XXXIV
Despertarse —una acción tan sencilla y rutinaria— nunca en mi vida me había costado tanto. Puede que fuera porque no logré pegar ojo en toda la noche, puede que fuera por mi mente que no lograba procesar toda la información, pero apostaría que fue por mi corazón hecho añicos.
En toda mi vida me había sentido tan quebrada, ni siquiera cuando mi madre dejó a mi padre para casarse con un hombre por dinero, algo que consideraba el peor momento de mi vida.
Me sentía humillada, utilizada y sobretodo decepcionada por una persona de la que jamás me lo hubiese esperado. Y eso me escocía aún más.
Pero a pesar de ello ¿Qué podía esperar después de haberle engañado?
Por asombroso que fuera, realmente tenía la esperanza de recuperarlo, de que lo nuestro tuviera solución y me llevé un enorme golpe al darme cuenta de que mi ilusión jamás se cumpliría.
Y aunque ahora duela como el mismísimo infierno, necesitaba este momento para darme cuenta de que las cosas no iban bien, sobretodo conmigo misma.
Gracias a la noche anterior, había sacado en claro que debía cambiar, aprender y sobretodo madurar tanto mental como socialmente.
Por ello me propuse detenerme en mi intento de recuperar a Ethan, parar de controlar todo y comenzar a disfrutar más de la vida.
Me propuse ser mejor para mí misma y cuando estuviera preparada, ser mejor para los demás. Algo que, por un momento me hizo recordar a Alejandro y darme cuenta de lo equivocada que estaba respecto a todo lo relacionado con su persona.
Pensaba que compartíamos una ruptura en común, algo que era cierto, pero había un abismo de diferencia entre las historias de los dos; la esperanza. Yo había conservado hasta ayer la ilusión de que en algún momento Ethan y yo volveríamos, que todo se arreglaría y que todo esto sería un pequeño bache en nuestra vida juntos. Pero Alejandro había perdido esa esperanza, él ya se había dado por vencido en su relación con Abril y eso dolía mucho más. Ahora lo estaba comprobando en mis propias carnes.
Recuerdo mis planes locos y estúpidos para volver con Ethan y como Alejandro, a pesar de estar hundido me apoyaba sin pensárselo dos veces. Que estúpida había sido y que desagradecida.
Eso iba a cambiar desde este momento.
El momento en el que me levanto de la cama y comienzo a caminar con una actitud diferente, una que a partir de ahora me convertirá en una Camila mejor. Y lo siento, de verdad que siento que esta vez puede ser posible.
Así que llamo a Alejandro, porque después de tanto tiempo salvándome de mi misma, es hora de que sea yo quién lo rescate de su infierno.
De ahora en adelante seré yo su salvavidas.
Al fin y al cabo, él es mi hermano.
¿Quién iba a imaginarlo?
Camila estaba entrando en mi cafetería sin poner su habitual cara de asco y lo más increíble de todo es que parecía incluso relajada cuando me vio. No sé si relajada es la palabra correcta, pero por su forma de andar y actuar, parecía que algo en ella había cambiado al igual que nuestra relación. Si alguien me lo hubiera dicho unos meses atrás, me hubiese reído en su cara.
—Hola hermano —me saludó con una pequeña sonrisa. A pesar de ese gesto su rostro mostraba de todo menos alegría. Estaba algo pálida, con ojeras bajo sus ojos e incluso su pelo parecía haberse rebelado.
—Hola Camila ¿Estás bien? —no dudé en preguntarle puesto que realmente me preocupaba por su bienestar.
—Si, a partir de ahora todo estará bien —respondió con una seguridad que me sorprendió pero decidí no satisfacer mi curiosidad ya que me lo contaría cuando estuviera preparada.
— ¿Y eso que estás por aquí? —cambié de tema tratando de hacerla sentir más cómoda.
—Venía a almorzar. Contigo obviamente. Me gustaría que hablásemos un poco y que me cuentes como estás. Hace unos días que no sé nada de ti y me tenías preocupada.
— ¿Te apetece que comamos en mi despacho? Así podremos hablar con más privacidad —ofrecí para que se sintiera más cómoda y sobretodo porque había una botella de Ron que llevaba puesto mi nombre. Me había propuesto no beber esta mañana, mantenerme sobrio y hacerme cargo de mi negocio pero sabía que no era capaz.
—Claro.
Entonces echamos a caminar en dirección a mi despacho, en silencio puesto que en ese momento ninguno tuvo la necesidad de hablar.
Ahí me di cuenta de que, después de mucho tiempo, había encontrado una persona con la que no me resultaba incómodo el silencio y esa persona era Camila.
En cuanto llegamos a nuestro destino y abrí la puerta, sentí el cuerpo de mi hermanastra tensarse de pronto y sabía muy bien cuál había sido el motivo.
— ¿Has bebido?— preguntó con preocupación y algo de decepción tiñendo su voz.
—No.
—Alex...—comenzó de nuevo pero la corté en cuanto pronunció mi nombre.
—No he bebido hoy Camila, te lo prometo. La botella está cerrada. —Cogí el ron y le mostré el precinto logrando que parte de la tensión se esfumase en ese instante.
—Odio que bebas y odio la persona en la que te conviertes con el alcohol.
De nuevo el silencio se instauró entre nosotros y lo único que nos conectaba eran nuestros ojos.
— ¿No vas a decir nada? —insistió la rubia tratando de arrancarme las palabras que se habían quedado atascadas en mi garganta. ¿Qué podía decirle? Mentir no era lo mío pero decirle que necesitaba el alcohol para olvidar no iba a tranquilizarle tampoco.
— Tienes que dejarlo porque si no lo haces llegará un momento en el que te consumirá por completo. Y no puedo permitirlo porque eres lo único que tengo. Y si eso pasa alguna vez, no sería capaz de mirar hacia delante —sonaba tan sincera que sus palabras me tocaron lo que me quedaba de corazón. Puede que me hiciera falta que alguien dependiera de mi para salir del hoyo en el que me había metido o puede que simplemente necesitase que alguien me dijera que le importaba.
—Lo sé tienes toda la razón del mundo, pero te necesito para poder dejarlo —le confesé totalmente sincero confiando en que no me dejase tirado como una colilla.
—Entonces cuenta conmigo estaré ahí en cada paso que des, empezando por tirar esa botella.
Tenía toda la razón, por lo que llenando completamente mis pulmones de aire y armándome de valor tiré la botella de ron —la cual había sido mi cura durante un largo tiempo— a la basura.
Ahora tenía alguien quién me apoyase en la recuperación, o eso decía. Pero lo mínimo que puedo hacer por Camila es ofrecerle el beneficio de la duda.
Y si después de todo me falla, será porque lo elegí y no porque el alcohol dominase mi sistema en ese momento.
— ¿Nadie va a abrirme? —grité desde la entrada de la casa. Llevaba un buen rato timbrando pero no sabía si es que no había nadie o si me estaban ignorando.
— ¿Ethan? — oí al otro lado de la puerta. Aquella voz no había manera de olvidarla ¿Cómo hacerlo cuando se trataba de tu propia madre?
—Hola mamá —la saludé esbozando una enorme sonrisa mientras que ella me habría la puerta aun incrédula porque fuera yo.
— ¡No puedo creerlo! —gritó mientras que se lanzaba a mis brazos sin importarle lo más mínimo que mi maleta estuviera de por medio — ¡Mi hijo ha vuelto! —volvió a gritar con alegría y mi sonrisa creció aún más.
— No sabes lo que te extrañaba ma'.
— Créeme cielo que no es la mitad de lo que te he echado de menos yo.
Por unos breves minutos, entre los brazos de mi madre, sentí que estaba en el lugar adecuado. Esto era lo que necesitaba para volver a ser yo mismo.
— ¿Y a qué se debe tu visita?, ¿Está todo bien? No me malinterpretes, sabes lo feliz que me hace que estés aquí pero si algo va mal tienes que contármelo. Soy tu confidente ¿Recuerdas? Desde pequeño me contabas todo y espero que porque hayas crecido eso no cambie...
—Mama para, está todo bien, sólo quería tomarme unos días y venir a verte —tuve que cortar sus desvaríos antes de que llegase a los momentos vergonzosos de mi infancia.
— ¿Seguro?
—Te lo prometo —le aseguré y entonces una gran sonrisa se dibujó en sus labios.
(...)
—Entonces ¿Cuándo vas a contármelo? —preguntó mi madre de pronto y sin venir a cuento dándole un pequeño sorbo a su vino. Habíamos pasado la mañana juntos, la acompañé a hacer algunos recados y la invité a tomar una copa de vino en el bar que nos encontrábamos en este momento.
— ¿Contarte qué? —respondí con una pregunta tratando de hacerme lo que viene siendo el loco.
— ¿De verdad vas a hacer que te lo sonsaque? —insistió. Entonces recordé de donde saqué mi terquedad.
—Es complicado.
—Si no lo fuera no estarías necesitando el consejo de una anciana.
—Venga ya, ¿Anciana tú? Si podrías pasar por mí hermana —le guiñé un ojo tratando de evitar el tema. Se me olvidaba con quién estaba tratando, era la mujer que se sabía todos mis trucos.
—Lo sé, pero no trates de escaquearte del tema. ¿Qué ronda por esa cabecita tuya?
—Quién es la pregunta correcta —la corregí acabando por suspirar. Este era el momento que tanto necesitaba y venía buscando desde la otra punta del país.
—Te escucho.
— ¿Recuerdas a Camila? —Pregunté obteniendo un asentimiento por su parte —Pues me engañó. Después de tanto tiempo, tantos altibajos, tanto luchar ella simplemente lo tiró todo por la borda.
— ¡Oh Dios mío! —exclamó. —No sabes cuánto lo siento— prosiguió mientras que posaba su mano sobre la mía tratando de mostrarme su apoyo.
—No te preocupes, eso ya no importa porque estoy seguro de que la olvidé. Pero ahora me metí en otro lio, uno mucho más grande de lo que me podía haber imaginado.
— ¿Cómo así? —me miró sorprendida esperando que continuara contándole mi poco explícito resumen.
—Me he enamorado de una persona que desde un principio me dijo que no lo hiciera y además de eso creo que lo he estropeado todo confesándole lo que siento ¿Se puede ser más imbécil?
—No te castigues de esa manera cariño, seguro que todo tiene una solución —trató de animarme mientras que nuestros ojos seguían puestos en el otro. Sabía que lo intentaría sin importar lo que hiciera, al fin y al cabo era mi madre y siempre estaría ahí para apoyarme.
—No lo creo, desde que se lo dije ni siquiera me contesta a los mensajes.
—Quizás necesite reflexionar sobre ello. Puede que ella aun sepa lo que siente por ti, puede que simplemente se haya asustado y no haya sabido reaccionar. Hay tantas posibilidades como personas en el mundo pero no por eso tienes que darte por vencido.
— ¿Sabes que creo mama? Pienso que le han hecho tanto daño en algún momento de su vida que no es capaz de creer que yo no se lo haré. Te juro mama que yo nunca le haría daño.
—Lo sé, te he criado. Sé que nunca le harías daño a nadie a propósito —de verdad que creí que tenía razón hasta que recordé lo que le hice a Camila y una punzada de dolor se instauró en mi pecho.
—Podría hacerla muy feliz si me deja —le aseguré logrando que asintiera con la cabeza —Quizás no pueda colmarle de joyas o llevarla a sitios lujosos, pero podría hacerla inmensamente feliz si ella quiere.
—Entonces inténtalo ¿Qué te lo impide?
— ¿Sinceramente? Tengo miedo de darlo todo y que me vuelvan a hacer daño.
—La cuestión no es que no duela sino que sea lo suficientemente bueno para olvidar el dolor. Y por lo que me cuentas, estoy segura de que es más que bueno.
— ¿Cómo sabré si lo es? —pregunté escuchando con atención cada palabra.
— ¿Cómo sabes que estás enamorado? —me devolvió la pregunta y no tuve que pensarlo más de medio segundo.
—Porque entre los gritos del mundo tan sólo escucho su voz.
—Eso Ethan, es lo más hermoso que he oído en mucho tiempo y si no levantas el culo y vas a llamarla en este momento, tu y yo tendremos problemas —amenazó mi madre esbozando una pequeña sonrisa. Sabía que a pesar de su aparente calma, cumpliría sus palabras.
Y aunque la advertencia de mi madre no me intimidase lo más mínimo, decidí hacerle caso. Saqué mi móvil, marqué su teléfono y tras tragar duro le di a la tecla de llamar. Los tonos comenzaron a sonar y cuando estuve a punto de rendirme y colgar, sonó aquella voz que para mí destacaba entre la multitud.
—Hola Ethan —me saludó Abril logrando dejarme sin habla.
La había llamado, me había contestado pero ¿Y ahora que debía hacer?
No había pensado un plan más allá de la llamada más que nada porque daba por supuesto que no me contestaría.
Pero ahora que la tengo al teléfono me he quedado sin palabras como un idiota.
Mierda.
---------------Zona del comunicado-----------------
Holi ¿Cómo están? Sé que el capítulo llega un día más tarde de lo prometido y lo siento, pero aquí lo tenéis. Espero que lo hayáis disfrutado.
Quería hacer este comunicado para un par de cosas sólo, nada de enrollarme como siempre xdd
La primera y más importante es deciros que ¡Hemos llegado a 50k leídos! ¿No es increíble? Realmente aún estoy alucinando y por ello quería daros las gracias. Sin vosotros este sueño mío se hubiese quedado en eso, en un sueño. Así que gracias por apoyarme, por leerme y por cuidarme como lo hacéis. Ya sois parte de mi familia.
Y con el motivo de los 50k voy a hacer una maratón de capítulos. Sí, cómo lo habéis leído. Y con los pocos que quedan, la maratón será de los capítulos finales, incluyendo el de la muerte de uno de los personajes ¡Que impaciente estoy! Eso sí, aun no puedo confirmarlo al cien por cien por unos problemas personales así que en cuanto lo sepa, os lo avisaré por Instagram (MariaRihers) así que seguidme malditos bribones xdd
¡Dios ya llega el final!
De nuevo gracias y pronto nos leemos beibish.
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