Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XVII




Dolía hasta quitarme la última molécula de oxígeno de mis pulmones. Era lo único de lo que podía ser consciente en este momento, el dolor; de un dolor tan agudo en el pecho que me desgarraba a cada latido de mi corazón. ¿Cómo había acabado así? El tiempo parecía haberse detenido, lo segundos parecían minutos y a su vez, horas, dejándome sumido en mis pensamientos de rabia, pero sobre todo, de decepción. Y es por eso que no sé cuánto permanecí sentado en el suelo sin más pensamiento que el recuerdo de lo que acababa de ocurrir esta misma noche.

Parecía estar perdido en un laberinto, de esos que tienen tantos caminos que parece imposible encontrar salida, pero estaba seguro de que la dirección que cogiera me llevaba al punto de partida en el que me encontraba. O quizás no. Ese maldito quizás, esa maldita duda era el que me tenía en ascuas.

Tras un buen rato de analizar todos los recuerdos con Camila, tras enfadarme aún más con ella y conmigo mismo e acabar de tirar el resto de sus cosas por la ventana, después de relajarme pasado un largo rato, me di cuenta de que quizás si hubiese hecho de otra forma las cosas esto no hubiese acabado así. Que si hubiese estado más pendiente de ella no nos hubiésemos distanciado. Que si no trabajase tanto ella no me hubiera engañado. O quizás sí. Joder.


Tenía claro que estaba en caliente y que en ese estado era imposible ver las cosas con claridad, pero era lo único que podía hacer sin derrumbarme y echarme a llorar por una persona que me ha hecho tanto daño. Así que volviendo a mis quizás, volví a analizar las cosas una y otra vez, sus gestos, sus miradas, sus sonrisas, sus palabras y te quieros, regresando al bucle inicial del cual no había escapatoria. No para mí.


(...)


Pasé la mitad de la noche en vela en la misma postura, pensando en cada detalle sin darle un respiro a mi cerebro para conseguir, de esta manera, olvidarme del corazón. Y cuando sentí que mis sentimientos comenzaban a ganar la batalla decidí tomar cartas en el asunto y lo único que se me ocurrió fue el nombre de Abril. Ella me había ayudado con Camila en varias ocasiones, me había aconsejado y apoyado en situaciones complicadas, se había desvivido por mí, logrando que tuviéramos una conexión especial. Y ahora la necesitaba, más que nunca.
Marqué su número en mi teléfono dejando que mis dedos se deslizasen por el teclado y le di al botón de llamar. De manera inmediata comenzó a dar señal logrando que con tan sólo eso, mi corazón latiera algo más calmado, aunque no demasiado.

— ¿Ethan? ¿Qué ocurre? ¿Estás bien? Son las tres y media de la mañana — oí la voz de Abril de lo más perezosa y lenta al otro lado del teléfono.

La acababa de despertar y aquello no me parecía justo con ella. No tenía por qué ser tan descortés con alguien tan bueno y mucho menos priorizar mis problemas a su vida.

— Sí, estoy bien, es sólo que no me había dado cuenta de la hora que era — al hablar por primera vez en tanto tiempo mi voz sonaba distinta, ronca y totalmente rota.

Era curioso lo que lo que el dolor de un corazón destruido podía transmitirse a través de las palabras y la manera de hablar de uno.

— ¿Qué ha pasado? — insistió con cierta preocupación, casi como si creyera que podía contestarle.

Ni yo sabía que había pasado, ya que en realidad no me podía creer ni la décima parte de lo ocurrido, como para tratar de explicarle a otra persona.

— Necesitaba escuchar una voz familiar y se me ocurrió llamarte — oí de fondo la voz de un hombre hablando pero no pude entender nada de lo que decía — Pero no te preocupes, ya hablaremos en otro momento — traté de hablar como siempre, con calma para que ella pudiera volver a dormir. Era demasiado egoísta con ella recurrir a su persona cuando mi mundo se caía a pedazos.

— No suenas cómo si estuvieras bien. Dime dónde estás, iré a verte y solucionaremos lo que sea que te tenga preocupado — su enorme bondad podía atravesar cualquier escudo que me pusiera, sus palabras conseguían llegar a lo más hondo de mi persona y sus gestos, como este, lograban que recuperara la fe en la humanidad incluso en momentos tan oscuros.

— Está bien, te lo agradezco de verdad. Te mando la dirección por mensaje.

No era estúpido, necesitaba hablar con ella, soltar la bomba y dejar que se ocupe porque yo no daba abasto con todo el revuelto de sentimientos de mi pecho. Y si ella quería ayudarme no pensaba negarme, aceptaría su ayuda y me agarraría a ella como si fuera un salvavidas en medio del mar.

— Estaré ahí en un momento, ahora nos vemos, Ethan — se despidió de una manera dulce, pero a la vez cortante.

Aún podía oír de fondo los susurros del que supuse que sería Alejandro cuando di por finalizada la llamada y me dispuse a mandarle el mensaje con la dirección. Gracias a Dios o a quien sea que este arriba, por tener a Abril a mi lado.




Durante el breve minuto que duró la llamada de Ethan, Alejandro no dejó de hablarme haciendo que me distrajera constantemente. Aquello dificultaba bastante el poder hablar por teléfono, sin contar con el hecho de que estaba dormida. Con decir que aún tengo la duda que haya sido un sueño creo que lo digo todo.


Las protestas de Alejandro comenzaron a acaparar mi atención, haciendo que mis pensamientos pasasen a un segundo plano.

— ¿A dónde vas a ir a estas horas de la noche? — preguntó con cierta incredibilidad en su voz. Entendía su punto y es por ello que era consciente de que sería un hecho aislado, pero él también debía de entender el mío, sabiendo que si un amigo mío estaba en apuros, acudiré aunque este en la otra punta del mundo. — ¿Estás tan loca como para siquiera plantearte ir a verle? No me lo puedo creer — su incredibilidad iba en aumento, hasta el punto de que comenzó a negar con la cabeza en desaprobación a la vez que posaba una de sus manos en mi hombro.

— Sí, Alex, él está mal, necesita mi apoyo. — traté de hablar de forma suave y fluida, para así lograr que entendiera que debía hacerlo. A lo largo de mi relación con Alejandro pude descubrir parte de él, que creo que piensa que desconozco, como que alguien le ha roto por dentro.

Lo comencé a notar con algunas inseguridades que tenía respecto a saber dónde estoy constantemente, después por comentarios como el "quédate conmigo, no vayas a verle o tomémonos el día libre para estar juntos", cuando sabía que era un adicto al trabajo que no era capaz de pasar veinticuatro horas sin saber de la cafetería. Pero las inseguridades son un arma de doble filo, y al igual que me doy cuenta y las aprovechó para pasar más tiempo con él, me atosigan a veces hasta el punto de querer salir corriendo.

— Y yo te necesito a mi lado ¿Lo vas a anteponer a mí? — por extraño que sonase parecía dolido, incluso alucinado porque que verdad pensaba que era eso lo que ocurría cuando la realidad era totalmente opuesta.

— No antepongo a nadie, cariño, pero he de irme porque me necesita, ¿O es que acaso tú no acudirías al rescate de un amigo cuando está mal? — me daba cuenta de que por más que hablase con él no iba a entenderlo. Se cerraba en banda y se cegaba con su cabezonería cuando algo no salía como él quería, pero aun así yo seguía intentándolo sin ceder en mi constancia ni un instante, día a día esperando ver progresos en nuestra relación.

— Claro que sí, pero no cuando mi pareja me pide que me quede — Esta vez no sonaba desconcertado, sino frustrado hasta el punto de que un atisbo de decepción se colaba en su voz. Lucía abatido, algo increíble por lo estúpido de la situación. ¿Acaso estaba loca por ir donde Ethan? No pensaba que por ello fuese una persona nefasta.

— Para, Alejandro, no hagas eso — dije mientras me quitaba el edredón y me disponía a ponerme en pie — No me chantajees de esa manera, voy a ir y siento si tú no lo entiendes, pero, esta que ves así es como soy. Y si no me conoces aún, tenemos un grave problema — corté de pronto la conversación dejándole con la palabra en la boca.

Pronuncié aquellas palabras me estaba costando un mundo, no quería que acabásemos así o discutiendo como llevaba un tiempo ocurriendo, pero era totalmente cierto. Está era yo, acudiendo al rescate de quien me necesitase, sin pensarlo, sin importarme nada más que la persona a la que le hacía falta. En este caso Ethan.

No volví a mirar hacia atrás, porque si lo hacía sabía que toda la situación terminaría explotando, que seguiría tratando de convencerme y que yo dejaría que lo hiciera, por lo que comencé a andar al baño sin nada más en mente que la pregunta que me plantee nada más colgar el teléfono tras hablar con Ethan ¿Que le habrá pasado? Y lo único que podía contestar esa respuesta era ir a verle y descubrirlo en persona.

(...)


Tras conducir algo más de un cuarto de hora, finalmente llegué a la dirección que Ethan me había mandado. Aparque el coche frente al portal, haciendo que un suspiro escapase de mis labios por no tener que buscar sitio durante dos horas.

Miré los timbres y toqué el que tenía anotado en mi WhatsApp, esperando a que mi amigo me abriera. Algo llamó mi atención desde el momento en el que llegué a su calle, y ese algo era un montón de ropa que se encontraba en el suelo, por lo que distrayéndome un instante, me fijé en que también había pequeños objetos como relojes, pendientes, fotos. No me dio tiempo a seguir cotilleando y divagando sobre lo ocurrido con ese montón de trastos ya que, unos segundos después de haber timbrado, la puerta se abrió.

Subir a su piso fue rápido, con los ascensores de hoy en día que son más rápidos que mi coche, lo hice en un abrir y cerrar de ojos. Pero cuando abrí la puerta de su piso para entrar, eso sí me había costado más. Me encontré de frente un Ethan pálido, con unas enormes bolsas debajo de los ojos y una sonrisa de lo más forzada que plasmó nada más verme.


Unas inmensas ganas de abrazarlo me invadieron haciendo que una quemazón se extendiera a lo largo de mi columna vertebral, pero me negué en rotundo sabiendo que, en los peores casos como el que parecía que estaba viviendo, aquello le iba a hacer sentir aún peor de lo que estaba. No me podía imaginar que le había ocurrido, salvo el caso de un camión atropellándolo infinidad de veces, pero unos segundos después comencé a hilar la situación. Ethan llamándome a altas horas de la noche, destrozado aunque no quisiera demostrarlo y un montón de ropa de mujer arrojada en el suelo justo frente a su portal. No podía ser una coincidencia.

— Pasa, Abril, no te quedes ahí — habló sacándome de mis delirios de Sherlock Holmes.

Al entrar me percaté de la decoración tan sencilla y escasa que había en este piso, si no fuera por un par de fotos familiares y cuadros sin sentido, juraría que esto parecía una oficina más que una vivienda. Cuando seguí avanzando con mis ojos por el lugar me di cuenta de algo que me dejó completamente sorprendida; parecía que había pasado un huracán por su casa. Había una enorme cantidad de cristales en el suelo, junto a marcos de fotos, sillas, una mesa e incluso el sofá estaba volcado. ¿Qué demonios había pasado aquí?

— Bonito piso —hablé con cierta ironía y le sonreí mientras que mis ojos seguían puestos en observar todos los detalles de aquel lugar.

— Gracias, aunque ahora tendré que deshacerme de el —sus palabras eran frías, casi calculadas, y con un tono de voz me hacía estremecer como si no conociera en absoluto a la persona que estaba detrás de mí. Siendo sincera realmente no lo conocía demasiado.

— ¿Y eso?

A veces la curiosidad se apoderaba de mi boca haciendo que soltara lo primero que pasaba por mis pensamientos. En ese momento me giré para poder leer la expresión de su rostro y cuando nuestros ojos conectaron, algo en mi corazón se rompió. Se veía hundido aunque su cuerpo permaneciera en pie, sus ojos ya no tenían ese brillo que tanto lo caracterizaba, ni desprendía ese aura de serenidad que tan increíble lo hacía lucía cada vez que nos encontrábamos. Si no fuese imposible diría que estaba vacío.

— Voy a venderlo. Hay muchos recuerdos guardados en estas cuatro paredes y necesito dejarlos ir —una pizca de tristeza se coló en sus palabras y como si se hubiera dado cuenta, carraspeó la garganta para volver a recobrar la compostura.

— ¿Y por qué eso es malo?— a veces me odiaba por ser tan preguntona y meter mis narices donde no me llaman, pero amaba descubrir las respuestas por lo que la balanza se mantenía equilibrada en mi relación de amor odio conmigo misma.

— Camila...— tomó aire como si se ahogase al pronunciar su nombre — Ella me ha engañado — abrí los ojos con tanta rapidez que incluso dolió, incapaz de creerme esas cuatro palabras.

Era casi como si hubiese malentendido sus palabras, como si lo que había oído me lo acabase de inventar, realmente no podía metérmelo en la cabeza. Tras unos segundos tratando de procesarlo, un montón de dudas inundaron mi cabeza pero la más importante e incomprensible se hizo presente; ¿Cómo había podido ser capaz de engañarle? Cuando la vi por primera vez, por más que le cogiera un asco terrible, se le veía completamente enganchada a Ethan, ilusionada y totalmente enamorada sin ninguna duda, pero entonces, ¿Por qué hacerle eso?


Mi mente comenzó a divagar sin más motivo que el encontrar la respuesta pero, entonces, algo me sacó de mis pensamientos antes de que diera con la respuesta y ese algo eran el cuerpo de Ethan pegado al mío, con sus brazos a mi alrededor, y con su cara enterrada en el hueco de mi cuello escondiendo su rostro en mi pelo.
Me estaba abrazando y como si fuera la más grande necesidad de su vida y yo me mantenía quieta como un robot, no sabía cómo reaccionar, no era capaz de procesar y sentía una especie de cortocircuito en mi cerebro.

Entonces unas palabras provinieron de su boca haciendo que no pudiera hacer otra cosa más que cerrar los ojos y rodearle con mis brazos.

— La quiero, a pesar de toda la mierda que me está haciendo sufrir la quiero más que el primer día. Y siéndote totalmente sincero, creo que la perdonaría sin pensarlo dos veces, ¿En qué clase de hombre me convierte eso? — comencé a acariciar su espalda tratando de calmarle y aportarle el punto de apoyo que necesitaba.

No era capaz de responderle, pero si podía imaginarme la lucha interna de Ethan a la perfección. Imaginar era la palabra clave. Jamás había estado enamorada, jamás nadie me engañó porque no he dejado que nadie se me acerque demasiado y por esos jamases, jamás podría ponerme en su piel.

—En un hombre enamorado —fue todo lo que pude decir. No sabía si él me había escuchado, pero tampoco parecía ser algo importante en ese momento. Sentía como me seguía apretando a él con desesperación y la humedad de sus lagrimas cayendo por mi clavícula. Su respiración era irregular, su corazón latía desbocado y sus manos temblaban mientras me tenían prisionera. Parecía como si tuviera miedo de que me fuera a escapar, nada más lejos de la realidad. Me quedaría, me quedaría con él todo el tiempo que me necesitase.

Al intentar separarme con suavidad, para poner a prueba algo que me había enseñado mi madre de pequeña y que me ayudaba con algún que otro ataque de ansiedad que había sufrido, levantó su rostro y se quedó mirándome con esos ojos avellanas completamente rojos. Odiaba terriblemente verlo así.

—Ven aquí —le pedí mientras me sentaba en el suelo y abría mis piernas dando pequeños golpecitos en el suelo para señalarle donde debía tomar asiento —siéntate de espaldas a mi —finalicé al ver su cara de desconcierto. No dudó ni un instante en obedecerme casi actuando como si tuviera puesto el piloto automático.

En cuanto sentí su espalda contra mí me acerqué todo lo posible a él, notando el calor que emanaba, y rodeándolo con mis brazos junté mis manos a la altura de su esternón formando una especie de mariposa en su pecho. Tenía una postura de lo más rígida y tensa que pareció esfumarse en cuanto me percibió abrazándolo.

—Ahora respira despacio —comencé a mover mis manos con suavidad dando pequeños golpecitos en su pecho como si se tratase del aleteo de una mariposa. —Concéntrate en los latidos de mi corazón y en el olor de mi perfume. Cierra los ojos y olvida todo lo demás.


(...)


No fui consciente de todo el tiempo que pasamos en esa postura, pero no debió de ser precisamente poco. Podría decir que mi culo me dolía de estar sentada en el suelo, que mi espalda amenazaba con darme problemas como de costumbre o que una de mis piernas llevaba un buen rato dormida, pero nada de eso importaba cuando noté como Ethan permanecía relajado entre mis brazos.

—Vaya eso fue... —habló con la voz áspera por primera vez en horas —increíble —aseguró manteniéndose en la misma postura. No me importaba en absoluto seguir así, casi podría decir que me estaba ayudando a relajarme a mi también. —¿Cómo has sabido hacer eso? —distinguí un pequeño atisbo de curiosidad en su voz. Al menos ahora sus pensamientos no estaban en Camila así que decidí resolver su curiosidad en medida de lo posible.

—Cuando era pequeña sufrí algunos ataques de ansiedad —hablé sin demasiada confianza en querer compartir esta historia —y mi madre me lo enseñó. Según decía, este tipo de abrazo ayuda a la mente a evadirse de aquello que te está haciendo daño y a apoyarse en los estímulos externos como lo aromas, sonidos y los toquecitos en el pecho para relajarse.

—Siento mucho que hayas pasado por algo así, nadie debería sufrir ataques de ansiedad y menos una niña pequeña —la suavidad con la que hablaba hacia sonar su voz tan sedosa que no podía evitar prestarle atención —Y te agradezco que me lo hayas enseñado, ojalá no tenga que usarlo con nadie, pero si alguna vez alguien lo necesita que sepas que le ayudaré gracias a ti.

Este era el Ethan que conocía, el hombre generoso que se olvidaba de sus problemas para prestarle atención a la otra persona porque había tenido ataques de ansiedad de pequeña. Corrijo; de vez en cuando volvía a sufrir alguno, pero ese no es el tema. Y el hombre amable que te hacía sentir reconfortada y útil por simplemente darle un abrazo.

—Como tu me dijiste una vez ''No lo sientas, no es culpa tuya'' —di por finalizado ese tema —Y me alegro haberte enseñado y hecho sentir mejor. Sé que no lo cura todo, pero si hace que la mente se despeje y las cosas se vean con más claridad.

Sentí como su mano se posaba en la mía y la acariciaba con delicadeza haciendo que detuviera los golpecitos en su pecho.

—Gracias a ti —dijo y finalizamos de esa manera la conversación ya que nos quedamos en silencio, él con su mano en la mía, yo abrazándolo aun y ambos mirando hacia la enorme ventana de su salón por el que aparecían los primeros rayos de luz. Ya estaba amaneciendo. Y encontrarnos así se sentía de lo más natural y cómodo.

De pronto y contra todo pronóstico me sentía molesta y cabreada, muy cabreada con la zorra de Camila, así que en cuanto la viera de nuevo, pensaba pegarle ese puñetazo que llevaba tiempo ganándose y que al hacerle daño a Ethan se lo merecía más que nunca. Era una promesa.


Holi de nuevo e.e ¡Siento muchísimo el retraso!

Ayer tuve problemas con Wattpad, pero aquí está lo prometido, porque yo siempre cumplo. Esta es la última parte de la maratón, si ya se acabó :( pero no pasa nada porque el jueves actualizo, además, así me echáis un poquito de menos y me da tiempo para crear magia para vosotros JAJAJAJAJAJJA

Gracias por todo el apoyo que he recibido estos días, de verdad que sois geniales por darme todo vuestro cariño, pero me habéis vuelto adicta a él y ahora tenemos un problema xdd En realidad vosotros que ahora os necesito como nunca así que máximo apoyo siempre por favor :v

Por último, pero no menos importante, obviamente, la mano inocente ha sacado un nuevo nombre del sombrero, a la queridísima personita que voy a dedicar este capítulo y es @Dametusangrevidamia quien me ha apoyado día si y día también desde que estoy en este mundo, y no es facil hacerlo y más con mi caracter de m***** xdd

Que sepais que os quiero mucho, mas bien requeteamodoro e.e Siempre en mi cora^^

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro