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𝟤𝟫. 𝒱𝑒𝓃 𝒸𝑜𝓃𝓂𝒾𝑔𝑜

Hemos tenido suerte y tanto Charlie como Carlos se han clasificado en los primeros lugares de salida para mañana. Ellos han sido de los 10 afortunados de la Q3 de hoy. El equipo está muy satisfecho y ellos aún más.

Estamos en uno de los comedores para los equipos que hay en el Hospitality. Diana está bastante sorprendida con todo esto, y aunque el primer día no abrió la boca, hoy la he visto animar tanto a Charlie como a Carlos como sino hubiera un mañana. Es más, me ha dicho que de aquí va a sacar mucho material para su trabajo. Ya era hora de que la viera ilusionada por algo. 

Y si, ha conocido a Fernando Alonso, y aunque me ha dicho que es muy guapo, dice que Charlie le parece más mono.

- No quiero irme de aquí sin haber probado el jacuzzi de la terraza -dice Diana mordiendo un trozo de la manzana que tiene en sus manos.

- Lo puedes hacer luego -le dice Carlos- o esta noche, o mañana...

- Eso si no lo pilláis vosotros primero -le dice mi hermana a Carlos- que os habéis agenciado el dormitorio de la última planta y cualquiera sube allí arriba.

- Déjalos -le dice Charlie- que follen en libertad.

Carlos le arroja un trozo de pan a su amigo que él le responde tirándole una servilleta. Siempre acaban igual cuando comemos juntos, y al final me toca a mi poner paz entre ellos. 

- Pues yo también quiero ir a tu pueblo, Valeria -Charlie enarca una de sus cejas mirándonos a mi y a Carlos.

- Nadie te ha invitado, Lord -le responde su compañero.

- Os he ofrecido mi hogar desinteresadamente, me merezco ir a ver al abuelo Piero yo también -dice él cruzando sus brazos. Cuando se pone en plan bebé, está adorable, adorablemente joío por culo.

- ¿Porqué te llaman Lord? -le pregunta mi hermana con la mejor de sus sonrisas.

Charlie pone sus codos sobre la mesa y se levanta sus gafas de sol para poder hablarle a Diana directamente a los ojos.

- Bueno, verás... resulta que tengo...

- No le interesa, Charlie -le corta Carlos haciendo que él le fulmine con la mirada.

- Pues pienso ir a casa de tu abuelo -le contesta él cruzando sus brazos- y Darcy también viene.

Giro mi cabeza para ver a mi amiga, la cual sigue con su mirada fija en Max. Desde que nos sentamos a comer en el Hospitality, ella no le ha quitado la vista de encima. Le doy un codazo a la pelirroja y ella parece salir de su trance.

- ¿Qué, que pasa? -me pregunta ella abriendo mucho sus ojos.

- Que nos vamos al pueblo de Valeria -le dice Charlie muy alegre.

-Ah, pues vale -responde mi amiga sin ninguna emoción.

Dejo de mirarla a ella para centrarme en Carlos, el cual parece que tiene cuchillos en sus ojos de como mira a su amigo. Está sentado en la cabecera de la mesa y yo a uno de sus lados. Le doy una pequeña patada por debajo de la mesa para que me mire a mi en vez de a él. Y por suerte lo hace. Me llevo la cuchara llena de yogur a la boca y me la voy metiendo lentamente sin dejar de mirarlo. Cuando la vuelvo a sacar, la relamo con la lengua consiguiendo lo que quiero, que sus ojos estén clavados en mi y que su lengua se pasee por sus labios mojándolos de una manera muy seductora. 

- Quiero ser cuchara -me dice susurrándome lo más cerca que puede de mi.

- Serás cuchara -le contesto mordiendo mi labio. Dejo escapar un pequeño jadeo cuando siento como su mano se posa en mi muslo y la va moviendo de arriba a abajo mientras yo sigo comiendo mi yogur. Mentiría si dijera que todo esto no me excita porque si lo hace.

- Carlos -la voz de Lenna hace que aparte mi mirada de la suya, y él su mano de mi muslo.

- Anda, siéntate Lenna -le dice él dando una palmada en el asiento que hay a su lado- el yogur helado está de muerte. Si es que Valeria deja algo que ya se ha comido dos.

-  Y no descarto un tercero, idiota -le digo mientras él me guiña un ojo. Hoy está de un descarado que me está poniendo nerviosa. Me suelta frasecitas de esas suyas tan sugerentes, importándole una mierda quien esté delante.

-  No, gracias -contesta ella resoplando- necesito que me digas con quien vas a ir a la cena del Principado .

- Con Charlie -le contesta él ante la carcajada de su compañero.

- Va en serio Carlos -le contesta Lenna frunciendo el ceño- ¿con quién vas a ir?

-  ¿Porqué tengo que ir con alguien? -le responde él mientras aprieta su mandíbula.

- Porque esa cena es muy importante. Te recuerdo que la da la familia real monegasca. Es una cena importante, y todas las miradas estarán en vosotros, los pilotos. Y si vas solo, empezarán a crearse toda clase de rumores sobre ti, tus romances...tu promiscua vida y todo eso...

- Paso, Lenna. Sólo iría acompañado de una persona, y no puede ser -la intensa mirada de Carlos se posa en la mía. Me llevo una cucharada de yogur de nuevo a la boca disimulando todo lo que puedo, mientras siento mis mejillas como se enrojecen.

- Díselo tú, Valeria -me dice Lenna ya al borde de la desesperación- parece que a ti te hace más caso.

- Tienes que ir a la cena acompañado -le digo a Carlos con mi voz más comprensiva, pero, algo celosa de quien le acompañe.

- Pues ven conmigo, hechicera -miro a Carlos, el cual me habla con una tranquilidad pasmosa mientras me guiña uno de sus ojos. Le ha salido bien la jugada al madrileño, desde luego.

- Vale -le respondo con la misma calma que él.

-  ¡Genial! gracias, Valeria -Lenna se gira y alza su dedo en dirección a Carlos- y tú, ya puedes hacerle a Valeria que la cena le valga la pena. Hazla sentir como una princesa o filtraré a la prensa que tienes clamidias.

- No te preocupes, que lo haré.

Lenna abandona nuestra mesa de la misma manera que vino, como un puto huracán. Carlos ladra su cabeza para mirarme. Sé lo que quiere decirme con esa mirada, lo sé perfectamente. Me desea, y quiere llevarme a la cama. Un pequeño espasmo en mi vientre me hace apretar las piernas. Controlo la respiración todo lo que puedo porque esa mirada caramelo me está matando. Hace que las pulsaciones de mi corazón vayan más rápidas y que la presión en mi pecho sea más profunda cuando él me mira.

- ¡Qué bien os ha salido el tema! -dice Charlie rompiendo este momento- ¡a ver con quien coño voy yo ahora a la cena!

- Calma, pequeño -le dice mi hermana ante la mirada embobada del monegasco- serás el primer tío que vaya con dos chicas a la cena, ¿Qué me dices, Darcy?

La irlandesa tiene su mirada fija en Max el cual ríe divertido. Sus risas llegan hasta nosotros y ella aprieta su mandíbula como hace cada vez que lo tiene cerca. 

- Claro, será divertido .

Carlos me da un largo y profundo beso que hace que aún tenga que agarrarme a su cuello. Su frente está perlada por el sudor del esfuerzo, y sus mejillas aún siguen sonrosadas. Juro que no sé como la puta cómoda de la habitación de su trailer no se ha partido en dos. Ni tiempo nos ha dado a llegar a casa de Charlie. Mi piloto lo quería aquí, y ahora. Y yo últimamente, bueno, joder, nunca puedo negarle nada. 

- ¿Porqué eres tan bonita? -una de sus manos deja de agarrar mi cintura y la alza hasta apartarme el pelo de la cara. Sus ojos me miran de una manera un tanto especial. Y esa mirada está haciendo que mi corazón vuelva a acelerarse de nuevo.

- Supongo que porque tú me ves así.

- Te veo de muchas maneras, Valeria.

Su mirada caramelo se clava en la mía. Su respiración está algo alterada e intenta recuperarla igual que yo. Lo que hemos compartido hace un momento ha sido realmente intenso. Poniendo el alma y el corazón con cada beso y cada caricia que hemos compartido. 

- ¿Cómo tu acompañante a la cena? -le pregunto de manera burlona.

- Es que si no ibas conmigo, pasaba de ir.

- Pues ya has conseguido lo que querías "Smooth Operator" -beso su labios sintiendo su lengua como busca de nuevo la mía enredándose en un largo beso.

- Val. La cena es de gala. Tienes que llevar vestido largo y eso.

- No te preocupes. Luego saldré con mi hermana y con Darcy a comprarnos algo -le digo algo despreocupada. Yo, conque me quede bien y me  guste me conformo. No soy muy exigente a la hora de vestir.

- No escatimes en gastos, Valeria. Te lo voy a regalar yo.

-  ¡De  eso nada! -le protesto a Carlos y entonces siento como su pene se hincha de nuevo en mi interior arrancándome un gemido que él acalla con su boca.

- Si -me dice él mientras se mueve de nuevo lentamente agarrándose a la piel desnuda de mi trasero.

- Tengo dinero, puedo comprarme lo que quiera -le digo alzando mi barbilla.

Carlos me da una profunda embestida que hace que todo mi cuerpo se arquee hacia atrás. Se queda quieto. Sin moverse. Mientras las palpitaciones de su pene chocan contra las paredes de mi interior. Siento un cosquilleo en la parte baja de mi vientre. Quiero que vuelva a moverse otra vez. 

- Ya, pero resulta que quiero comprarte un vestido, Valeria.

Carlos mueve un poco sus caderas. Pero muy poco, los suficiente para que un ronco gemido salga de mi garganta y que yo también alce mi trasero agitada. 

- Pues yo no quiero, joder -le respondo desafiándolo. La mirada de Carlos es salvaje y decidida. Su flequillo le cae por la frente otorgándole un aspecto de lo más atractivo. 

Quiero que se mueva. Lo necesito. Mi vagina desea liberarse de una forma dolorosa, y él, sigues sin moverse, sin darme lo que le reclamo. Cruzo mis piernas por detrás de su cintura, clavando mis talones en su trasero. Le insto con varios tirones para que se mueva y él no lo hace. Tiro de su cuello para que me bese, pero él se endereza resistiéndose. Me tiene dolorida y muy insatisfecha.

- ¡Carlos! -le digo protestando. Me mira con arrogancia sabiendo perfectamente que estoy en sus manos.

- Un puto vestido, Valeria -su voz entrecortada y su mirada de fuego hacen que todas mis terminaciones nerviosas estén de nuevo en tensión por él- sólo eso. Déjame que te compre un vestido para que todos vean que estás conmigo.

Trago saliva procesando cada una de sus palabras. Sintiendo como sus dedos aún siguen clavados en mi piel y como su pene palpita en mi interior. Su mirada, ahora, es suplicante a la vez que respira algo más rápido. Su boca entreabierta mira la mía relamiendo esos labios que tanto deseo probar otra vez. Quiero que me bese. Perderme en esos besos de fuego y estallar en miles de pedazos. 

- De acuerdo, dejaré que me compres ese vestido -tiro de él hasta hacer que de nuevo su pene se clave dentro de mi- pero ahora muévete joder, que ya no puedo más.

Su intensa mirada y como se muerde el labio inferior hace que mi cuerpo lo desee aún más. Carlos sale de mi para enterrarse de nuevo con más fuerza. Lleva un ritmo desenfrenado esta vez, entrando y saliendo cada vez más deprisa, haciendo que todo mi cuerpo se amolde al suyo y tenga que agarrarme a sus hombros por miedo a caerme de encima de la cómoda. Sus dedos hacen presión en mi trasero y me alza un poco para enterrarse más profundamente. Mis labios buscan sus hombros. Dejo que mis dientes lo arañen un poco y succiono de su piel mientras el orgasmo empieza a nacer en mi vientre. 

- Me voy a correr -le grito jadeando al recibir todo lo que él me está dando.

Carlos vuelve a darme esa sonrisa de suficiencia que pone cuando sabe que yo ya no puedo más. Mi interior lo aprieta y lo escucho soltar una maldición mientras sigue moviéndose cada vez más rápido. Siento como todo mi cuerpo estalla en miles de pedazos abandonada al placer del orgasmo. Carlos echa su cabeza hacia atrás y un ronco gemido sale de su garganta a la vez que sus embestidas bajan de intensidad. Juntos rozamos el cielo. Abrazados. Besándonos. Su mirada se posa en la mía y me da un lento beso que hace que mi cuerpo tiemble de nuevo.

- Sei la mia rovina, Valeria.

Estoy terminando de secarme el pelo con una toalla. Carlos está tumbado en la cama sin camiseta y pasando canales en la televisión. Una de sus manos está justo detrás de su cabeza y sólo puedo pensar en lo atractivo que se ve así. Dejo la toalla en una de las sillas y me acerco hacia él tumbándome encima suya. Carlos tira el mando de la televisión  y sus manos me apartan el pelo de la cara. 

- ¿Algún color en especial? -le pregunto dándole un pequeño beso en la boca. Mi nariz roza la suya y sus manos siguen en mis mejillas.

- Me da igual. Te pongas lo que te pongas, te vas a ver guapa.

Una sonrisa tonta escapa de mi boca en cuanto él pronuncia esas palabras. Mis labios descienden de nuevo sobre los suyos y lo beso lentamente disfrutando de la suavidad de los suyos. Un golpe en la puerta hace que me quede quieta sin saber que hacer. 

- ¡Carlos! Soy Aless.

Carlos se lleva un dedo a los labios y me ayuda a levantarme. Con un gesto me pide que entre al baño mientras recojo mis cosas sin hacer ruido. Muy despacio me meto en el, sintiendo como mi corazón late muy deprisa. No quiero que Aless nos pille. No quiero que sepa que estamos juntos. Porque, aunque realmente no le tengo que dar explicaciones de mi vida, no dejo de estar con su piloto, y no sé hasta que punto puede molestarle. 

Pongo mi oreja en la rendija de la puerta y hasta aquí me llegan sus voces. Por suerte, las paredes son de papel y puedo escuchar perfectamente lo que dicen. 

- Estoy ocupado, Aless.

- Quiero comentarte algo para la carrera de mañana.

- ¿Y no puedes hacerlo luego?

- Pues resulta que no

Los escucho discutir con la voz distorsionada. Carlos eleva la voz y Aless aún más. 

- No aprendes, Carlos. Cada noche una tía diferente, ¿no es así?

- Lo que yo haga o deje de hacer con mi vida, no es tu problema, ¿algo más?

- No, nada más. Sólo espero que a la cena de mañana no lleves a otra de tus putas. Te recuerdo que vamos a estar delante de la familia Real, así que un respeto niño.

Escucho un portazo y espero unos segundos antes de salir del baño. Pero es Carlos quien me abre la puerta. Su cara refleja todo el enfado y los nervios que Aless le provoca. Casi ni me mira. Se pone una camiseta y se sienta en la cama con gesto cansado.

Me acerco hasta él y le quito las manos de la frente, sentándome a horcajadas encima suya. Sus manos se posan en mis caderas y levanta su mirada para clavarla en la mía. 

- Lo voy a disfrutar cuando me vea entrando contigo en la puta fiesta -me dice él con algo de dureza en su voz.

Mis dedos se pierden en su cuello. Juro por dios, que creo que está celoso, ¿lo está?. Mis labios lo rozan unos segundos pero Carlos me toma de la cintura y me da la vuelta hasta estar sobre mi espalda en su cama. Sus labios atacan mi cuello con lentos y lujuriosos besos que hacen de nuevo erizar mi piel. 

- Valeria -en los ojos de Carlos veo anhelo mientras me habla. Su voz apenas es un susurro y algo en su mirada me hace temblar- ahora mismo tú eres mía ¿verdad?

Los rítmicos latidos de mi corazón empiezan a acelerarse. Desde que volví de Torre del Marqués y regresé al trabajo, Carlos está diferente conmigo. Su actitud es otra. Hasta sus besos son de otra manera, más pasionales, con más sentimiento. Dijo que me había echado de menos y estoy empezando a creer que es verdad. Me mojo un poco los labios y acaricio su mejilla muy despacio, perdida en sus ojos caramelo. No tengo que pensar nada. Ni de las consecuencias de mi respuesta. Él me ha preguntado algo que es muy evidente.

- Si, lo soy.

Carlos tiene que conceder un par de entrevistas en streaming y hemos quedado que nos veríamos en el piso de Charlie. He quedado con las chicas a la salida del paddock para ir a comprarnos los vestidos para la cena de mañana. Me subo un poco la cremallera de mi chaqueta y cuando cruzo una esquina de uno de los trailer, me encuentro con Aless.

- Ei, ¿dónde vas con tanta prisa? -me pregunta él cogiéndome del brazo.

- Mi hermana y Darcy me esperan para ir de compras. No ir de shopping por Mónaco es un delito -le contesto riéndome.

- No estáis en el hotel del equipo -me dice él dándome la sensación de que me lo está diciendo con algo de desaprobación.

- No, no lo estamos. Charlie nos ha invitado a su piso. Tiene unas vistas impresionantes -me zafo de su brazo con mucho cuidado y empiezo a caminar hacia la zona del paddock. A estas horas no queda mucha gente por aquí, y los que ahí, están en la parte de arriba tomando copas en las terrazas.

- Carlos también está.

- Si, también. Bueno Aless, tengo que dejarte, las chicas me esperan -le digo a modo de despedida. No se me da bien mentir. Y no se me da bien aguantar que intenten manipularme.

- Espera, Valeria. Quería invitarte a que vinieras conmigo, a la cena que dará mañana la Familia Real monegasca para algunos de los miembros de la Fórmula Uno. Será algo formal, pero, te aseguro que la experiencia te valdrá la pena.

Aprieto mis labios algo nerviosa. Aless sigue siendo mi jefe. Es quien dirige a Carlos y no sé porqué, pero, me da por pensar que una palabra suya, y el madrileño podría estrellar su coche si él se lo propusiera. Pero, Aless no haría eso, ¿o si?

- Gracias, pero ya me han invitado a la cena -le contesto con sinceridad. Las mentiras no llevan a ninguna parte y como dice mi abuelo se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.

- ¿Ah, si? ¿y se puede saber con quien vas? a no ser que te haya invitado algún miembro importante de la Federación, no creo que pudieras ir -su sonrisa es irónica ahora mismo mientras me habla. Entiendo un poco a Carlos cuando se pone así con él porque ahora mismo está de un prepotente que me mata.

- Ya lo verás. Bueno, Aless, mañana ya nos veremos por allí. Si me disculpas...

Me doy la vuelta y lo dejo con la palabra en la boca. Sé que podría haberle dicho que iba con Carlos, pero, no pienso quitarle al madrileño la posibilidad de restregarle en la cara a Aless que soy su acompañante. Y sinceramente, se lo merece por idiota. 

Sólo espero que esto no nos estalle en la cara a ninguno de los dos. 

* Eres mi perdiciòn

*** Estoy tan inspirada con esta historia, que os voy a contar un secreto, aún no estamos ni en la mitad...quedan aún muchos capítulos, mucho drama y mucho amor. 

Muchas gracias por el apoyo. Y si, soy muy pesada, pero, me encanta ver lo mucho que os está gustando y como la votáis. 

Miles de besos y abrazos ***

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