𝟧𝟦. 𝒮ó𝓁𝑜 𝐸𝓈 𝒰𝓃 𝒩ú𝓂𝑒𝓇𝑜
Darcy y Valeria miraban a Lenna esperando que la almeriense abriera la boca. Las tres chicas estaban sentadas en la cama de la pelirroja dando buena cuenta de un tarrina de helado de Oreo con un paquete de barritas de kinder bueno. Les habían servido el desayuno en la habitación, cortesía de Charlie, el cual le estaba dando todos los caprichos a la posible futura madre de su hijo.
- Pero, ¿estáis saliendo o no? -le preguntó Valeria a la relaciones públicas mojando otra barrita en la tarrina. Más parecía ella la de los antojos que su amiga la irlandesa.
- Si, lo estamos. Aunque yo no quería -les respondió ella emitiendo un largo suspiro.
- ¿Y eso porque? Si George es un amor - le replicó Darcy con una tierna sonrisa.
- Pues... porque soy 6 años mayor que él y lo de la edad me tira mucho para atrás -les confesó ella algo fastidiada.
- ¡Eso es una tontería! Carlos es 2 años mayor que yo y no pasa nada -le dijo Valeria haciéndole un gesto con su mano.
- Ya, pero son dos, no seis, Valeria -les replicó ella.
- ¿Y que te ha hecho cambiar de opinión?
- Pues veréis. Todo comenzó cuando volvimos del descanso... En la after party después del Gran Premio de Bélgica..., ¿te acuerdas, Valeria?
- ¡Como no! Me pase toda la fiesta ignorando a Carlos y con Lando colgado de mi brazo para que Aless no se diera cuenta de nada -dijo Valeria recordando el mal rato que el italiano les hizo pasar a ella y a su amigo.
- Pues mientras tú estabas en lo tuyo...yo... -empezó a contarles Lenna a las dos chicas.
Lenna miraba, copa de ron en mano, como Valeria desaparecía agarrada del brazo de Lando Norris, después de lo que parecía un desagradable encuentro con Aless Rinaldi. Otro más. Ese hombre era de lo más insistente, a pesar de que ella lo había rechazado. Cualquiera que se fijara mínimamente en Valeria y Carlos, podía ver que ambos estaban profundamente enamorados el uno del otro. Y era cuestión de tiempo que Aless los descubriera. Pero, ahí estaría ella para ayudarlos cuando ocurriera.
Le dio un trago largo a su copa y la dejó en la barra mientras decidía si irse al hotel o esperar un poco más. En esas estaba, cuando vio venir hacía ella, a uno de los pilotos de Mercedes, el británico de pelo claro y ojazos verdes. Era muy joven. Escandalosamente joven, aunque tenía una cara muy atractiva y una penetrante mirada que la hacía perder la concentración. Solo se habían cruzado en el paddock y no habían intercambiado ni una sola palabra. Pero ella se había fijado en él. Siempre risueño, amable y simpático sin perder la sonrisa, pero, con un toque de chulería en su cara que lo hacían aún más interesante.
El joven piloto se acercó a Lenna envalentonado por las dos copas de alcohol que había ingerido durante el transcurso de la fiesta. Desde que la vio, sólo tenía un objetivo, estar cerca de ella está noche, y algo más. Ya se había cansado de verla pasar día tras día por delante suya y no ser capaz siquiera de presentarse. Lo de Carlos y Valeria le había dado el valor para ese algo.
Se colocó enfrente de Lenna. Ella esperando el típico discurso de ligoteo que le hiciera desilusionarse de él. Y George relamiéndose los labios pensando en todas las cosas que quería decirle...y hacerle... porque la española le gustaba demasiado, y no sólo para un rato. Le dio un buen repaso de arriba a abajo y al alzar sus ojos, estos se detuvieron en los canela de la chica. Una pequeña sonrisa se instaló en su cara y se dispuso, por fin, a hablar con ella.
- Hola, soy George y me muero por acostarme contigo.
Lenna lo miró para esbozar, a continuación, una tonta sonrisa, a la vez que todo su cuerpo se excitó solo de pensar en estar con él. Esto sí que no se lo esperaba. Esto sí que le había gustado. Aunque, aún tenía que hacerse la difícil y no caer rendida a sus pies, que temía que pasaría en breves momentos.
- Tendrás que ser más concreto, inglesito -le contestó ella. George le dio una lobuna mirada y se acercó aún más a Lenna hasta posar sus labios en su cuello. El contacto de sus labios en su piel, la hizo estremecerse y soltar un pequeño e inesperado jadeo.
- Te quiero debajo de mi, excitada y sudorosa, rogándome que no pare, y cuando acabe contigo, aún así, me pedirás más.
Lenna alzó una de sus cejas, a la vez que un intenso espasmo de placer subía por sus piernas hasta alcanzar su vientre. Dejó que los labios del británico besaran su cuello de nuevo y no tuvo que pensarse nada más. Acabaron en la habitación de ella haciendo el amor apasionadamente. Un par de veces esa noche.
A punto de amanecer, la relaciones públicas se levantó de la cama para ir al baño, y entonces la cruda realidad la golpeó con fuerza. No solo se había acostado con un piloto de Fórmula Uno, sino que además era uno de los rivales de su jefe así como un chico de 24 años, al que le sacaba sus buenos seis de diferencia. Así que tomó una larga respiración y antes de entrar al servicio, miró a un George que aún yacía en la cama completamente satisfecho. Y si, con ganas de repetir de nuevo.
- Voy a ducharme, cierra la puerta cuando salgas.
Lenna se metió en el baño sintiendo que estaba comportándose como una cabrona con él. Pero, cuando antes le dejara claras las cosas, mejor. Habían sido un par de polvos y nada más.
Aunque para George, había sido el mejor sexo que había tenido en su vida, y no iba renunciar a la pequeña castaña de ojos canela que lo tenía loco desde el primer momento que la vio.
La siguiente vez que se vieron, fue durante el Gran Premio de los Países bajos. Lenna había estado evitándolo durante toda la semana hasta que fue inevitable que se encontraran en la zona de los Home Trailer. Ella intentó cambiar los pasos para no cruzarse con George, pero, él fue más rápido y la atrapó en una esquina.
- Parece que me está huyendo. Y estoy empezando a pensar que tengo que ser patético en la cama.
Lenna no lo puedo evitar y una pequeña sonrisa salió de sus labios. Mirarlo era perderse. Porque además, la estaba hablando casi haciendo un adorable pequeño puchero.
- No eres patético, George, eres la puta hostia -le respondió ella confirmando lo evidente, George era un increíble amante.
- Entonces, dime porqué me evitas.
- Porque no quiero nada contigo -George se acercó a ella y rozó su nariz con la suya.
Su aliento le cosquilleo en las mejillas y tomó su boca sin previo aviso. Le dio un lento beso. Uno de los que das cuando alguien te gusta mucho. Sus labios se rozaron incansables uno contra el otro y se separaron sintiendo como ambos corazones latían desbocados.
- Tus besos no dicen lo mismo, Lenna -ella se mordió el labio sin saber que decirle. Porque su cabeza iba por un lado, y su corazón, por otro- sal conmigo a cenar después de la carrera.
- George, no me hagas esto, por favor.
- No me lo hagas tú. Me gustas, Lenna. Y para algo más que dos revolcones. Joder, dame una oportunidad. Una sola. Y si no te gusta, te juro que no te molesto más.
- ¿Me lo prometes?
- Palabrita del niño Jesús -George hizo un gesto con sus dedos haciendo la señal de la cruz. Ella se río y emitió un suspiro ahogado. Lo que el piloto le hacía sentir no era normal. Lo deseaba, y mucho, pero, quería también ese algo más de lo que él le hablaba, aunque sabía, que no podía ser. Y eso que lo suyo era aún más fácil que lo de Valeria y Carlos. Porque estaba segura de que su jefe, el piloto madrileño, no pondría ningún impedimento a una posible relación de George y ella.
- Está bien -le contestó Lenna accediendo a su propuesta- espero que la disfrutes, porque será tú primera y última cita contigo.
- No te lo crees ni tú, bonita.
George le dio un último beso, esta vez más hambriento de ella y de su boca, y la dejó allí, en esa esquina, volviendo al garaje de su equipo. Esta noche sacaría su artillería pesada. No pararía hasta que Lenna acabara saliendo con él.
El británico la llevó a cenar al Roompot Bloemendaal aan Zee. Era un camping que había a las afueras del circuito, pero, que también alquilaba cabañas. Lo organizó todo para que cenaran en el porche de una de ellas bajo las estrellas. Una comida sencilla, de campo, y todo regado con un excelente vino de la zona. Hablaron un poco de sus vidas, de sus sueños. De como habían acabado, él pilotando un monoplaza, y ella siendo la mano derecha de Carlos Sainz.
Lenna tuvo que reconocer que se lo estaba pasando mejor de lo que esperaba y de que no quería que acabara, pero, la noche estaba tocando a su fin. Y con ella la vuelta a la cruda realidad.
- Creo que te he sorprendido -le dijo George aún con su copa de vino en la mano. La intensidad de su mirada la hizo temblar un par de veces. Ella, la mujer más segura de sí misma, y aquí estaba nerviosa perdida por culpa de un joven que la trataba como si fuera la única persona que le importara del mundo.
- Tengo que reconocer que si, que lo has hecho. Me esperaba algo más sofisticado por tu parte, pero esto, te ha hecho ganar muchos puntos.
- Y entonces, ¿porqué no quieres salir conmigo?
- ¿Salir? ¿Quién ha hablado de salir? -le dijo ella algo sorprendida mientras su corazón latía tan deprisa que creía que se le iba a salir del pecho en cualquier momento.
- Te lo digo ahora, Lenna. Ya te he dicho antes que me gustas. No quiero ser un rollo de una noche. Quiero llevarte de la mano por el paddock y que todos vean que eres mi novia, que estés en mi garaje gritando mi nombre cuando me veas en el circuito y quiero estar a tu lado aprendiendo y conociendo más de ti.
- Oh, dios. Se ve que lo de Valeria y Carlos es contagioso -le contestó ella soltando una pequeña carcajada.
- Lo es, créeme. Porque ellos me dan esperanza de que si se puede.
- Soy seis años mayor que tú, George -le dijo ella intentando convencerse a si misma de que todo esto era un error cuando no quería que lo fuera.
- La edad es un número Lenna -le dijo él con rotundidad.
- Pero está ahí.
- Búscate otra excusa, que esa no vale. Tienes dos opciones, Lenna.
- ¿Sólo dos? -le preguntó ella mordiendo su labio superior algo nerviosa.
- O te llamo un taxi y vuelves a tu hotel, y si, te dejaré en paz, como te prometí. O entras conmigo en esa cabaña y cuando nos vayamos, saldrás de aquí siendo mi novia.
George se puso en pie y llevó sus manos hasta el borde de su jersey gris de punto fino. Se lo quitó deslizándolo por su cabeza y lo dejó tirado en una de las sillas mientras se daba la vuelta y entraba dentro de la cabaña. Lenna soltó un ligero suspiro y se llevó las manos a la cara.
No sabía que hacer. Eran tantas cosas que los separaban. Y las pocas que los unían, ganaban por goleada. Se mordió el labio de nuevo y tomó una decisión. O seguir como hasta ahora, y cada vez que viera a George se lamentaría el resto de su vida, o arriesgarse y vivir el momento más apasionado que nunca había experimentado. Y si, ir más allá. Ni siquiera lo dudó. Se levantó de la silla y miró la cabaña.
- ¡Que coño! Si me voy, es que soy gilipollas.
- Es súper-bonito -le dijo Valeria mordiendo otra galleta. Se había comido un paquete ella sola ensimismada con lo que les contaba Lenna.
- Ni un sólo segundo me he arrepentido de haber hecho lo correcto -les dijo Lenna sonriendo. Pensar en el que ahora era su novio la ponía así, feliz - George es tan increíble que a veces dudo de que sea hasta real.
- Ay, dios. Que envidia me dais -la tristona voz de Darcy les hizo a las dos chicas desviar su mirada hacia su amiga, la cual lloraba desconsoladamente. Las hormonas le pasaban factura y lo hacía cada dos por tres.
Valeria se acercó a Darcy y la abrazó dejando que la pelirroja posara su cabeza en su hombro.
- Darcy. Deberías acabar con este sufrimiento -le dijo Valeria con toda la calma que pudo- no es bueno para los tres.
- Si, lo sé. Pero es que anoche estuvieron los dos tan increíbles conmigo. No quiero hacerme la prueba hasta que acabe el campeonato. No quiero desestabilizarlos a ninguno -le confesó la pelirroja.
- ¿Y porqué, cariño? -Valeria acarició su mejilla con mucha ternura y su amiga le sonrío.
- Porque uno de ellos será feliz, y el otro no -dijo Lenna torciendo el gesto en dirección a al pelirroja- es eso, ¿verdad?
- Si, es eso -le dijo Darcy dándole la razón- anoche lo hablamos y esperaremos a que termine la temporada. Y mientras tanto, estoy dejando que me mimen.
- Bueno, haces bien. Por cierto. ¿Me vas a decir de una puta vez cuando te acostaste con Charlie? porque con Max fue en Bélgica, después de la hostia que se metió en la carrera, pero ¿con Charlie?
Darcy miró a su amiga sin saber donde meterse. Le daba hasta vergüenza tener que confesarle a su amiga donde se acostó con el monegasco.
- Te lo digo, pero no te enfades, ¿vale, Valeria? -le dijo Darcy apretando sus dientes.
- Vale. Si yo no me enfado. Mientras no haya sido en mi casa -le dijo la rubia medio riéndose.
- En tu casa, no.
- Pues menos mal -dijo ella al aliviada. El monegasco y su amiga habían pasado tiempo a solas en su casa y temía que hubiera sido allí donde se hubieran acostado.
- ...en la de tu abuelo...
Darcy miró a su amiga haciendo una mueca con la boca. Valeria abrió sus ojos atónita y las carcajadas de Lenna acompañaron su sorpresa. Miró a su amiga y chasqueó su lengua.
- Me cago en la madre que te parió, Darcy. Ya sabía yo que no tenías que dormir en ese cuarto -le dijo Valeria negando con su cabeza.
- ¿Qué le pasa a ese cuarto? -le preguntó la pelirroja muy confundida.
- Mi madre se quedó embarazada en ese cuarto de mi hermana Diana, y a los dos años, de mi. Una sobrina de mi abuelo, también. Y una Erasmus que acogimos un año, más de lo mismo. Mi hermana y yo le pusimos al dormitorio la Baby Room. Joder, si hasta una vecina de mi abuelo que no podía tener hijos durmió allí una noche, creyendo que lo decíamos de broma, y se quedó preñada.
- ¡Y me hiciste dormir allí! ¡Que mala amiga! -Darcy le dio un puñetazo a Valeria y la miró muy indignada.
- ¿Y yo qué coño sabía que te ibas a tirar a Charlie? -le contestó la rubia devolviéndole el puñetazo en sus hombros.
- ¡Yo tampoco lo sabía! Estaba aburrida.
- Había una oca en una de las estanterías -le dijo Valeria rodando sus ojos.
- No, si jugar jugaron a la oca -les dijo Lenna riéndose a carcajadas por la situación- ganó Charlie. De oca a oca y te follo porque me toca.
*** Bueno, después de que ayer me atacaran los virus del resfriado, cual capitulo de THE WALKING DEAD, voy a intentar retomar los capítulos que quedan para finalizar el maratón, pues yo soy una escritora y persona de palabra, muy comprometida con mis lectores. Muchas gracias a todas aquellas personas que me dejasteis esos mensajes tan bonitos en mi tablón. Os mando a Carlos o a Valeria por Amazón en agradecimiento.
Así que nada, espero que disfrutéis de los capítulos que vienen, porque, AVISO PARA TODO EL MUNDO, habemus drama again. Gracias por leerme, por seguir interesados en esta historia que ya veo que os está gustando mucho (casi 90K de locura llevamos), y sobre todo por seguir votando aún siendo yo tan pesada de pediros que lo hagáis. Muchas gracias y a cuidarse, que hace mucho frío (o calor depende de donde estés) ***
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