𝟩0. 𝒬𝓊𝑒𝓇𝒾𝒹𝒶 𝒱𝒶𝓁𝑒𝓇𝒾𝒶
📍MADRID
Ya empieza a hacer algo de frío en casa. Anoche estuve a punto de echar otra manta más en la cama, pero Valeria es muy calurosa y desistí de ponerla. Bajo los escalones buscándola . Después de comer nos acostamos la siesta, pero, mucho me temo que ella no ha dormido casi nada, pues cuando me he despertado, ella ya no estaba a mi lado.
Después de mirar por la parte de abajo de la casa, la encuentro en el jardín. Está de pie con sus brazos cruzados y cuando me acerco a ella me fijo que tiene la mirada perdida y apenas se ha dado cuenta de que estoy a su lado.
Dos semanas han pasado ya desde que el abuelo Piero murió. Dos semanas en las que ella no está. Come poco. Casi ni habla. Apenas tiene ganas de nada, y se las pasa acostada o bien deambulando por la casa. Por la noche, habla en sueños y acaba acurrucada temblando en mi pecho, para después llorar desconsolada.
Mi madre me ha dicho que le de tiempo. Que ha pasado por una experiencia muy dura porque ella estaba delante cuando el abuelo murió, y eso es algo que no va a olvidar fácilmente. Me acerco a mi novia y la abrazo por la cintura. Está temblando. Se agarra a mis brazos poniéndolos sobre su estómago. Durante unos segundos ninguno de los dos pronuncia palabra alguna. Nos limitamos a escuchar el trino de los pájaros y los sonidos lejanos del campo. Mis dedos trazan pequeñas caricias en sus brazos con las que intento relajarla.
- ¿A qué hora es el partido? -me pregunta Valeria. El Real Madrid juega esta noche un partido benéfico contra el Barcelona, y voy a hacer el saque de honor. Me lo ofrecieron en cuanto gané el campeonato, pero por respeto al abuelo Piero preferí dejarlo para más adelante.
- A las nueve -le contesto besando su cuello. Un pequeño escalofrío mueve todo su cuerpo, así que la atraigo de nuevo hacia mi pecho por si tuviera frío.
- ¿Y a qué hora te vas?
- Sobre las ocho o así. Te puedo llevar a casa de mis padres si quieres...o puedes venir conmigo.
He intentado convencerla para que venga conmigo al partido, sin ningún éxito. Le he dicho que le vendrá bien distraerse, pero, no tiene ganas de nada. Y me duele verla así. Tan triste y tan deprimida. Y me siento un completo inútil por no poder ayudarla.
- Prefiero quedarme aquí, si no te importa -su voz apenas en un susurro y cada palabra suya se me está clavando en el alma como si fuera un puto cuchillo.
- Claro que no.
Valeria se deshace de mi abrazo y me da un beso en la mejilla para volver dentro de la casa. Sus ojos han perdido ese maravilloso brillo que tenían. Y ya no sonríe como ella acostumbra. Tengo miedo de que no se recupere de esto y de que tenga una recaída. Es que ni Diana ha conseguido que ella levante cabeza. Aunque mi cuñada bastante tiene encargándose de todo lo referente a la herencia del abuelo. Por suerte, Lenna le está echando una mano en todo e incluso Charlie ha puesto a aus disposición a su abogado para lo que ella necesite. Me alegro de que por lo menos no esté sola en esto, porque Valeria no está ahora mismo para ayudar a nadie. Incluso a si misma.
Me llevo las manos a la cara resoplando. Me jode no poder hacer nada por mi novia. Por hacer que se sienta mejor. Entro en la casa viendo como se sienta en el sofá, y entonces me maldigo por ser tan imbécil. Porque si hay algo que puedo hacer por ella y lo llevo guardado desde hace un mes.
Corro escaleras arriba entrando en mi dormitorio. Busco la mochila que llevo cuando tengo una carrera y meto la mano dentro buscando mi objetivo. Suspiro aliviado al ver el sobre que me dió el abuelo Piero para su nieta. Me dijo que se lo diera cuando creyera que le hacía falta. Pues bien, ha llegado la hora.
Bajo las escaleras con la misma rapidez que las he subido. Entro en el comedor con tanta prisa que hasta Valeria se incorpora del sofá mirándome algo sorprendida.
- ¿Qué te pasa? ¿A qué vienen esas carreras, Carlos?
- Tengo una cosa para ti.
Saco el sobre de detrás de mi espalda y se lo tiendo. Al principio se muestra algo confundida, pues no sabe lo que es. Pero al ver su nombre caligrafíado con la letra de su abuelo, sus ojos se empañan y sé que se va a poner a llorar.
- No puedo, Carlos, no puedo.
Ella niega repetidamente con la cabeza, pero esta vez, me voy a mantener firme y no voy a dar mi brazo a torcer.
- Si que puedes -le digo yo de nuevo con mi mano firme.
- La leeré cuando me dé la gana. Porque para eso me la estás dando tú cuando quieres.
- Si no la lees tú, la leeré yo -le digo a Valeria mientras ella cruza sus brazos no sin antes regalarme una furiosa mirada. Acabo de darle la carta y parece que no le está sentando muy bien que se la tuviera oculta tanto tiempo. Por lo menos ha reaccionado y aunque esté enfadada, la prefiero así que de la otra manera.
- ¿Y si la quiero leer otro día?
- No, ahora. Le hice prometer a tu abuelo que te la daría cuando lo necesitaras, y que estaría delante cuando la leyeras. ¿No querrás que falte a mi promesa?
Valeria alza sus ojos con una muestra de dolor. Aprieta sus labios y me mira asintiendo. Me da una pena que me muero de verla así, pero tiene que reaccionar de alguna manera y dejar de estar sumida en su dolor.
- ¿Me la lees tú, por favor? -me ruega apenas con un hilillo de voz. Asiento y abro la carta conteniendo yo también un nervioso suspiro.
Termino de leer la carta con un enorme nudo en el estómago. Sus palabras han hecho mella en mi y me han emocionado hasta las lágrimas. El abuelo Piero creía más en mi que yo mismo. Y sobre todo, creía en nosotros. Dejo el folio encima de la mesa y miro a Valeria. Sus lágrimas son más evidentes, pero tiene una pequeña sonrisa en su cara. La primera que le veo en dos semanas. Y le doy gracias al abuelo porque él solo ha conseguido lo que yo llevo intentando todos estos días.
- Es una carta muy bonita -me dice ella con la voz entrecortada- gracias por leérmela, y por guardarla. Tenías razón, me la has dado en el momento perfecto.
- Siento no haberlo hecho antes, pero tal y como tú has dicho, este era el momento -Valeria aprieta sus labios y retuerce sus dedos mientras me mira. Alza sus ojos verdes, esos que tanto amo y curva su boca en una pequeña sonrisa.
- Carlos, ¿aún puedo ir contigo al partido?
⏲️MÁS TARDE
El Madrid le ha ganado 2-0 al Barcelona. Si bien es cierto que ambos equipos no disponían de la mayoría de sus jugadores, por estar disputando el Mundial de Qatar, los dos lo han dado todo. Y el Estadio estaba lleno. Ha sido bastante emocionante que la gente de mi ciudad estuviera coreando mi nombre y aplaudiéndome cuando he salido al terreno de juego. Es algo que no voy a olvidar nunca.
Después del partido, quería llevar a Valeria a cenar, pero ella se ha empeñado en que diéramos un paseo primero. Le apetece mucho ver como las calles y los comercios preparan los primeros adornos navideños. Y aunque sé que ésta época va a ser muy mala para ella, ahora mismo me voy a adaptar a todo lo que le apetezca.
Caminamos en silencio. Casi ni hemos hablado de la carta del abuelo y no quiero que su ánimo vuelva a decaer. Pero sé que necesita hablar y no guardarse todo dentro otra vez.
- Se me ha ocurrido una idea -le digo al ver un pequeño local de hamburguesas en una esquina de la calle por donde paseamos- ¿te apetece?
La hago pararse y que mire hacia donde le señalo. Valeria lo hace y al desviar su mirada para posarla de nuevo en la mía, un escalofrío recorre mi cuerpo al verla tan seria. Porque no quiero dar un paso atrás de nuevo ahora que hemos avanzado algo.
- Carlos. Quiero ir a París -respiro aliviado al escucharla. Tenía pensadas miles de formas de pedirle que hiciéramos ese viaje, pero, una vez más, ella es la que me sorprende.
- Me parece genial, cariño. Me encargo de todo, y en un par de días, nos vamos...
- Hay algo que quiero pedirte -ella me calla alzando una de sus manos. Se moja el labio inferior con el superior y éste le tiembla ligeramente. Suelta un pequeño suspiro nervioso antes de volver a hablarme.
- ¿El qué preciosa? -Valeria inspira aire con fuerza y lo va soltando lentamente mientras vuelve a morderse los labios de nuevo. No sé porqué pero lo que quiera decirme le está costando.
- Quiero que tengamos un bebé.
⏲️ MÁS TARDE
Miro a Valeria frunciendo mis labios. Estoy intentando guardar la compostura pero me es muy difícil después de la proposición que me ha hecho. Aún estoy tratando de asimilarlo. Aunque desde que me lo ha dicho, sus palabras no paran de dar vueltas en mi cabeza una y otra vez.
Valeria me señala con una de las patatas fritas que se está comiendo. Al final hemos entrado en la hamburguesería, y ella se ha pedido un perrito completo. Gracias a dios que le han vuelto las ganas de comer. Me hace una mueca indignada y yo le respondo con una carcajada.
- Oh, por Dios. Quita esa cara de satisfacción, Carlos -me pide con algo de indignación en su voz
- Lo siento, no puedo -le contesto ahora si, sonriendo ampliamente- acabas de pedirme que tengamos un hijo, ¿Qué cara quieres que ponga?
- ¡Ay, yo que sé! Creí que te lo ibas peor -Valeria coge el bote de kétchup y yo intercepto su mano cogiéndola con la mía. Su mirada impacta con la mía y juro por dios que más loco que estoy por ella no lo estará nunca nadie en su vida.
- ¡Ni de coña! -acerco mis labios hasta casi rozar los suyos. Me pierdo en su verde mirada, en sus labios sonrosados y en sus mejillas que han recuperado un poco de su color natural y ya no lucen tan apagadas- ¿sabes lo monísimo que va a ser un bebé tuyo y mío?
Valeria se moja los labios y una pequeña sonrisa se forma en su cara. Sus mejillas adquieren de nuevo un precioso tono rosado y un jadeo entrecortado sale de esa boca al escuchar mis palabras. Elije sus palabras con algo de cuidado y si, nerviosa, porque siento como su rodilla choca con la mía y ésta tiembla un poco.
- Entonces...¿quieres que tengamos un hijo, Carlos? -.su tono de voz es algo dudoso. Y no quiero que se sienta así. Porque con ella o lo es todo, o no es nada. Que es lo que yo siempre le doy de mi y lo que recibo de Valeria.
- O dos. Me da igual.
Acerco mi boca a la suya y la rozo levemente. Su mano derecha viaja hacia mi cuello y posa su cabeza en mi hombro dejando que la abrace. Joder. Creo que se me a salir el corazón del pecho del cúmulo de sentimientos que tengo ahora mismo en todo mi cuerpo. Tener un hijo con ella. Un bebé de los dos. Alguien que sea el fruto del amor tan grande que le tengo a ésta chica, que me robó el corazón desde el puto primer minuto que su mirada y la mía se cruzaron aquella tarde en la fábrica de Ferrari.
- Dicen que París es la ciudad del amor -le digo a Valeria mientras mis dedos acarician su mejilla con mucha suavidad.
- Yo siempre he escuchado que los niños vienen de París -contesta ella guiñándome un ojo.
- Pues venir no sé si vendrá, pero que vamos a intentar encargar uno, de eso no te quepa la menor duda, nena.
Vuelvo a besarla y dejo que termine de comerse su hamburguesa. Creo que el abuelo Piero nos ha echado una mano desde allí arriba. Ha sido leer la carta, y Valeria está de otra manera. Algo más animada. Aún se le nota lo mal y lo triste que está, pero, por lo menos hoy ha hecho un esfuerzo por estar conmigo. Y lo de pedirme que tengamos un bebé, ya es la puta hostia.
- Lo voy a intentar, Carlos. Voy a intentar seguir para adelante por él, y por ti -Valeria se limpia la boca con una servilleta y busca mi mano para que mis dedos estén cruzados con los suyos.
- Lo sé. Eres muy fuerte, Valeria. Y no quiero que te vengas abajo. Él no lo querría -esbozo una tranquilizadora sonrisa que ella corresponde.
- Quiero pedirte otra cosa -me pide esta vez con una sonrisa algo traviesa en su cara.
- Joder, nena. Tú pide que yo te doy todo lo que quieras -Valeria vuelve a morder su labio y sus dedos se agitan algo temblorosos. Va a pedirme algo importante, lo sé.
Se acerca a mi para hablarme bajito y que no se entere nadie. Su aliento cosquillea en mi oído consiguiendo que se me erice la piel de mi nuca. Sus susurros me hacen sonreír y hacen que mi corazón empiece a latir más deprisa. Ella se separa de mi. Me sonríe mordiendo aún sus labios. Esos que quiero besar hasta verlos hinchados.
Me mira esperando esa respuesta que sé que ambos deseamos, y que sinceramente, me parece una idea de puta madre. Porque además, la veo entusiasmada y es lo que quiero. Que esté así y no llorando por las esquinas.
- Nena, tú pídeme lo que te salga del coño, que yo te lo voy a dar.
*** Si, lo sé, este capítulo es demasiado bonito para ser verdad, aunque para bonito, el siguiente, os lo prometo. No sé si me creeréis, pero me estoy emocionando bastante con los últimos capítulos que quedan, que os prometo que os van a encantar.
Y ayer me dieron la noticia de que 55Love ganó los Sun Awards 2022. Algo inesperado para mi pero que me hace sentir aún más orgullosa de mi historia.
Gracias por seguir apoyando ésta historia y a su loca escritora. Os recuerdo también que tenéis disponible la segunda historia de ésta Saga, la de Max y Darcy, 1Destiny, en mi perfil, así como una nueva historia de Carlos, Nardián, que espero que os guste también.
Muchos besos y abrazos, y miles de gracias por estar ahí aguantándome ***
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