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𝟦𝟫. 𝑀𝒶𝓇𝒾𝓃𝒶 𝐵𝒶𝓎 𝒮𝓉𝓇𝑒𝑒𝓉 𝒞𝒾𝓇𝒸𝓊𝒾𝓉

El Gran Premio de Singapur es especial. Que la carrera sea nocturna es un aliciente más. Es un circuito urbano, algo que me fascina. Ver como anochece mientras todos esperamos que empiece la carrera, el ambiente que se respira alrededor, la magia de la noche... Carlos me dijo que era especial, porque se corre en sentido contrario a las agujas del reloj. Y tengo que darle la razón, porque me tiene fascinada. Es que incluso el paddock es de puro lujo. 

- ¿La curva 11 nos dará problemas?

Trago saliva al escuchar la voz de Carlos dirigiéndose a mi. A mi alrededor todo el mundo está ocupado con sus tareas y pendientes de su trabajo. Él bebe agua de su botella y casi ni me mira. Odio esto. Odio no poder sonreírle. El no poder abrazarlo y desearle suerte antes de que se suba al coche. Me cuesta disimular cuando lo tengo tan cerca. Cuando su cuerpo es como un imán para el mio.

- Bueno, el que esté alineada con el lado izquierdo facilitará que puedas ir más lento, pero, no te fíes -le digo con mi voz más profesional.

Me atrevo a mirarlo. Es que ya no puedo más. Necesito decirle que estoy con él. Que tiene todo mi ánimo y mi apoyo. Él ladea también su cabeza y una pequeña e imperceptible sonrisa se escapa de sus labios. Sabe perfectamente lo que estoy pensando. Lo que me pasa. Lo que odio esto.

-  Nakupenda -me dice él. Reprimo una carcajada y asiento con mi cabeza, vocalizando la misma palabra.

- ¿Todo listo, Carlos? -la ruda voz de Aless acercándose a nosotros me hace volver a mirar los datos de la pantalla y disimular el anhelo que siento por él.

- Todo bien -le contesta el madrileño en el mismo tono neutro.

- ¿Vendrá hoy tu novia a la carrera? -intento no hacerme la sorprendida y seguir mirando la pantalla. Al italiano le encanta meterse con él, y más si puede hacerlo antes de una carrera- porque llevamos ya cuatro premios y no ha dado señales de vida.

- Pues mira, resulta que SI ha estado a mi lado en todas las carreras, pero, a ella no le gusta exponerse y es muy discreta -le contesta Carlos apretando su mandíbula ligeramente enfadado- y si ya has terminado del interrogatorio sobre mi  vida privada, me gustaría irme a mi coche.

Carlos se da la vuelta apretando sus puños a ambos lados de sus costados. Está cabreado. Y estar así antes de la carrera, no le conviene. Lo veo irse hacia su coche y yo hago lo de siempre, comprobar los últimos datos y coger mi casco para ir hacia donde está. Aless me sujeta del brazo antes de salir. 

- ¿Estás bien con eso de que Carlos tenga novia? -me pregunta Aless mirándome fijamente. En mi cara, no puede haber ni un atisbo de duda, porque él lo notaría.

- ¿Porqué no habría de estarlo? -le respondo impasible. 

Aless hace un gesto con su boca y se lleva las manos a la cara mirándome sin decir nada unos cuantos segundos. Me suelto de su mano y voy hacia donde está Carlos. Ya le han ayudado a entrar en el coche y le están montando el volante. Nos quedamos mirando esos segundos que siempre son para nosotros. Le hago un gesto con la cara y él asiente esbozando una pequeña sonrisa. Me separo un poco del coche y lo veo rodar despacio ayudado por los mecánicos. 

Presiento que esta noche, va a ser una gran noche. 

El Yang Club Singapore está a pocos minutos del circuito de Marina Bay. Me bajo del taxi alisando mi falda negra. A simple vista, el local parece una casa de dos plantas en mitad de un barrio pijo, aunque su exterior está bastante concurrido. 

- No creo que sea una buena idea venir -me dice Darcy colocándose la correa de su bolso.

- Relájate, ¿quieres? -le digo agarrando su brazo.

- No puedo, joder. Allí dentro están los posibles padres de mi bebé. Uno lo sabe, y al otro no soy capaz ni de hablarle. Estoy nerviosa. Atacada. Y eso sólo me pasa cada vez que veo a Max.

- Pues díselo, Dars.

- Aún no estoy preparada.

- Como sigas así, el niño nace y tú sin saber quien entra al paritorio contigo.

- Eres muy puta, Valeria -le doy una mirada de advertencia y ella rueda sus ojos fastidiada- está bien, se lo diré, pero no ahora. Cuando esté mentalizada.

Agarro la mano de mi amiga y caminamos con decisión hacia la puerta. El guarda de seguridad nos mira de arriba a abajo y le doy una amplia sonrisa mientras le digo mi nombre y el de Darcy. Lo mira en la lista que tiene en su mano, y nos deja pasar devolviéndome la sonrisa. Dentro todo está iluminado por luces leds de colores. Está bastante concurrido y se nota que la gente quiere divertirse por como bailan en la pista de baile. 

Carlos me ha dicho que están al fondo de la discoteca, en una parte más reservada. Llegamos hasta allí y hay bastante gente en su zona. Levanto su cabeza y veo a Charlie apoyado en la barandilla. Le hago un gesto con la mano llamando su atención, y él le hace un gesto al otro securata de las escaleras para que nos deje subir. 

- Dios. Debí quedarme en mi habitación. Esta noche es una de esas en las que me gustaría beber hasta desfallecer -dice Darcy subiendo cada peldaño como el que va a la horca.

- Yo bebo por ti, no te preocupes -le respondo riéndome.

Llegamos arriba y lo primero que observo es a los pilotos que se encuentran aquí. Pierre, Mick, George, Lando, Max en la barra con cara de pocos amigos, y Charlie, el cual mira a Darcy rascándose la cabeza. Me muerdo el labio y entonces veo a mi novio como se gira en la barra con una copa en la mano. En cuanto me ve, la deja en el mármol y viene hacia mi muy despacio. Y sinceramente, llevo sin tocarlo y sin besarlo desde hace más de seis horas, y ya no puedo más. 

Camino hacia él con decisión y en cuanto lo tengo cerca, me arrojo a sus brazos buscándole la boca para besarlo enloquecida. Carlos me responde a ese beso y me agarra de las caderas hasta alzarme y hacer que mis piernas rodeen su cintura. Nos besamos sin importarnos nada ni nadie. Sólo nosotros dos y nuestras bocas que se buscan sin descanso.

- Te quiero -le digo a Carlos al separarme de él.

- Y yo a ti -su intensa mirada chocolate se queda fija en mis ojos. Me pierdo en él, en su dulce boca que me llama de nuevo, en todo lo que Carlos me hace sentir con solo una mirada.

-  Ha sido una carrera de la hostia.

- Lo ha sido. Aunque he sido segundo -él frunce sus labios con una mueca de disgusto para, posteriormente, sonreírme de nuevo.

- Para mi siempre serás el primero en todo.

Carlos sonríe satisfecho y vuelve a arrasar mi boca con la suya. Su lengua se cuela en ella y la mía le sale al encuentro para chuparla y degustar su sabor. Me agarro a su cuello profundizando ese beso que nos está dejando sin aliento a los dos. Pero es que él me quita la capacidad de razonar con claridad. 

- ¡Dios! No se come delante del hambriento -la ruidosa voz de George nos hace separarnos y a mi bajarme de su cintura escondiendo mi cara en su cuello, muerta de la vergüenza.

Saludo a George con un cariñoso abrazo y a los demás. Desde que saben que Carlos y yo estamos juntos, tengo más confianza con ellos y raro es el momento en el que alguno no se me acerca para hablar conmigo o ver como estoy. Me siento muy protegida con todos los compañeros de Carlos.  

- Hola, rubia -me dice Lando acercándose a mi. Lo agarró de la cintura y lo abrazo con mucho cariño. Quizás él, aparte de Charlie, es de los que más cariño le tengo. Nuestras absurdas conversaciones random, me dan la vida.

- Que corra el aire Norris -le dice Carlos poniendo una de sus manos en mi cintura.

- ¡Pesado! -le contesta el británico rodando sus ojos.

- Deja al niño, que hoy ha hecho un carrerón también -le digo pellizcando su mejilla. Lando se sonroja un poco y se acerca para besar mi nariz ante las protestas de Carlos.

- Anda, vamos a la barra a aplacar a la fiera -me dice Lando enganchándose a mi brazo.

- ¿Qué parte de suéltala no has entendido, Landito? -le dice Carlos poniéndose al otro lado mientras nos acercamos los tres a la barra.

- No entiendo el español, gracias -le contesta el de pelo rizado haciéndole una mueca.

- Te estoy hablando en inglés, idiota .

- Pues tu inglés es muy malo.

Ambos se enzarzan en una pequeña discusión con insultos en varios idiomas, discusión que dura unos minutos porque acaban abrazándose como los buenos amigos que son. Lando se pide una copa y va hacia donde están Darcy y Charlie que hablan sentados en uno de los sofás. 

- Aún no le ha dicho nada, ¿verdad? -me pregunta Carlos señalando hacia Max, el cual, esta vez, está ignorando a mi amiga.

- No -le respondo negando con mi cabeza- al parecer Max la pilló saliendo de la habitación de Charlie después de haberle dicho lo del bebé, y se pensó lo que no eran. Acabaron peleados y ahora Darcy dice que se lo dirá cuando se le pase el cabreo.

- Son un puto dramas. Pero, cuando Max se entere, será peor porque se cabreará más.

-  No, si yo te doy la razón, Carlos. No está bien que le esconda que va a tener un bebé y él puede ser el padre.

-  Opino igual, pero, eso es asunto de ellos. Cuando les explote en la cara, tendremos que estar ahí para ayudar.

- Supongo.

Pongo mis brazos alrededor de su cuello y tiro de él para acercar mis labios a los suyos. Nos quedamos los dos mirándonos aún sonriendo. Su nariz roza la mía y su aliento cosquillea en mis labios. 

- Ya queda menos -me dice Carlos subiendo sus m.anos por mi espalda- ya queda menos para que todo el mundo sepa lo mucho que te quiero

Siento un repiqueteo en mi corazón emocionada por sus palabras. Pongo mi cabeza en su pecho. Sus manos suben por mi espalda hasta posarse en mis brazos. Alzo mi cabeza y lo miro tan perdida en él y en sus ojos que me dan hasta ganas de llorar de lo mucho que lo quiero.

- Yo también te quiero, Carlos.

Mis labios son besados por los suyos en un lento beso que hace temblar todo mi cuerpo. Saboreo su boca acariciándola con la mía tan despacio como él lo hace.

- Dejad ya los besuqueos y venid a brindar.

La voz de George nos hace separarnos e ir hacia donde están el resto de los chicos. Están todos, menos Max. Giro mi cabeza para ver como sigue sentado en la barra sin querer incorporarse a nuestra pequeña reunión. Casi ni he hablado con él. Un par de palabras sobre la carrera y nada más. Le doy un beso en la mejilla a Carlos, y me dirijo hacia donde está. Me da pena ver a Max así, porque yo he estado en ese lado, en el del desamor, y no es agradable.

- Tu coche pesa mucho, y tenéis un problema con el calentamiento de los neumáticos -le digo sentándome a su lado. Él me da una larga mirada y su boca se curva en una ligera sonrisa- y entre Charlie y Darcy no hay nada.

- No me interesa -me contesta con desgana.

- ¿Lo del coche? ¿O Darcy?

Max se lleva las manos al pelo y coge su copa para darle un buen trago. Su clara mirada se posa en la mía chasqueando su lengua.

- Supongo que tú sabrás todo lo nuestro, eres su amiga ¿no?

- Lo que ella me ha querido contar. Mira, Max, tú y yo apenas hemos hablado, pero, me caes bien. Y me da rabia que los dos estéis así cuando podíais estar juntos.

- Eso díselo a ella.

- ¿Alguna vez os habéis sentado a hablar de todo lo que pasó?

- Mira, Valeria, no te ofendas, de verdad. Pero con ella no hay que arreglar porque no hay nada. Ya lo he asumido y he pasado página.

Pongo una de mis manos encima de su brazo y le doy una pequeña sonrisa.

- Ay Max. Hay libros que hay que volver a releer una y otra vez por si te dejaste alguna escena atrás.

El neerlandés alza una de sus cejas y suelta una pequeña carcajada que me contagia a mi también.

- Pensaré en lo que me has dicho, Valeria.

Le aprieto el brazo y de nuevo le sonrío. Hablamos unos minutos más, pero esta vez, de algo que no sea su drama sentimental. Consigo que se una al resto de pilotos aunque, a regañadientes. Me bajo del taburete y busco a Carlos. Está sentado en uno de los sofás al lado de Charlie y Darcy que siguen cuchicheando de sus cosas. Llegó hasta él y me tiende la mano para que me siente sobre sus rodillas. Paso mi brazo derecho por detrás de su cuello y ladeo un poco mi cabeza hasta quedar uno enfrente del otro.

- ¿Todo bien, Valeria?

- Por ahora si.

Le sonrío a mi novio y acerco mi boca a la suya. Saboreo el ron que estaba tomando en su lengua. Me demoro en sus labios mordiéndolos a mi antojo. Una de mis manos asciende por su pecho hasta posarla debajo de su barbilla.

Su mano derecha se posa en mi muslo y va subiendo lentamente hasta colarla por debajo del borde de mi vestido. Su boca besa la parte expuesta de mi cuello haciendo que pequeñas descargas eléctricas sacudan mi cuerpo entero.

- Quiero follarte.

Su voz hace que tiemble de nuevo de deseo. Las yemas de sus dedos me producen escalofríos, y sus boca inunda de placer y de anticipación todo mi cuerpo.

- Tú siempre quieres hacerlo -le respondo sin poder apartar mi mirada de la suya. Vuelvo a besarlo y a perderme en esos labios de fuego que queman mi boca cada vez que me roza

- Contigo, siempre. Eres mi puta locura, Valeria.

Su mano ya ha alcanzado el borde de mis braguitas y puedo sentir como de excitado está, pues su pene está muy duro y lo tengo clavado en mi culo.

- Vamos al baño. Por favor, no puedo más. Necesito estar dentro de ti.

La punta de su lengua lame mi barbilla muy sensualmente. Su mano se encuentra perdida entre mis muslos y la poca coherencia que tengo me la está quitando al mover sus caderas.

- Carlos -entierro mi cabeza en el hueco de su cuello presa del más primitivo deseo por él

- Por favor.

Levanto mi cabeza y miro sus ojos oscurecidos de deseo y de lujuria. Sus labios acarician los míos, pero esta vez de una manera más salvaje. Emito un jadeo entrecortado y me aparto de su boca asintiendo.
Porque yo tampoco puedo más. 

Me levanto de encima suya y él tira de mi mano hasta sacarme del reservado. Nadie nos presta atención porque cada uno va a lo suyo y el alcohol ya ha hecho mella en la mayoría de ellos.

Los baños están al fondo del pasillo. Baños privados que nos dan toda la intimidad que necesitamos. En cuanto entramos, le doy un pequeño empujón a Carlos metiéndolo dentro de uno de los cubículos. Mi boca se estrella contra la suya mientras sus manos me suben el vestido hasta la cintura. Le ayudo a bajarse los pantalones y ahogo un gemido en su boca cuando sus fríos dedos me apartan el tanga y tocan mi clítoris.

- Te tengo muchas ganas - le digo a Carlos perdida en las sensaciones que sus caricias producen en mi cuerpo.

- No más que yo, nena.

Una sensual sonrisa se plasma en su boca acompañada del roce de su lengua contra mis labios. Carlos me levanta una de mis piernas y me agarro a su cuello deseando tenerlo dentro de mi. Siento la punta de su pene rozar mi entrada y un pequeño jadeo sale de mi poca batallando por la anticipación.

- Sé que estás ahí, Carlos.

Dejo de besarlo y siento un ligero temblor en todo mi cuerpo. Es Aless. Carlos pone un dedo en mi boca para que me calle. Intento respirar despacio pero ahora mismo siento como el corazón me late muy deprisa.

- Te han visto entrar con una tía. Sal y no te pongas más en ridículo.

Carlos baja su mirada hasta clavarla con la mía. Nos ha pillado. Aless por fin nos ha descubierto. Y sinceramente, me da igual. Ya está cansada de esconderme. 

Ninguno de los dos es capaz de moverse, pero ambos sabemos que tendremos que salir de aquí tarde o temprano y enfrentarnos con nuestro jefe.

- ¿Desde cuando follar en un baño es hacer el ridículo? -la voz de Lenna me hace reprimir un jadeo. No tenía ni idea de que estaba aquí - más ridículo es que persigas a Carlos hasta los baños, ¿no será que eres tú quien se lo quiere follar?

- Lenna. Sólo sabes decir tonterías, querida. Eres inaguantable.

- Por eso me paga Carlos y no tú.

- ¿Sabe tu jefe lo que haces en los baños de esta discoteca?

- ¿Sabe el tuyo lo que haces tú?

Adoro a Lenna. De verdad que la adoro ahora mismo. Le está plantando cara si inmutarse siquiera a Aless.

- Eres una cabrona. Y no me gusta ver tu cara de hija de puta en mi escudería.

- Cuidadito con lo que dices, Aless, o te doy una hostia.

La potente voz de George nos deja a Carlos y a mi bastante sorprendidos.

- Vaya, esto sí que no me lo esperaba. Cazando clientes en aguas ajenas - dice Aless con ironía.

- Haznos un favor y lárgate - le contesta George alzando la voz- tu piloto no está aquí, imbécil.

Durante unos segundos, no se escucha nada, hasta que la puerta del baño se abre y se cierra con fuerza. Ni Carlos ni yo somos capaces de movernos por si Aless aún estuviera fuera.

- Carlos, mi amor - dice Lenna haciendo que ambos peguemos un respingo- estaremos en la puerta vigilando. Date prisa en correrte por si volviera el italiano.

*** Se desveló el misterio. Lenna y George. Os prometo que más adelante sabréis como acabaron estos dos juntos. El capitulo va dedicado a iantmar que fue la persona que lo acertó. Además, me hace muy ilusión dedicártelo porque eres un cielo de niña y tus bonitas palabras siempre me emocionan.

¿Recordáis que os prometí un maratón de una semana de capitulo diario si llegaba a los 2K de seguidores? Pues a día de hoy, a esta hora, sólo me faltan... ¡¡¡ 19 SEGUIDORES !!! increíble, pero cierto. 

Así que, tú persona maravillosa que está leyendo mi historia y aún no me sigues, sería genial que tú fueras uno de esos 19 que me faltan. Te prometo que no te vas a aburrir conmigo si me sigues porque estoy medio zumbada, soy la reina del drama (en mis historias SIEMPRE lo hay y A VECES mueren personas) y se me ocurren muchas locuras, pero, te prometo que estarás distraída porque tengo una imaginación desmedida. Espero que formes parte de mi vida, y que seas una de esas personas que me ayude a cumplir con el maratón.

Y sin más, feliz fin de semana y gracias por el apoyo con vuestras lectura, votos (la estrellita es mágica, os lo digo yo) y comentarios. Os adoro ***

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