XXXV
Hola amores :3 Cómo prometí aquí os traigo el especial ¡Bien!
E increíblemente llega a tiempo JAJAJAJAJA
Quería agradeceros de nuevo el apoyo y el amor que le dais a 60, es increíble la forma en la que hacéis que crezca como la espuma y es que ¡Ya somos más de 60k! Y creo que ha ocurrido en el mejor momento para subir esta maratón, ya sabéis sesenta mil leídos y la historia que se llama 60 veces por minuto, ¡Es el destino!
Lean, voten y sobretodo comenten que siempre quiero saber que os parece y amo contestar.
Dejo de entreteneros con mis tonterías que seguro que tenéis ganitas de leerlo, así que aquí lo tenéis.
Recuerden, ¡Ya no queda nada para el final!
Primera parte del especial:
-----------------------------
— ¿Hola? —repetí de nuevo al no obtener respuesta.
—Hola Abril —tras una pequeña pero incómoda pausa, me devolvió el saludo Ethan.
Entonces el silencio se hizo dueño de la situación. Había tantas cosas que decirse pero no existían palabras correctas para expresarlas, al menos en mi caso y por ello opté por la salida fácil.
— ¿Qué tal estás? —pregunté tratando de rellenar aquel silencio que se había instaurado entre nosotros.
—Bien ¿y tú? —me contestó pero no pude distinguir su usual tono de seguridad. Eso me hacía dudar al respecto de su respuesta pero honestamente ¿Quién estaría bien después del momento que vivimos?
—Estoy bien —respondí volviendo de mis pensamientos —Me alegra saber que estás bien —finalicé.
—Odio esta sensación de frialdad e incomodidad entre nosotros, se siente como si hubiera mundos de distancia entre los dos cuando realmente deseo todo lo contrario.
—Yo también lo odio —declaré con total sinceridad estando de acuerdo con cada una de sus palabras.
—Se siente horrible estar así contigo, como si fuéramos dos desconocidos a los que no les importa el otro. Solucionemos esto por favor.
—No podría estar más de acuerdo contigo cielo, ¿Que podemos hacer?
— ¿Has leído mis mensajes?
—Claro —contesté aprovechando aquel instante para recostarme en mi cama.
— ¿Y qué opinas al respecto? —parecía que sus preguntas iban subiendo el nivel de dificultad de mis respuestas. Asumí en aquel momento que llegaría la pregunta del millón, aquella a la que no contesté en la noche del concierto de Aiden D'Angelo.
—Pienso que si necesitas un momento tienes que tomarlo. Que si estás saturado y agobiado la mejor solución es distanciarse de aquello que te agobia y soy consciente de que el factor más influyente en tu decisión soy yo. Siento si te he hecho llegar al límite —mis palabras habían cobrado vida propia, incentivadas por mis sentimientos, los cuales llevaba y llevo reprimiendo hasta el día de hoy. Decirle aquellas palabras me ayudaban a liberar mi alma de las cadenas que yo misma les había puesto.
Un suspiro se oyó al otro lado del teléfono y al no entender su significado seguí esperando a que hablase.
—Tú me haces llegar a límites que desconocía si, pero en el buen aspecto. Me había preguntado de pequeño que sienten los pájaros al volar por primera vez y contigo, Abril lo he descubierto. Y si te soy sincero no estoy agobiado por ti o por lo que tenemos, sino por los sentimientos que despiertas en mí. No tengo ni idea de cómo gestionar el remolino de emociones que creas en mi corazón —pude oír como tomaba aire e incluso juraría que pude visualizar como pasaba la mano por su pelo despeinándolo, un hábito que tiene cada vez que está nervioso.
—No sé qué decir a eso Ethan...—mis palabras sonaban ahogadas cuando mis sentimientos querían que gritase a los cuatro vientos que estaban ahí, que no era una piedra andante y que muy pero que muy en el fondo entendía todo lo que estaba sintiendo. Todo aquello que no debía sentir por nadie pues yo realmente no podía amar nunca a nadie.
De pronto la voz de mi padre resonó una y otra vez en mi cabeza.
« ¡Soy todo lo que te queda!, ¡Sin mi estás sola y lo estarás siempre! »
El muy maldito estaba metido en mi cabeza y si soy sincera conmigo misma él nunca había salido de ella por más que intentase sacarlo a golpes. Estaba tan centrada en avanzar, seguir adelante con mi vida que no me había puesto a pensar en que aunque sus palabras fueran ciertas, yo podía cambiar mi futuro. Era dueña de mi propio destino, era yo quien creaba mi camino y lo que dijera mi padre o mejor dicho el jodido asesino de mi madre no podía hacer nada para cambiar eso.
Después de tanto tiempo, era la primera vez que lo reconocía en mi cabeza como lo que era, un maldito asesino.
Una fuerte punzada en el estómago fue lo que necesité para volver a la llamada telefónica. Y aunque aún estuviera rondándome la cabeza aquel ser despreciable al cual durante mucho tiempo llamé padre, debía concentrarme en mi conversación con Ethan y arreglar el desastre que había creado.
—Sólo respóndeme a una cosa; si el concierto no nos hubiera interrumpido ¿Que me habrías contestado? —Y esta era la pregunta del millón.
Desde aquella noche había evitado pensar en ello, me propuse dejarlo atrás de alguna manera haciendo como si jamás hubiera ocurrido.
Error.
Claro que había ocurrido y no afrontarlo en su momento me había hecho más daño que haber sido adulta y actuar como tal plantando cara al problema.
—Si te soy completamente sincera no lo sé. Pero lo que sí sé y siempre he sabido es que puede ser que yo sea lo que quieres en este momento pero no soy ni nunca seré lo que necesitas.
— ¿Qué quieres decir con eso? —la impaciencia de su voz y de sus palabras me mostraron lo interesado que estaba en conocer una respuesta que no yo misma tenía.
—Creo que deberíamos hablarlo en persona Ethan. Deberíamos vernos cuando vuelvas y retomar esta conversación porque puede que entonces sea cuando tenga una respuesta para ti.
—No quiero que te asustes por esto Abril, pero voy a hacerte una promesa que pienso cumplir aunque me cueste la vida; voy a lograr que te enamores de mi cariño y entonces, quizás sólo entonces puedas contarme aquello que te aterra tanto y que no te permite sentir que alguien puede quererte y cuidarte como yo lo haría —contrariamente a sonreír cual idiota como haría cualquier persona en mi lugar, su juramento me aterró por completo.
¿Qué haría yo si cumple su promesa?, ¿Y si realmente logra que me enamore de él? Esas eran algunas preguntas que asaltaron mi mente en cuanto pude escuchar la seguridad y confianza en su voz.
Y entonces me di cuenta de que si tanto me horrorizaba la idea de que lo lograse, era porque en el fondo de mi corazón sabía que podía lograrlo.
De pronto otra frase vino a mi mente, pero esta vez no eran las del maldito bastardo sino las de su víctima, mi madre.
«Puedes pasarte la vida levantando muros para separar a la gente de ti o puedes vivir arriesgándote a derrumbarlos. Hay algunos muros que son peligrosos y que derrumbarlos te cueste algo que realmente amas, pero si finalmente te arriesgas a derribarlos las vistas al otro lado son maravillosas».
Como extrañaba sus metáforas y sus increíblemente inspiradoras palabras. Incluso las cosas más simples como el sonido de su voz, su manera de reír, su forma de abrazarme.
Odiaba recordar las pequeñas cosas porque cuando lo hacía sentía mi corazón volvía a romperse al igual que el día que la encontré en la cocina, apuñalada y un inmenso charco de sangre bajo su cuerpo inerte. Pero rememorarla hacía que siguiera conmigo, que la sintiera como si estuviera a mi lado, cuidando y protegiéndome desde que había nacido.
Su muerte pesaba sobre mis hombros, yo era la total y única culpable aunque fuera Javier quien la hubiera apuñalado. Todo fue por mi culpa y a pesar de los años, de tratar de no pensar en ello la presión de mi pecho y la sensación de ahogo sigue ahí como el día que la arrebataron de mis brazos. ¿Cómo se puede olvidar algo como eso?
No hay respuesta que me haga sentirme mínimamente mejor.
Y una pregunta aún más complicada ¿Cómo se vive sabiendo que tu propio padre mató a tu amada madre por un enfermizo amor que sentía por mí?
No le cabía en la cabeza que mi madre pasara tiempo conmigo, no podía concebir la idea de compartirme con alguien ni siquiera con ella, por eso acabó con su vida para tenerme sólo para él.
Y hasta el día de hoy lo había logrado.
— ¿Estás ahí, Abril? —Preguntó Ethan sonando algo agitado —Vamos, contéstame —prosiguió logrando captar mi atención. Pensar en mi pasado hacía que todo lo demás se esfumase, me absorbía tanto que poco a poco se estaba llevando todo lo bueno que podía quedar de mí.
—Si —respondí en cuando logré encontrar algo de fuerzas para hacerlo.
—Te decía que vamos a dejar esta conversación pendiente, y a actuar como si nada hubiera pasado hasta el momento de que podamos retomarla. Hasta entonces podemos seguir como antes, disfrutándonos hasta gastarnos.
— ¿Tú no te estabas tomando un tiempo fuera de la ciudad para aclarar tus sentimientos? —su comentario había logrado atraer mi atención y que desconectara de mi enrevesada mente. Supuse que fue por saber que no habría presión por su parte por obtener una respuesta y por volver a mi zona de confort que era disfrutar sin mezclar los sentimientos en la ecuación.
—Que esté fuera no significa que no podamos divertirnos. Siempre me ha parecido muy interesante el sexo telefónico —su tono de voz sonaba de lo más seductor y juguetón.
— ¡Que pervertido eres! —le acusé mientras de manera inconsciente se dibujaba una pequeña sonrisa en mis labios. Este hombre podía hacerme sonreír incluso aunque me estuviera torturando.
—Tú no eres precisamente un monja —contestó tratando de defenderse con una risilla ente dientes —Pero desgraciadamente tendrás que ser paciente, estoy comiendo con mi madre y no podré hacerte disfrutar como necesitas hasta...—alargó las palabras mientras que pensaba en sus próximas palabras —las cinco de la tarde. Siempre has necesitado toda mi atención para poder disfrutar como te mereces.
— ¡No me puedo creer que estés hablando de tener sexo telefónico conmigo mientras comes con tu madre! —exclamé incrédula porque fuera tan sin vergüenza. Automáticamente mis mejillas se pusieron rojas al imaginarme la imagen que se habría creado su madre de mí. Pero ¿Que me importaba lo que pensase de mí una mujer que no conocía? Ni idea, pero me importaba y bastante.
— Tú has supuesto que mi madre está delante, yo no he dicho nada de eso. Bueno, Abril tengo que colgarte que he quedado con una chica insaciable a las cinco y si no acabo pronto no podré dedicarle toda la atención que necesita. Te quiero. —y tras decirme aquello colgó quedándose tan a gusto. El muy maldito estaba jugando conmigo y he de reconocer que se le daba bien. Lo que no sabía es que yo también sé jugar y sobretodo adoro ganar.
Y también me di cuenta de que es la segunda vez que me dice que me quiere en menos de una semana. Se lo estaba tomando como una costumbre, una que desestabilizaba todo mi sistema.
Había pasado la noche en el piso de Alex ¿Que como había pasado? Digamos que necesitaba cerciorarme de que no había ni gota de alcohol en su piso y también asegurarme de que estaba lo suficientemente bien como para no salir a comprar cualquier botella de veneno que llevaba metiéndose desde hace meses.
— ¿Estás bien? —le pregunté mientras que me ponía el delantal dispuesta a hacer algo de comida, ya que después de haber mirado en su nevera tan sólo me encontré un par de cervezas y una sopa. Pero no era un caldo cualquiera no, había dejado de ser una sopa y se había convertido en una asquerosa crema con grumos.
Al no obtener respuesta de su parte decidí insistir pero utilizando otra táctica.
—Alex, necesito ayuda con esto, ¿Puedes venir?
No hizo falta más para que el castaño, unos segundos después, apareciera por la puerta de su cocina.
—Alcánzame la pasta de aquel armario que no llegó —le pedí y tras ver algo de incredibilidad en su rostro, sin el mínimo esfuerzo logró coger lo que le había pedido. Obviamente de dio cuenta de que era una excusa para que viniera puesto que yo llevaba a coger aquel paquete relleno de macarrones.
— ¿Necesitas algo más? —Preguntó — ¿Quizás que encienda el fuego? O puedo ayudarte quedándome a la vista para que no te preocupes por que huya a tomar un trago —el tono sarcástico y algo ofendido de Alejandro hizo que una pequeña sonrisa asomase por la comisura de mis labios. Este era el Alex que quería y no al deprimido borracho con el que me encontraba casi todos los días.
—Creo que sabré encender el fuego sola pero si quieres ayudar puedes poner la mesa.
Un gruñido de desaprobación provino de su parte pero inmediatamente después de dispuso a poner la mesa.
Bien, estaba logrando que volviera mi hermano.
(...)
—Camila, no es necesario que te quedes voy a estar bien.
—Quiero quedarme —contesté con sinceridad mientras que nos disponíamos a recoger entre los dos los platos tras haber comido.
—Voy a replantear la frase; es mejor que te vayas — su voz de había vuelto dura y fría, no tenía ni idea de porque había cambiado a pesar de haber estado hablando de tonterías durante la cena.
— ¿Entonces quién te cuidaría? —pregunté tratando que se diera cuenta de que no pensaba irme aunque me echara a gritos de ahí.
—No quiero que me cuiden, solo quiero un maldito trago —por fuerte que suene su confesión fue tan sumamente triste que no pude evitar que me afectase. Pero para mí eso no era una razón válida, no cuando me había propuesto estar ahí para él en su recuperación no en su recaída a las pocas horas.
—Me importa un bledo lo que quieras Alex, recuerda lo que hablamos hoy. No pienso dejarte en ningún momento hasta que vea que estas bien. Y siento decirte hermano que estas muy lejos de ese objetivo.
—Eres un grano en el culo, Camila. Y aunque ahora mismo no sea muy consciente del bien que me estás haciendo, gracias por no dejarme sólo.
—Siempre.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro