Es jueves. Sí, ya es jueves. Ha pasado más de media semana y, sin lugar a dudas, puedo decir que no avanza tal y como esperaba. No estoy aprovechando los encuentros de la manera que tenía prevista y, sinceramente, ya no sé si quiero hacerlo. Rebeca me encanta. Está claro. Pero siento que estoy perdiendo el tiempo.

Son las 9.03 h. Me encuentro frente al ascensor derecho. Las puertas se abren, entro y pulso el botón de mi piso. Comienza el ascenso. Estoy a punto de llegar a la segunda planta y aún sigo sin saber si quiero seguir intentando conquistarla, porque siento que avanzo, sí, pero hacia una meta que se desplaza al mismo tiempo, y que parece huir de mí.

La barra del ascensor indica que ya estamos en la segunda planta y... Acabamos de pasar a la tercera, cuarta, quinta... No ha parado, y no lo hace hasta llegar a mi piso. Rebeca no se ha presentado. Si tenía dudas, se han disipado. Debo pasar de ella.

Abro la puerta de casa, lanzo la mochila a un rincón del salón, me siento en el sofá junto a mis compañeras y, con la mirada perdida en la televisión, digo:

—Vámonos de fiesta mañana.

Tardan en reaccionar, y cuando Maria lo hace, no se molesta en disimular su sorpresa:

—Vaya... —Le pega un golpe a Verony en el hombro—. Te has librado de Velfony.

—¿Velfony? —pregunto.

—Así es como llamamos al extraño elfo que me regalaste —me explica Vero.

—Velfony, el elfo de Verony —aclara mi amiga rubia—. Y deduzco que ya no tendrá que llevarlo porque... Ha ganado ella la apuesta, ¿no?

Asiento. Sí que la ha ganado. No solo no he tenido una cita con Rebeca sino que ya he decidido tirar la toalla.

—Lo siento, Andrés —lamenta Verony.

—Y yo —la sigue Maria—. Si quieres desahogarte...

Niego, y me levanto. Agradezco el apoyo pero no me apetece hablar de ello. Y es que tampoco sé si hay algo de lo que hablar.

—Tan solo quería deciros que me apuntéis al plan de mañana. —Me despido y me meto en mi habitación.

Tirado en la cama, activo el modo melodrama, me hago con el portátil, me coloco los auriculares y escucho el disco 11 razones de Aitana, mientras entro en Wattpad y cierro sesión. No pienso volver a revisar mi chat con Rebeca nunca más.

—Adiós —murmuro y salgo de la plataforma, justo a las 21.30 h.

Por eso no veo el mensaje que me manda Rebeca dos minutos después... 

----------

CONTINUARÁ EL DOMINGO.