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67. 𝒜𝓂𝒶𝓇𝑔𝒶𝓈 𝒸𝒶𝓈𝓉𝒶ñ𝒶𝓈

🕰️ DÍAS DESPUÉS

Después de echarme una buena siesta, me incorporo en el sofá y lo primero que hago es mirar mi anillo con una sonrisa tonta. Recuerdo a mi abuela enseñárnoslo a Diana y a mi cuando éramos pequeñas y las dos sonreír fascinadas al ver el brillo del pequeño diamante. Y ahora que está en mi dedo, me siento muy orgullosa de llevarlo. Mi hermana dice que estaba destinado a ser mío y que se alegra mucho de que sea yo quien lo lleve. 

Nuestro compromiso y que Carlos me pidiera matrimonio en plena carrera, ha tenido una amplia repercusión. Por supuesto, los hay quienes nos han apoyado y también muchos detractores. Lo que más se ha criticado es que lo hiciera durante la celebración del Gran Premio, que a punto estuvo de costarle el campeonato. Lo mejor, la respuesta de Carlos a los periodistas, lo hice porque sabía que iba a ganar, y si no, también lo hubiera hecho. ¿Se le puede amar más? Si, si que se puede. Lo amo cada día y cada minuto de mi vida.

- ¿Ya has despertado? -bajo mis brazos y le sonrió a Carlos el cual está apoyado en el marco de la puerta mirándome con una leve sonrisa. Mientras yo dormía, él estaba ejercitándose en el gimnasio. 

- Si. Este sofá es tan cómodo .

- Pues ven, anda. Que te tengo una sorpresa.

Carlos alza una de sus manos para que me pueda levantar. Camino los breves pasos que me separan de mi novio, y al llegar a su lado, me agarro a su mano. Tira de mi hasta que mi cuerpo está casi pegado al suyo. Baja su cabeza y atrapa mis labios en un profundo y largo beso que me hace temblar de los pies a la cabeza. Mis manos se agarran a su cintura. Dejo que su lengua saquee mi boca con sensuales y húmedas caricias.

- ¿La sorpresa eres tú? -.le pregunto con ironía a causa del beso que me ha dado.

- Nena, yo siempre soy tú sorpresa, pero no, algo mejor.

Carlos enlaza sus dedos con los mío y me saca del comedor para llevarme caminando hacia las escaleras. Subimos los tramos de escalones hasta llegar a la parte de arriba y dirigirnos hacia nuestro dormitorio. Esta casa me gusta muchísimo. Hacía mucho tiempo que no sentía que algo era tan mío, como hasta ahora. Carlos y yo nos hemos adaptado a ella y a la convivencia con facilidad. Aunque hay cosas del día a día que a veces nos hace "discutir", cosas domésticas sin importancia.

Entramos al dormitorio y me echo a reír. Carlos ha encendido la chimenea. Y delante de ella ha colocado la alfombra gris con varios cojines esparcidos. Pero lo mejor de todo, es la sartén que está a un lado preparada para ponerla al fuego. 

- Te prometí comer castañas delante de esta chimenea y es lo que vamos a hacer.

No puedo evitar ponerme a reír emocionada. Mis manos vuelven a su cintura y lo abrazo dejando mi cabeza que repose en su pecho. Los latidos de su corazón son calmados, pausados, tal y como los dos nos encontramos ahora. 

- Te quiero tanto Carlos. No sé si te lo digo muchas veces, o si necesitas que te lo diga más. Pero te quiero -siento como me escuecen los ojos. Porque tengo ganas de llorar. Llorar por este amor que siento por él. Quizás es una cursilería romántica. Quizás soy algo dramática , pero sentir que lo amo, y que él me ama también, hace que me emocione hasta casi llorar

- Yo también te quiero, Valeria -Carlos toma mi cara entre sus manos separándome de su cuerpo. Su dedo pulgar repasa el contorno de mis labios besándome ahí donde ha estado su dedo- todas esas veces que me dices que me quieres, son perfectas. No necesito más, tengo todas las que quiero. Y no llores, bonita mía. Estoy aquí y no me voy a ir a ningún lado.

Sus labios están de nuevo sobre los míos besándome esta vez más lentamente. Dicen que cuanto más lentos son los besos, más rápidos son los latidos del corazón. Lo confirmo, porque el mío late ahora a velocidades vertiginosas. Más rápido que su monoplaza. 

- Venga, siéntate, que vamos a merendar.

Durante los siguientes minutos, Carlos y yo nos dedicamos a hacerles un pequeño corte a las castañas y ponerlas en el cazo con agujeros que él expresamente, le quitó a su madre la última vez que estuvimos en Madrid. Las ponemos al fuego y esperamos que se hagan. Empiezan a emitir un olorcillo delicioso que hace que la boca se me haga agua. 

- Así que empezamos por París -me dice Carlos mientras mueve las castañas.

- Quiero ver el Louvre -le confieso medio riéndome.

- Si, el Louvre, y los Imagine Dragons que actúan en el Parque de los Príncipes.

Empiezo a reírme dándole la razón. Él me guiña un ojo y saca las castañas del cazo para ponerlas en una fuente. 

- Ten cuidado que estarán ardiendo -me advierte viendo mis intenciones de probarlas ya- y luego quieres ir a Islandia. Más frío.

- ¡Quiero intentar ver la Aurora Boreal! -me excusó alzando un poco la voz y él rueda sus ojos en mi dirección para después, hacerme una mueca burlona. Lo mono que está cuando hace eso...

- No, si verla la veremos. Y morirnos de frío también.

- ¡No protestes! Me prometiste que iríamos donde yo quisiera, y es lo que estoy haciendo, elegir -frunzo mis labios poniéndole morritos. Coge una de las castañas y después de pelarla me la da. Esa es otra de las cosas que él hace que lo ame más todavía, siempre me da a mi el primer trozo de lo que sea que vayamos a comer.

- Es verdad. Te lo prometí. Pero después de Islandia, elijó yo. Ropa de verano, tú, yo, y una playa paradisíaca.

- Suena bien -me llevo la castaña a la boca y tengo que decir que está realmente deliciosa. Bianca tiene un castaño en su casa y la otra tarde estuvimos recogiendo sus frutos y de paso, comiéndonoslas crudas.

- Valeria, ¿tú has pensado cuando te quieres casar? -me muerdo el labio algo nerviosa porque es una cosa en la que aún no me he parado a pensar. Porque sé que en cuanto lo haga, empezaré a llorar .

- No, no lo he pensado todavía. Lo que si sé, es donde me gustaría hacerlo -le admito ilusionada. Es algo que llevo pensando desde que casi me pidió matrimonio.

- ¿Y dónde? -dejo escapar un largo suspiro mientras cojo otra castaña.

- En Caronia. Me encantaría casarme en el pueblo de mi abuelo. Ya sabes lo mucho que me gusta. Y pienso que sería bonito hacerlo allí.

Carlos se me queda mirando apretando sus labios. Esboza una pequeña sonrisa y alarga su mano para coger la mía. Sus dedos se sienten muy cálidos en contraste con los míos. Traza pequeñas caricias con sus yemas haciendo que un escalofrío recorra mi cuerpo

- Lo será. Es el sitio perfecto amor. ¿Qué te parece si lo hacemos durante el parón de la temporada? -su pregunta me deja descolocada y mentalmente hago las cuentas de los meses que quedan.

- ¡Guau! ¿En 8 meses? -muerdo los labios haciéndome a la idea que el verano está ahí y esa es la fecha perfecta para casarnos.

- ¿Qué pasa? ¿Te parece muy pronto! -su cara refleja algo de preocupación y le hago un gesto con la mano para tranquilizarlo.

- No, que va. Me parece perfecto. Así me da tiempo a prepararlo todo. Quiero algo sencillo Carlos. Que no sea una boda mediática, por favor. Sé que vosotros tenéis muchos compromisos, pero no quiero que ese día sea un circo -le ruego aún sujetando su mano. Odio salir tanto en la prensa por el mero hecho de ser su novia. 

- Por eso no te preocupes. Mi madre me ha dicho exactamente lo mismo. Es más, me ha recomendado que nos fuguemos.

- ¿En serio? -me pongo a reír porque mi suegra es la hostia para algunas cosas.

- Si, en serio -la mano de Carlos traza pequeñas caricias en mi mano. Me sonríe fijando su mirada en la mía- que sea la boda que queremos, Valeria.

- Que sea.

Me acerco a Carlos para rozar sus labios. Mis manos acaban en su cuello y mis dedos entre los mechones de su cabello. Abro mi boca para buscar su lengua y que él la acaricie con la suya. Sus manos descienden por mi espalda hasta posarse en mi cintura. Mi teléfono móvil empieza a sonar y me separo de Carlos para poder cogerlo. Miro la pantalla y es mi hermana Diana quien me llama. Alargo mi mano para poder contestarle con ganas de contarle que nos casamos este verano. 

- Hola Di -le digo muy emocionada.

- Valeria -un escalofrío recorre todo mi cuerpo al escuchar su voz. Su tono es serio y creo que está llorando.

- ¿Diana qué pasa? -Carlos agarra mi mano y me mira igual de preocupado que yo. Me temo lo peor. Y estoy empezando a asustarme. 

- Deberías venir Valeria... y date prisa...

🕰️ MÁS TARDE 

Tomo aire en cuanto salgo del ascensor y me llevo las manos al corazón intentando calmar mis latidos. Apenas recuerdo como he llegado hasta aquí. Otra vez Charlie me ha salvado. Su avión privado me ha traído a Jerez con bastante rapidez. Y durante todo el viaje no he parado de llorar. Mi abuelo está ingresado en el hospital. Está desde esta mañana porque se desmayó y hasta que no le hicieron pruebas, mi hermana no ha querido llamarme. Estoy un poco enfadada con ella. No entiendo que tardara tanto en contármelo, pero, ella es la que está aquí con él y sus razones tendrá.

Camino por el largo pasillo en dirección al área de observación. Veo a mi hermana apoyada en la pared con la mirada perdida. En cuanto escucha mis pasos, gira su cabeza y las dos nos damos una mirada con la que nos lo decimos todo. Diana se acerca hacia mi y ambas nos fundimos en un abrazo. 

- ¿Cómo está, Diana? -le pregunto al separarme segundos después de ella.

- Está mal, Val. No te voy a engañar -mi hermana pone sus manos en mis hombros y traga saliva al hablarme- cariño, tienes que ser fuerte y estar preparada.

- ¿Preparada para qué? -le pregunto muy confundida. Su triste semblante y la preocupación en su rostro me está poniendo aún más nerviosa. 

A Diana no le da tiempo a contestarme, cuando un par de médicos salen por una de las puertas. Mi hermana me suelta y va hacia ellos. 

- Doctor, ¿Cómo está mi abuelo? -le pregunta ella con la voz ahogada.

- Estable, dentro de lo que cabe. Lo dejaremos unas horas en observación, y lo pasaremos a una habitación -nos dice el más alto de ellos.

- Pero, ¿Qué le ha pasado? -les pregunto yo esta vez.

- Bueno, un mareo provocado por toda la enfermedad de su abuelo...

- ¿Enfermedad? ¿de qué está usted hablando?

Ahora mismo juro que si me pinchan, no sangro. Mi abuelo está enfermo. Enfermo. Me giro para mirar a Diana y ella empieza a sollozar. 

- Su abuelo tiene cáncer de colón. Terminal. Y en estos momentos está bastante avanzado. No puedo decirles cuanto tiempo le queda. Si son horas o días. Pero tienen que estar ustedes preparadas... lo siento. Intentaremos que el señor De Luca sufra lo menos posible 

Me llevo la mano a la boca y me pongo a llorar. Mi abuelo tiene cáncer y se va a ...morir...

-Su abuelo nos prohibió expresamente que les dijéramos que estaba enfermo -nos dice el médico haciendo que entienda mejor todo lo que está pasando

Le damos las gracias y en cuanto se va, me dejo caer deslizándome por la pared, hasta el suelo. Diana se acerca a mi y las dos nos abrazamos. Lloramos desahogándonos. Voy a perderlo. Voy a perder a la persona más importante de mi vida y no voy a poder evitarlo. No voy a poder hacer nada. Nada. Tengo miedo. Mucho. Un miedo atroz de que él se vaya. Tengo frío y los dientes me castañean. Mi hermana me atrae hacia su pecho y las dos nos damos el calor que ahora mismo nos falta.

- ¿Porqué no nos lo ha querido decir Di? ¿Porqué? -mi voz está entrecortada a causa de los sollozos que salen de mi garganta. Y me temo que no voy a poder parar de llorar.

- No querría preocuparnos Valeria. Ya sabes como es el abuelo -miro a mi hermana y entonces es cuando me doy cuenta de las pronunciadas ojeras de sus ojos. 

- Pero si nos lo hubiera dicho... joder. Podría haber venido más a verlo. Estar más con él...

- Ei, no te sientas culpable, Valeria. Tú has hecho lo que has podido, cariño. Creo que él no quería que cambiáramos nuestra vida por él.

Apoyo la cabeza en el hombro de mi hermana y dejo que ella acaricie mi mejilla. Un largo suspiro sale de mi garganta y muerdo mis labios intentando no llorar otra vez. Tengo que ser consciente de lo que va a pasar a partir de ahora. Voy a perder a mi abuelo. A la persona que me hizo ser lo que soy. Tengo que hacerme a la idea de que ya no estará más con nosotras, de que no voy a poder verlo, ni abrazarlo, ni escuchar sus sabios consejos. Y duele. Duele mucho. Porque no puedo hacer nada para evitarlo. Absolutamente nada. Y eso es lo que más me jode. Que no puedo luchar y salvarlo.

- ¿Y ahora que hacemos, Di? -le pregunto a mi hermana. Ella siempre sabe lo que hay que hacer. 

- ¿Ahora? pasar a su lado todo el tiempo que podamos. Y prepararnos para decirle adiós.

🕰️ Más tarde 

Miro por la ventana de uno de los pasillos del hospital, como la noche ha caído sobre Jerez. Me llevo la mano a mi mejilla y me aparto las lágrimas mientras con la otra sostengo el teléfono en mi oreja. 

- Voy a coger un avión y voy para allá, Valeria -Carlos me habla con determinación y yo niego con mi cabeza aunque él no pueda verme.

- No. No hace falta. Sé que quieres hacerlo. Sé que querrías estar aquí conmigo, pero mañana tienes que irte a Abu Dabi.

- Ahora mismo, irme me importa una buena mierda. Más me importas tú.

- Lo sé Carlos. Y tranquilo. Aunque no estés aquí, te siento conmigo, pero, tienes obligaciones cariño. Y...bueno...los médicos no saben a ciencia cierta cuanto...cuanto...

Apenas puedo pronunciar esa palabra. Tengo un nudo en la garganta que me impide hablar. Me encojo sobre mi misma y siento de nuevo las lágrimas caer. Mi abuelo iba a acompañarme al altar. Tan feliz que estaba con lo de nuestro compromiso. Lo mucho que disfrutó al oír a Carlos pedírmelo. Y ahora...ahora no podrá estar conmigo, a mi lado, sujetando mi mano y diciéndome que todo irá bien.

- Valeria, te amo. Quiero estar contigo. Abrazándote. No puedo escucharte llorar. Se me parte el alma.

- Lo siento. Pero es que no puedo evitarlo, Carlos. Duele mucho. Duele tanto saber que voy a perderlo. Que ya no estará aquí conmigo.

- Mi niña. Mi niña preciosa. No sé que decirte. No sé que hacer para que te sientas mejor.

- Dime que me quieres -me dejo caer en el suelo de nuevo. Lo necesito. Necesito a Carlos a mi lado, pero, no puede ser, de momento. Tiene una carrera en cuatro días. La última de la temporada. Y tiene que estar allí. 

- Te quiero. Te quiero. Te quiero. Estoy deseando poder estar contigo. Estoy deseando que nos casemos, que seas mi mujer. Que esté conmigo a mi lado. Sé fuerte mi niña. Sé que lo eres. Y tu abuelo te va a necesitar. Eres la persona más valiente que he conocido en mi vida. Y te amo por eso.

Durante unos minutos, las palabras de Carlos me reconfortan. Me tranquilizan. Siento los pasos de Diana buscándome. Me despido de mi novio y me pongo en pie dirigiéndome hacia donde está mi hermana. 

- Ya está en la habitación.

Asiento mirándola y me agarro de su mano caminando junto a ella. Nos dirigimos a ver a mi abuelo. Porque hoy es cuando tengo que empezar a despedirme de él.

Y no estoy preparada para hacerlo.

No estoy preparada para que me deje. 

Tengo que decirle adiós y no sé si voy a poder. 

*** Vale si, no me matéis. La que he liado, ¿verdad?. Ésta parte de la historia la llevo pensada desde hace mucho tiempo. De hecho, 55 LOVE la terminé de escribir hace muchos meses y coincidió que por desgracia, tuve que escribir desde la experiencia de vivir la misma situación que Valeria. Nos esperan unos capítulos algo dramáticos, que espero que os gusten (vale si, vais a llorar, os pido perdón anticipadamente). 

A cambio de éste sufrimiento, os tengo preparada una SORPRESA que creo que os va a gustar. En unas semanas os digo más. Pero por ahora, quedaros con la palabra JAMÁS 

Muchos besos y abrazos y gracias por el eterno apoyo.***

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