𝟧𝟧. 𝒟𝑒𝒷í 𝐻𝒶𝒷𝑒𝓇𝓁𝑜 𝐻𝑒𝒸𝒽𝑜 𝒜𝓃𝓉𝑒𝓈
Paseo por el paddock agarrada al brazo de Lando. El medio británico me tiende el vaso de batido de fresa y le doy un sorbo a través de la pajita de colores. Caminamos despacio, con nuestras gafas de sol y con mucha crema solar en la cara porque el clima de aquí es de todo menos el preludio del otoño.
- Los sándwiches esos de crema de cacahuete de Alpine, no estaban muy ricos que digamos -me dice Lando con cara de asco. Levanta su mano y saluda a un par de mecánicos de su equipo que le responden de igual manera. Este niño se lleva bien con todo el mundo. Carlos dice que es mi versión en hombre y que es igual de sociable que yo.
- Los creps Nutella y mermelada de fresa nuestros estaban más buenos -le digo recordando los dos que me he comido hace como una media hora más o menos.
- Seguro que ha sido idea de Charlie lo de los creps, como si lo viera.
- No te equivocas. Creo que me ha dicho que es una receta familiar o algo así. El caso es que estaban de muerte -le doy el vaso de batido y él agita la pajita antes de beber de el.
- ¿Dónde vamos ahora? -me pregunta mirando hacia su derecha. El olor a comida nos llega por todos lados.
- A Red Bull. He oído que tienen gofres rellenos de chocolate.
- Vamos pues, que tengo hambre otra vez.
- ¿Y cuando no es fiesta, Lando Norris? -le contesto rodando mis ojos. Mi amigo me da un ligero puñetazo en las costillas que correspondo de igual manera.
Dirigimos nuestros pasos hacia la escudería azul. A los equipos se les ha ocurrido dar hoy una merienda para todos los miembros de la Fórmula Uno después de la qualy. Se ve que es una especie de tradición que suelen hacer de vez en cuando para unir aún más a los equipos. En cuanto me enteré de lo que había me faltó tiempo para buscar a Lando y recorrer con él todas las escuderías probándolo todo.
La cara de Aless viéndome del brazo del piloto de Mclaren era un poema. Incluso me ha dado una fría mirada al pasar por su lado. A Carlos sin embargo, le parece divertido que haya otro chico que haga enfadar al italiano. Por supuesto, que 0 celos de mi novio con respecto a mi y al británico.
Quiero a Lando como si fuera alguien de mi familia. En muy poco tiempo se ha ganado mi corazón y toda mi confianza, y lo adoro. Es como ese hermano que nunca llegué a tener, pero que a Diana y a mi nos hubiera encantado que lo fuera.
Llegamos Red Bull y aunque está un poco lleno, Max nos hace un gesto para que nos acerquemos hacia él. En cuanto lo veo, me acerco a él dándole un pequeño un abrazo y un cariñoso beso.
- ¿Cómo estás? -le pregunto aún con mi mano enlazada a su brazo.
- Estoy. Pero bien. No te preocupes -me contesta encogiendo sus hombros.
Vuelvo a darle otro abrazo y él me devuelve una sonrisa, la cual me parece bastante triste.
- ¿Queréis un gofre? -nos pregunta a mi y a Lando señalando las mesas donde están.
- Ay si, por favor. Hemos venido expresamente por ellos -le contesto dando palmitas.
- ¿Y tú novio? -me pregunta Max en voz baja.
- Creo que con Charlie comiendo palomitas con chocolate.
Max nos sirve un gofre a cada uno, el cual pruebo emitiendo un pequeño gemido de placer al probar el chocolate.
- ¿Mejor el chocolate que el sexo, Valeria? -me pregunta Lando riéndose.
- Esas cosas no se preguntan, niño, pero te diré que rotundamente no.
Sigo comiendo mi dulce mientras molesto un poco al británico riéndome de como las chicas de de Red Bull se lo comen con la mirada. Max se une a mi, y aunque se nota que no está en su mejor momento, hace de tripas corazón y se muestra más sociable que otros días.
- Señorita De Luca -engullo el trozo de gofre que tengo en la boca al ver quien se dirige a mi. Es Adrian Newey, el director técnico de RedBull el cual viene hacia donde estoy.
- Señor Newey -le respondo una vez masticado todo el trozo e intentando no ahogarme- me alegro de volver a verle.
- Y yo a ti, pero llámame Adrián, por favor, a ti es a la que habría de hablarle de usted -abro mi boca algo sorprendida y recibo un imperceptible codazo de parte de Lando que me hace esbozar una sonrisa.
- Claro...Adrián, pero llámeme, Valeria, por favor. Y por cierto...muy buenos los gofres -le digo lo primero que se me pasa por la cabeza y una pequeña carcajada sale de la boca de Max. Lo fulmino con la mirada y él hace ademán de cerrarse los labios con una cremallera.
- Gracias. Están teniendo mucho éxito -contesta él .
- Es que están buenísimos -dice Lando cogiendo su segundo gofre de hoy.
- Y bien, Valeria, ¿alguna vez podré verte de azul?
Vale, si, ahora mismo no respiro. Soy una gran admiradora de este hombre. Sus diseños en la Fórmula Uno han ganado numerosos premios y para mi es como si tuviera a Dios delante.
- Como posibilidad -le digo encogiendo mis hombros- yo nunca descarto nada.
Y más si Aless me echa cuando se entere de que Carlos y yo estamos juntos. Mira, por lo menos sé que puedo tener opciones.
- Ven a verme si alguna vez necesitas cambiar de aires, Valeria. Necesito gente como tú en esta escudería. Un placer volver a verte.
Adrián se va dejándome sin poder articular palabra. Dios me ha hablado y me quiere a su lado. El mundo es maravilloso.
- Se te cae la baba -me dice Max riéndose de mi.
- ¡No es para menos! Ese hombre es mi ídolo. En la facultad estudiamos sus diseños. Lo adoro -le contesto bebiendo del vaso de batido que me pasa Lando.
- ¿Nos vamos, rubia? -me dice Lando- tengo antojo de salchichas que están...¿en?
- ¡Alfa Romeo! -Lando y yo nos miramos riéndonos a la vez.
- ¿Te vienes, Max? -le pregunto al rubio. Me da un poco de pena verlo así, sufriendo por Darcy, porque si, se nota que está sufriendo por ella.
- Vais a reventar -me contesta él- os acompañaré. Así os vigilo.
Me doy la vuelta y me agarro a los dos pilotos saliendo juntos del garaje. Menos mal que la carrera es mañana y aún faltan horas para ella, así Lando podrá hacer la digestión de todo lo que se ha zampado. Y si no, lo mismo le da por vomitar en su coche. Como opción, yo no lo descartaría.
- ¿Qué vamos a hacer esta noche? -me pregunta Lando mientras se pone sus gafas de sol.
- Ella, echar un polvo con su novio, nosotros jugar a la play -le dice Max haciendo que yo me ría porque ese es el plan que yo tenía en mente.
Lando va a contestarle cuando de pronto, me quedo sin respiración y no soy capaz de andar ni un sólo paso más. Anthony Castais está aquí, delante de mi. Viene seguido de su hijo y de varias personas en traje. La boca se me seca y me agarro bien fuerte al brazo de los dos pilotos. Esta vez no voy a escapar. Voy a hacerle frente. No pienso dejar que me vean rendirme. Sobre todo porque no estoy sola
- Valeria, ¿qué pasa? -me pregunta Lando tirando de mi al ver que no me muevo.
- Por favor, pase lo que pase, no me soltéis. Prometedme que no me dejareis sola.
Max ladea un poco su cabeza y me mira bastante sorprendido. El americano viene directamente hacia nosotros y en cuanto me ve, una asquerosa sonrisa lasciva se forma en su cara. El estómago se me revuelve y acabo de darme cuenta de que lo mismo no fue tan buena idea comer tanto.
- ¡Valeria De Luca! volvemos a vernos -me dice él mirándome con ironía. Tengo muchas ganas de vomitar. Y me estoy conteniendo por no darle lo que él quiere, el verme sufrir por su culpa.
- Vete a tomar por culo -le respondo. Max y Lando permanecen sin moverse de mi lado e intensifican su agarre en mis manos.
- Vamos, querida, después de lo que hemos compartido, no me hables así.
Anthony se acerca hacia mi y los dos pilotos le cierran el paso. Él abre sus manos y empieza a reírse a carcajadas, las cuales acompaña su hijo.
- ¡Tranquilos chicos! No voy a hacerle nada... -dice él aún riéndose- me gustaría que me dejarais un momento a solas con mi vieja amiga Valeria. Id a buscar vuestros cochecitos.
- No -le responde Max con firmeza- apártese. Queremos pasar y me está estorbando.
- ¿Y si no lo hago? ¿qué? -le dice él en tono amenazante.
- Que te doy la hostia que tenía que haberte dado en Francia, hijo de puta.
La voz de Carlos me produce un inmenso alivio. Estaba detrás nuestra y se pone delante de mi tapándome de Anthony y de su hijo. Estoy empezando a temblar. Lando lo nota y pasa uno de sus brazos por mi cintura atrayéndome hacia su cuerpo, algo, que le agradezco.
- ¡Guau! No tenía ni idea de lo popular que era ésta zorrita. Y parecía tonta cuando la tuvimos en Michigan. Cuidado chicos, que a la mínima se inventa que la habéis tocado -Anthony se carcajea mientras su hijo le hace los coros. Siento como las lágrimas salen de mis mejillas y me refugio en el pecho de Lando
- ¡Hijo de puta!
La potente voz de Carlos me hace soltar un pequeño grito. A nuestro alrededor se forma el caos y me separo de Lando a tiempo de ver a Max agarrar a Carlos, y a Anthony en el suelo, pues me temo que le ha pegado al americano. Empieza a venir gente y yo solo quiero acercarme a ver a mi novio, pero Lando tira de mi y me saca de toda esta pelea, porque es una pelea, casi a rastras.
- Vamos Valeria, vámonos -me dice el británico llevándome bien lejos.
- Pero...Carlos... -le digo tirando de él para volver donde está mi novio.
- Estará bien. Está Max con él. Es mejor que nos vayamos .
Dejo que Lando me saque de aquí casi sin protestar. No sé donde me lleva, pero tengo tanto frío y el cuerpo me tiembla sin control, que simplemente lo sigo, y ya está. Me refugio en su pecho. No distingo nada de mí alrededor. Ni las conversaciones. Ni la gente con las que nos cruzamos.
El corazón me late con excesiva fuerza. Creo que se me va a salir del pecho en cualquier momento. Segundos después, Lando me hace sentarme y pone delante de mí un botellín de agua que me bebo con avidez. Aún siento mis dedos temblar y escalofríos por todo mi cuerpo.
- Valeria, ¿estas mejor?
Levanto mi mirada del suelo y trago saliva mirando a mi amigo. Asiento como puedo y sigo bebiendo de ese agua. Lando se sienta a mi lado y coge mi mano intentando tranquilizarme. Le agradezco tanto que esté aquí a mi lado porque si estuviera sola no estaría tan bien.
Pasan minutos en los que ninguno dice nada. Algo que agradezco. Mi móvil vibra en el bolsillo. Lo saco y veo que es Carlos quien me llama.
Hola
¿Dónde estás?
Detrás del Home de Mercedes
Voy para allá. No te muevas
Cuelgo el teléfono y cojo una bocanada de aire con fuerza. No hay casi nadie donde estamos nosotros porque la acción está en el paddock. Cojo la mano de Lando y se la aprieto con fuerza dándole una pequeña sonrisa más para tranquilizarlo a él que a mi.
- Gracias, Lando, por quedarte conmigo.
- No me des las gracias. No iba a dejar sola a mi mejor amiga.
Le sonrío como puedo aún sintiéndome alterada. Sabía que Anthony andaba por aquí, pero no que era capaz de acercarse de nuevo a mi después de las advertencias de Aless. Por lo menos esta vez me he mantenido firme y, lo más importante, no estoy sufriendo ningún ataque.
- ¡Valeria!
Me pongo en pie al instante. Carlos viene corriendo hacia mi seguido de Max. Voy a su encuentro y me arrojo a sus brazos recibiéndome él hasta levantarme del suelo. Me agarro bien fuerte a Carlos, a mi ancla, a mi torre, a mi lugar seguro.
- ¿Estás bien, nena? - Carlos pone ambos pulgares en mis mejillas inspeccionándome con mucho cuidado, como si tuviera miedo de hacerme daño.
- Lo estoy. No me ha dado ningún ataque, ¿y tú?
- Tu novio la ha liado parda - contesta Max por Carlos- ¿se puede saber porqué cojones le has pegado al dueño de Castais?
Carlos aún no ha despegado sus manos de mis mejillas. Su aliento cosquillea en ellas y su agarre en mi se intensifica por momentos. Me mira esperando mi aprobación. Y yo he decidido que no pienso esconder más lo que me pasó, porque aquí, la víctima soy yo. Asiento levemente con mi cabeza. Él me abraza atrayéndome hacia su pecho. Los latidos de su corazón me envuelven en un ritmo rápido, pero a la vez muy relajante.
- Ese hijo de puta intentó violar a Valeria cuando ella trabajaba en su fábrica de Michigan.
El silencio se instala entre nosotros. Escucho un gemido ahogado de Lando y como se acerca más a mi hasta agarrar una de mis manos y entrelazar sus dedos con los míos. Max chasquea su lengua y también se acerca hacia donde yo estoy.
- Debiste dejarme que también le pateara el culo mientras estaba en el suelo, Chilly.
No sé ni donde estoy sentada. Sólo sé que necesito respirar. Aless se ha llevado a Carlos después de la qualy a la parte de arriba de la escudería y llevan allí bastante rato. Me he tenido que ir porque no podía más con los nervios y si me quedaba, sé que haría algo de lo que luego me arrepentiría.
No se habla de otra cosa. Todos los medios se han hecho eco. Carlos Sainz le ha pegado al dueño de Castais. Sin motivo aparente. Aunque ya se está empezando a especular y es cuestión de tiempo que lo averigüen. Aunque sé que mi entorno no va a decir nada de nada. Pero, sinceramente, ya me da igual que se sepa todo, hasta lo que me pasó en Michigan. No voy a vivir con miedo nunca más. Se acabó. Ya es suficiente.
- ¿Cómo estás? -giro mi cabeza para mirar a Max. Se sienta a mi lado y posa su mano brevemente en mi rodilla dándome un cariñoso apretón.
- No lo sé, Max. Estoy algo confusa. Aless está con Carlos y me temo lo peor -le confieso aún temerosa de lo que pueda pasar.
- No puede echarlo. Y si lo hiciera, sería de gilipollas el perder a un piloto tan bueno.
Un ligero escalofrío recorre mi cuerpo recordando aquella conversación en Bélgica de Aless, conmigo y con Lando.
- Me echará a mi entonces -echo mi cabeza hacia atrás y cojo aire despacio manteniendo el aire en mis pulmones con mucha calma.
- Ojalá lo haga -me dice el piloto neerlándes.
- ¡Max! -chasqueo mi lengua encontrándome con la mirada burlona de Verstappen.
- Es verdad. Yo soy sincero. Si Aless te echa, gana Red Bull porque te vienes con nosotros.
Ruedo mis ojos mirando a Max y apoyo de nuevo mi cabeza en la pared. La zona de Ferrari ha sido hoy la más asediada por los periodistas.
- ¡Por fin te encuentro!
La voz de Charlie me hace abrir los ojos de golpe para observar como el monegasco se dirige hacia nosotros. Su cara está colorada y los mechones de su flequillo se le pegan a la frente. Darcy viene detrás de él y se coloca a su lado mirándonos a mi y a Max.
- ¿Pasa algo? -le pregunto viendo como respira con dificultad.
- Castais quería denunciar a Carlos por agresión.
- ¿Qué? -me pongo en pie sintiendo como la rabia ocupa todo mi cuerpo. Aprieto mis puños y estoy tan cegada por la furia que no escucho lo que me dice Charlie- ¡cómo se atreve!
- Tranquila Val -Charlie me agarra de los brazos y me hace un gesto con la cara para que me tranquilice- he dicho quería, cariño.
La mirada que me da ahora mi amigo, consigue que me calme. Una sonrisa cómplice sale de su boca y me lleva de nuevo al banco donde estaba sentada junto a Max. Acaba sentado en el suelo frente a mi agarrándome las rodillas.
- ¿Qué has hecho, Charlie? -le pregunto mientras veo por el rabillo del ojo como Darcy se sienta en medio mía y de Max.
- Tengo mis contactos. Digamos que le dije a ese hijo de puta que si denunciaba a Carlos, en unas horas habría un video en internet que confirma lo que todos sabemos, que es un puto violador.
Me llevo las manos a la cara sin poder creerme lo que Charlie me está diciendo. Cierro y abro mis ojos y enfoco mi mirada en mi amigo de nuevo.
-Especifica un poco, Leclerc -le apremia Max.
- Me he tirado un farol, y lo he acojonado -contesta Charlie con una gran sonrisa de satisfacción en su cara- pero, eso no quita que los periodistas empiecen a escarbar y averigüen cual ha sido el motivo de la pelea.
- Lo sé. Y lo que menos quiero es implicar a Carlos en todo esto -le contesto bastante azorada y sintiéndome muy culpable.
- Valeria -me dice Charlie cogiendo mi mano- Carlos te quiere. Haría cualquier cosa por ti. Tranquila que ya procuraremos todos que nadie sepa nada de quien eres.
Asiento mirando a mi amigo y dejo escapar un suspiro algo más calmado. Aunque hasta que no vea a Carlos no voy a estar tranquila.
- ¿Me puede explicar alguien porqué Carlos se ha peleado con Castais? No entiendo nada .
Darcy nos mira a los cuatro bastante confundida. Tomo aire y me encuentro con la clara mirada de Charlie. Aprieto mis dientes y siento los latidos de mi corazón como van algo más acelerados.
- El año pasado, yo estaba en Michigan trabajando en la fábrica de Castais...
*** Supongo que por fin tiene su merecido el que le hizo a Valeria lo que le hizo. Al final, todos en mi historia, lo tendrán. Como dice el refrán, "cada cerdo, tiene su San Martin". Pues aquí, os juro que pasará lo mismo. Con el siguiente capitulo, terminamos el maratón de una semana que os prometí. Ha sido intenso pero, ha merecido la pena porque he disfrutado mucho editando y subiendo los capítulos. Aún quedan muchas cosas por contar de esta historia.
Y por cierto, en cuanto lleguemos a los 100K...y si no afecta mucho a la trama, voy a publicar la historia de Max y Darcy. Ya va siendo hora de que conozcáis que pasó entre ellos. Así que crucemos los dedos para que lleguemos prontito a esa cantidad.
Gracias por todo. Sois maravillosamente increíbles y muy pacientes por aguantarme. No os olvidéis de votar y sobre todo, leed, que es lo que más me gusta. Muchos besos y abrazos ***
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