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15.- La maldición de Scarlett


Hola chiquis, este es el penúltimo capítulo :'(
Pero no os preocupéis, puede que haga un extra o un epílogo...:)

P.D: Este cap puede que parezca corto, pero tiene más que 1800 palabras, que son bastantes...

🔒🔒🔒🔒🔒🔒🔒

Me tensé entera cuando oí ese nombre. Me daba demasiada rabia que ese crío me haya robado el frasco. Por su culpa, iba a tener que ir rápidísimo para terminar los siete cupos a tiempo.

Aún me quedaban varios años, pero para los demonios el tiempo va más deprisa, precisamente por eso vivimos más.

A ver...Ryan había ido junto a su madre después de robarme el frasco. Su madre, Scarlett, vive en una casa en llamas. Pero...¿Ryan no era un cyborg? ¿O también me había mentido en eso? Sí...posiblemente me haya mentido el muy...

Bueno, al parecer íbamos a tener que ir a ver qué pasaba por allí.

—Thanks you for your help, Britt.

—You're welcome, Aiden and...the others.

—Bye little girl—Dijo Aiden sonriéndole y dándole unos toquecitos agradecidos en la cabeza.

Mientras nos alejábamos, la niña subió el brazo y lo sacudió alegremente al tiempo que decía:

—Bye, bye, guys, good luck!

Cuando ya estábamos más lejos de la adorable niña, empezamos a poder ver mejor la casa. El humo que había visto antes no era precisamente de estar cocinando. O bueno, a lo mejor sí que cocinaban personas en el fuego...

—Creo...—Murmuré—Creo que tengo miedo

¿Solo lo crees? Estas yendo hacia una casa en llamas, ¿no te llega?

Cada vez estábamos más cerca. La temperatura cada vez subía más y más, era imposible no sentirlo. No entendí como esa tal Scarlett y el maldito Ryan podían aguantar semejantes temperaturas si yo desde lejos ya me estaba achicharrando.

Andamos unos metros más y, de pronto, pude ver en frente de mí la casa. Entre las llamas se podía distinguir el color de la casa: un marrón muy oscuro debido a las quemaduras del material, que parecía madera.

¿Qué par de locos viven en una casa en llamas que, por si fuera poco, estaba hecha de un material inflamable?

Quisimos entrar, llamar a la puerta o algo, peor ahí salió una pregunta bastante relevante: ¿como íbamos a llamar a la puerta sin que se nos quedasen los dedos como salchichas a la parrilla?

—Veo que tenemos un problema—Comentó Drac. Mi cara fue de: ¿no me digas? ¿En serio?

Bueno—Dijo Naya—, siempre tenemos la opción de gritar para que salgan ellos mismos.

—No seas tonta—Aiden se unió a la conversación—. Dos tipos que viven en una casa en llamas no lo hacen por gusto. No creo que puedan salir. O al menos Scarlett no puede, porque parece que Ryan no tiene ningún problema para entrar o salir cuando le plazca.

Entonces, tuve que intervenir.

Pero no con un buen argumento ni nada de eso.

Ni siquiera les hablé a ellos. Solo me puse las manos al rededor de la boca—para que se oyera más alto—y grité hacia la casa:

—¡¡RYAN!! ¡¡COBARDE!! ¡¡TE VOY A MATAR CUANDO TE PILLE!! ¡¿SE PUEDE SABER PORUQE RAZÓN ME HAS...?!

Solo me callé porque se abrió la puerta.

A través de ella, pudimos ver a una mujer relativamente joven y muy guapa que parecía estar sufriendo mucho. Estaba sentada en una especie de sillón requemado y tenía los ojos cerrados. A su lado, Ryan intentaba ayudarla echándole agua fría por la cabeza, pero no servía de nada. La mujer se estaba muriendo.

Ryan, que se acababa de dar cuenta de nuestra presencia, nos miró, suplicando ayuda con lágrimas en los ojos.

—P-por favor...po-po-podéis ayudarme...por favor...

No fui capaz de decirle a un niño pequeño que me daba igual que su madre se muriera. Y tampoco me daba igual.

—Ryan, tendrás que explicarme la situación, pero te ayudaré.

Mientras casi se arrodillaba y todo por mi ayuda, yo empezé a maquinar.

Probamos a coger a la mujer, Scarlett, y sacarla fuera de la casa. No funcionó. Había una especie de barrera.

—Ryan, ¿porque está así?—Pregunté.

—La maldicieron hace años. Al principio simplemente no podía salir de la casa y lo llevábamos más o menos bien, pero empezó a escuchar una voz que le decía que quería almas, que me enviase a por ellas para poder sobrevivir. Pero ella no quería quedarse sola ni que yo matara a nadie, así que recurrió a algo un poco egoísta... poseyó a un demonio para que las reuniera por mí.

Así que la "S" de la frente de Bills... no era ni de Satán ni mucho menos de servilleta. Era de Scarlett.

—¿Por qué a un demonio?

—Porque en realidad no soy un cyborg...te mentí porque nadie podía saberlo. Somos diablos. Es casi lo mismo que los demonios, pero casi. Es como el gato al tigre o al leopardo. Son felinos, pero no son iguales. Esto es lo mismo. Mi madre quería que el demonio estuviera cerca, pero no tanto, y eligió a uno al azar que viviera más o menos cerca pero sin pasarse. Salió tu hermanastro... mi madre hizo que él pusiera a tu familia como recompensa para que tú accedieras. Era importante que un miembro de la familia quedase fuera, fue una suerte que tú misma salieras de la casa. Si no, simplemente hubiera dejado a uno fuera y ya. Tu familia está bien, por cierto. Una vez desaparecieron las puertas y tu hermanastro, mi madre trajo a tu familia a este pueblo. Se tomaron bastante mal lo tuyo, pero les aclaramos que volverían a verte.

Me quedé sin palabras, completamente perdida. ¿En que momento...?

—Pero hubo un problema. Mi madre hizo que Bills te pusiera como límite 200 años, pero era demasiado tiempo. De la casa empezaron a salir llamas, así que en un intento desesperado te busqué y me llevé el frasco de las almas para ver si con ellas podía hacer algo, pero... no eran suficientes, la casa estalló en llamas, todavía más fuertes y ardientes, sin control. Mi madre se está muriendo—De sus ojos empezaron a salir pequeñas gotas que se convirtieron en lágrimones—. Lo que no sé es...¿¡por que a ella!? ¿¡Porque!?

Mientras estallaba en lágrimas no pude evitar hacerle una pregunta bastante importante:

—¿Quien fue?—Entre su tristeza y la situación, lo único que fue capaz de hacer fue mirarme con confusión—¿Quién maldijo a tu madre, Ryan?

—N-no...no lo sé...yo...

—Y-yo...yo sí lo sé—Dijo Scarlett con un hilillo de voz— T-tras la muerte de mi marido en la guerra (porque lo de Ryan era mentira pero su padre sí que había muerto en la guerra. Era soldado) empezaron a ocurrirnos desgracias. Al principio fue poca cosa, como el simple hecho de cambiar de sitio una taza o vaso, pero fue empeorando. Resulta que a algunas amigas mías, cuyos maridos también fueron a la guerra y no volvieron, también les pasaban estas cosas. Empezamos a sospechar que en esa guerra había pasado algo. Investigamos, pero no había información de absolutamente nada en esa guerra, nadie había grabado nada, ni oído nada, ni visto nada. Ni siquiera sé contra quienes luchamos ni quién salió vencedor.

Se me encendió la bombilla.

—¿Y si...? ¿Y si en realidad... no hubo guerra?

—¿Y como insinúas que murió mi marido?—Dijo ella, con un tono algo ofendido.

—Bueno...¿y si los engañaron?—Ante las miradas confusas, me aclaré—Me refiero a que podrían a verles tendido una trampa. A lo mejor les dijeron que les iban a dar algo pero que no lo dijeran, que dijeran que iban a luchar en una guerra, ya que todos ellos eran soldados... El culpable quería acabar con los soldados... ¿por qué?

—Porque los soldados luchan. Los soldados son crueles, salvajes y violentos. Son máquinas da matar a las que llamáis ejército, pero no os confundáis. Puede que penséis que luchan por el bien de vuestra patria, por vuestras vidas o por las suyas propias, pero en realidad solo quieren matar, sentirse poderosos por ganar la guerra aunque esto implique destrozar un país, una ciudad, una familia, a ese niño que está esperando a que su padre vuelva y nunca lo hace. Entonces el alcalde se acerca y comunica, como quien da la hora, que el padre de ese niño que pasa las noches llorando está muerto. Esa es la realidad que vivimos, cada persona que mata un soldado es un marido, un padre o un hijo. Por cada persona que matan, matan a toda su familia internamente.

Estas palabras me dejaron con una mueca apenada, pero también con sorpresa.

Salieron de la boca de un pequeño dragón, de color rojo y ojos grandes.

—Pero eso es lo que me ha enseñado mi padre, conozco y concuerdo con otras versiones. Escuchad, mi padre cree que hacer eso fue hacer justicia, pero solo hizo lo mismo que dice que ellos hacen. Mi padre vendrá a hablar contigo, Scarlett. Os a impuesto maldiciones para que, según él, no se transmita a los hijos el hábito de matar. Tener cuidado. Puedo desactivar unas pocas maldiciones, pero no todas. Tenéis que ayudarme. Scarlett, hijo de Scarlett y chica de la gorra militar, quedaron aquí—Entonces se dio la vuelta—Humana rubia—Le dijo a Naya—, ven a ayudarme. Y...tú también, humano rubio—Le dijo a Drac—Entonces señaló a Aiden—Y tú...humano del pelo negro y despeinado, vigila y avisa cuando veas a mi padre. Así que bueno, lo primero es lo primero: vamos a quitarle las llamas a esta casa.

Y entonces, sacó un extintor, le dio con el a la casa y esta dejó de arder.

Tal cuál.

—¿Cómo...?—Pregunté.

—Es un extintor mágico, sirve en contra de las pociones de fuego, hay demasiados tipos de maldiciones ardientes, como para que no haya un remedio en su contra. Y ahora, vámonos a deshacernos de las otras maldiciones.

—Eh...¡espera! ¡Dragoncito!

El pequeño se dio la vuelta y frunció el ceño.

—No me llames así, ¿quieres? Me llamo Mushu. ¿Se puede saber qué quieres?

Se me escapó una risita cuando oí su nombre. Era verdad que se parecía al dragón de Mulán, pero él era más adorable. El contraste de su aspecto y su forma de hablar eran muy divertidas.

—Qu-quería...—A Ryan se le llenaron los ojitos de lágrimas—darte las gracias por...salvar a mi madre.

Lo levantó del suelo y lo abrazó con fuerza.

—S-sí...muchísimas gracias, pequeño—Recibió otro abrazo por parte de Scarlett.

—Si, si, chicos de nada, un placer, pero los agradecimientos a parte, por favor, que tengo que salvar a más familias.

—Claro, pequeño héroe, ve a salvar a esas damiselas en apuros— Ironizó Aiden.

El aludido le frunció ligeramente el ceño, en una mueca divertida y se fue.

Nos quedamos allí parados, sin saber qué hacer exactamente. Scarlett estaba muy contenta, su vestido estaba negro de quedado por el final de la falda, pero por lo menos ya no estaba ardiendo.

Estábamos ahí parados cuando Aiden se dio la vuelta y gritó:

—¡Hey, chicos! El padre de Mushu no será un dragón rojo de dos metros de altura que se parece a Shenlong el de Dragon Ball, ¿no?

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