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La furia se desató.

- ¡VEN A DECIRME ESO A LA CARA, RATA DE CUARTEL!- el eco rebotó en todo el lugar y ante aquel alzamiento de voz, los corsarios enfurecieron.- ¡Eso! ¡Apalicen los tres al mismo tiempo al desarmado atrapado en una celda! ¡Cobardes!

- Sácalo de ahí.- dijo uno de ellos.- Le voy a dejar el culo como un aro.

- ¡Y yo la cara como un puto guante gastado!- gritó el azabache apretando los puños.- ¡Os van a faltar manos para pararme!- gritó rozando la histeria.

Cegados por la ira, el orgullo y su hombría perjudicadas los tres irresponsables carceleros abrieron la celda sin la seguridad adecuada. Uno sacó al azabache de un fuerte tirón del brazo, otro le dio un puñetazo en el costado y el tercero, que debería haber cerrado la celda, se preparó para darle un puñetazo en la nuca. Pero este mismo se acabó tratando el suelo después de que lo tumbaran de un zamarrazo.

Los otros dos corsarios, en el que uno tenía al azabache inmovilizado y el otro le daba de puñetazos, giraron la mirada hacia la celda, viendo cómo todos salían corriendo, menos el último de ellos, que crujía los nudillos, indicando que había sido él quién tumbó al idiota que dejó la celda abierta y que ellos dos eran los siguientes.

Que bajarán la guardia de esa forma provocó que el azabache le diera un cabezazo hacia atrás a uno de ellos y le diera una patada en los morros al otro. Los dos terminaron K.O en el suelo.

- No mentías cuando decías que les iban a faltar manos para pararte...- la mirada sarcástica del azabache se puso sobre la del más alto.

- Gracias...- rodó los ojos.- Pero sigues sin caerme bien.

- No hagas un drama de eso, por favor...- el más alto se giró hacia la salida y sus grandes pasos se dirigieron hacia el exterior después de que el azabache recogiera todas sus cosas.- ¿A dónde te irás ahora?

- Al primer barco que me acepte.

Emir asintió con la cabeza.

- Buena suerte.- le tendió la mano como si fuera un apretón de manos de despedida, o algo por el estilo.- Espero que nos volvamos a ver.

- Espero que no...- rodó los ojos.

- ¿Acabo de salvarte el pellejo y sigues sin fiarte de mí?

- Acabo de decirlo, no me caes bien.

Emir no insistió.

- Nos vemos, princesita rebelde.

- No me hagas darte una paliza.

- ¡Sueñas!- se burló.

Luis quería hacerse el ofendido, pero simplemente no le salía. Se despidió brevemente con la mano y ambos tomaron rutas contrarias. Se fue directo al puerto, buscando cualquier barco ilegal que estuviera a punto de desembarcar en el que pudiera colarse como grumete o poder acceder por medios de contratación un poquito menos ilegales.

El puerto estaba tan lleno de mercenarios, piratas y peligrosos criminales que los corsarios ni las autoridades se atrevían a poner un pie en el muelle.

Luis se aventuró y adentró en el muelle sin miedo a que las miradas recayeran sobre él. No temía que fuesen a acusarle se algo, lo único que temía era que se le identificara públicamente de traidor y no pudiera embarcar en ninguna de las embarcaciones que hubiera por allí. Llegó hasta un punto en el muelle en el que una presencia de considerable menor estatura lo detuvo en seco con una mirada desafiante.

- Considero que alguien tan vulnerable físicamente no debería pasearse por un embarcadero lleno de piratas.

- Sinceramente... no soy tan patético, y si te hace sentir mejor, soy un pirata experimentado y descarado que busca un barco al cual subirse...

-Bueno es saberlo...

El contrario era un hombre de una edad similar a la suya. Rubio apagado, que cubría uno de sus ojos, los cuales eran marrones, de piel pálida, apagada y algo amarillenta. Su traje indicaba su posición alta en la jerarquía del barco, y a juzgar por el sombrero, tal vez incluso fuese el capitán de dicho barco.

- ¿Eso significa algo?

- No tengo interés por tener a alguien de dudosa experiencia en mi barco.

- A juzgar por tu presencia... Eres el capitán, y por tu estética, tú barco es aquel...- señaló uno de los barcos con el pulgar por encima de su hombro.- Tienes una flota de antiguos burgueses y tú amante, por la forma en la que nos está mirando, es un experto en el tiro a distancia con armas de fuego y está calculando en estos momentos el punto débil de mi cuerpo.- se cruzó de brazos sonriendo de lado.

El rubio lo miró fijamente y giró la cabeza hacia su espalda. Un chico de piel clara, cabellos rubios oro cortos y ojos azules brillantes con tonalidades moradas enfundó la pistola rápidamente y desvió la cabeza hacia otro lado.

- ... De acuerdo, eres observador... Pero no voy a confirmarte que sea mi amante.

- Te está mirando el trasero.

Volvió a girar la cabeza aquella vez de forma incriminatoria. El rubio oro había desviado la cabeza con disimulo.

- ¿Vas a seguir insistiendo hasta que te permita estar en mi tripulación?

- Si no me quieres como parte de los trabajos duros, me conformo con ser vigía o fregar.- se encogió de hombros.- Es lo que hacía en el anterior barco.

- ¿Por qué te expulsaron del anterior barco?- Luis supo que ahí estaba el peligro.

- Observaba el cielo o el mar.

El rubio apagado lo miró dudoso.

- ¿En qué sentido?

- Observando las constelaciones...- murmuró, y divisando la fauna.- Son mi mapa personal.

- ¿Sabes leer las estrellas?

- Correcto...- asintió.

Aquello pareció interesarle. Se mantuvo tranquilo para no levantar sospechas.

- ¿De qué tipo de familia vienes?

- Modesta con propiedades reducidas y negocio hereditario.- se encogió de hombros.- Aunque sinceramente paso de todo lo que implique negocios familiares y responsabilidades a largo tiempo.

- ¿Entonces no eres responsable en el barco?

- Puedo llegar a serlo.

Pareció dudar unos segundos, pero después rodó los ojos.

- ¿Serías capaz de matar a alguien?

- A puñetazo limpio, tal vez. Nunca he tenido un arma propia en las manos.

- ¿Serías capaz de darle al rubio?- le tendió un revolver bastante moderno, parecía ser casero, en el sentido de la construcción general, Luis lo tomó en sus manos.

- ¿No te importa perder a tu amante?

- Estoy bastante seguro de que no vas a ser capaz de darle.

- ¿Por qué? No le conozco de nada, no tengo nada que me ate a él.

- Entonces dispara.

Luis vaciló unos segundos pero acto seguido apuntó al rubio oro, quién miró al rubio apagado con sorpresa, pero su expresión se relajó pocos segundos después. Tal vez ambos compartieron alguna clase de mensajes de miradas. Al disparar, no pasó nada.

- No estaba cargada... Lo sospechaba...

- Obviamente no iba a darte una pistola cargada.

- Acabas de aceptar que es tu amante.

- Mejor cierra la boca.

Tomó el revólver y volver a ponerlo en su cinturón de armas, pocos segundos después le tendió la mano para formar un apretón de manos.

- No me decepciones.

- No lo haré.

Después de preguntarle el nombre y responderle con el suyo, lo invitó a acercarse y subir al barco para hacer las presentaciones.

Aceptó.

Subió la tarima del barco detrás del capitán, el rubio estaba serio, y miró de reojo al rubio oro, su amante, su obvio amante, por cierto...

- ¡Señores! Sería un gusto darle la bienvenida a nuestro nuevo integrante. De momento estará en prácticas...- giró la cabeza hacia Luis, después hacia los demás.- Alguno de ustedes ve que suelta la fregona y tiene permiso de tirarlo por la borda.

- ¿Incluidas las noches?

- No, ese es el único momento que la puede soltar, vamos a darle un poco de piedad, es un novato.- Luis tenía los ojos entrecerrados con alguna clase de amenaza silenciosa.- Y más te vale no mirarme así de nuevo.

- ¿Esto es por darme cuenta con un vistazo de tu obvio amante?

Hubo un silencio incómodo. Luis se sintió con una clase de déjà vú igual al de la celda cuando fue encerrado y si terminaba todo de la misma manera, más le valía salir corriendo y colarse de grumete en otro barco.

- Tienes la boca demasiado abierta.- y casi como si hubiera leído aquellos movimientos en alguna clase de libro o los hubiera visto venir, fue capaz de esquivar el sable que iba directo a su cuello.- Y demasiado buenos reflejos...- susurró con asombro, frunció el ceño de inmediato.- No te atrevas a volver a desafiarme de esa forma, no tendrás tanta suerte la próxima vez.

Luis apretó los labios y tragó saliva con cierto nerviosismo, asintió con la cabeza. No sabía si empezar a tener miedo porque obviamente el capitán parecía tenerle cierta y obvia manía por desvelar un posible secreto íntimo con simplemente observar meticulosamente.

Los primeros días en el barco de Silver Line Cenife no fueron fáciles por el trato tan poco favorable, y no es que le molestase, tampoco era muy diferente al trato que tenía en el anterior barco, simplemente se dejaba llevar por lo que sucedía a su alrededor, y no soltaba la fregona en ningún momento. Cuando anochecía las estrellas en alta mar lo acompañaban para observarlas y estudiarlas, admirarlas y quedarse maravillado por ellas, por la belleza que estas tenían al unirlas, al seguir los puntos, al observar las constelaciones... Era hermoso... Se apoyaba en el borde del barco, con los codos relajados y miraba hacia el cielo, el vaivén de alta mar era relajante.

- Te dijeron que no soltaras la fregona.

- De noche sí...- respondió con desinterés sin bajar la vista del cielo, estaba apoyado en la borda del barco.- Además, este espectáculo es demasiado hermoso como para perdérmelo.

Bajó los ojos para mirar al contrario con sarcasmo, también de mala manera, queriendo que apagase la antorcha o el candil que tenía en su mano y que era contaminación lumínica que destrozaba las estrellas.

Sus ojos gris impactaron contra los ojos canela del contrario, y por un momento no hubo más que sarcasmo, pero después rodó los ojos y estiró el brazo para recoger la fregona y apoyarse en ella con los brazos cruzados.

- ¿Contento?- entrecerró los ojos.

- No sé qué le ves...- el azabache sopló el candil, sorprendiendo al más alto al quedarse en una súbita oscuridad.

Cuando los ojos de ambos volvieron a quedarse a oscuras y se acostumbraron poco a poco... Las estrellas parecían brillar por luz propia y al no haber luna, las estrellas tenían todavía más luz.

- El cielo es hermoso... Pero nadie parece querer darse cuenta...- volvió a perder la vista hacia el cielo, seguía apoyado en la fregona, ligeramente inclinado hacia delante.- ¿Y bien?- preguntó ladeando la cabeza con una sonrisa ladeada.

- Sigo sin ver la gracia, son solo puntos blancos en el cielo.

- Eres un aburrido.- susurró apartándose y dejando la fregona en el cubo y se dirigió hacia los camarotes.

- Eres un novato, no deberías centrarte en esas cosas.

- No puedo dormir de todas maneras...- se encogió de hombros como si no tuviera importancia.- Aprovecho mi tiempo como quiero y haciendo algo que me gusta.- recorrió el camarote hasta la hamaca libre del fondo.

- ¿Tienes problemas para conciliar el sueño?

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Luis se despide de Emir, pero tranquilos, este personaje no se despide de la obra, volverá, todavía no ha molestado suficiente a Luis, además, entre estos dos se volverá recurrente el tema de ir a pelearse, pero nunca hacerlo realmente...

En este segundo capítulo Luis llega a su nuevo barco e interactúa por primera vez con uno de sus compañeros. Mañana conoceremos su nombre.

El tema de las estrellas y del cielo será algo importante. Luis adora observar el cielo, y recurrentemente se menciona, hasta que llegue un determinado momento... Y no es un error de narración, ha sido hecho a propósito.

Aquí las opiniones ------------->

Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo

Bye~

By Silvia Line

[1980 Palabras]

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