6.- Lobos
—¿A dónde vamos?—Preguntó Bianca. La verdad, ni yo lo sabía. No sabía dónde estaba Ryan, no sabía qué hacer con mi vida.
—Ni idea—Respondí, creando una expresión confusa por su parte—. No sé dónde puede haberse metido.
Ella asintió lentamente. No podía asegurar que lo encontraríamos. Y, en caso de que lo encontráramos—lo que era muy poco probable—tampoco podía asegurar que tuviera el frasco con él.
—Bueno...podríamos buscar un sitio para dormir y comida.
—¡Ah, claro! ¿Cómo es que se me había olvidado?—Dije, muy contenta, mientras sacaba las cápsulas—¡De pequeña metí mi casa en una de estas!
—¡¡Ellen!!
—¿Que te pasa, Bianca? ¿No es genial?
—¡¡Mira hacia delante!!
Miré hacia delante en el momento justo para girar bruscamente en volante. Por poco no chocamos con otro coche. Menos mal que no. Si no, habríamos acabado graves en el hospital.
Bianca dio un respingo y se giró para mirarme como miraría a un psicópata.
—¡¡Casi nos matas!!
—¡Que va!
Ella suspiró y volvió a mirar al frente.
***
Paré el coche en una zona sin plantas ni baches para poder colocar la casa. No había llegado a abrirla desde que la metí en la cápsula la primera vez, y verla me generó muchos recuerdos que, en realidad, prefería apartar. Mi casa no era ni demasiado grande ni demasiado pequeña. Tenía el tamaño perfecto para una familia. Pero ahora éramos dos chicas menores de edad intentando recuperar mi frasco, buscando a un traidor y escapando de una especie de ejército. No se podía decir que fuéramos una familia feliz.
Entramos en ella. Seguía tal y como la recordaba—salvo por el detalle de que estaba vacía. Y no había nadie gritando ni metiéndose con los otros. Estaba todo en un extraño silencio que, sinceramente, odié—. Bianca se dedicaba a mirar a la casa y mirarme a mi y luego volver a mirar a la casa. Así varias veces. Me miraba sorprendida.
—¿Seguro que eres una demonio? ¿No serás una bruja o algo así?—Preguntó, enarcando una ceja y adoptando una postura defensiva apenas perceptible.
—¡Tranquila!—Por la mirada desconfiada me echó, supe que no estaba del todo convencida—¿Prefieres dormir al raso?
Fue preguntar eso y se metió en la casa al instante.
—¿De dónde has sacado esta casa? Me refiero, ya sé que tienes unas cosas muy curiosas que sacan las cosas volando, pero...¿de dónde ha salido? No la habrás robado, ¿verdad?—Eso último me ofendió bastante, pero no me molesté siquiera en mostrarlo, simplemente me llevé una mano al corazón exageradamente.
—¿Qué? ¿Cómo puedes pensar eso? ¿No confías en mí?—Dije, poniendo una voz aguda bastante irritante y mirándola con la boca abierta por la "gran ofensa" que acababa de recibir.
Bianca se rió un poco, murmurando "esta tía...", en plan, que yo era una maldita loca.
—Era mi casa cuando era pequeña—Aclaré.
—Pues es muy bonita.
—Sí, pero está súper mega ultra híper desordenada.
***
Para cuando terminamos de ordenarlo todo, ya era de noche. Decidimos dormir cada una en una habitación. Yo en la antiguamente mía y Bi en la que había sido de mi hermana Hope, que estaba justo al lado.
Guardamos en ellas nuestras poquísimas cosas: yo mi bolsa con las pistolas y las cápsulas, la gorra y los guantes y Bi el arco y su pequeño bolso—que a saber lo que llevaba entro—. Ya no tenía la caja en la que había metido sus cosas cuando la echaron de Ciudad Margarita. Supuse que se la habrían quitado en aquel coche.
—¿Hoy...? Esto...¿Hoy podremos...?—Bi se había sonrojado y miraba hacia abajo tímidamente. Lo de "hoy" lo había con total convencimiento, pero luego toda esa confianza había vacilado, como si lo que iba a decir le pareciera demasiado atrevido. Giré la cabeza, confusa, hasta que me di cuenta de que se señalaba el estómago. Por alguna razón, hasta ese momento no me había dado cuento del hambre que tenía.
—Oh—Solté, al darme cuanta de lo que intentaba decir—Claro que cenaremos, Bi.
—¿Cómo?
—Iré a cazar.
—¿Eh? ¿Tu sola?
—¿Acaso quieres venir conmigo?
—B-bueno, mejor vigilo la casa.
***
Media hora y cuatro mordiscos después
—¡Ya he llegado!
—¡Que rápida has sido!—Bi estaba sentada en el sofá, ojeando una revista tranquilamente—¿Has cazado algo?
—¡Pues claro! ¿Que te crees?—Dije, mostrándole mi caza: dos lobos atravesados por un gran palo.
—¿¡Pero tú estas loca!?—Bi había puesto una cara de asco y horror que me ofendió bastante más de lo necesario—¡¡No pienso comer de eso?
—¡Oye! ¡Aún encima que salgo a cazar! ¡Tú te has quedado aquí sentada viendo una revista sin mover un dedo! ¡¡Los lobos me han mordido varias veces!!
—¡¡Hiiii!!—Soltó un gritito—¡Y encima muerden!
—¡Están muertos, Bianca! ¡Anda, deja de decir tonterías!—Dije, entrando en la casa.
—Ni hablar—Bi se había levantado—¡Si tú vas a comer de eso, allá tú! ¡Pero al menos hazlo fuera!
—¡¡Oye, perdona, pero esta es mi cas...!!—No pude terminar. Me cerró la puerta en los morros. Suspiré y me fui a por piedras y palos para hacer un fuego. Solo hice uno, no me iba a comer los dos.
Después de veinte minutos, ya estaba hecho. Me lo comí refunfuñando que Bi era una pija.
Cando terminé, dejé ahí el esqueleto del lobo y llamé a la puerta. Bi se asomó y es cuanto me vio, frunció profundamente el ceño. Pero su expresión enfadada vaciló a una sorprendida cuando miro detrás de mí.
—¡¡Te has comido un lobo entero!!—dijo, abriendo mucho los ojos—¿Cómo es posible? ¿Siempre comes tantísimo?—Asentí con la cabeza, sin comprender que era lo que le parecía tan raro—¿¡Cómo es que estas tan delgada!?
Me encogí de hombros y entré, por fin, en MI casa.
—¿Tú no comes como yo?—Pregunté, confusa.
—¡Claro que no! ¡¡Y no creo que nadie lo haga, la verdad!! ¿Eres consciente de que te acabas de zampar un lobo sin pestañear?
—No creo que sea para tanto, la verdad.
Ella me miraba como si estuviera mal de la cabeza. Y yo seguía sin entender el motivo.
Antes de irnos a dormir, decidimos quedarnos un rato en el salón para hablar del día siguiente.
—Deberíamos buscar mi frasco—Comenté.
—Y a Ryan.
—No—Negué con la cabeza—. No es tan necesario. Mi frasco es imprescindible.
—Ya—Se quedó pensativa, mientras asentía—. Puede que sea capaz de localizar a Ryan, pero no al frasco, lógicamente—Dijo, tranquilamente.
No me lo podía creer. Le había dicho a Ryan que Bi podría tenerle vigilado, pero la verdad era que eso no lo sabía con seguridad. Así que fue una gran noticia que verdaderamente pudiera hacerlo.
—¿De verdad puedes?—Pregunté, más emocionada de lo que debería.
Me acerqué a ella, le agarré de los hombros y la zarandeé de atrás hacia delante varias veces—a lo mejor, de forma un tanto bruta—. Mientras le hacía eso le pregunté de nuevo:
—¿¡Estas al cien por cien segura de que puedes hacer eso!?
—¡Que sí, mujer, que sí! ¡Suéltame ya!
—Vale—Dije, soltándola, mientras ella soltaba un suspiro de alivio—. Pero hazlo.
—Hoy no. Mañana.
—P-pero...
Bi se dio la vuelta dramáticamente, a lo niña del exorcista, por lo que me callé al instante.
—Mañana—Repitió.
—S-si. Eso. Mañana.
***
—¡¡Biiiii!! ¡¡Biiiiii!! ¡¡BIAAAAANCAAAAAAAAAA!!
Ya había pasado la noche y, como yo solía madrugar y al parecer ella no, estaba despertándola a base de gritos. Pero no estaba surtiendo el efecto esperado.
—Déjame dormir—Contestaba con voz adormilada.
Tras varios minutos de insistencia inútil, decidí dejarla un poco para luego poder volver a molestarla. Me vestí rápido y salí de la casa, no sin antes pillar algo para comer. Me senté en una roca grande y abrí la bolsa de cereales que había cogido. Empecé a comer, mirando el paisaje tranquilamente, olvidando por un momento que no estaba en posición de sentirme relajada. Cuando di mi hambre por saciada, corrí un poco alrededor de la casa, para matar el tiempo y, ya de paso, para entrenar un poco.
Cuando volví a entrar, ya habían pasado unos quince minutos, por lo que supongo que Bi ya se había despertado. Entré en la habitación en la que dormía para comprobarlo y, como era de esperar, la tía seguía durmiendo a pierna suelta. Decidí dejarle un poco más de tiempo, solo porque me había despertado generosa, que si no...
Fui al baño para lavarme la cara y peinarme. También me maquillé un poco, pero casi nada, la verdad. Cuando salí del baño vi que Bi ya se había despertado y estaba desayunando.
—Buenos días—Saludó, con la voz aún adormilada. Me senté en frente de ella.
—Buenas—Solté, algo más bruscamente—. ¿Recuerdas que me dijiste que podías rastrear a Ryan?—Al ver que asentía, seguí—Hazlo.
—¿Eh?
—Que lo hagas. Rastréale.
—¿A-ahora?—La pobre casi se atragantó con el desayuno.
—¿No puedes?—Pregunté, enarcando una ceja—¿No decías que formaba parte de tus poderes?
—Si, sí que puedo, tranquila. Pero en realidad no forma parte de mis poderes. Simplemente, desde pequeña me enseñaron a controlar eso. Es bastante útil.
Asentí con la cabeza, como afirmando que era muy útil, y seguí insistiendo.
—¿Y no puedes hacerlo ahora?
—Solo puedo si salgo fuera, me concentro y hay silencio—Eso último lo dijo dirigiéndome una mirada significativa. Y esa mirada afirmaba que yo le estorbaría. Es decir, que no me callaba nunca. Ah, y que no quería que fuera con ella. Quería que me esperara fuera, la tía. ¿Cómo podía no saber que no tenía ni un ápice de paciencia?
Me quedé esperando mientras ella iba a rastrear a Ryan. La verdad es que fue bastante insoportable tener que esperar tanto. Bi volvió dentro dos minutos más tarde, pero se me hicieron tan aburridos como eternos.
—Tengo buenas y malas noticias. ¿Cuál quieres que te diga primero?
—¿Dónde está Ryan?—Pregunté sin hacerle caso.
—La buena es que lo he encontrado—Dijo, ignorándome—, la mala es que está en otro país.
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