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𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟐

Los crujidos del mecanismo eran estremecedores y descoranzadores. Rostian soltó un suspiro con nervios mientras su palma brillaba en amarillo palpando las paredes o al menos el arco de la entrada a aquella pequeña sala. Sentía las manos de Scarfire entregar apoyo mágico para que este no se viera resentido por el uso tan extensivo de la magia. Mover una plataforma como aquella no era fácil, y mantener la velocidad y los crujidos eran dolorosos para su propia alma.

Se sintió aliviado cuando sintió que tocó el suelo de Zen. Scarfire apartó sus manos cuando el clérigo dejó de apoyar las manos en la pared. Lo escuchó jadear cansado, incluso lo sostuvo para que no cayera o desfalleciera por el agotamiento.

- No pensé que fueras tan atrevido y desvergonzado de besar la frente de Clay...- Rostian fulminó con la mirada a Scarfire y se recompuso, tomando aire y soltando un suspiro, se asomó, viendo a los dos hermanos que bajaron de la plataforma.

- Clay no tiene magia... Está el doble de vulnerable, tuve que ponerle una protección extra...

- Podías haber puesto esta protección con tu mano en el centro de su pecho... Pero nooooo~ Tuvo que ser con un beso en la frente.

- Scarfire...- lo miró de mala manera, casi como si fuera un reclamo.

El dragón rojo se rio entre dientes y acarició el dorso de la mano que tenía más cercana, un gesto reconfortante, también un gesto gentil. Rostian rodó los ojos y centró sus orbes en la plataforma y en los dos hermanos.

En el caso del hermano mayor, se giró hacia la zona superior, e hizo un asentimiento de cabeza, confiado, seguro. Bechter miró a su hermano, sin impaciencia, solo confundido porque este se había detenido. Después vio como la plataforma empezó a subir una vez más, los crujidos resultaron más estremecedores todavía. Scarfire se inclinó con una pequeña reverencia elegante. Rostian miró a los dos hermanos con confianza, y dibujó una pequeña sonrisa, hasta que la plataforma llegó hasta la parte superior, y los perdieron de vista.

- Nunca había visto un beso entre hombres.- emitió Bechter.

- No ha sido un beso... Solo ha apoyado los labios en mi frente...

- ¿Por qué en la mía no?- reprochó.

- Quiero asumir que ha sido porque tú sí puedes hacer magia y yo no.- se encogió de hombros mientras giraba su mirada hacia su entorno.- Espero que la bendición de veras nos ayude a no morir en este sitio...- Bechter emitió un suspiro tembloroso.- No temas... No pasará...- Bechter sonrió un poco.- Deberíamos empezar a movernos antes de atraer la atención de alguien...- Bechter asintió.

- Me parece bien...- apretó un poco el mango del báculo.- Y creo que las almas que tenemos que recolectar son eso...- señaló un fuego fatuo azul que relucía tenuemente entre la oscuridad y que era la principal fuente de luz que había en aquel lugar.

- ¡Cuidado!- actuó por impulso y agarró su brazo antes de que un enorme precipicio fuera el culpable de llevarse la vida de su hermano...- Creo que deberíamos llevar alguna clase de luz para movernos aquí...

Bechter asintió con un suspiro tembloroso, la adrenalina bombardeaba su pecho de forma inquieta. Movió con un tenue y pequeño círculo el báculo y la gema se iluminó. No era una luz muy fuerte, pero al menos tenían una luz verde que les permitía ver más allá de sus narices.

- Ahora sí...- susurró nervioso.

Clay estuvo de acuerdo con un asentimiento. Ambos empezaron a caminar por el páramo. Todo lo que tenían a su alrededor era oscuridad, piedras, rocas, y alguna que otra estalactita que relucía en la distancia por la luz del báculo. Podían ver presencias fantasmales moviéndose de lado a lado de forma espeluznante, y sus ojos blancos tétricos, cabezas humanoides deformes que tanteaban a su alrededor. Bechter acabó rodeando el brazo de su hermano, arrimándose a él con miedo, y este, moviendo su mano con la daga cubierta por el cuero en mano, movía las cabezas hacia un lado para apartarlas, estas eran como polillas atraídas hacia la luz, y antes de darse cuenta tenían un rebaño perturbador de cabezas flotantes persiguiéndolo.

- Apaga la luz...- emitió Clay.

Acto seguido, las cabezas se disiparon como si ya no tuvieran nada que ver con ellos. Los dos hermanos suspiraron con alivio y se acercaron al fuego fatuo. Clay acercó su mano, y absorbió el fuego fatuo sin llegar a quemarse, miró a su hermano, este movió de nuevo su báculo para ver algo. Antes de que las cabezas flotantes se acercaran a ellos, siguieron avanzando.

Apagarían la luz cuando se almacenasen demasiado, parecía que eran inofensivas hasta cierto punto, así que no importaría mucho si las iba apartando mientras avanzaban entre los estrechos pasillos y plataformas colgantes de lado a lado, que parecían más pilares que habían caído y que habían atravesado y cristalizado de aquella manera entre las estalactitas, que no realmente unos pasillos naturales.

- Tu turno...- dijo Bechter después de haber recolectado unas diez o doce pequeñas almas o fuegos fatuos.

Estaban avanzando rápido, y se sentía como una cueva sin final, aunque después de atravesar un arco oscuro que fue iluminado por el báculo de Bechter, vieron en la distancia como la sala estaba iluminada por luz blanca y amarillenta, pero no era suficiente, aún necesitaban el báculo. Esta sala no tenía ninguna de aquellas cabezas flotantes. De hecho, estas no los habían seguido.

- Estoy notando algo...- susurró Bechter de repente apagando el báculo.- Hay algo mágico en esta sala...- ahogó su voz.- Por eso las cabezas y los espectros no nos han seguido...- Clay miró a su espalda y observó la sala.

Los techos altos, una cueva muy alta con un olor a estancado profundo. La sala entera tenía arcos cristalizados de lado a lado, cubiertos de estalactitas, que eran como puentes que cruzaban de lado a lado en un laberinto de pasillos a diferentes alturas. Pobremente iluminados por la luz que tenían enfrente, una luz amarillenta que emitía una pureza que les indicaba que eran las puertas de la salida de Zen. El techo de la cueva estaba cubierto de estalactitas... Todo estaba rodeado de estalactitas, era impresionante de ver, Clay entrecerró los ojos al escuchar algo moverse bajo sus pies. Miró por el precipicio, había agua corriendo como un río o un mar subterráneo, el motivo del olor a humedad...

- Estamos en peligro aquí...- murmuró ante el sonido de algo arrastrándose en el agua.

Bechter lo miró con miedo al ser capaz de escuchar, igual que él, el sonido de algo arrastrándose entre el agua, algo nadando y aparentemente rodeándolos...

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Aquí las opiniones ---------------->

Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo

Bye~

By Silvia Line

[1130 Palabras]

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