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𝟦𝟩. 𝐵𝓊𝑜𝓃𝑔𝒾𝑜𝓇𝓃𝑜 𝒫𝓇𝒾𝓃𝒸𝒾𝓅𝑒𝓈𝓈𝒶

Hoy he corrido mucho menos de lo que acostumbro, pero es que tenía ganas de llegar antes a casa. Mi novia no tiene que ir hoy a trabajar y quiero aprovechar y pasar todo el día con ella. En cuanto abro la puerta, escucho música en la cocina. Es la que Valeria pone para hacer aerobic. Me dirijo hacia allí y me apoyo en el marco de la puerta mientras veo como se mueve. Bueno, más bien como se divierte porque no para de reírse y de saltar de un lado a otro. En uno de los giros, se da cuenta de que estoy aquí y viene dando pequeños saltitos hasta arrojarse a mis brazos. Sus manos se cruzan en mi cuello rozando su nariz con la mía. 

- Te he echado de menos, mi hombre -su boca me da un beso de esos que ella da, poniendo todo su corazón y sus ganas en el. De los que me hacen suspirar y temblar de deseo.

- Yo también -le contesto aún agarrado a su cintura. Le dejo un pequeño beso en los labios y mi nariz le hace cosquillas en el cuello haciéndola reír.

- Tengo hambre. Quiero crepes -me anuncia haciendo un pequeño puchero.

- Ya sabía yo que tanto amor era por algo.

Le doy una palmada en el culo y ella emite un pequeño gritito. Dejo los auriculares encima de la mesa y voy hacia la nevera para preparar el desayuno. Ella empieza a sacar los vasos y los cubiertos, a la vez que va poniendo la mesa. No puedo evitarlo. Me quedo mirándola. Con su cola de caballo rubia y tarareando una canción de los Guns and Roses mientras me prepara el café. Sonrío. Si que lo hago. Porque maldita sea, todo esto me encanta. Porque lo hago con ella. 

Saco los ingredientes para hacer esos crepes que a Valeria tanto le gustan. Busco un bol y saco el bote de Nutella. Lo dejo encima de la mesa mientras cojo la batidora para mezclar los ingredientes. Mi novia se sienta encima de la encimera y abre el bote.

- Acabo de tener un antojo de Nutella que te mueres -me dice ella hundiendo la cuchara en el bote.

- ¿Antojo? -le pregunto arqueando una de mis cejas.

- De otro tipo, idiota. No te asustes -me contesta riéndose. Se lleva la cuchara a la boca y emite un pequeño jadeo de satisfacción.

- No, si yo no me asusto -le respondo echando la harina en el bol.

- Si te dijera ahora mismo que estoy embarazada, qué sentirías?

Un escalofrío recorre mi cuerpo de sólo imaginármelo. Dejo el bol a un lado y voy hacia donde está ella. Pongo mis manos en sus muslos y ella me mira esperando mi respuesta. Tiene la boca manchada de chocolate y está preciosa.

- Alegría, felicidad, una tremenda responsabilidad, pero sobre todo, amor -le respondo besando su nariz- mucho amor por la persona que me va a dar un hijo.

Valeria curva su boca en una amplia sonrisa. Pone sus manos en mi cuello y clava su mirada en la mía sin dejar de sonreír. 

- Eres maravilloso, Carlos, y te quiero tanto.

Dejo un pequeño beso en sus labios y me doy la vuelta para seguir haciendo el desayuno. Mi lengua aún saborea los restos de chocolate de su boca. Tomo un largo suspiro abriendo y cerrando mis ojos.
¿Qué es lo que me hace querer tanto a Valeria? ¿Qué es lo que ella tiene que solo su sonrisa hace que si tengo un día de mierda ya no lo tenga? Ella es la respuesta para todo. No ha tenido que hacer nada, solo ser como es. La dueña de mi loco corazón. Porque así me tiene, jodidamente enamorado de ella.

Agito mi cabeza sonriendo, hasta que a los pocos segundos la escucho protestar airadamente.

- ¿Qué te pasa? -le pregunto sin mirarla concentrado en hacer los creps.

-Que me he manchado la camiseta de Nutella y me la voy a tener que quitar.

Me quedo parado con la cuchara en la mano. Trago saliva y me doy la vuelta, y lo que tengo enfrente de mi me deja sin respiración. Ella está aún con esa cuchara en la mano y sin la parte de arriba del top de gimnasia. Sus pechos están al aire haciendo que me quede mirándolos mientras me relamo los labios. Valeria esparce algo de chocolate justo encima de sus pezones. Me da una larga mirada cargada de sensualidad y se moja los labios sin apartar su verdosos ojos de los míos.

- Me he vuelto a manchar -dice ella moviendo la cuchara por uno de sus pezones. Dejo el bol en la encimera y voy hacia ella sintiendo ya que la polla me va a estallar en los pantalones.

- Eres muy torpe.

Pongo mis manos en sus muslos. Ella deja el bote en la encimera y mete uno de sus dedos en la cuchara. La yema de su dedo roza mi labio superior muy lentamente. Yo sólo tengo que abrir mi boca y meterme su dedo de chocolate en ella mientras mi lengua lo acaricia. Un gemido sale de su garganta mientras chupo su dedo. Mis manos ascienden por sus muslos. Tiro de ellos consiguiendo que los abra para que pueda colocarme entre sus piernas. Valeria saca su dedo de mi boca y lo lleva a la suya saboreándolo lentamente. 

- Estás provocándome -le digo acercando mi boca a sus pechos. El chocolate se está derritiendo y antes de que la manche más, mi lengua lame el dulzor de la avellana. Voy subiendo la lengua hasta su pezón el cual chupo y succiono ávido de él.

- ¡Joder, Carlos!

Los dedos de Valeria se enredan en mi pelo. Ella echa su cabeza hacia atrás gimiendo de placer. Mis manos aprovechan y se enredan en la cinturilla de sus pantalones. Se los voy bajando hasta quitárselos del todo y dejarlos a un lado. Me aparto de sus pechos y la miro embobado. Es una puta visión. Ella, desnuda, encima de la encimera de la cocina. Sus mejillas encendidas. Sus labios hinchados y sus pezones tan erectos.

Cojo la cuchara de la Nutella y embadurno uno de mis dedos de la crema de avellana. Directamente lo llevo a su clítoris. Ella vuelve a gemir y se sujeta al borde del mármol. Muevo mi dedo esparciendo lo que tengo en el por todo su sexo. La acaricio en círculos, subiendo y bajando ese dedo. Le abro las piernas y bajo mi cabeza, no sin antes darle una lujuriosa sonrisa. Acerco mi boca a su clítoris saboreando la Nutella mezclada con los jugos de su sexo.

- Sabes tan deliciosa, Valeria. Tan dulce.

Mi lengua chupa cada parte de su sexo. Su hinchado clítoris, sus pliegues tan mojados. La crema de avellana inunda mi boca y chupo con muchas ansías moviendo mi lengua cada vez más deprisa. Ella no deja de gemir y de respirar entrecortadamente. Recorro con una última lamida la entrada de su vagina. Su sabor me enloquece y no puedo dejar de probarla. Mi lengua se cuela en ella entrando y saliendo embistiéndola con mucha prisa.

- Oh, Carlos. No puedo más -me dice Valeria. Siento como sus piernas tiemblan y como quiere cerrarlas. Le doy una última lamida y me separo de su sexo. Alzo mi cabeza y la veo temblar y cerrar sus ojos. Me acerco a ella y mi boca arrasa con la suya dándole a probar de su propio sabor.

- Sabes de maravilla -le digo después de relamerle los labios.

Llevo mi mano a la cintura de mi pantalón. Me los bajo sacando mi polla que ya está reclamando lo que es suyo, a ella. Valeria la agarra con la mano y empieza a mover sus dedos de arriba a abajo abarcando toda mi longitud. Pongo mis manos en sus muslos disfrutando de sus caricias. Acerco mi boca a sus pechos para terminar de comerme los restos de Nutella que aún están en ellos. Mis labios relamen sus pezones. Ella mueve su mano cada vez más rápido mientras mi nombre sale de sus labios con urgencia. 

Valeria abre sus piernas y me da un pequeño tirón de la polla para que me acerque a ella. La dejo que la posicione en su entrada y antes de entrar en su interior, mi boca le da un brutal beso que engulle su gemido cuando me meto en ella de una sola embestida. 

- Joder -exclama Valeria subiendo sus manos hasta agarrarse a mi cuello.

Mis manos se agarran a sus caderas. Hundo mis dedos en ella tirando de  su culo para acercarla aún más a mi cuerpo. Mi polla sale y entra de ella. La lleno por completo. Mi boca le busca el cuello rozándolo con mis dientes. Mi lengua saborea su piel salada hasta recorrer un camino que me lleva hacia su barbilla. Solo se escucha el roce de nuestras caderas. Los gemidos de Valeria cada vez que vuelvo a entrar en ella, y mi respiración entrecortada. 

- Me vuelves tan loca, Carlos -Valeria besa mis labios saboreando mi boca. Hace que su lengua chupe la mía moviéndola en círculos dentro de mi.

El ritmo que tengo dentro de ella es acelerado, fuerte, algo salvaje. El olor a avellana sigue en su cuerpo, mezclado con su característico olor a vainilla. Sus dedos se clavan en mi hombro. Sus uñas me arañan y siento como aprieta las piernas empujándome a ir más deprisa. 

Su boca busca mi oído y pequeños besos recorren mi lóbulo. Un cosquilleo invade todo mi cuerpo y siento que quiero explotar ya, que quiero llenarla con mi esencia, con todo lo que soy. 

- Valeria, vente conmigo.

Ella se separa de mi cuello echando su cabeza hacia atrás. Tengo de nuevo sus pechos delante de mi, bamboleándose al mismo ritmo de mis embestidas. Alza un poco sus piernas hasta rodeármelas en la cintura. Su cuerpo se inclina un poco hacia atrás ofreciéndome una increíble visión de su cuerpo desnudo. Su cara cambia de pronto. Todo su cuerpo sufre un pequeño temblor y ella emite un agudo jadeo que lleva mi nombre.

Llegamos los dos juntos al orgasmo. Yo sujetándola de la cintura y ella agarrada a mis antebrazos. Valeria respira algo agitada. Su sonrisa de satisfacción al mirarme es mucho mejor que cualquier premio. Acaricio su mejilla, su barbilla y la curva de su cuello muy despacio mientras ella recupera la respiración. Mis labios la rozan unos segundos y apoyo mi frente en la suya. Nos miramos ambos a los ojos sin hablar siquiera. No nos hace falta. Con la mirada nos entendemos perfectamente. 

- Buongiorno, principessa.

Después de desayunar, Valeria me hizo recoger y ordenar la casa. Vale, si, es un coñazo, pero, adoro hacerlo. Estas son esas pequeñas cosas que tanto miedo me daban, pero, que con ella me salen muy natural. Ahora está tumbada en el sofá con sus pies en alto mientras mira su móvil. Su cara cambia en ese momento y baja sus pies al suelo.

- ¿Qué pasa? -le pregunto al ver que se levanta.

- Aless. Que vaya a la fábrica. Al parecer hay un problema con uno de los componentes de la unidad de potencia.

- Joder. Se supone que es tu día libre. No tendrías que ir. ¿No puede esperarse? -resoplo fastidiado porque odio que el puto italiano haga eso, el que se crea que ella está disponible las 24 horas.

- No. Al parecer es urgente.

- ¡Pues vaya mierda! Ni en tu día libre te deja en paz -aprieto mis puños detrás de mi espalda para que ella no se de cuenta lo que me jode esto. Odio que tenga que salir corriendo porque el otro se le ha puesto en los cojones que ella vaya.

Valeria se calza las zapatillas y la veo apretar sus temblorosos labios. Y yo tengo un cabreo que no puedo con el puto italiano.

- Encima quiere venir a buscarme porque dice que está cerca de la casa de Darcy.

- Valeria -le digo intentando calmarla porque la veo muy nerviosa y yo no quiero ponerla aún más.

- Le he dicho que había salido a dar una vuelta con el coche, que ahora iré.

- Tranquila, ¿vale? no pasa nada. Todo está bien.

-  No, no lo está -Valeria se acerca a mi y pone sus brazos alrededor de mi cintura. Su cabeza se deja caer en mi pecho y lo único que puedo hacer es abrazarla- estaré aquí para la hora de la comida.

- Tranquila, cariño. No tenemos prisa -le aparto el pelo de la cara y dejo un beso en su mejilla. La acompaño a la puerta y la ayudo a ponerse una sudadera. Sé que no quiere irse. Sé que por nada del mundo quiere pasar su día libre en la fábrica. Yo tampoco lo quiero. Pero no puede ponerle peor cuerpo del que ya tiene.

- Me da rabia, porque quería que me enseñaras a hacer el estofado de patatas -protesta ella antes de coger su bolso para irse.

- Bueno, lo empiezo a hacer y espero a que vengas. No te preocupes -le respondo escondiendo lo que realmente siento, que no quiero que se vaya, joder.

Valeria me da un último beso y baja las escaleras que la llevan al sótano. La empresa le obsequió hace poco con un coche, de los que tienen en exposición, y le está viniendo bien para ir a trabajar. Me vuelvo al comedor y decido llamar a mi madre y hacer tiempo hasta que vuelva ella.

Aunque me temo, que conociendo a Aless, la cosa irá para largo.

Son casi las diez de la noche cuando Valeria entra en casa. Llevo todo el día enfadado. Cada vez que me mandaba un mensaje retrasando su vuelta a casa, era un puñetazo más que le daba a mi saco de boxeo. Casi lo descuelgo del techo. Imaginaba que era la cara de Aless y más fuerte le pegaba. 

Su cara refleja el cansancio de todo el día y algo más que apenas puedo distinguir. Me acerco a ella y la abrazo. Es lo único que puedo hacer por mi chica. Tranquilizarla y calmarla. Puedo sentir como su corazón late muy deprisa y como todo su cuerpo está temblando sin motivo aparente.

- ¿Qué te pasa, Valeria? -me aparto de ella y sus llorosos ojos me llaman la atención haciendo que me preocupe.

- Lo odio. Odio a Aless. Me ha estropeado el día de descanso -dice ella con la voz apagada. Las primeras lágrimas asoman por sus mejillas y me duele verla así - me ha hecho repasar el motor de tu coche dos veces para que no vuelva a ocurrir lo que pasó en Italia.

- No fue culpa tuya. amor. Fue el porpoising que era una mierda.

- Ya, pero es como si yo tuviera la culpa de todo y no deja de machacarme. No sé, tengo la sensación de que sabe que estamos juntos y está allanando el camino para echarme.

- ¿Tú crees? -le hago la pregunta para la cual tengo respuesta, claro que lo creo. Aless es capaz de todo cuando no consigue lo que quiere, y ahora mismo, mi novia es su propósito en la vida. Pero le van a dar por culo porque ella está conmigo y ni dios nos va a separar.

- Es sólo intuición, Carlos. Desde que volvimos del descanso, está bastante seco y serio conmigo.

- Querrás decir desde que lo rechazaste -apuntillo, porque la evidencia está ahí delante.

- Puede ser -llevo mis manos a sus mejillas y le alzo la cara para que me mire. Está cansada. Tiene  algo de ojeras. Y no soporto verla así. Juré que la cuidaría y la protegería de todo y de todos, y es lo que voy a hacer. Lo que estoy haciendo todos los putos días.

- Te diré lo que vamos a hacer. Te voy a llenar la bañera de nuestro cuarto y te vas a dar un baño relajante. Te pongo música y hasta velas si quieres. Y cuando salgas, te hago un vaso de leche con galletas, ¿Qué te parece?

- Que te quiero, eso es lo que me parece -me contesta ella esbozando una pequeña y cansada sonrisa. La agarro de la cintura y vuelvo a atraerla hacia mi pecho, a su lugar seguro. Hoy ha sido un día de mierda desde que el puto italiano la llamó, pero, yo no seré como él.  Mi misión en la vida es hacerla feliz. 

- Valeria, a ti no estoy dispuesto a  perderte. Y si me tengo que ir de Ferrari para que Aless te deje en paz, lo haré.

- Ya, pero yo no  quiero que lo hagas, Carlos. No merece la pena -atrapo sus labios en un beso lento, de los que das cuando quieres disfrutar de los labios de la persona que quieres. Repaso su labio superior con pequeñas caricias de mi lengua, para después hacerle lo mismo al superior. La separo de mis brazos y la miro con todo el amor que tengo por ella.

- Nena, tú mereces la pena cada puto minuto de mi vida.

* Buenos días princesa

*** Buenos días a todo el mundo, en primer lugar, quiero dedicar este capitulo a Mana94cv que acertó el significado del titulo del capitulo. Espero que te haya gustado.

Y bueno, en unas horas es el último Gran Premio de la temporada 2022 y algunas personas estamos un poco tristes porque esto suceda, y contando los minutos para que empiecen a rodar los coches en el 2023. Espero que hoy tengamos un buen espectáculo.

Muchas gracias a todo el mundo por seguir leyendo esta locura de historia, porque lo es. 65K de lectura. Total y absolutamente increíble. A vuestros pies me pongo personas maravillosas. 

Gracias por seguir votando, comentando y leyendo.

Os voy a dejar un enlace de un tiktok que subí hace poco de la persona que ahora mismo me está robando el sueño y la vida.  

vm.tiktok.com/ZMFmXBD7W/

Buen domingo y a disfrutar ***

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