué pasa, Tic Tac, ¿Otro día de mal humor? —preguntó en un tono algo burlón, hizo una breve pausa y su voz toma tono de seriedad.

—Qué traes, no vez que estoy ocupado. —refunfuñó el detective.

—Bueno, en fin, te traigo una pista, que sé que te gustará —dijo emocionado mientras juega con un lápiz que había tomado de la mesa.

—Al grano Alexander —gruñó algo molesto el detective, mientras revisa algunas carpetas.

—La pista que tengo, es sobre el único caso que no has podido resolver —continúa hablando en un tono burlón.

—De qué hablas... —se inquietó un poco el detective.

— ¿Recuerdas a los siete chicos que desaparecieron misteriosamente el año pasado? —le preguntó mirándolo mientras levanto su ceja derecha.

— ¡Cómo olvidarlos! —le responde mientras agacha la mirada y sigue ojeando algunos expedientes.

—La chica rubia está, eh... hmm —pone su dedo índice en su labio.

El detective detiene su actividad, esas palabras han atraído su atención.

— ¿Cómo es que se llamaba? —levanta la mirada tratando de recordar, golpeaba su dedo índice sobre su labio inferior.

—Andrea —le respondió rápido mientras retoma su trabajo.

—Sí, ella —lo señala con su dedo índice y mete la mano izquierda entre su chaqueta. —Recibió esta misiva —dijo serio lanzando una hoja arrugada sobre el escritorio.

El papel cae suave sobre los expedientes que diligenciaba aquel detective, llamando toda su atención; lo toma con un gesto en su cara que denota incertidumbre, se ajusta los lentes y empieza a leer lentamente.

—El primero, guardó silencio —leyó el detective con tranquilidad.

"Samuel sintió que lo estaba mirando, muerto de miedo, voltea hacia atrás y lo único que alcanzó a ver es como de un soplo le apagué la vela.

Luego de un puñetazo quebré el espejo en el que se estaba viendo y con un pedazo de cristal le corté la garganta, entrado en pánico se toma el cuello con las dos manos, de la herida comienza a salir sangre a borbotones que me salpican la ropa, mientras la sacudo un poco Samuel con pavor en su rostro intenta hablar, pero se le hace imposible, cae arrodillado a mis pies y se desploma totalmente en el suelo, entendió en ese momento que las palabras eran cortantes, pero él siempre prefería guardar silencio".

—El segundo, opuso resistencia —continúa leyendo aquel detective con seriedad levantando la ceja derecha.

"Natalia me miraba algo desconfiada de lo que podía ver en mis manos, diciéndome que no me creía ni una sola palabra mientras retrocedía con miedo, lo notaba en sus ojos, aún así nunca soltó el oro que llevaba en sus manos, la conocía muy bien sabía que ella por dinero podría vender a sus propios amigos, era despreciable ver a una mujer tan fácil de comprar, en ese momento un poco de viento nos movía el cabello y las ropas, al fondo alcance a escuchar a Jackeline gritar su nombre, había abandonado a su amiga por un poco de piedra brillante sin valor para todo lo que estaba por vivir, ante eso lo único que pude hacer fue sonreír la tenía en mis manos.

Al verla asustada en un parpadeo ya me tenía frente de esa joven de cuerpo fantasioso, le di un fuerte puñetazo en el abdomen haciéndola caer al suelo, camine a su alrededor viendo aquella patética chica arrodillada como siempre por dinero o algo de valor, ella trata de reponerse y levantarse, pero es allí cuando le tomo por la bufanda que traía en el cuello y la comenzaba a asfixiar, intentaba infructuosamente de patearme y con sus manos trataba de darme golpes o picarme los ojos para poder escapar; aun así, no soltaba las migajas de oro, ya sus golpes comenzaban a perder fuerza y su rostro se tornaba algo rojo, al final deja de lanzar golpes y suelta el todo lo que consideraba valioso de sus manos para darse cuenta de lo vacía que pidan estar sus manos ya sin valor, su cuerpo comenzaba a perder fuerza, haciendo que le dejara de ahorcar, ella sabía muchas cosas y nunca fue capaz de decirlas siempre sintió que la situación entre sus amigos la ahogaba."

—Al tercero, le dieron náuseas —dijo en un susurro el detective con mucha seriedad.

"Daniel muy asustado tiró la mesa, al intentar reincorporarse se resbalaba con su propio vómito, pero aun así logró levantarse para correr hacia la salida, allí veía a su mejor amigo tratando de abrir la puerta, Ayúdame, ¡auxilió!, Gritaba aferrado a la manija de esa puerta mientras golpeaba el vidrio aterrorizado.

Luego se volteaba hacia mí con su mirada de súplica, pero ya era tarde, le di un puñetazo en el estómago que le atravesó el vientre, aún consiente, daba muestras de dolor y comienzo a sacarle el intestino, su sangre caía en el suelo mientras yo le saca las entrañas, él veía todo con la mirada adolorida y en silencio con su boca abierta observaba su dolorosa muerte, luego cae arrodillado con sus manos y con mucha debilidad tomaba su intestino, sus manos se comenzaba a llenar de sangre y al levantar su mirada suplicándome que lo que me detuviera, por eso empecé a meterle su propio intestino por la boca a la fuerza embutiéndolo y aún él consiente se comenzaba a atragantar con sus propias entrañas, siempre comía más de lo que debía."

—El cuarto, intentó correr —dijo con seriedad mirando a su compañero.

"Camilo me lanzó una cruceta y salió corriendo, me había golpeado en la frente de donde aún brotaba un poco sangre, esta me bajaba por un lado de la nariz, la cual limpié un poco con un dedo, para luego saborearla lentamente. No hay escape Camilo, le dije mientras veía como se perdía entre la niebla.

Después de una corta carrera, él se detiene agitado y muy enojado, me grita e intenta insultarme, sin dejar que terminara lo que iba a decir, le llegué por la espalda y le torcí el cuello, luego de un solo tirón le desprendí la cabeza y jalándola con fuerza le salió la columna por completo, ya que continuaba pegada a su cráneo, el cuerpo cae al suelo haciendo un charco de sangre bajo mis pies, mientras sostenía su cráneo quedamos mirándonos fijamente, ya no había ira en su mirada y lo más importante entendió que siempre debió cuidar su espalda de las palabras de sus amigos."

—El quinto, obviamente, no está vivo —El detective suspiraba mientras pasaba su mano por sus labios.

"Alison se sostenía fuertemente, se aferraba con sus manos al suelo y de cuanto encontraba, por eso, me tocó jalarla con fuerza mientras ella arañaba el piso de madera, lo que hizo que sus uñas se le partieran, hasta algunas se le arrancaron por completo haciendo que de sus dedos comenzara a brotar sangre, dejando marcadas líneas que hacían un zigzag.

Cuando ya no pudo oponerse más, luego de haberla arrastrado giré su cuerpo y me puse arriba de ella, le metí las manos en su boca, mientras que ella trataba de gritar y su vez se aferraba mis muñecas con fuerza, era algo inútil defenderse de que pasaría; con una gran fuerza le baje la mandíbula hasta escuchar que traqueaba, bajaba más la mandíbula hasta que se le comenzaban a desgarrar las mejillas, ella sin poder gritar del dolor cerraba sus ojos y seguía moviendo sus piernas, sus manos seguían aferradas a defenderse, yo le abría más la boca, y su mandíbula suena y tráquea hasta que se sale de su lugar quedando colgada solamente ese momento soltó mis muñecas, aterrada y adolorida ve como empieza a desangrarse, la sangre corre entre mis manos y su blusa blanca ha cambiado de color, hasta que al final ya muy pálida queda con los ojos blancos, tus palabras dolían que esto que acabo de hacer, ya no podrías hablar mal de los demás, eso pensé viendo mis manos manchadas con su sangre."

—Al sexto, no lo van a encontrar —El detective cerraba sus ojos soltando un largo suspiro.

"Kelly volteaba su mirada hacia su lado izquierdo y me vio frente a ella, sus pupilas se expandieron, su corazón empezó a latir más rápido, sus manos y su barbilla comenzaban a temblar, temblaba por el frío que se sentía dentro de la camioneta, Hola Jackeline la saludé sonriéndole y me respondió con una mirada fría directamente en mis ojos.

No sé qué buscaba ver, si siempre estuvo ciega, muy rápidamente le enterré mis dedos índices en sus ojos, los revolvía en sus cuencas buscando el motivo de su ceguera, los saqué y en sus mejillas rodaban unas lágrimas de sangre, su cuerpo lentamente caía en mis piernas, con sus ojos en mis manos y al no encontrar nada en ellos, cerré los puños que sonaban viscosos ya no volverían a llorar por alguien que no te apreciaba. "

—El séptimo, disfrutó antes de irse —Leyó sin mucho ánimo aquel detective.

"Anderson intenta levantar las manos para quitarme de encima, pero está allí paralizado, no puede mover ni un músculo de su cuerpo, sus pupilas se dilatan y su piel se eriza por el miedo que siente al ver mis ojos.

De mi cabello ondulado anaranjado, saco un puñal, el cual empiezo a hundirle en el pecho, la hoja filosa atraviesa poco a poco la carne y penetra lentamente en el corazón; está ahogándose con su propia sangre, empieza a toser, y como acto reflejo expectora salpicando mi pecho el mismo que admiraba con deseo, lentamente me reclinaba sobre su pecho terminando de enterrar todo el estilete. Cariño, ya todo acabó, le susurré al oído acariciándole las mejillas, su mayor error siempre fueron sus sentimientos no correspondidos."

—El octavo, nunca llegó —dijo por último el detective mientras se acomodaba en su silla.

"Andrea, qué lástima que no te dejaron ir, pude haberte ayudado con aquello que querías perder, dejemos todo al tiempo, quien es un testigo silencioso, mientras, seguirás cumpliendo tu condena, y el remordimiento será el carcelero eterno que no te dejará escapar. Sabes que solamente faltas tú, pero nos veremos luego rubia sabrosa".

Ambos detectives se miraban en silencio al leer aquella nota, el detective deja la hoja sobre su escritorio y se quita los lentes mientras pasa ambas manos por su rostro, demostrando frustración e impotencia.

—Esto seguirá siendo un caso sin resolver —dijo frustrado aquel detective. —Y lo peor, es que ahora sé que hay menos esperanza de encontrarlos vivos —dijo algo enojado golpeando la mesa con fuerza.

El joven detective se asusta con aquel golpe, mientras su compañero pone sus codos sobre las piernas y sus manos en su rostro, el joven detective se acerca y se para frente a él.

—Ven, te invito un café —le dijo su joven compañero con amabilidad.

—Está bien —le respondió quitándose las manos de la cara. —Pero que sea rápido —Lo mira mientras se levanta de su silla.

—Claro Tic Tac —le dijo con una sonrisa mientras pone la mano en el hombro de su compañero.

El detective serio se quita la mano del hombro y ambos detectives salen de aquella oficina cerrando la puerta con cuidado, ya con la oficina sola, un espejo que estaba en la oficina se empieza a reflejar un ojo rojo y uno azul se empaña por completo y una mano lo limpiaba haciendo sonar el vidrio y en ese se ve reflejada una mujer blanca de cabello anaranjado y pecas sobre su nariz.

—Esto apenas es el comienzo —sentencia aquella mujer sonriendo y el espejo se quiebra por completo.

Solo charqueando sus dedos desaparece dejando aquel característico aire frío.

Ambos detectives entran a la cafetería, el hombre serio acaricio su barbilla que estaba debajo de aquella frondosa barba tomando asiento, mientras su joven compañero pedía los dos cafés que había prometido fijando su mirada en su superior.

Se le nota tenso, pero sobre todo muy pensativo, aquella pista lo había dejado con cierta incertidumbre, la joven que atiende en la cafetería llama su atención, ya que tenía su orden lista, él sonríe y agradece tomando su pedido retirándose.

Con su mirada perdía y concentrado en sus pensamientos que son interrumpidos por su compañero que llega con el café en sus manos.

—No pienses tanto en eso. —Se pronunció su compañero mientras tomó asiento dejando el café sobre la mesa.

—Y ¿Si lo hizo él? —Preguntó con cierta incertidumbre agarrando el café.

Aquel joven lo veía confundido y le daba un sorbo a su café de forma cuidadoso por lo caliente que este estaba.

—¿Quién? —Preguntó confundido.

—Anderson, piénsalo Alexander. —Ponía su dedo índice derecho sobre la mesa llamando la atención de su compañero. —Él los conocía a todos, era amigo de todos ellos. —comentó con seriedad viendo a su alrededor tratando de conectar todos los puntos.

Aquel joven de mechones rojos lo veía atentamente mientras disfrutaba de su café.

—Él los estaba asesinando a cada uno, y al final de la carta fingiría su propia muerte para despistarnos. —dijo convencido y con seriedad.

—¿Qué te hace pensar que fue él? —preguntó el joven de forma casual y sin mucho interés.

—Al final cuando habla de Andrea, y nos deja algo que lo delata. —golpea sutilmente la mesa con su dedo índice mientras tenía su mirada fija en aquel desinteresado joven. —Nos vemos pronto, ¿Recuerdas lo que dijo ella en la entrevista? —Preguntó buscando el interés de su compañero.

—Recuerdo que dijo, que mientras su madrastra se la lleva —hacía una corta pausa tratando de recordar. —Aquel chico le había dado una nalgada y le dijo, nos vemos pronto rubia sabrosa —su voz se tomaba seriedad a lo largo de la oración.

—Aparte, él sufría de esquizofrenia. —Agregó con firmeza moviendo su taza de café, manchando un poco la mesa. —Tenía sentimiento amoroso con Kelly —se quedaba pensativo moviendo su cabeza. —Por eso fue la última.

Su compañero sonríe y lo veía con seriedad.

—No tienes muchas pruebas, aparte también describía cosas muy inhumanas como fue con Daniel y Camilo, ¿Cómo explicas eso? —Preguntó con curiosidad.

—No olvides que padecía esquizofrenia, pudo haberlo imaginado —le respondió con seriedad mientras se relajó en la silla.

—¿Piensas descifrar este caso culpando aquel chico? —Pregunta con curiosidad y algo de desinterés. 

—No —Respondió de forma tajante. —Tienes razón, nos falta pruebas, es solo una hipótesis —desvío su mirada mientras tomaba algo de café. —Su familia es muy rica y poderosa, hacer esto acabaría con mi carrera, hay cosas que es mejor nunca pronunciarlas, suficientes problemas tuvimos con la patrulla desaparecida.

—Deja de mortificarte con eso, hay cosas que no tiene explicación —dijo despreocupado aquel joven.

Sin pensar tanto en aquel caso, ambos disfrutaban su corto descanso para luego continuar con su trabajo, al levantarse de la mesa se retira rumbo a la oficina, al llegar y abrir la puerta aquel hombre serio de barba nota el espejo roto.

—¿Lo quebraste? —Preguntó con cierta molestia mientras señalaba el espejo roto.

—Salí contigo como podría haberlo hecho. —Respondió tratando de quitar toda culpa sobre él.

—¿Entonces quien fue? No importa trae una escoba para recoger este desastre —se expresó molesto moviendo sus manos, se le nota estresado. —Por favor —agregó con cierta amabilidad viendo su compañero.

—Voy, apaga ese aire acondicionado, está haciendo mucho frío aquí. —mencionó mientras se abrazaba por el frío, retirándose de aquella oficina.

—Pero, yo no tengo aire acondicionado —mencionó desconcertado, sintiendo también aquel frío.

Al salir Alexander sin querer se tropezaba con una persona, rápidamente él se disculpó siguiendo con su camino.

—No te preocupes —dijo aquella mujer con amabilidad.

Ella continuaba con su camino cruzando miradas con el detective dentro de la oficina, ambos se miraban fijamente, ella veía aquel hombre con barba serio con una mirada cansada y estresado, él veía aquella mujer de cabello anaranjado, sus ojos tenían heterocromía, ya que tenía un ojo azul y otro rojo su mirada era fría e hipnotizante.

Fin.

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