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𝟧𝟣. 𝐿𝑒 𝓋𝒶𝓈 𝒶 𝒹𝒶𝓇 𝓊𝓃 𝒹𝒾𝓈𝑔𝓊𝓈𝓉𝑜

El avión privado de Charlie nos dejó hace una media hora en el aeropuerto de Nice. Siguiendo sus indicaciones, Valeria, Carlos y yo nos dirigimos a las afueras de Mónaco, al lugar donde va a celebrar su fiesta de cumpleaños. Miro nerviosa por la ventana y me muerdo las uñas pensando en que Max también estará allí y ya no puedo retrasar más lo inevitable. 

- Hoy mismo se lo digo -Valeria se da la vuelta en su asiento y agudiza su mirada mirándome algo sorprendida.

- ¿En serio? -me pregunta ella como si no creyera lo que le digo. A lo largo de estos días, la he "amenazado" tantas veces con decírselo que es normal que ahora me mire así.

-Si, en serio -le confirmo con rotundidad intentando convencerme a mi misma de que lo voy a hacer.

-Dios, Darcy -me dice Carlos pasando una de sus manos por su cuello- ¿no puedes esperarte a que pase el fin de semana? Es el cumpleaños de Charlie, le vas a dar la fiesta, joder.

- Llevo esperando 2 semanas, ya no puedo más -le digo al piloto madrileño .

- Pues espérate 3 días, joder. En cuanto Max se entere, le querrá pegar a Charlie y quiero ver como mi amigo cumple los 25.

- ¿Y porqué crees que le va a pegar? no soy nada suyo. Y no sé porqué a Max tiene que importarle si estoy o no con Charlie.

Carlos se queda callado unos segundos que me hacen preguntarme a que viene toda la movida entre Max y Charlie. Le doy un puñetazo en el hombro para que hable, pero el madrileño sigue en silencio.

- Tú sabes algo -le digo con el dedo clavándolo en su brazo.

- Son cosas de chicos, Darcy -me responde él todo enigmático.

- Le preguntaremos a Lando entonces -dice Valeria apoyándome- él siempre me cuenta todo.

- Porque Lando es como vosotras, le encanta un buen cotilleo -le dice su novio rodando sus ojos.

- Oh, vamos, Carlos -le digo medio rogándole- si sabes algo en lo que pueda afectarme, deberías decírmelo. También soy tu amiga, y la mejor amiga de tu novia. Nosotras hablamos, ¿sabes? -le hago un gesto con las cejas a través del espejo retrovisor y lo único que recibo por su parte es una mirada de soslayo.

- Mira, Darcy, sólo te diré una cosa. Lo que tengas o hayas tenido con Max, deberíais aclararlo lo antes posible. Ya no sé trata de vosotros, sino de un bebé que necesita a su madre y a su padre. Y que ellos no estén peleando por lo que pudo ser y no fue. Y no creo que hoy sea el momento.

Me quedo en silencio después de escuchar las palabras de Carlos. Ante eso, que se puede decir si tiene toda la razón. Los siguientes minutos permanezco callada hasta que llegamos al castillo de Charlie. Porque si, el sitio de la fiesta es suyo. Cuando me dijo que lo tenía, me reí pensando que no era verdad, pero, ahora que lo veo, mi amigo no miente. Aparcamos justo en la puerta y me bajo del coche admirando la belleza de lo que tengo delante. Altas torres y numerosos ventanales, y hasta una enorme puerta de madera como en los castillos de los cuentos. 

- Esto es una puta pasada -dice Valeria poniendo uno de sus brazos alrededor de mis hombros. Mi amiga me abraza y yo me dejo envolver por ella. Porque ahora mismo es lo que necesito, sentirme apoyada. 

- Lo es -le digo mirando hacia arriba un par de nubes que surcan el cielo.

-  Ahora pretenderá que le hagamos una reverencia  -dice Valeria sonriendo divertida.

- Pues conmigo las lleva claras -dice Carlos abriendo el maletero. 

Tres muchachos con un impecable uniforme blanco aparecen al momento desde la parte de atrás del castillo. Nos dan la bienvenida y se hacen cargo del equipaje mientras nos piden que los sigamos hacia la puerta principal. Sigo agarra a Valeria caminando detrás de ellos. Subimos unas escaleras y al entrar en el vestíbulo, me doy cuenta de que dentro es mucho mejor que fuera. Me quedo sorprendida por los altos techos, las columnas de mármol, los suelos de barro y los muebles de lujo que adornan el castillo. No puedo ni cerrar mi boca de lo sorprendida que me tiene todo lo que puede abarcar mi mirada.

- ¡Habéis llegado!

La alegre voz de Charlie me hace enfocar mi vista en mi amigo, y quizás en el padre de mi bebé. Un escalofrío recorre mi cuerpo y por instinto, llevo mi mano a mi vientre unos segundos. Charlie llega hasta mi y dejo que me envuelva en un cálido abrazo que también correspondo. Él me da una pequeña sonrisa y un beso en la mejilla dejándome para saludar a Carlos y a Valeria. 

- Espero que hayáis tenido buen viaje -nos dice agarrado a mi brazo.

- Esto está muy lejos -le contesta Carlos algo hastiado.

- Soy monegasco, no voy a celebrar mi cumpleaños en tu puta casa -le contesta Charlie rodando sus ojos.

- Pues su madre le ha regalado una barbacoa que es la hostia -apuntilla Valeria soltando una carcajada.

- Venga, que os acompaño a vuestras habitaciones -nos dice Charlie avanzando un par de pasos aún agarrado a mi brazo.

- Míralo -dice Carlos con ironía- ya está ejerciendo de marqués.

Charlie lo fulmina con la mirada y tira de mi hacia la parte central del castillo. Dos chicos todos de blanco, salen a nuestro encuentro.

- Por favor, acompañadlos arriba -les dice señalando a Carlos y a Valeria- tú duermes abajo que no quiero que estés todo el  día subiendo y bajando escaleras.

- Lo que ordene el Lord -le contesta Carlos con ironía.

La pareja desaparece por las escaleras que les lleva a la parte de  arriba mientras Charlie me lleva por un largo pasillo iluminado por antorchas eléctricas que dan un aspecto bastante antiguo a este pasillo de piedra. 

- ¿Cómo estás? -me pregunta Charlie con algo de nerviosismo en su voz. Desde que se enteró que estoy embarazada no deja de preguntarme ni un segundo por mi estado. Raro es el día en el que no hablamos un par de veces al menos.

- Bueno, hasta el coño de las nauseas, que no son matutinas, sino cada dos por tres, pero, por lo demás bien -le contesto encogiendo los hombros.

- Me alegro. Cualquier cosa que necesites, me lo pides, ¿vale?

Charlie me da un beso en la mejilla y me deja en la puerta de la habitación. Me da una llave de hierro bastante bonita y me ayuda a abrir. Cuando entro dentro, no puedo evitar soltar una maldición. El cuarto es bonito, pero bonito de verdad. Una enorme cama corona el centro de la habitación y la decoración de estilo antiguo me deja sin palabras.  

- Que pasada, Charlie -le digo entrando en ella. Mi maleta ya está deshecha y hay una chica colgando mi ropa en un armario.

- Gracias, cariño. Tengo que ocuparme de un par de cosas. Nos vemos en un rato.

Charlie me da otro beso en la mejilla. Se me queda mirando y baja muy lentamente su mano hasta tocar mi vientre. Me emociona que lo haga, y su cara también lo refleja. Me sonríe levemente y aparta su mano con mucho cuidado. Sale de la habitación con rapidez dejándome sola. La chica que está guardando mis cosas, se despide de mi, y hace lo mismo, cerrando la puerta tras de si. Me acerco a la ventana  viendo el increíble paisaje de la campiña francesa. Bajo las manos a mi vientre y lo acaricio despacio. Desde que sé que hay ahí una personita que está creciendo en mi barriga, no puedo evitar tocármela un par de veces al día. 

Decido ir a dar un paseo y ver si ha llegado alguien más aparte de nosotros. Cojo mi bolso y me lo cuelgo cruzado, saliendo de mi habitación. Después de cerrar con llave, la cual guardo en un bolsillo interno, me doy la vuelta para explorar un poco esto. Y cual es mi sorpresa, cuando me doy de bruces con quien más esperaba ver hoy aquí, Max. Tan guapo como siempre. Tan rubio y con esa puta camiseta que se le pega al cuerpo y que ya me tiene babeando. Y no, no son las hormonas, es que Max me pone como una moto. 

- ¿Estás bien? -me pregunta él cogiéndome del codo, pues he estado a punto de caerme encima suya.

- Si, lo estoy -su cercanía me afecta. Lo sigue haciendo. Aún usa esa colonia que tanto me gusta. Su olor me embriaga por completo y me sujeto a sus brazos deseando que no me suelte nunca.

Pero el estómago me da un vuelvo y empiezo a notar como se me revuelve. Me incorporo llevándome las manos a la boca. No puedo aguantar más y salgo corriendo buscando un sitio donde vomitar, que resulta ser un jarrón que hay encima de una mesa de roble en una esquina del pasillo. Echo hasta los higadillos en ese jarrón. Escucho los pasos de Max viniendo hacia mi y como su mano se posa en mi frente sujetándome el pelo. Me incorporo y cojo una toallita de mi bolso. 

- Darcy, joder, ¿estás bien? ¿Qué te ha pasado? -la preocupación en el rostro de Max y la pregunta, que desde luego, más propia no podía ser, me hace abrir la boca y soltar lo primero que deseo decirle.

- Pasa que estoy embarazada.

Pues nada, ya se lo he dicho. Ahí lo llevas Max Verstappen. Diviso un pequeño banco en una esquina del pasillo y voy a sentarme hacia allí. El rubio sigue en shock porque ni siquiera se ha movido de su sitio. Lo único que hace es mirarme con la cara desencajada tragando saliva con dificultad. 

-  Vaya, no lo sabía -se atreve él a decirme llegando con mucha cautela hacia donde yo estoy- tendré que darle la enhorabuena a Charlie entonces... si es que es de él, claro.

-Bueno... también puede ser  tuyo, porque OH, SORPRESA, me acosté con los dos y no sé quien es el padre.

Se lo merece, por la mirada de dureza con la que me ha dicho lo de Charlie. Max me mira muy sorprendido y apenas es capaz de articular palabra. Empieza a dar vueltas por el pasillo con los puños apretados. Durante unos minutos solo son sus pasos los que se escuchan en este pasillo y su respiración agitada. Se da la vuelta y viene hacia mi tremendamente enfadado.

- ¿Y cuando cojones pensabas decírmelo? -sus preciosos ojos claros ahora mismo destellan furia y rabia, y algo más que no sé discernir. Está cabreado, y es algo que no puedo reprocharle.

- Te lo acabo de decir -le contesto con toda la tranquilidad que puedo aunque mi corazón está latiendo a velocidades vertiginosas.

- ¡No me jodas, Darcy! ¿Desde cuando lo sabes?

Me muerdo el labio y alzo mi barbilla bastante nerviosa. Había pensado miles de escenarios que podrían pasar cuando le dijera a Max que estoy embarazada, y si, este era uno de ellos, el que más puntos tenía de que pasaría. 

- Desde Singapur.

- ¡Dios! ¿Por qué has tardado tanto en decírmelo joder? -Max se lleva las manos a la cabeza y emite un fuerte gruñido.

- Precisamente por esto, jolines. ¡Y no me pegues voces que estoy muy sensible!

Me llevo las manos a la cara y me pongo a llorar. No puedo más. Pensaba decírselo de otra manera, pero no así. Aunque una parte de mi sabia que acabaríamos peleándonos. Se ve que es lo único que sabemos hacer. A parte de bebés, si es que es suyo claro.

- Supongo que te harás las prueba de ADN. Cuanto antes sepamos quién es el padre, mejor. Así podremos tomar decisiones.

Me quito las manos de la cara para mirar como Max aprieta su mandíbula dándome una fría mirada. Me pongo en pie bastante cabreada con el inútil este de ojos claro que a veces me quita la capacidad de razonar.

- Mira, gilipollas, aún no eres nada. Y me haré la prueba cuando me salga del coño. Y mientras tanto, te quiero bien lejos de mi porque me alteras y no es bueno para mi bebé.

Paso delante de él dándole una furiosa mirada. Max ni se inmuta. Y le agradezco que no siga con la discusión porque ahora mismo no podría con más de nuestro drama. 

- También podría ser mi bebé -su fría voz me deja desencajada. Pero, no pienso darme la vuelta para contestarle, que vea mi espalda y mi culo mientras me alejo de él.

- Tú lo has dicho, podría.

Charlie nos ha dicho que nos espera a todos fuera, en el jardín. Ha preparado una gran carpa donde ya hay mucha gente sentada bebiendo y comiendo. Diviso a Valeria, la cual, vaso en mano está mirando a Carlos el cual está al otro lado de la explanada.

- Me haría falta una buena copa de vino -le digo a mi amiga colocándome a su lado.

- Pídela y me la bebo yo por ti. Necesito emborracharme rápidamente. Mira ese idiota.

Desvío mi mirada hacia donde ella me señala. Carlos está charlando muy animadamente con varias chicas mientras aquí mi amiga lo fulmina con la mirada.

- ¿Qué ha pasado? -le pregunto mientras un camarero me sirve un zumo.

- Que nos hemos peleado en la habitación.

- ¿Y porqué?

- Porque le he dicho que tenemos que ser discretos porque esto está lleno de gente y se ha enfadado. Dice que está y cito palabras textuales hasta la polla de esconderse.

Las risas de Carlos llaman nuestra atención. Mi amiga se bebe su copa de un trago y coge otra de la bandeja de uno de los camareros.

- A ver, Valeria. Que yo lo entiendo, cariño. Deberías pasar de todo. Mira Lenna y George. Les importa una mierda que los miren

La relaciones públicas de Carlos y el piloto están sentados en una de las mesas regalándose arrumacos y besos dándoles igual que todos sepan que están juntos. 

- Deberías dejarte llevar y hacer más lo que sientas -le digo yo mirando a izquierda y derecha por si aparece Max.

- Ahora mismo siento que quiero pegarle -me dice ella frunciendo sus labios.

- ¿A quién hay que pegar? -una dulce voz viene hacia nosotras haciendo que automáticamente sonría.

- ¡Lando! ¡Mi niño favorito!

Valeria se engancha al británico y choca su copa con él. Norris la abraza mientras ella alza su copa en dirección a Carlos el cual le da una furiosa mirada.

- ¿Queréis jugar al Just Dance? -nos pregunta Lando. El cumpleañero ha preparado una zona de juegos que está teniendo bastante éxito.

- ¡Yo si!

Valeria se pone a dar palmitas. Se bebe su copa de un trago y después de quitarse el jersey que lleva puesto, se engancha al brazo de Lando y me dejan sola.

Miro a Carlos y no puedo evitar reírme al ver como se come a su novia con la mirada y no le hace caso a nadie de los que le hablan. 

- Espero que eso que estés bebiendo sea sin alcohol -giro mi cabeza para ver a Max acercarse a mi. El puñetero se ha cambiado de ropa y ahora luce unos vaqueros claros y un jersey blanco que le queda demasiado bien. Y si, ahora son mis hormonas porque cabreada y todo lo estampaba contra la pared y le hacía de todo.

- Y yo te he dicho antes que me dejaras en paz -le digo sin mucha convicción por mi parte.

- Ay, Darcy. Aunque tú quieras, yo no puedo -Max se acerca a mi. Su presencia me sigue afectando muchísimo. Nunca ha dejado de afectarme- y ojalá sea yo el padre del bebé, así no tendré que inventarme ninguna excusa para que estés conmigo.

- Max, sigue soñando -le contesto tragando saliva y bebiendo de mi copa para que no se me noten los nervios tan grandes que tengo. El idiota quiere estar cerca de mí a pesar de todo lo que ha pasado entre nosotros.

- Estaremos unidos para siempre por una personita, tuya y mía. Piénsalo, ¿a qué no es maravilloso?

Un ligero escalofrío recorre todo mi cuerpo. Me quedo perdida en su penetrante mirada y en como esos labios se acercan cada vez más a mi. Pienso en Max con nuestro bebé en brazos. Cuidándolo. Orgulloso de él y me dan ganas hasta de llorar. Una de sus manos acaricia mi mejilla con mucha lentitud. Nos miramos ambos a los ojos y tengo que tragar saliva porque a mi mente vienen los momentos tan maravillosos que pasamos cuando nos conocimos. 

- Ves pequeña hada, a ti también te encantaría la idea

Max me da una cálida sonrisa. Se moja los labios con la punta de su lengua aún mirando los míos. Se acerca y deja un pequeño beso en mi cara que no hace sino que toda mi piel arda. Él se aleja a continuación dejándome temblando de pies a cabeza. 

Me veo a mi misma  tumbada con él en aquella hamaca de esa pequeña isla que se convirtió en  nuestro solitario paraíso. Como sus dedos acariciaban mi piel y solo pensábamos en el momento, no en el después. Aprieto mis labios intentando no llorar, pero los recuerdos, esos tan bonitos que aún guardo en mi corazón, me impiden que lo haga. Tanto que viví con él. Tanto sueños que forjé y nunca pudieron cumplirse. 

Vale. Tengo un problema. Y uno muy grande. Sigo enamorada de Max.
Pero con él siempre fue o conmigo o sin mi. 
Y si encima el bebé es suyo... Es cuestión de tempo que caiga rendida a sus pies.
Si no lo estoy ya.

*** Siendo el cumpleaños de Charlie, puede pasar de todo. Eso lo tenemos claro, ¿verdad?

Me gustaría contaros que dentro de poco voy a publicar la historia de Max, incluso antes de que termine esta. No os haré ningún spoiler porque la historia de Darcy y del rubio de ojos claros, la contaré desde el principio, desde que se conocieron. No habrá saltos en el tiempo para no confundir a nadie. Espero que ésta historia os guste también. Si os puedo decir que el titulo de la historia también va a empezar con un número. 

Muchas gracias por seguir leyendo, sois una pasada. 

Gracias por votar esta locura de historia. Me encanta cuando veo vuestros votos. Os doy miles de besos por el apoyo. Nos vemos mañana ***

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