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𝐸𝓍𝓉𝓇𝒶 𝟣. 𝒩𝑜 𝒽𝒶𝓎 𝓆𝓊𝑒 𝒽𝒶𝒸𝑒𝓇 𝓃𝒾𝓃𝑔ú𝓃 𝒹𝓇𝒶𝓂𝒶

📅 1 DE ENERO

📅 UN RATO DESPUÉS

Valeria bebía una taza de café mientras esperaba a Carlos en la cocina. Su marido había ido a llevar a Charlie al aeropuerto y ella pensaba que no tardaría mucho en volver. El monegasco había acabado haciéndole caso y por lo menos, cuando se despidió de él, vio que su rostro no estaba tan afligido. O por lo menos, eso es lo que ella quería creer. No quería ni pensar en el dolor que su amigo estaba sufriendo.

Escuchó los pasos de su marido en el pasillo y mordió nerviosa su labio inferior, en cuanto él entró por la puerta. Un pequeño suspiro salió de su boca, e intentó calmarse cuando Carlos apareció por la puerta. Se notaba que estaba algo cansado, pues se llevó la mano a la cara, pasándola un par de veces por sus mejillas. 

-¿Todo bien? -le preguntó Valeria siendo lo primero que le dijo en cuanto lo vio.

-Si, creo que si -le respondió Carlos con una media sonrisa- por lo menos se ha ido animado. A veces es mejor alejarse para volver.

Su boca esbozó una media sonrisa acercándose lentamente hacia su mujer. No le había pasado desapercibida la expresión del rostro de Valeria, y también un leve gesto de tristeza en el. Se puso tras su espalda y la rodeó con sus brazos antes de posar su barbilla en su cuello.

-¿Y a ti que te pasa? -el piloto dejó un pequeño beso en su mejilla, esperando la respuesta de su mujer, una que sin duda, le estaba afectando, por el suspiro ahogado que salió de su garganta.

-Me ha bajado la regla.

Carlos chasqueó su lengua contra el paladar, entendiéndolo todo. Su rubia esperaba tener un retraso y quedarse embarazada, algo que al parecer, no sería ahora cuando sucediera. Su marido apartó sus brazos de su cuerpo, y la giró lentamente hasta hacer que ella estuviera frente a él. Puso dos de sus dedos debajo de su barbilla, y se la alzó para que pudiera mirarlo.

-No pasa nada, nena -el tono de su voz reflejaba toda la dulzura y el amor que Carlos sentía por su mujer. Desde la primera vez que la vio, sintió que ella, era esa maravillosa complicación que su vida necesitaba.

-Si pasa, jo. Yo quería quedarme embarazada -el tono tristón de su voz le hizo a Carlos acercarse y besarla con mucha dulzura. Se perdió en sus labios, hundiendo su lengua en su boca, para buscar la suya y bailar juntos esa danza que ambos conocían tan bien. 

-Tendremos que intentarlo de nuevo, esta vez, con más empeño -Carlos la agarró de las caderas y la alzó hasta ponerla en la encimera. Su boca estuvo en su cuello besando este con pequeños y excitantes besos. Pero, consiguió el efecto contrario con sus besos, pues su mujer estaba rígida y no respondía a sus avances. 

-Ya te he dicho que tengo la regla, Carlos -Valeria apartó con algo de brusquedad, a su marido, gesto este, que no le pasó inadvertido al piloto, quien dejó de besarla nada más escuchar sus palabras.

-De acuerdo. Lo siento.

Carlos alzó sus manos, apartándose de Valeria. Estaba claro que se había equivocado pensando que estar juntos, aliviaría de cierta manera, la decepción que sentía su mujer por no haberse quedado embarazada. Decidió darle su espacio y después de coger una botella de agua, abandonó la cocina, esbozando una pequeña sonrisa.

-Bajo un rato al gimnasio. Cuando tengas hambre me lo dices.

Valeria lo vio marchar sin ser capaz de contestarle ni decirle nada más. El que le hubiera bajado el periodo le había afectado más de lo que pensaba Solo llevaban unas semanas intentando ser padres. Y ella había pensado que tardaría poco en quedarse. En el primer intento incluso. Y por eso, cuando fue al baño hace un rato y comprobó que no había sido así, lo que sintió fue decepción, mezclada con tristeza.

Pero, de esto, Carlos, no tenía la culpa.

📅 MÁS TARDE

Carlos había subido directamente al baño de su dormitorio, para ducharse. Hacer un rato de ejercicio le había venido bien para despejarse y no pensar en otra cosa. A veces sentía que él no era suficiente para calmar todos los temores de su mujer. Y ésta era tan terca, que aún creía que ella solía podría con todo. Se quitó la ropa dejándola en el cesto que había en una de las esquinas y estiró los brazos antes de meterse en la ducha. 

Segundos después, la puerta del baño se abrió, entrando su rubia por ella. Decidió no darse la vuelta para recibirla, y esperar los próximos movimientos de Valeria. Estos, no tardaron en suceder, cuando sintió como sus brazos rodeaban su cintura, hasta posarse en su estómago. Un ligero estremecimiento recorrió todo su cuerpo al sentir las caricias de su mujer en su abdomen, y como esta ponía su cabeza en su espalda. 

-Lo siento, soy una idiota. Estoy enfadada y no es culpa tuya -los labios de Valeria dejaron un tierno beso en su espalda. La piel de ésta se le erizo en cuanto sintió el contacto de sus cálidos labios.

-Tienes derecho a sentirte mal, pero no a ponerte como si fuera el fin del mundo -le aconsejó él mientras agarraba una de sus manos, torciendo un poco su cabeza para poder mirarla mejor. Para perderse en esos ojos que siempre lo habían tenido a sus pies. 

-Lo sé. Pero, estoy acostumbrada a ser la primera en casi todo, y pensé que ésta vez, también lo sería -Valeria torció los labios con algo de tristeza, a la vez que de su boca, salía un pequeño suspiro. 

-Eres humana, Val. Y lo que no puedes hacer, es obsesionarte con quedarte embarazada, porque si lo haces, no vas a disfrutar -la rubia tuvo que admitir que su esposo tenía toda la razón. Y que estaba siendo bastante idiota si dejaba que el hecho de quedarse embarazada, gobernara su vida. 

-Cuándo hablas de disfrutar, ¿te refieres a ti y a mi follando como locos?

Una carcajada salió de los labios de Carlos cuando la escuchó hablar así. De los dos, él era el de las palabras sucias, pero a veces, le encantaba que ella también las usara. La risa murió en sus labios cuando sintió la mano de Valeria deslizarse por su estómago hasta rozar la punta de su endurecido pene, el cual se movía inquieto al sentir ese contacto.

-Y despacio. Y duro. Y suave. Te voy a follar de todas las maneras habidas y por haber. Y aún cuando tengas a mi bebé en tu vientre, te voy a seguir follando, más despacito, pero te follaré. 

Las palabras de Carlos le produjeron a la rubia un fuerte estremecimiento. Sus dedos se movían acariciando el pene de su marido, quien, emitía pequeños jadeos cuando ella le apretaba la punta. 

-Es una pena que tenga la regla -el tono sensual de Valeria hizo que el pene de Carlos se frotara contra la mano de su mujer de forma bastante ansiosa- porque iba a dejar que me hicieras de todo, marido.

-¿Y desde cuando coño me ha  importado a mi eso? -le respondió él con ese toque de chulería que a ella tanto le gustaba. 

Carlos agarró la mano de su mujer y la obligó a que dejara de tocarlo. Se giro hasta estar frente a ella y estrelló su boca con la suya. Parecía devorarla por la intensidad con la que tomaba sus labios y hundía su lengua en la cavidad de su boca. Tomó su labio superior, mordisqueándolo y jugando con él, a la vez que la agarraba de las caderas y la llevaba hasta estar cerca del lavabo.

-Te voy a follar, pero bien duro. Y luego te vas a duchar conmigo y te voy a follar otra vez, ¿algún problema? -Carlos alzó una de sus cejas esperando la respuesta de su mujer.

Valeria se mordió su labio superior presa de una terrible excitación. Que su marido la hablara en ese tono la ponía muy, pero que muy cachonda. Asintió a sus palabras y se dejó quitar por él, las primeras prendas de ropa.

-Así me gusta, que seas obediente, nena.

📅 MÁS TARDE

Valeria acariciaba el pelo de su marido sentada en la cama. Vestía una camiseta de Carlos, la cual apenas tapaba sus muslos, en los cuales, su marido tenía su cabeza. Estaba más relajada. Más tranquila. Y todo gracias a él. Su calma. Quien era el más racional de los dos cuando de decisiones importantes se trataba. 

-¿Te he contado alguna vez que cuando yo nací, mi madre pensaba que yo era una niña? -Carlos levantó su cabeza para contarle a Valeria esa historia que su madre solía repetirle, cuando quería fastidiarlo.

-¿Una niña? Pues no tenía ni idea -Carlos dejó un beso en el muslo de su mujer, y se incorporó un poco hasta apoyarse en sus codos.

-Al parecer, nunca me dejaba ver en las ecografías. Y él ginecólogo que atendió a mi madre, le dijo que era una niña para salir del paso -el tono divertido con el que Carlos le contaba la historia, produjo en ella que también se tomara a risa lo que él le relataba. 

-Pues si que se equivocó entonces -Valeria cogió una de las manos de su marido y acarició estas con la yema de sus dedos. Le gustaban mucho las manos de Carlos. Eran grandes. Fuertes. 

-Al que casi le da un ataque es a mi padre -siguió relatándole Carlos- mi madre iba a llamarme Enma, algo que alegró a mi padre al saber que el tercer Carlos de la familia había nacido.

-Pues Emma es un nombre muy bonito -le dijo Valeria curvando su boca en una sonrisa. Carlos le devolvió la sonrisa aún pensativo. Entrelazó sus dedos con los suyos y tiró de su mujer hasta tenerla encima suya.

-Mi madre muchas veces, para fastidiarme, me llama así, la cabrona.

Valeria río, pues sabía que su suegra era capaz de eso y de más. Carlos volvió a tumbarse, dejando de nuevo su cabeza sobre el estómago de su mujer, ese que deseaba que pronto albergara una nueva vida creada por ellos. 

-Si alguna vez tenemos una niña, me gustaría que se llamará Emma -le confesó Carlos muy decidido. La rubia puso sus manos en el pecho de su marido y acabó con su cabeza reposando en él. Sentir los latidos de su corazón eran los que le daban siempre esa calma que tanto necesitaba.

-¿Y si es un niño? -le preguntó Valeria bostezando ligeramente. 

-Diego. Como el hombre que le dio la vida  a la mujer más maravillosa del mundo.

Valeria apretó sus labios y alzó su cabeza para mirar, muy emocionada, a su marido. Le había llegado al alma que él quisiera llamar a su futuro hijo, con el nombre de su padre.

-Te quiero tanto, Carlos. Casi cada día doy gracias porque hayas llegado a mi vida. Joder, es que estoy tan enamorada de ti.

Una pequeña lágrima resbaló por la mejilla de Valeria. Su marido sólo tuvo que acercar sus dedos, para atraparla entre sus yemas y quedarse con ella. Sus manos la agarraron de la cintura, aprisionándola más todavía contra su cuerpo.

-Nena. Estabas destinada a ser mía, eso nunca lo olvides. Y otra cosa te digo, no quiero que te obsesiones con el tema de los bebés -esta vez, Carlos fue muy tajante con lo que le decía. No era una petición, era una promesa- que vengan cuando tengan que venir, y si por desgracia, no podemos tener hijos, no será ningún drama. Ya pensaremos que hacer cuando eso suceda, ¿te queda claro?

Carlos le dio una palmada en el culo a su mujer. La volteó hasta que su espalda tocó el colchón, y con su muslo, la instó a abrir sus piernas.

-Muy claro, señor Sainz -la boca de Valeria recibió un pequeño mordisco de su esposo, y segundos después, hundió su lengua en su cavidad bucal buscando como enredarla con la de ella.

-No me gustaría tener que castigarla si no se ha enterado bien, señora Sainz -le advirtió él mientras le alzaba la camiseta, dispuesto a quitársela del todo. 

-Humm. Me encantan tus castigos, amor.

*** Este extra pensaba guardármelo para cuando 55Love alcanzara los 300K de lectura, como una forma de celebrarlo. Pero resulta que hoy es el cumpleaños de mi querida Imslytheringirl, y le dije que le dedicaría este capítulo especial como regalo de cumpleaños. Así que, muchas felicidades guapísima. Eres un encanto de niña y me río mucho con tus cositas. No cambies nunca, te lo pido por favor.

Y a los demás, espero que también os haya gustado y que lo hayáis disfrutado. Muchos besos y abrazos***

🏎️ SAGA RUNNER 🏎️

A Carlos Sainz , su equipo le da un ultimátum. Tiene que cambiar su actitud o el año que viene lo echan de la escudería. Arrogante, engreído y prepotente, nunca está dispuesto a admitir que la culpa es suya. Pero toda esa fachada de tipo duro, se caerá en el momento que su mirada se cruza con la ella. La que viene a salvarlo, y no sólo de si mismo.

Max Verstappen. Lo llaman el príncipe de hielo. Sin emociones. Sin amar. Con una vida planeada al milímetro donde no hay nada al azar. Pero, ¿que pasa cuando la pelirroja de ojos claros se cruza en su camino? ¿Cuando siente que ella rompe todas sus barreras y quiere darle lo que nadie nunca se atrevió a ofrecerle? 

Charles Leclerc. Le llaman Il predestinato. El niño bonito de Mónaco. Rico, famoso pero con un odioso destino que cumplir. Enamorarse no es una opción para él. Diana De Luca. Un pasado marcado por la tragedia que la ha hecho desconfiar de todo llevándola a no creer en el amor. Jamás entregara su corazón a nadie por miedo a que lo destrocen de nuevo. 

🏀🏍️ OTRAS HISTORIAS EN CURSO 🏍️🏀

Juancho Hernán-Gomez vuelve a casa después de su paso por la NBA. Lleno de sueños e ilusiones, afronta la temporada con su nuevo equipo dispuesto a demostrar lo que no pudo hacer en tierras americanas. Natalia está cansada de disimular que todo está bien. De que nada le afecta ni le duele. Obligada a vivir una vida que no quiere por el que dirán.

Él en la cumbre de su carrera. Un ganador. Acostumbrado a la fama, al éxito, a las alabanzas, pero, siendo un solitario en el amor. Ella, la abandonada, la novia en la sombra, la que un día entregó su corazón para que se lo rompieran en miles de pedazos.

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