Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 25. Destino común

"El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada".

G. A. Bécquer


Tocó con los nudillos en la puerta del dormitorio. Una voz melodiosa le dio permiso para entrar. Aurora se encontraba recostada en la cama. Su aspecto en dos días había sufrido una mejora. Los cortes cicatrizaban, aunque todavía conservaba una pequeña gasa en la herida de la sien. La lesión de la mejilla, el primero de todos los daños, se esforzaba en desaparecer.

—¿Cómo se encuentra la astuta Aurora Toldman? —le preguntó, aproximándose sonriente a la cama.

En lugar de responder, y para asombro del escritor, Aurora lo cogió de la mano y tiró de él hacia el borde de la cama, obligando a que se sentara a su lado. Compartieron una rápida mirada donde sus ojos se buscaron, repletos de preguntas e incertidumbre, y lo abrazó.

—Te he echado de menos, Queen.

—Yo también. —Cerró los ojos un momento, respirando el perfume de esa piel que tanto lo confundía.

—He estado ansiosa por verte. Creí que tú también pasarías unos días en el hospital.

—Yo estaba perfectamente. Solo necesitaba dormir un poco.

—Lo entiendo. Pero... pero necesitaba saber de ti, confirmar que tú también estabas a salvo.

—¿Acaso no te has dado cuenta ya de que soy invencible, pelirroja? —se jactó.

Trataba de comportarse con ella como siempre había hecho, alardeando de su actitud irónica y desenfadada, pero no fue capaz de controlarse y, en un derroche de cariño, le apartó un mechón del rostro que recolocó tras la oreja.

—Gracias por todo, Ellery. Si no fuera por ti... si no fuera por ti, yo estaría...

—No tienes por qué agradecerme nada. Sin mi cabezonería, esto no habría sucedido.

—Oye —Aurora lo asió de la barbilla con rudeza, fija en sus ojos—, no te responsabilices de lo que no te atañe. Ambos fuimos unos cabezotas, sí, pero la única culpable soy yo. Permití que se interpusieran entre nosotros como si nunca hubieras significado nada para mí, y, muy al contrario, eres una de las personas más importante en mi vida. Me arrepiento de tantas cosas... —Sus rasgos se oscurecieron—. Trato de borrar lo que viví allí abajo.

Ellery guardó silencio.

—Aún siento las manos de ese monstruo en mi cuerpo —pronunció con pesadez—. Esos ojos... No consigo quitármelos de la cabeza. Lo pienso y... No... no puedo deshacerme de la sensación. Cuando estaba en la camilla —le confesó—, sintiendo mi piel cortada, tenía tanto miedo, tanto, que... Miraba al techo sin parpadear, estaba ausente, en otro mundo donde no había dolor. Podía estar horas en ese estado. Me ayudó a aguantar. Pero ahora...

—Tienes que darte espacio para asimilarlo —la interrumpió, cortando el curso de pensamientos—. Superarlo requiere tiempo.

Aurora se abrazó las piernas, momento que Ellery utilizó para incorporarse.

—Supongo que, ahora que has resuelto otro caso, retomarás tu novela —discernió.

Ellery reparó en su expresión; una translúcida aflicción codiciaba una negativa por su parte.

—Mi novela es historia.

—¿Cómo? —inquirió sorprendida—. Pero ¿por qué?

—Es... difícil de explicar. —Se rascó la sien—. Digamos que el tema ya no me atraía.

—¿Que no te atraía? No te comprendo.

—A veces la realidad supera a la ficción. —Encogió los hombros y sonrió.

—¡Cielos! —Aurora cayó en la cuenta—. Y ¿qué tienes pensando hacer?

—Básicamente, retomar el descanso merecido que me había propuesto y que ninguno habéis respetado —se burló—. Nada de casos, nada de novelas, solo un largo y aburrido descanso donde no tenga nada que hacer.

—Suena apetecible.

—Hasta que no finalice el proceso penal no me libraré de esta condenada ciudad. Creo que tú y yo somos testigos clave en esta investigación —le recordó, intentando dar un toque de humor al largo juicio que les aguardaba.

—No me digas... Fue abrir los ojos, y ya tenía alrededor de la cama un círculo de abogados y policías para registrar mi testimonio —rememoró. Llevó los ojos hacia las piernas. Su aspecto se apagó con la visión de las cicatrices en su piel. Las cubrió con la tela del pantalón—. Quiero desconectar, necesito dejar de pensar en todo esto. —Resopló—. Suertudo de ti, Queen —le increpó—, cuando finalice tu intervención podrás dar rienda suelta a unas largas vacaciones. Supongo que no las pasarás a solas...

Evaluó de reojo al escritor.

—¿A qué te refieres?

—Dudo mucho que la inagotable palabrería de Ellery Queen tarde en conquistar a una belleza que le haga compañía durante sus aburridas vacaciones. —Se recostó en la cama, apoyando las manos sobre el colchón, y cruzó las piernas, atenta a la contestación.

—No te falta razón —afirmó, frunciendo los labios—, en mi futuro veo a una preciosa mujer siendo partícipe de mis vacaciones.

—Ah, ¿sí? —inquirió con cierta molestia.

—Oh, sí —cabeceó—. Una testaruda mujer con un precioso cabello escarlata.

—¡Serás...!

Le asestó un golpe en el hombro que lo encogió entre risas.

—Hablo en serio —su voz cambió, seria y determinante—, vente conmigo.

—¿Contigo? —El rostro calmado del escritor le produjo un cosquilleo en el estómago.

—Eres lo único que necesito para sobrevivir a unas tediosas vacaciones.

Aurora clavó los ojos en el claro aguamiel que le proponía una fuga improvisada.

—¿Y a dónde iríamos? Lugares concurridos no, Queen. No quiero que nadie me reconozca.

—Pues tendremos que tachar del mapa todos los sitios paradisíacos y centrarnos en aquellos solitarios y yermos lejos de la civilización. ¿Te parece bien en mitad del desierto? No creo que allí alguien haya oído hablar de ti.

Arrugó los labios intentando no reír; era consciente de que Ellery buscaba la manera de sacarle una sonrisa y que, por un rato, los hechos vividos pasaran a segundo plano. 

—Tengo que irme, pelirroja.

Ellery metió las manos en los bolsillos y recorrió una fracción de habitación.

—¿Ya?

—Es tarde, y tienes que recuperarte. Mañana me tendrás aquí para fastidiarte los días de encierro.

—Ellery...

—¿Sí?

Regresó junto a la cama y se agachó hasta quedar a su altura. Contempló aquellos ojos resplandecientes y los labios entreabiertos que se esforzaban por expresar lo que su rostro tenso y sonrojado decía por sí solo. Como un disparo, su corazón, que tan duro parecía a veces, experimentó una sacudida.

Frente a él ya no veía a su amiga de la infancia. Veía a una mujer hermosa que estaba desbaratando todo su mundo, las pautas fijadas de lo que significaban para él la amistad y el amor y que almacenaba en compartimentos separados.

Pero esta vez, amistad y amor se entremezclaban, y eso lo desconcertaba. Se sentía muy pequeño lejos de Aurora, y grande, invencible, cuando la tenía entre sus brazos. Aurora ya no era la misma para él. Se había convertido en el tipo de mujer capaz de hacerle volar con una sonrisa y de atraparlo entre las ardientes sábanas de la tentación con una sola mirada.

El ingenuo mordisco de la comisura inferior en Aurora, gesto que acostumbraba cuando se debatía entre pensamientos, derrumbó los muros que había construido para proteger su corazón. Lo que más le aterraba era, sin embargo, el creciente impulso de exponer su vulnerabilidad sin tener en cuenta las consecuencias.

Aún en cuclillas, apoyó los brazos sobre el regazo de la mujer que anhelaba y sonrió.

—Entonces, ¿no te marcharás sin mí? —le preguntó Aurora.

Notó cómo enlazaba las manos nerviosamente contra las suyas sin percatarse de los escalofríos que desencadenaba en su organismo. Se halló a sí mismo mirándola extasiado.

—Aurora...

Con su rostro a escasos centímetros, se perdió en el esmeralda que tantas emociones le suscitaba y deseó dejarse llevar. El obstáculo que no lograba sortear era el dolor. Dolor a perderla de nuevo, a que las discusiones y los reencuentros se convirtieran en simples recuerdos. La incertidumbre le frenaba. Las dudas de un futuro desconocido le impedían expresar lo que sentía.

—Aurora —le dedicó una de sus mejores sonrisas—, jamás podría alejarme de esos preciosos ojos verdes.


FIN

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro