XXVI
Es increíble lo fácil que es desconectar de todo con el sexo. Todo pasa a un segundo plano, la cabeza deja de explotarte y sobretodo disfrutas sin preocupaciones ¿Por qué no lo había descubierto antes? Oh sí, siempre fui un chico de pareja estable, nunca me llamaron la atención los rollos de una noche pero me da que eso va a cambiar.
Descubrir esta faceta tan sencilla y sin complicaciones de la vida, me quitaba un peso sobre los hombros que ni siquiera creía llevar, y todo esto gracias a Abril. Siendo sinceros más bien a los dos.
Y hablando de la reina de Roma, ella estaba tumbada en la cama, durmiendo agotada de la gran cantidad de ejercicio que habíamos hecho, no la culpo, yo apenas puedo moverme.
Me gustaba verla descansar, no por nada romántico no cursi, sino por lo relajada que parecía, casi sin preocupaciones al contrario que cuando estaba despierta. Me transmitía calma, serenidad y hablando honestamente, cierta ternura al verla dormir.
Por más que mi cuerpo era incapaz de concebir la idea de mover un músculo, el mismo reaccionaba al tenerla cerca, quería besar cada centímetro de su piel, sentirla de nuevo y sobretodo oír como disfrutaba de mi egoísmo al cual no pensaba poner límites.
Así que casi como si mi cuerpo reaccionase a mis palabras comencé a pasar las yemas de mis dedos por su espalda, más concretamente por su columna vertebral, sintiendo como se eriza su piel con mi contacto.
Balbuceó algo que fui incapaz de entender, pero eso no me impidió descender mi mano con lentitud hasta su trasero para acabar dándole un azote. Sus ojos se abrieron de golpe y antes de que pudiera decir algo, selle nuestros labios, deseando sentir que ella también tenía ganas de mí. Nuestros labios se sincronizaron casi al instante, hubo chispas entre nosotros, lo que me alentó para darle la vuelta sobre sí misma y colarse con agilidad entre sus piernas. Por un instante me permití abrir los ojos y admirarla, sin cortarme un pelo, sonreí en sus labios justo antes de terminar nuestro beso.
—Tengo una infinita hambre de ti, Abril —pronuncié asombrándome con mis propias palabras. Claro que era lo que quería decir, pero quizás no era ni el momento ni el lugar correcto para hacerlo.
Sus ojos se centraron en los míos sin pronunciar nada al respecto, haciendo que me asustase por un momento al pensar que la había cagado, pero una coqueta sonrisa se esparció por sus labios, y eso fue todo lo que necesité saber.
Pero entonces el maldito teléfono de Abril sonó, logrando que este momento se rompiera en un millón de pedazos y que de alguna manera sus ojos no reflejasen calma ni pasión, sino un miedo que nunca antes había visto.
- Vamos, contesta - dije en voz alta mientras oía los tonos de conexión de la llamada. Estaba nervioso, realmente nervioso por hablar con ella, no sabía cómo empezar la conversación y mucho menos en cómo podía acabar.
Me había propuesto aguantar un par de días sin darle mi respuesta, pero finalmente decidí llamarla para decirle que aceptaba, ya que no quería perder más tiempo sin estar a su lado.
De una manera algo extraña y enfermiza ella me completaba, me equilibraba cuando me descarrilaba, pero sin Abril a mi lado, yo era un tren a toda velocidad que va a chocar de frente con otro, así que aquí estaba, llamándola para aceptar todo lo que me pida.
- ¿Si? - su voz sonó algo ronca y acelerada, supongo que habrá tenido que ir corriendo a coger el teléfono.
- Hola, preciosa - la saludé tratando de ser amable.
- Hola, Alex - me contestó, pero no había amabilidad por ningún lado, casi pude sentir como se aceleraba su respiración - ¿Has tomado una decisión? - directa al grano, tal y con me gustaba.
- Si, pero antes quiero decirte algo. No me interrumpas por favor - le pedí mientras que me terminaba de preparar mentalmente para el discurso - Te quiero. Con todas sus letras y con todo lo que eso conlleva. Te quiero cuando me gritas, cuando te enfadas, cuando eres dulce y cuando sonríes, ¡Amo cuando sonríes! Y aunque me haya comportado como un imbécil posesivo, controlador, maniático y un completo idiota, no puedo dejar de quererte porque eres mi otra mitad, la persona con la que quiero pasar el resto de mis días. Quiero que vuelvas conmigo, demostrarte que puedo hacerte feliz, quiero enseñarte que puedo cambiar y adaptarme a ser lo que necesitas que sea - tuve que detenerme a tomar aire porque sentía que no me estaba explicando para nada bien - He sido un mal novio, un mal amigo y sobretodo una mala persona al amenazarte con desvelar tu pasado, pero quiero que sepas que no debes avergonzarte de él, tú no tienes la culpa de nada, tú eres un ángel que necesito en mi vida. Abril, mi amor, vuelve conmigo y déjame enmendar mis errores - finalice sintiendo como mi voz se iba haciendo cada vez más pequeña al exponerme de esta manera. Esperé un par de segundos dejando que procesase toda la información hasta que oí su boca abrirse, y cerré mis ojos dejando que sus palabras llegasen directamente al corazón.
- No, Alex, lo siento, pero no. Es imposible que tú y yo tengamos nada, somos más distintos que el día y la noche y jamás funcionaría. Y a pesar de todo lo de estos últimos días creo que no eres una mala persona, y que encontrarás a alguien que de verdad pueda corresponderte y esa no soy yo. Tú eres tu propio limite Alejandro y cuando entiendas eso, podrás avanzar y dejar atrás todo aquello que te aferra a quien no quieres ser. Lo siento - sus palabras fueron duras, más que un jarro de agua fría en el polo norte a menos cuarenta grados, pero no podía culparla.
Quizás tenía razón, pero no iba a dejarlo estar, pienso hacer lo imposible para que vuelva a mi lado y cuando me propongo solo es cuestión de tiempo que lo consiga.
- Mañana a las tres empieza tu turno, no llegues tarde -dije cortante tratando de no mostrar lo que me habían afectado sus crudas palabras y colgué sin pensármelo, dejándola a la mitad de una palabra ya que no quería escuchar más. Ni siquiera quería escucharme a mí mismo.
Dejé mi teléfono sobre la mesa mientras que soltaba un largo suspiro por el caos de estos últimos dos minutos. Había sido intenso, y sobretodo sorprendente ya que no esperaba una confesión así de Alejandro. Es cierto que una pequeña parte de mi quería gritarle que le quería, que tenía sentimientos por él, pero mi parte racional, por suerte, se puso al timón y cerró cualquier puerta abierta que hubiera existido. Entre nosotros no podía pasar nada bueno, nada sano, ni nada por lo que mereciera la pena siquiera intentarlo. Tan sólo nos hacíamos daño.
- ¿Tu ex? - preguntó Ethan mientras que yo echaba a andar dispuesta a volver a la cama.
- Sí - extrañamente mi tono no era de alegría como yo esperaba, sino más bien todo lo contrario.
- ¿Quieres hablar? - insistió logrando que lo pensase por un momento.
- Es raro hablar de tu ex con el chico que te estas costando ¿no crees? - una pequeña e incómoda sonrisa de esparció en mis labios.
- En realidad no, ante todo soy tu amigo, Abril - contestó sorprendiéndome de nuevo la madurez y la brillante cabeza que tenía.
- Respecto a eso... Creí que debemos establecer ciertos parámetros sobre esto - dije señalándonos a los dos. Cuando finalmente llegue a la cama me eché en ella y me tape con una de las sábanas que había mientras que me acomode para poder estar con Ethan cara a cara.
- ¿Parámetros? - preguntó a la vez que un pequeño ceño fruncido se estableció en su frente.
- Si, límites, restricciones, como quieras llamarlo. Lo pasamos bien, muy bien de hecho y eso está muy claro pero si te pierdo como amigo, como mi apoyo, prefiero que esto se quede aquí y mantenerte como lo que eres, una pieza fundamental en mi vida - expuse mi visión de lo "nuestro".
- Para el carro, Abril, no dejaré de ser tu amigo porque nos acostemos, eso no tiene ningún sentido - negó con la cabeza mostrando la desaprobación de mi argumento - Quiero ser tu amigo, quiero seguir siendo el que te roba los besos y quiero seguir siendo un egoísta cuando se trata de ti. Y si lo que te preocupa es que me enamoré, quédate tranquila, no puedo, es imposible cuando mi corazón le pertenece a otra - finalizó y por una milésima de segundo sentí un pequeño desgarro en mi corazón. Pero necesitaba oírlo, quería oírlo aunque después de Alejandro no confiaba en el "No quiero nada más que sexo", pero siendo Ethan le daría una oportunidad.
Qué diablos, ¡le daría cincuenta!
Dejamos de hablar de pronto, parecía que todo estaba claro y en su lugar, así que decidimos celebrarlo a lo grande, fundiendo nuestros cuerpos en uno y sin importar que los vecinos estuvieran hartos de escuchar nuestros gemidos.
La instalación en casa del marido de mi madre fue un infierno. Uno con fuego, llamas, sufrimiento eterno y mi madre representando al mismísimo diablo.
Estaba volviendo con ella con el rabo entre las piernas, casi como si fuera una adolescente arrepentida tras una noche de juerga, puesto que era incapaz de estar sola en estos momentos, necesitaba a alguien por más que esa persona no me brinde su apoyo. Y ahí es donde entraba mamá.
Tras el destrozo de mi ropa y objetos personales hecho por Ethan, no tenía demasiado que llevar a mi nuevo hogar, por lo que quedé con una amiga para poder reponer las pérdidas de aquel atroz día.
(...)
-Hola, Cami- me saludó Nerea, mi mejor amiga desde que tengo uso de razón. No tardó más de dos segundos en abrazarme y apretarme en sus fuertes brazos casi e hombre.
- Hola, Nere - le devolví el saludo dejando que me envolviera en sus brazos. Un estúpido sollozo escapó de mi boca, pero por suerte ambas lo ignoramos.
- ¿Cómo estás? Oh dios, vaya pregunta, claro que no estás bien. Ya sé lo de Edgar, tu madre me lo explicó... - alargó el final de la oración para añadirle cierto dramatismo mientras que me dejaba escapar de su abrazo - Es un idiota por dejarte escapar, pero siendo sinceras y algo egoísta tengo que decir que me alegro un poquito, porque así por fin puedo verte después de casi un año - soltó con muy poco tacto haciendo que un montón de recuerdos se colasen por mi mente.
- Es Ethan - la corregí - Y yo fui la egoísta por dejarle ir - finalice y conforme pronunciaba aquellas palabras me di cuenta de la verdad que contenían.
- Bueno, Cam, hablemos de otra cosa que no quiero que te pongas mal ¿Qué te parece si vamos a comprarte un vestido precioso para que te pongas en la gala benéfica de este año? Será muy pronto y me ha dicho un pajarito que va a haber muchos chicos guapos - sonrió con cierta travesura - ¿Recuerdas la última a la que fuimos? Porque fue algo épico - sus palabras me recordaron aquel día. Un montón de gente adinerada haciéndose los generosos sólo por salir en la prensa, charlando con una copa en la mano y una sonrisa tan bien ensayada que incluso ellos mismo se la creían. Había tanta gente y tan cínica en un espacio limitado, que para poder soportarlo o más bien por divertirnos y soltarnos las melenas, nos emborrachamos. Nerea acabó vomitando en la escultura de hielo delante de todos mientras que yo casi me moría de la risa viendo las caras de terror y repulsión de los demás invitados.
Esta fiesta era una buena oportunidad para mí, para olvidar todas las penas y sombras que me perseguían, recuperar a mi yo y así poder recuperar a Ethan.
Por ello, agarrando del brazo a mi amiga, sin darle ningún tipo de explicación, comencé a tirar de ella para así recorrer todas las tiendas y encontrar el vestido más hermoso de todos.
Mi plan comenzaba a tener forma, empezando con la gala benéfica y terminando con Ethan a mi lado.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro