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1.

El primer beso: el primero de verdad y diferente a los demás.

La vida en la universidad no era muy diferente a lo demás, pasábamos meses dentro de esas paredes y en vacaciones regresábamos a casa. O por lo menos para las personas que vivían en el país, yo como extranjero debía quedarme ahí y con suerte regresaba unas semanas a casa.

Mi nombre es Huang Renjun y así fue como mi vida dió un completo giro tan solo con un beso.

Durante esa época yo tenía un novio, un chico dulce y paciente, sumamente cariñoso; Na Jaemin. Yo creía que mi vida estaba completa y que pasaría el resto de mis días junto a él, claro que aún éramos jóvenes, pero fueron dos años de un hermoso noviazgo donde creia estar enamorado. Claro que teníamos nuestras diferencias y peleas cotidianas, la mayoría de estas fueron causadas por una sola persona; Lee Donghyuck.

No solo era mi mejor amigo, si no una especie de amante ¿De qué estoy hablando? Pues si, mi relación con el chico nunca cambio. Nos abrazamos, nos decimos cuanto nos amamos y odiamos, estaba en la punta de mis prioridades y por supuesto todo esto no le agradaba a Jaemin. Aún así supimos ignorarlo, solo debía decirle y mostrarle a mi novio cuanto lo amaba y que no era más que una amistad lo mío con Donghyuck.

Las luces estaban apagadas, solo mis sentidos eran conscientes de lo que ocurría. Mis labios eran torturados de manera agradable, mis manos enredadas en el cabello sedoso y lacio. Los suspiros y jadeos eran casi un susurro, éramos Jaemin y yo en la habitación. Sus visitas a mi cuarto no eran inocentes y era un viernes después de una tarde llena de clases, los trabajos ya estaban entregados y merecía un descanso de todo aquello, mi pareja era feliz de cumplir con todo.

Pero la luz cegadora se prendió y mis ojos ardieron, fueron unos segundos donde pude ver el torso descubierto de Jaemin para luego ser lanzado hacia la cama.

—Lo siento— Escuché una voz conocida y las luces volvieron a apagarse. —¿Interrumpí algo?—

—Claro que no, estábamos jugando a las cartas en la oscuridad— Respondí irónico. Donghyuck volvió a encender las luces sin inmutarse, deje que mis ojos se acostumbraran de nuevo a la luz eléctrica.

—Se van a quedar ciegos si juegan a oscuras— escuché una exclamación por parte de mi novio y entendí que estaba incluso más molesto que yo por la situación. Las respuestas de Donghyuck tampoco ayudaban.
—Huang ¿No viste si deje aquí mis pantalones rasgados?— Abrí un ojo y lo ví acercarse a mi armario, ya lo conocía bastante bien y era algo común, así que lo deje hacer lo que quiera.

—Creo que lo vi en tu estante— Me levanté para ayudarlo a buscar su ropa, a veces era como un niño y necesitaba que otros estén cuidando de él. Y con otros me refiero a mi mismo.

—¿Estás seguro?—

—Si, los lave el jueves pasado— Lo recordaba bien, había ido a la lavandería y entre mi ropa estaba el pantalón de Donghyuck. No me extrañaba que estuviera ahí y tampoco me resultó raro, no sería la primera vez que lavaba una prenda suya.

Por alguna razón en mi armario tenía un estante con ropa de mi mejor amigo, de una manera u otra siempre terminaba olvidando algo en mi cuarto. Yo solía ser muy organizado y en un momento dado termine con muchas cosas de él guardadas entre las mías. La habitación era para dos personas y en la nuestra parecían vivir tres, estaba seguro que en el cuarto de Donghyuck solo habría un cepillo de dientes. Vivía a tres edificios apartado y era más fácil venir al mío que buscar en el suyo.

Encontré lo que buscaba y se lo entregué, el me agradeció con un beso. Justo a tiempo para recordar que aún estaba Jaemin y tuve que correr mi rostro para recibirlo en la mejilla, el chico lo entendió y ambos miramos la reacción de mi novio. Esperando que no se volviera a enojar por nuestra tonta costumbre.

—Gracias— Ahí estaba. Agradeciendo nuevamente que no me besara frente a mi novio. —Creo que me iré a mi cuarto. Nos vemos—Jaemin se me acercó y me besó en los labios como debería ser. Saludo a Donghyuck con un movimiento de cabeza y se dirigió a la puerta.

—Espera—Lo detuvo el castaño.
—Iba a invitarlos a una fiesta en el gimnasio—En ese momento todo tuvo sentido. Haechan era un bicho de costumbre y cuando quería verse bien, se vestía de la misma forma siempre. Claro que con diferentes prendas, pero manteniendo el mismo estilo.

—¿Fiesta?—

—Si. Taeil festejará su cumpleaños e invitó a todos los que trabajamos a la cafetería y dijo que podíamos llevar a quien querramos—

Taeil era el interés amoroso actual de Haechan. Un chico mayor que trabajaba en la cafetería del instituto, la misma donde mi mejor amigo estaba haciendo un pequeño trabajo para conseguir un poco de dinero. Donghyuck hablaba mucho sobre Moon Taeil, lo divertido que era y lo amable que resultaba ser, estaba completamente perdido en el hombre adulto y tenía muchas esperanzas.

Asentí a sus palabras, ambos mirando al chico en la puerta. No importaba si accedía o no, pero siempre era bueno tener una compañía cuando tu amigo estaba dispuesto a perderse a mitad de la fiesta.

—Esta bien, nos vemos esta noche—

No pasaron diez segundos hasta que Donghyuck se me acercó con una sonrisa.

—¿Y mi besito?— Sonreí cómplice, sabía que no iba a salvarme de él. Así que me acerque y apoye mis labios sobre los suyo, así como siempre eran, solo una presión de ambos labios. A penas un roce.

La noche fue aproximándose hasta que por fin llegó, así como nosotros a la fiesta en el gimnasio. Las personas se reunían en grupos por todo el lugar, había muchos invitados y las personas se iban turnando para saludar al cumpleañero. Tardamos unos minutos en por fin llegar y saludar, no quería quedar como una persona indecente así que era escencial desear el feliz cumpleaños y agradecer la invitación.

Debo admitir que el chico era guapo, con facciones delicadas y masculinas. Su forma de hablar y expresarse eran totalmente diferente a las mías, por alguna razón eso me hacía sentir celoso. Celoso de como los ojos de Donghyuck lo miraban con esa admiración en ellos.

—Ire a saludar a los demás, ya regreso contigo Haechan—El nombrado le regaló una sonrisa, de esas que lo hacían verse como un niño pequeño.

—Estoy tan nervioso—Me gire para ver al castaño y gruñir por lo bajo, odiaba ver a mi mejor amigo con todas esas inseguridades.

El merecía mucho más que eso.

—No seas imbécil, te ves bien y eres divertido. No me hagas tener esta charla aquí— Su labio inferior amenazó con salir hacia afuera y crear un mohin.

—Renjun—

—No— tomé su rostro entre mis manos y lo miré directo a los ojos
—Recuerda. El sol tiene envidia de ti cuando sonríes— El sonrió y fue lo suficiente para hacerme sonreír a mi por igual.

—No digas esas cosas cuando está tu novio detrás—Señaló hacia mi espalda donde Jaemin nos observaba.

—Concéntrate—

—Bien. Mi sonrisa es hermosa—tal vez nos veíamos como un par de idiotas discutiendo a mitad de una pista de baile, en un gimnasio. Pero yo necesitaba escuchar esas palabras y saber que Donghyuck se encontraba bien.

—Tu eres hermoso—Sus ojos perdieron el contacto por unos segundos y sus mejillas se sonrojaron. El necesitaba saber que lo era y yo sería quien se lo haría saber cada vez que pueda. —Ve por él—Bese sus labios unos segundos, los suficientes para darle fuerzas.

Inflo su pecho y con la confianza que lo caracteriza se dirigió hasta donde el mayor se encontraba. Yo lo observé un tiempo hasta que pude estar seguro que el estaba bien, como un padre o algo por el estilo que cuida de su niño. O eso quería pensar.

Me di la vuelta en el lugar para observar a mi novio, su semblante era serio y con su mano derecha levantó un dedo. Yo bajé mi sonrisa y asentí; No podría besarlo por una hora, era el trato.

Pasamos el resto de la noche como una pareja meramente normal, nuestras manos entrelazadas y juntas. Hablando juntos en un rincón, un par de bebidas y mi estado de ánimo se iba levantando. Lo único que me mantenía con un pie en lo coherente era la vista de Donghyuck riéndose con sus compañeros de trabajo y la forma en la que intentaba coquetear con Taeil. Las manos de Jaemin rodearon mi cintura y me apartaron hasta la pared más cercana, intento besarme y me sorprendí.

—¿Que haces?—Mire el reloj en su muñeca y ví que todavía no había pasado la hora
—Crei que no te gustaba besarme después de Haechan—

—Podemos hacer una excepción— su aliento olía a alcohol y mire su vaso, Jaemin no sabía manejar las bebidas y eso me preocupo. Seguramente había bebido más de lo que debería en el transcurso de un tiempo corto. La peor combinación.

—¿Ya estás borracho?— Me reí de él.

—Creo que si—

—Deberías regresar a tu cuarto—

—Deberíamos bailar— Volví a alejarlo de mi cuerpo, era cariñoso pero en momentos así se volvía aún más y era insoportable. Le negué rápidamente.

—Sabes que soy pésimo—

—Entonces terminemos lo que empezamos en tu cuarto, pero en el mío— Esa vez si consiguió besarme, tomando hasta mi último suspiro, desesperado y apresurado. Su cuerpo sobre el mío haciendo presión contra la pared. Lo aleje despacio y le hable.

—No puedo, tengo que ver cómo está Donghyuck— El sonido en mi oído me sorprendió bastante. Había golpeado con fuerza la pared en el costado, sabía que perdía fácilmente la paciencia.

—¿Otra vez él?—

—Sabes que primero está Haechan—

—Claro— Y sin decir ninguna otra cosa se apartó. Sostuve su mano con rapidez, no lo entendía

—¿Que haces?—

—Me voy a mí habitación—Quise reaccionar rápidamente a su partida, pero no me dejó hacerlo.

Tal vez debí haber seguirlo y pedirle disculpas, pero si lo hubiera hecho nunca descubriría lo que encontré esa misma noche. Tan solo unos minutos después de que mi pareja hasta ese momento se retiraba por la puerta, dando el primer paso a una nueva historia.

Así como Donghyuck era mi principal prioridad, yo era la de Donghyuck.

Al ver como Jaemin me dejaba en una esquina apartado, sin entender lo que ocurría dejó atrás a cualquier conversación a su alrededor y sin vacilar se acercó hasta donde me encontraba. Nuestros ojos se cruzaron y sin decir palabra tomo mi mano, llevándome hasta el centro de la pista.

Quise negarme, pero nunca podría hacerlo con Haechan. Sabía que le diría siempre "Si" a todas sus locuras e ideas. Comenzamos un ridículo baile que nada que ver iba con el ritmo de la música de fondo. Me reí por como nos veíamos en ese momento.

—Somos pésimos en esto—nos contagiamos de carcajadas y risas tontas.

En algún momento todo se giró, la situación cambió de dirección y solo la música era lo que se escuchaba. Sus ojos puestos en mis labios, solo provocaron que me fijará en los suyos. Mis brazos alrededor de su cuello y los suyos sobre mi cintura, acercó nuestros cuerpos aún más y dijo las palabras que nos llevarían a una sentencia.

—¿Puedo besarte?—

—Lo haces todo el tiempo— Sonreí de lado y el hizo una mueca.

—Quiero besarte de verdad—

—Hazlo— Nuestras bocas se conocieron de verdad. Nos unimos en un beso donde sus labios cubrían los míos, su lengua exploraba mi boca y nos enrredabamos en un juego peligroso.

Perdí la noción del tiempo, perdido en lo embriagante que se sentían su calidez en mi cuerpo. Cometimos nuestra primera locura.

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