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𝟥𝟤. 𝐸𝓈𝓉𝒶 𝑒𝓈 𝓂𝒾 𝓉𝑜𝓇𝓇𝑒

- Espero que a tu abuelo le hayan gustado Les Barbagiuan.

- Si que le ha gustado, Charlie. Aunque Carlos se ha comido unas cuantas también.

- Ese se come todo lo que pilla. Por eso os mandé más.

- No te lo voy a discutir. Muchas gracias, Charlie. Que pases un buen día.

- Me voy en mi barquito. Aún huele al vómito de Darcy. Ten una buena mañana.

Bloqueo el teléfono dejándolo en la mesita de noche.

Me levanto de la cama deseando darme una ducha. A pesar de que estamos en el mes de junio, el calor es bastante evidente en esta época del año. Es lo que tiene vivir en el sur, disfrutamos de buenas temperaturas a lo largo del año, pero, también de calor.

Hace un par de días que Carlos y yo llegamos a Torre del marqués. Él habló con Charlie y le dijo que mejor viniera otro día, porque mi abuelo aún estaba convaleciente y no era cuestión de molestarlo mucho. Aunque él está algo mejor, su cara y su cuerpo reflejan el cansancio de la edad y los días de hospital. Que los primos Matteo y Lorenzo estén con él, me dejan más tranquila porque sé que él está bien cuidado.

Me quito la ropa y voy hacia el baño preparando la ducha. Carlos salió a correr y estará a punto de venir. Me invitó a ir con él, pero, yo me di la vuelta en la cama y volví a dormirme. En vacaciones no se hace ejercicio, por lo menos yo. 

En cuanto el agua está caliente, me meto dentro. Me lavo el cuerpo con mucha tranquilidad y sin nada de prisa.
Estoy terminando de enjabonarme el pelo, cuando la mampara de la ducha se abre entrando Carlos dentro. Me doy la vuelta y muerdo mis labios al verlo delante de mi, completamente desnudo. Su pelo está mojado producto del sudor por el ejercicio que ha estado haciendo.

Su mirada se vuelve más oscura a medida que se va acercando hasta a mi. Todo mi cuerpo está en tensión. Siento como mi vientre tiembla y mi corazón empieza a latir cada vez más deprisa. Su cercanía y sus manos en mi cintura, provocan en mi todo un huracán de sensaciones. Entreabro mis labios reprimiendo ese gemido de placer que quiere salir de mi garganta. Las pulsaciones de mi corazón se van acrecentando a medida que sus manos están sobre mi cuerpo. 

- Mi abuelo podría escucharnos, que tiene el oído muy fino -sus manos suben lentamente hasta mis pechos. Los abarca con ellas y sus dedos pulgares frotan mis pezones produciéndome un agradable cosquilleo que los hacen endurecer al instante.

- Se acaba de ir con sus primos al centro de salud a que le revisen los puntos -su boca busca mi cuello y siento como su lengua lo recorre. Pongo mis manos en su cintura y las voy deslizando hacia abajo poco a poco hasta agarrar su erecto pene.

- El centro de salud está cerca -le digo moviendo mi mano de arriba a abajo buscando un ritmo cada vez más rápido. Siento sus jadeos en mi oído y como su boca muerde mi cuello.

- Ya sabes que puedo ser rápido cuando me lo propongo. Pero eso no quiere decir que vaya a ser delicado contigo -su boca se desplaza ahora hasta alcanzar el lóbulo de mi oreja y darle un pequeño mordisco. Todas mis terminaciones nerviosas están receptivas a él y a sus caricias- rápido, duro, fuerte...eso es lo que te espera en los próximos minutos...nena.

Me pongo una camiseta de manga corta y un pantalón fino de chándal. Cuando salí de la ducha, me entro sueño y acabé acostándome de nuevo. Cuando he abierto los ojos, eran casi las 13.00 del mediodía. Salgo de mi dormitorio y escucho risas y voces en italiano. Desde que los primos del abuelo están aquí, no se habla en otro idioma. Por suerte Carlos y yo nos defendemos bastante bien.

Entro en la cocina y veo a mi abuelo sentado en una de sus hamacas. Mattias le está enseñando a Carlos algo que tiene en una olla al fuego, ante la mirada embobada del piloto.

- ¿Qué hacéis? -les preguntó besando a mi abuelo en la mejilla.

- ¡Me están enseñando a hacer rissotto! -exclama Carlos emocionado.

- La ilusión de tu vida -le digo rodando mis ojos. Voy a la nevera y me sirvo un vaso de ese vino dulce que tiene mi abuelo, regalo de una de sus vecinas.

- Pues si -me contesta él frunciendo sus labios- lo es. Y ahora que sé la receta familiar, lo pienso hacer todos los días.

- Tendrás que comprarte un hornillo para la habitación de tu hotel...

- Eres una aguafiestas, Valeria -me dice Carlos señalándome con la cuchara. Le saco la lengua y bebo un trago del vino, el cual, me quema en la garganta.

- ¡Joder, abuelo! ¿Tu vecina es que no sabe hacer nada de menos de 50 grados?

- No será para tanto -dice Carlos viniendo hacia mi. Le tiendo el vaso y cuando le da un sorbo empieza a toser ganándose las risas del resto de hombres de la habitación.

- Si que lo está, si.

- Los chicos de hoy en día sois muy blandos con el alcohol -dice mi abuelo bebiendo de su vaso de té- en mis tiempos, eso lo usábamos para enjuagarnos la boca.

- Y así fue como la gente empezó a estudiar para dentista -le respondo yo con ironía.

- Pues esto ya está, cuando queráis comemos -dice el primo Mattias terminando de darle su toque al rissotto.

- Dios. Hoy es uno de los mejores días de mi vida -dice Carlos acercándose de nuevo hacia donde está el primo.

Mi abuelo me agarra la mano y gira un poco su cabeza para mirarme. Está cansado. Se le nota. Aunque intenta sonreír y sé que lo hace para que yo no me preocupe.

- ¿Todo bien, cielo? -me pregunta mi abuelo señalando hacia Carlos.

- Todo bien. Tú eres testigo -le contesto bebiendo un sorbito pequeño de vino.

- Por eso te lo pregunto,cariño. La cara que tiene Carlos cuando te mira, me recuerda a alguien.

- ¿Ah, si? ¿a quién?


- A mi cuando miraba a tu abuela. Y estuvimos casados casi 50 años.

- ¿Porqué llevas el número 55 en tu coche? -le pregunto a Carlos mientras damos un paseo por el pueblo. Hemos dejado al abuelo y a sus primos viendo la novela. Yo he sido previsora y la he grabado para poder verla después.

- Desde pequeño me ha gustado ese número. Cuando debuté en la Fórmula Uno, Vettel lo llevaba, así que me decidí por el 55. Lenna me dio una idea para que fuera mi marca personal -Carlos saca su móvil y me lo enseña. Carlo55ainz.

- Pues mola mucho. Es una idea de puta madre.

Desde que salimos de casa de mi abuelo, Carlos no me ha soltado la mano. Mis dedos entrelazados con los suyos se sienten demasiado bien. Y él es el que tomó la iniciativa cogiendo mi mano.

- ¿Tú qué número llevarías en caso de correr en la Fórmula Uno? -me quedo pensativa unos segundos, segundos innecesarios porque sé perfectamente el número que llevaría.

- El 11 -le contesto con rapidez.

- ¿Y eso? -me sonrojo un poco y aprieto mis labios mirándolo algo avergonzada- ¡no me jodas! ¡Es por Marco Asensio!

- Siii, ¿Qué pasa? adoro a Asensio. Es mi jugador favorito y me encanta ese número -le digo defendiendo mi respuesta.

- ¿Quieres que te lo presente?

- ¿Lo conoces? -le pregunto bastante sorprendida, aunque, no sé de qué me extraño porque Carlos, al igual que su padre es muy aficionado al Real Madrid y seguro que conoce a la mayoría de los jugadores.

-Bueno, conocerlo, conocerlo. Pero, mi padre es socio de honor del Real Madrid y te digo yo, que podemos ir a ver un partido cuando quieras.

- Pues ve gestionándolo, Sainz que me muero por ver a Asensio.

Le guiño un ojo a Carlos y él hace como que está enfadado. Lo agarro de la cintura y lo abrazo bien fuerte. Él pasa sus brazos alrededor de mis hombros y seguimos caminando.

- Me gusta mucho este pueblo -me dice él a medida que pasamos las casas, el antiguo lavadero, la tienda vieja de comestibles...

- A mi también. Es mi refugio, Carlos. Yo he sido muy trotamundos. Estudié fuera y luego me fui a Bogotá, pero siempre he vuelto aquí. A mi torre. A mi lugar seguro.

- Te entiendo que quieras estar aquí -Carlos vuelve a estrecharme sobre su pecho tan fuerte que creo que lo hace para que me de cuenta de que él está a mi lado.

- Tú también eres ese lugar seguro.

Carlos se queda parado en mitad de la calle. Me aparta de su pecho y hace que me gire hasta estar delante de él. Sus manos están en la parte baja de mi cintura y veo en su mirada verdadera preocupación por mi. Acerca su boca hasta estar a centímetros de la mía. Hasta que puedo sentir su aliento en mi piel.

- Siempre voy a ser tu lugar seguro. Siempre.

Un leve roce de sus labios invade mi boca. Siento como todo mi cuerpo reacciona a ese contacto agarrándome a su camiseta. Tiro de él profundizando el beso y abro mi boca para que mi lengua salga al encuentro de la suya. Sus labios saborean los míos. Siento un tirón del superior y me agarro aún más a él creyendo que voy a caerme pues mis rodillas parecen hechas de mantequilla.

- Valeria.

Abro mis ojos sorprendida y me aparto de Carlos con suavidad, pero sin soltarme de su agarre. Ruedo mis ojos y chasqueo mi lengua mientras una irónica sonrisa sale de mi boca. Delante de mi, tengo a un hombre de unos 40 años, que pasea con una chica a la que le dobla la edad de largo.

- Profesor Villar -le respondo con total calma y tranquilidad. Aquí no soy yo la que se tiene que esconder- me alegro de verle.

- Y yo a ti Valeria, pero mujer, llámame Masón que ya no estamos en el instituto.

Escucho un jadeo de Carlos y lo miro a través del rabillo del ojo. Me aguanto la risa como puedo y vuelvo a sonreirle a mi profesor de inglés. 

- No, claro que no. Pero para mi siempre será usted, el profesor Villar, que nunca llegamos a tener tanta confianza, ¿lo recuerda?

Veo como sus mejillas se sonroja y luce avergonzado. La chica que está a su lado nos mira a ambos algo desconcertada. Él, lejos de amedrentarse, no pierde la compostura y saca pecho delante de Carlos. 

- ¿Y él es...? -le pregunta mi ex-profesor.

- Pues... -le contesto yo. Porque, ¿Qué es Carlos? no es mi novio, ni mi pareja, y lo de rollo queda muy feo, sobre todo delante de este idiota amante del Love FREE.

- Soy su prometido -le contesta Carlos haciendo que yo casi me ahogue. La mirada de horror de Masón sobre mi, me da la vida. El piloto pone un mano encima de mi hombro y tira de mi para que camine- y si nos disculpa, tenemos hora con el cura, debemos casarnos antes de que sé de cuenta de que Valeria está embarazada.

Casi me muero con las palabras de Carlos. Él aprieta mi hombro y yo le sigo el juego porque lo estoy gozando. 

- ¿Embarazada? -me pregunta Masón horrorizado.

- Si -le contesto yo alzando mi barbilla- de gemelos. No queremos que nadie se entere de lo nuestro. Así que nos casamos esta noche.

Carlos entrelaza sus dedos con los míos y tira de mi hasta llevarme más a su pecho. 

- Pues...¿enhorabuena? -me dice él sin poder articular palabra. Casi ni me despido de él porque Carlos me agarra para que emprendamos el camino de regreso a casa del abuelo. Pero antes, él se gira para encarar a Masón.

- ¿Sabes, tío? Aprovecharse de que eres profesor para llevarte a la cama a tus alumnas, es denunciable -Carlos mira a la chica que hay a su lado la cual no da crédito a todo lo que está escuchando- y tú, si este cerdo te ha propuesto ir a la India o a algún sitio similar, ya puedes hacerte a la idea de que no vas, o voy corriendo y se lo cuento todo a tu madre, ¿te queda claro?

La chica traga saliva nerviosa y asiente ante las palabras del piloto. Se da la vuelta y echa a correr como alma que lleva el diablo dejando a Masón completamente solo. Carlos le da una mirada fulminante, que creo que lo ha acojonado, porque él también se va. Viene de nuevo hacia donde estoy yo y pone su mano sobre mis hombros. Durante unos segundos ninguno de los dos habla. Algo que no me gusta para nada.

- ¿Tu profesor? ¿en serio Valeria?

- Tenía 16 años. Creía que iba a comerme el mundo y el muy idiota se aprovechó regalándome el oído. Era una idiota.

- Te equivocas, tú fuiste más lista que todas ellas, que seguro que ha habido unas cuantas. Tú no caíste en su juego y te diste cuenta a tiempo.

- Supongo que si -.le digo encogiendo mis hombros- anda, vámonos a casa que los gemelos están dando patadas y tengo hambre.

Carlos se gira y alza una de sus cejas mientras yo le saco la lengua riéndome. Su mano vuelve a agarrar la mía y caminamos así cogidos de regreso a casa de mi abuelo. 

- Seguro que embarazada tienes que estar jodidamente preciosa.

*** Un capítulo sin drama, que bonito ¿no? (y ella se ríe porqué los lectores no saben lo que les espera). No os acostumbréis que esto no será así por mucho tiempo.

Muchas gracias por los casi 31K que lleva la historia. Es una pasada. Jamás creí que tuviera tanto apoyo y tan buena acogida. Y todo es gracias a todos vosotros.

En cuanto lleguemos a los 35K, prometo que hago un maratón. Así que, si me ayudáis leyendo y votando la historia, espero que en unos días, pueda hacerlo.

Miles de besos y abrazos. ***

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