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𝟨𝟤. 𝒞𝑜𝓂𝑜 𝓈𝒾 𝒻𝓊𝑒𝓇𝒶 𝓊𝓃 𝒶𝒹𝒾ó𝓈

 📅 AL DÍA SIGUIENTE

Charlie, Lando y yo vamos en uno de los dos coches que hemos alquilado para ir a casa del abuelo de Valeria. Las chicas se han quedado en el aeropuerto esperando a Max que acababa de bajarse de su avión. El monegasco no para de resoplar cada dos por tres y me está poniendo nervioso con sus quejas.

- ¿Porqué coño se tiene que ir con él en el coche? Aquí había sitio para Darcy -protesta Charlie.

- Lord. ¿Y quién espera a Max? ¿Valeria? Quien le ha dicho que venga es Darcy no mi rubia -le replico como puedo, sin conseguir nada porque mueve su cabeza no muy convencido- ¿pero a ti que te pasa?

- Nada, no me pasa nada -contesta cruzando sus brazos pero en un tono aún malhumorado.

- Ay, dios. ¿No estarás enamorado de ella?

- ¡No, joder! -Charlie se lleva las manos al pelo y se lo revuelve mientras suspira fastidiado.

- Pues lo parece -apuntilla Lando que el pobre no sabe ni la mitad de lo que pasa entre ellos.

- Tú calla, niño -le dice Charlie- que le estabas babeando a la nieta de mi jefe.

-Es que es muy guapa -nos confiesa el británico- ¿la habéis visto? es más dulce. Casi ni he podido hablar con ella. Valeria y Darcy la han acaparado.

- Ya tendrás tiempo todo el fin de semana Lando -le digo yo. Me temo que estos tres días van a ser moviditos. Demasiados frentes abiertos. Demasiada gente con historias pendientes- bueno Charles, ¿nos cuentas ya que te pasa?

- Que joder. Que tengo una sensación en mi cuerpo que no me deja vivir -nos dice el monegasco- me temo que el bebé va a ser de Max, y creo que ese momento me va a destrozar.

- ¿Y porqué? -le pregunto algo confundido- pensé que querías que ellos dos acabaran juntos.

- Y quiero. Porque sé que ambos se quieren, pero ninguno lo va a admitir. Pero...seré idiota, pero me he hecho ilusiones con el bebé...joder, que ya me he imaginado el resto de mi vida con un hijo.

Tanto Lando y yo nos quedamos en silencio, porque si, es una putada. Tienes la esperanza que ese bebé sea suyo, y a un 50% puede o no puede ser. Y conociendo a mi amigo, sé que no lo pasaría demasiado bien si resulta que el bebé no es suyo.

- Charlie -.le digo con todo el tacto del mundo- ¿tú crees que si el bebé no es tuyo, Darcy no te va a dejar que seas parte de su vida? eres su amigo, su mejor amigo. Ella no lo haría. Lo mejor es que vivas el día a día, amigo, y no te calientes la cabeza con lo que puede pasar.

Charlie asiente ante mis palabras y deja escapar un largo suspiro. Falta poco para llegar a casa del abuelo de Valeria. Poco para la locura de cumpleaños y de fin de semana. 

- Charlie -le dice Lando desde la parte de atrás del coche- si quieres puedes adoptarme.

El monegasco se ríe ante la ocurrencia del joven piloto. Se gira en su asiento y le da una sonrisa amable.

- No te pienso dejar salir con chicas hasta que cumplas los 25, así que olvídate de Bianca -le dice señalándolo con su dedo índice.

- ¿Me darás la charla sobre sexo? -Charlie se queda callado unos segundos y mira a Lando muy serio.

- No entres en la Baby Room.

Aparco el coche donde puedo. Porque delante de la casa del abuelo de Valeria, hay un pequeño camión y un par de coches más que dificultan el aparcamiento. Nos bajamos y lo primero que veo es a Diana, apretando sus labios cabreada. En cuanto nos ve, suelta una exclamación y se viene hacia nosotros.

- ¡Gracias a dios que llegasteis! -dice ella besando mis dos mejillas- id cogiendo las sillas de la furgona y las metéis en la casa, en el patio.

- ¿Qué yo cargue sillas? -le dice Charlie sin dejar que ella se acerque hacia él- ¿tú me has visto cara de repartidor?

- No me hagas decirte de que tienes cara -le contesta ella con una mordaz y forzada sonrisa. Repara en Lando y se gira hacia él- Lando Norris. Huuum. Eres más guapo en persona que en las fotos.

- Gracias... -le responde el británico para a continuación sonrojarse.

- Creí que no te gustaba la Fórmula Uno, y resulta que ahora conoces al niñato éste -le replica Charlie mientras nos dirigimos a la furgoneta para ir sacando sillas.

- Mi cuñado es el puto mejor corredor de F1 que hay ahora mismo sobre la faz de la tierra, perdona que preste un mínimo de atención -le contesta ella retándolo con la mirada. Charlie agudiza la suya apretando su mandíbula.

- Mira,Diana, te voy a decir tres cosas...

El ruido de un coche que se acerca a nosotros, hace que Charlie se calle y que yo desvíe mi mirada hacia la carretera. El coche de color amarillo, bastante chillón por cierto, aparca cerca de nosotros, cuando veo que es Valeria la que está al volante. Se baja del coche la primera y en cuanto me ve, viene corriendo arrojándose a mis brazos. Pone sus manos en mi cuello y me da un largo y ardiente beso que me hacen agarrarla de las caderas y alzarla del suelo.

- Te he echado de menos, novio -su aliento cosquillea en mis mejillas. Sus ojos están brillantes mientras me miran haciéndome sentir el hombre más afortunado del mundo porque esa mirada sea para mi.

- Y yo a ti también -joder, es que me siento  vacío sin ella, aunque solo haya pasado una hora es como si me faltara el aire sin Valeria. Si, esto es el amor y lo demás son tonterías. Esta vez soy yo el que la beso. El que tomo su boca saqueando con todo lo que ella me ofrece. Me pierdo en ella, en sus labios de fuego, en sus dedos que acarician mi cuello y en su boca ofrecida.

- ¡Señor Sainz! Le ruego que dejé de besar a mi nieta. La va a asfixiar.

Cierro mis ojos y los abro muerto de la vergüenza. Valeria me hace una mueca y se baja de mis brazos para correr en pos de los de su abuelo. 

- ¡Abuelo!

Mi novia abraza y besa a su abuelo haciéndolo reír. Me acerco a él, una vez que ella ha terminado de saludarlo y lo abrazo yo también con mucho cariño.

- Me alegro mucho de verlo abuelo -le digo sonriéndole

- Yo también, Carlos. Al parecer habéis traído a medio circuito a mi casa. Espero no decepcionaros y que sea una gran fiesta.

Valeria se agarra del brazo de su abuelo y se acerca para presentarle a Lando, a Max y a Bianca. Darcy lo abraza también durante mucho rato y se cuelga de su brazo. Las tres chicas entran en la casa siguiendo al abuelo mientras nosotros cargamos las sillas.

- Está más delgado. Tu abuelo -me acerco a Diana para decirle lo evidente. Su abuelo tiene cara de cansado, está más desmejorado y tiene muchas ojeras.

- Ha pasado por una gripe hace poco que lo ha dejado echo polvo. Tiene 75 años, Carlos. Bastante tiene con lo que tiene -me confiesa ella encogiendo sus hombros.

- ¿Y qué tiene? -Diana me da una profunda mirada y se da la vuelta para entrar en la casa. La cojo del brazo y la hago girarse para tenerla de nuevo frente a mi- Diana.

- No, Carlos -Diana niega con su cabeza y coge mi mano dándome un pequeño apretón- hoy no.

Diana se suelta de mi mano y se la vuelta entrando en la casa. Suelto un largo suspiro y cojo una de las sillas siguiéndola dentro. Atravieso el vestíbulo para ir al patio y me encuentro a todos discutiendo por los dormitorios. Aún faltan por llegar Lenna y George, pero ella me ha dicho que si hace falta, ellos se irán a un hostal que hay cerca de aquí.

- Yo dormiré en la Baby room, total, no creo que me pueda embarazar dos veces -dice Darcy encogiendo sus hombros.

- Dios, no lo descartes, Dars -le dice Valeria- no me fío de esa habitación ni un pelo.

- ¿Estás embarazada? -le pregunta Bianca. A la pobre no le ha dado tiempo aún de conocer el dramón turco que se cuece entre ella y los dos pilotos.

- Ah...si, lo estoy -le contesta ella acariciando su barriga.

- Pues, enhorabuena -le dice ella con una gran sonrisa. Se gira un poco para mirar a Max y le sonríe también- y a ti también. 

Todos nos quedamos callados durante unos segundos. La boca del neerlándes se ensancha en una gran sonrisa mientras que Charlie aprieta los dientes y suelta un pequeño resoplido. 

Diana esta vez es la que se encarga de dejar que la situación no pase a mayores disponiéndose a organizar los dormitorios. 

- Carlos y tú en tu habitación, hermana -dice Diana encargándose de las reparticiones- Bianca, tú duermes conmigo, ¿te parece bien?

- Si, claro, sin problema -le contesta la italiana muy entusiasmada.

- Lenna y George pueden dormir arriba que hay sitio. La familia del abuelo llega esta tarde y ocuparán las habitaciones de la casa de labriego...

- ¿De labriego? ¿eso que es? -pregunta Lando bastante desconcertado. La verdad es que la mezcla de inglés, italiano y español, es una puta locura.

- Las viviendas que tenían los campesinos que labraban la tierra -le contesta Charlie aún fastidiado.

- Como no iba a saberlo su alteza. Seguro que aún tienes campesinos -le contesta Diana dándole una mordaz mirada. Charlie ni siquiera le contesta. Se limita a mirarla de arriba a abajo emitiendo una irónica sonrisa.

- ¿Y yo donde duermo? -le pregunta Lando a Diana dejando las rencillas del monegasco y de la rubia a un lado.

- Sólo queda una habitación, arriba, si queréis compartirla los tres, no seré yo quien lo impida -les dice Diana. Los tres chicos se miran sin saber muy bien que decir. Max y Charlie en la misma habitación no es buena idea.

- En mi habitación hay sitio para uno .

Todos nos giramos para ver como Darcy se muerde el labio superior mientras lo dice. Tanto Max como ella se miran de reojo. Charlie suelta un suspiro y pone su mano en el hombro del neerlandés. 

- Duerme tú con ella -le dice el monegasco- lo deseas tú y lo desea ella.

Charlie se da la vuelta saliendo de la casa con paso firme. Me quedo mirándolo chasqueando la lengua. Miro a Valeria y le hago un gesto con la mano para que sepa que me encargo.

Genial. Ni una hora llevamos aquí y ya ha habido drama.

Y eso que sólo estamos a viernes. 

- ¿Cómo está, Charlie? 

Paso mi brazo por el hombro de Valeria y la atraigo hacia mi pecho. Ella descansa en mis rodillas tomando un vaso de sangría que ella y su hermana han preparado. Pongo mi mano en su muslo y tomo del líquido rosado que me ofrece. Está cargadita la bebida. Como a ellas les gusta. A ellas, y a todos los presentes, que más de uno ha rellenado un par de veces. 

- Pensé que estaría peor, pero creo que el discutir con tu hermana le está sentando de puta madre.

Fijo mi mirada en mi amigo, el cual está al lado de mi cuñada. Ella le sonríe con ironía diciéndole algo que hace que Charlie se ría en su cara y que le conteste de la misma manera que ella. Así llevan desde  que han llegado. Provocándose mutuamente, pero, sin separarse uno del lado del otro. 

- Le va la marcha a Charlie -me dice Valeria dándole otro trago a la bebida- y Diana se la está dando.

- 100 euros a que acaban juntos -Valeria alza una de sus cejas y seguidamente se descojona en mi cara. Pone uno de sus dedos en mi barbilla y me la alza para que mi mirada se fije en la suya.

- ¿Mi hermana y Charlie? no me hagas reír Carlos. Son como el agua y el aceite, no se soportan.

- Se besaron en Mónaco.

Valeria abre sus ojos y mira a la pareja bastante sorprendida. Cuando creen que nadie los ve, hasta se les ve relajados juntos. 

- ¡Será puta! Anda que me lo ha contado -Valeria entrecierra sus ojos algo indignada con su hermana haciendo un mohín que a mi me parece monísimo.

- Enemies to lovers, Val.

- Veo tus 100 euros y subo a 200. Que acaben juntos y que duren más de seis meses -mi novia levanta su mano a la altura de mi pecho. La agarro y la estrecho cerrando así nuestra apuesta.

-Hecho. Y ahora levanta el culo, que tengo hambre -le doy una palmada en el muslo a mi novia para que se levante.

- Yo también tengo hambre -me dice ella con una traviesa sonrisa en su rostro, sonrisa que conozco perfectamente, porque es la que pone cuando tiene ganas de jugar- quiero morcilla.

Valeria se empieza a reír restregándome el culo justo encima de mi pene. Tengo que pensar en otra cosa y no empalmarme aquí delante de toda su familia, pero la muy bruja no me lo está poniendo nada fácil. Acerco mi boca a su oído y le aparto el pelo para poder hablarle cerca de el. 

- Luego te doy a probar mi cocido madrileño, nena -mi novia vuelve a reírse y acerca su boca para rozar mis labios unos segundos antes de separarse de nuevo.

- Te quiero tanto, Carlos. Y mira que la primera vez que te vi me pareciste un chulo y un engreído.

- Es que soy un fuck boy, nena -alzo una de mis cejas mirándola y ella suelta una carcajada. La agarro del cuello y estampo mi boca con la suya durante unos breves segundos- yo si que te quiero, Valeria. 

Ella roza su nariz con la mía y me regala una de sus sonrisas. Se pone en pie y me da otro pequeño beso en los labios.

- Voy a ver como están todos -me dice antes de abandonar mis brazos.

- De acuerdo.

Valeria camina hacia donde están Lando, Bianca y el primo Mattias con su hija y yerno. No puedo apartar la vista de como sus caderas se balancean cada vez que se mueve y de como ese vestido negro ondea al caminar. Sacudo mi cabeza y me acerco a la mesa de la comida y cojo uno de los bollos "preñados" que Diana ha preparado. El chorizo es de un pueblo de aquí de al lado y está para morirse. Dirijo mis pasos hacia donde está el abuelo de Valeria. 

- ¿Todo bien, abuelo? -le pregunto sentándome a su lado. El anciano se gira un poco y me mira sonriendo.

- Mejor de lo que esperaba hijo. Tus amigos son muy divertidos. Aunque es gracioso observarlos desde aquí y ver como se comportan algunos.

Dirijo mi mirada hacia donde él me dice. Charlie sigue fastidiando a Diana, y aunque ella rueda sus ojos cada vez que le habla, acaba estallando en carcajadas por algo que el monegasco le está diciendo. Lando a su vez, le sirve un vaso de refresco a Bianca la cual se lo agradece con una sonrisa haciendo que los dos se muestren algo avergonzados el uno con el otro. Y Darcy y Max...bueno, ahora que los veo, me arrepiento del tiempo tan valioso que perdí negando mis sentimientos por Valeria, que es a lo que me recuerdan estos dos. 

- Ven conmigo, Carlos. Quiero darte una cosa.

Piero se pone en pie, y yo lo ayudo a levantarse. Diana dice que está usando bastón desde hace unas semanas pues se cansa mucho al andar. Mi cuñada decidió hace unos días venirse a vivir con su abuelo y dejar por fin Barcelona. Lo que quiera en lo que trabaje, que hasta un misterio para mi, lo puede hacer desde aquí. Y así por lo menos está más cerca de su abuelo. 

Lo acompaño hacia dentro de la casa cruzando el amplio pasillo hasta llegar a su habitación. He notado en el rato que llevo aquí que le cuesta respirar y que sus gestos de dolor son algo más constantes. Abre su habitación y me hace pasar dentro. Cierra la puerta tras de sí y él se sienta en la cama para descansar.

- Por favor, Carlos, abre el cajón de arriba de la cómoda. Debajo de esos jerseys, hay un sobre, sácalo.

Hago lo que él me dice. Voy hacia el mueble y abro el cajón. Rebusco entre las prendas de ropa y saco el sobre que me dice. El corazón me da un vuelco al ver el nombre de Valeria escrito en el. Ladeo mi cabeza y miro al abuelo bastante confundido por lo que tengo entre mis manos.

- Abuelo, ¿Qué es esto? -le digo agitando el sobre.

- Lo que crees Carlos. Tienes que hacerme un favor. Tienes que guardar ese sobre, hijo.

- Pero... -Piero me hace un gesto con la mano para que me calle y coge aire despacio para soltarlo segundos después.

- Tienes que prometerme que no le dirás a Valeria nada de ese sobre. Y el día que tú creas que ella necesita leerlo, se lo darás. Será el día que tú veas que mi niña no puede más. Te dejo a ti la responsabilidad, Carlos.

- Abuelo...me está usted asustando. Esto está sonando a despedida.

- Siempre hay que despedirse cuando uno se va, Carlos. Nunca se sabe lo que puede pasar al día siguiente. Puedes salir a la calle y que te caiga una maceta en la cabeza y no contarlo más.

El anciano emite una pequeña carcajada que lejos de tranquilizarme me deja con aún más desasosiego. 

- Has cumplido la promesa que me hiciste, Carlos, la de seguir haciendo que mi niña sonriera.

- Eso intento todos los días abuelo. Ella es el centro de mi vida. Quiero que sea feliz.

- Lo es. Se le nota. Está tan cambiada desde que está contigo. Ya no hay tristeza en su mirada.

Asiento ante sus palabras dándole la razón. Ni una pesadilla ha tenido en todo este tiempo. Ni un ataque de ansiedad. Dice que yo soy su mejor pastilla. Pues ella es el centro de mi universo.

- Quiero darte otra cosa, Carlos. Es algo que heredé de mi madre, y que lo estaba guardando para una ocasión especial. En el cajón de abajo, en la esquina.

Me agacho para abrir el cajón. Hay apenas un par de sábanas. Y si, ahí en la esquina está lo que quiere Piero darme. Lo miro antes de cogerlo y él esboza una amplia sonrisa.

- Otra de esas cosas que, si tú quieres, le darás a mi nieta cuando llegue el momento.

*** Se vienen unos cuantos capítulos bastantes intensos de aquí a que finalice la historia, porque si, en algún momento tendrá que acabar (aunque yo no lo quiera no puedo estar escribiéndola eternamente). Solo espero que os guste como se desarrolla todo y que sigáis disfrutándola tanto como me decís que hacéis. 

Muchas gracias por todo el apoyo. 126K y sigue subiendo (de aquí a la Luna falta poco). Y esto lo hacéis todos los que dedicáis unos minutos a leer esta historia y seguir emocionándoos tanto. Miles de besos y abrazos. Os lo merecéis ***

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