6. 𝐿𝒶 𝓅𝒶𝓇𝓉𝒾𝒹𝒶 𝒹𝑒 𝒹𝒶𝓇𝒹𝑜𝓈
Una semana. Sólo una semana para empezar la pretemporada en el Circuito de Cataluña. Una semana donde probaremos los nuevos coches y se verá de lo que cada equipo es capaz. Estoy nervioso. Deseando que llegue el día. He trabajado mucho durante todos estos meses para que ésta sea mi temporada. Voy a dar el máximo y mucho más de mi.
Camino por el taller de Mecánica dirigiéndome hacia la zona donde está el robot más famoso de toda la fábricas,"Romeo y Julieta". Me encanta verlo en acción. Le pusieron así porque uno de sus brazos le da un anillo al otro. Aunque ese anillo no es otra cosa que el asiento de la válvula del cilindro del motor.
Camino por la pasarela de la parte de arriba bebiendo mi botella de agua. Apoyo los codos en la barandilla y veo a Valeria inclinada delante de un cilindro, moviéndolo de un lado a otro mientras frunce los labios. Hoy lleva un moño alto despeinado y tiene todo el cuello al descubierto. Se lo toca infinidad de veces cuando está nerviosa y parece que ahora lo está. Tiene un bolígrafo en su mano y se lleva la parte del capuchón a los labios mordiéndolo nerviosa. Siento un tirón en mis pantalones porque estoy mirando embobado esos labios que mordisquean una y otra vez el puto bolígrafo. Cierro mis ojos y cojo aire para soltarlo lentamente. Pero cometo el error de mirarla de nuevo y mi polla se remueve de nuevo inquieta mientras la miro.
La rubia lleva encerrada en ésta Fábrica prácticamente desde que llegó. Probando motores, repasándolos, desmontándolos y montándolos de nuevo. Dicen que una vez estuvo todo un día aquí metida sin salir, hasta que fue capaz de montar el motor de un 296 a un 458. De locos, pero lo hizo.
Este año queremos limitar el uso de las unidades de potencia, que tantos problemas nos dieron la temporada pasada. Y en eso está ella, en como lograr más velocidad sin perder la eficacia.
Casi ni la veo por el hotel. Vive prácticamente aquí. Sé que duerme en su habitación, porque escucho la ducha por la noche cuando llega. Y saber que por fin está ahí, me deja más tranquilo porque por lo menos sé que va a descansar. Las comidas las hace también aquí. Ha hecho amistades con el equipo de ingenieros y con un par de chicas de montaje. Se la ve feliz y entusiasmada, pero, también cansada.
Debería invitarla a cenar. Debería hacerlo si. Y descubrir que coño me pasa con ella que mis ganas de tenerla cerca aumentan cuando la veo. La única vez que hemos estado solos, fue cuando cenamos juntos en el hotel, y me tuve que contener las ganas de besarla o de algo más. Parezco un puto adolescente salido. Pero es lo que ella me provoca. Y tengo que respetarla. Porque es mi compañera. Voy a depender de ella en las carreras. Y como dice mi padre, donde tengas la olla no metas la polla. Crudo, pero cierto. Y además, sé que Aless me mataría si me acerco a Valeria.
Hablando de Aless. Ahí llega el puto italiano. Se acerca a ella y apoya uno de sus codos en su mesa mientras le habla. No sé lo que le está diciendo. Seguro que algo en italiano que parece que derrite a las tías. Ella se ríe mirandolo y a mi me está entrando un cabreo de la hostia.
Me doy la vuelta porque no quiero ver como el idiota de mi jefe de equipo tontea con Valeria y me enerve la sangre. Puto italiano de los cojones. Él sí puede estar más cerca de ella, y yo no. Salgo por uno de los pasillos y me encuentro a uno de mis mecánicos.
- Ei, Carlos. ¿Te hace unas cervezas en el baretto de Amalio?
Asiento sin pensármelo. Porque tengo en mi cabeza la sonrisa que le da ella a Aless y no quiero cabrearme aún más y parecer un puto celoso.
Aunque creo que lo estoy.
En el Amalio está media fábrica. Es el bar que está más cerca de Ferrari y por eso venimos todos aquí. El ambiente es bueno y agradable, de lo que se trata es de pasar un buen rato. Aunque siempre hay alguna tía que se me acerca pidiendo guerra. Y sinceramente, yo ésta noche, no quiero nada con nadie.
- ¿No te gustaría que habláramos en un sitio más privado?
Una rubia de labios operados pasa uno de sus dedos por mi mejilla y yo le aparto la cara. Que manía tienen de tocarme las tías. Me mira de manera seductora y yo le pego otro trago a mi cerveza.
- Tú y yo sabemos que lo que se dice hablar, no vamos a hacerlo -le digo directamente viendo como se moja los labios sonriéndome- y sinceramente, no me apeteces nada.
Le doy un trago a mi cerveza y a la rubia le cambia la cara por otra más furiosa. Se da la vuelta muy airada desapareciendo de mi vista. Hubiera sido muy fácil llevármela a los baños del bar y follarmela para que me hiciera olvidar a la hechicera de ojos verdes. A esa si que quiero tener en mi cama. Pero mucho me temo que no la dejaría salir de ella. Y yo no quiero atarme con nadie, y sé que con ella lo haría. No sé qué coño me pasa con Valeria. Bueno si lo sé. Me atrae porque es un imposible. Es mi compañera de trabajo y está prohibida.
No te lo crees ni tú Carlos.
Fijo mi mirada en el fondo del bar. La puerta se abre y Aless entra por ella. Sigue siendo mi jefe, y a veces, un amigo. Voy a hacerle un gesto para que venga donde estoy, cuando lo veo darse la vuelta y girarse, sonriendole a su acompañante, mientras la ayuda a quitarse el abrigo. Y si, ella no es otra que Valeria.
Se me seca la boca al verla. Lleva un vestido de punto de color vino por encima de las rodillas que le sienta como un guante, y unas botas que le hacen unas piernas infinitas. Imágenes de ella con solo esas botas y nada más, sacuden mi mente. Despejo mi cabeza sin poder apartar mi mirada de ella. Se ha dejado el pelo suelto y está vez se ha pintado los labios de un rojo fuego que me hacen desear tener esos labios en cierta parte de mi anatomía, la cual también se ha dado cuenta de que ella está aquí y se mueve dentro de mis pantalones, de una manera algo dolorosa.
- No se mira a la novia del jefe.
Llevo el botellin de cerveza de nuevo a mi boca y miro como Valeria y Aless se sientan en una mesa, mientras yo ignoro a la voz que tengo a mi lado.
- No es su novia -le respondo al castaño de ojos color verde que me mira divertido. Está más moreno, seguramente a causa del sol de Las Bahamas.
- Pero no has negado que la mirabas...
- Ya te echaba de menos Charlie -le doy una pequeña sonrisa a mi amigo y compañero de equipo Charles Leclerc. No tenía ni idea de que había llegado ya a Marianello
- Yo a ti no. ¿Es la nueva Ingeniera, verdad?
Charlie me señala a Valeria, la cual se ríe con algo que le dice Aless. Me gusta verla así. Creo que aún no la había visto reír desde que la conozco. Pero, ¿por qué coño le tiene que sonreír a él?
- Lo es -le confirmo mirándola de reojo. Su mano se ha posado en el brazo de Aless y a mi me dan ganas de romper vasos contra el suelo, o contra su cabeza, a poder ser.
- Es muy guapa. No me extraña que la mires -Charlie me lo dice con una pequeña sonrisilla y yo ruedo mis ojos sin decirle nada- Anda, vamos a cenar. Tengo ganas de una buena pizza.
Charlie me coge del brazo y me hace levantarme del taburete donde estoy sentado. Le doy una última mirada a la parejita apretando mis dientes. Aless le está susurrando algo al oído mientras ella se ríe.
Debí haberme quedado en el hotel.
Un par de cervezas después, y con la barriga llena de pasta, Charlie y yo estamos frente a la máquina de dardos pensando en que jugarnos. Cuando nos da por apostar, siempre se nos ocurren las ideas más descabelladas. Y si encima es en Mónaco, mucho peor.
- Si pierdes, te bañas en la piscina del hotel vestido y todo -mi amigo alza una de sus cejas y se ríe.
- Como quieras -le respondo encogiendo mis hombros. Casi nunca pierdo a los dardos, por eso a Charlie se le ocurren estas disparatadas apuestas.
Empezamos a jugar y está claro que mi cabeza no está aquí, sino en la puta mesa de atrás. Estoy fallando tiros bastante tontos, como bien me recuerda aquí Lord Perceval.
Me apoyo en una de las barandillas de madera, y me llevo las manos a la cara porque me veo nadando en la piscina.
- Eres muy malo, Carlitos.
Ladeo mi cabeza y cojo aire despacio. Aquí está delante de mí la culpable de todos mis desasosiegos. Me mira con una sonrisa traviesa haciendo un pequeño gesto de diversión con sus ojos. Hasta a mí llega ese aroma a vainilla que desprende su cabello. Es un olor embriagador. Se moja un poco esos labios rojos sin apartar aún su mirada de la mía. Debería de llevármela al baño de una puta vez y calmar esta sed que tengo de ella. Seguro que así se me quitaba pronto esta fijación que tengo por ella.
- Pues es raro - apuntilla Aless con ironía viniendo hacia nosotros. Se coloca casi al lado de la rubia en un gesto que me parece algo posesivo- porque aquí Carlos es el rey de los dardos.
- No será hoy - sigue diciendo la hechicera de ojos verdes provocándome con esa sonrisa burlona.
- Lo mismo vosotros dos lo hacéis mejor, si tan listos sois -les digo con ironía.
Valeria me mira impasible cruzando sus brazos. Se muerde los labios ladeando un poco su cabeza como si me estuviera evaluando. Y solo ese gesto hace que la polla se me revuelva, otra vez, en los pantalones. Mierda. Estoy peor de lo que pensaba.
- Pues a lo mejor si. Y hasta te gano y todo Carlos -me responde Aless retándome con la mirada. Imbécil. Yo te gano a ti hasta dormido.
- ¡Más para la piscina!
Charlie se pone a dar palmas y choca su puño con Aless. Se acerca a Valeria y la mira muy sonriente tendiendole una de sus manos
- Soy Charlie. El compañero de equipo de aquí este lerdo. Tú debes ser Valeria. Carlos me ha ha hablado mucho de ti.
El monegasco le da dos besos a la rubia y a mi me dan ganas de asesinarlo. Maldita sea la hora que le dije a este idiota que ella me parecía guapa. Pero, el cabrón me conoce como nadie y sabe que hay algo más.
Ella alza una de sus cejas y me da una larga mirada mientras yo bebo de mi cerveza dándole una pequeña sonrisa.
- Bueno ¿qué? ¿Apostamos?
Charlie se frota las manos y le hace un gesto a la camarera para que traiga más bebidas. Mientras él y Aless cogen más dardos, Valeria se pone a mi lado.
- Espero que lo que vayas contando por ahí sea bueno o haré que tu motor eche humo en mitad de una carrera.
Valeria me guiña un ojo y yo trago saliva porque sé que sería capaz de hacerlo. Ladeo un poco mi cabeza y me quedo mirándola. Sus ojos verdes están más oscurecidos y tiene algunas ojeras que no ha querido tapar con el maquillaje. Sus labios aún tienen ese color rojo, color del que no puedo apartar mi mirada. Igual que ella hace conmigo.
- Me recuerdas a una Rockaleta, ¿sabes lo que es?
Le digo cogiendo otra de las cervezas que nos da la camarera. Menos mal que son sin alcohol, porque a estas alturas ya estaría borracho.
- No tengo ni idea - me confiesa ella soltando una pequeña carcajada. Me acerco más a ella hasta que mi boca está algo más cerca de la suya. Se relame un poquito los labios mientras me mira y veo que le tiembla ligeramente el labio inferior.
- Es un chupa-chups mexicano - le digo consiguiendo toda su atención- tiene varias capas y las alterna con dulce y salado. Es una de las golosinas más picantes que hay en el mundo.
Valeria entreabre sus labios de nuevo y deja escapar un pequeño suspiro. Sus ojos me miran fijamente y la intensidad de esa mirada revuelve todo mi cuerpo. Pero todo.
- Así, que me estas diciendo que soy picante -me contesta ella frunciendo el ceño. Mis labios se acercan más a su oído. Sólo es un susurro lo que sale de mi boca, pero lo suficientemente alto para que ella lo escuche.
- Y dulce también.
Valeria suelta otro pequeño jadeo y sonríe un poco. Nos quedamos los dos mirándonos y juro por dios, que alguien tiene que sujetarme para que no me la lleve al hotel. Porque acabo de decidir que ella no se merece que le eche un polvo en los baños. Y no sólo uno.
- Venga, ¿que apostamos?
Charlie pasa uno de sus brazos por mis hombros y nos mira a los dos haciendo que rompa el contacto visual con la rubia. Valeria le sigue el juego al monegasco. Empiezan a decir que cosas apostarse siendo mi amigo el más creativo. A mi realmente me da igual. Yo sólo me estoy fijando como ese vestido le marca el culo cada vez que camina. Y lo mucho que me gustan esas botas negras.
Ella coge uno de los dardos y se gira para mirarme a mi directamente a los ojos.
- Quiero esa sudadera.
Ella señala con su dedo índice la que yo llevo puesta. Es una gris de Nike que compré en Londres con mi hermana. Ese día fue muy divertido. Y esta prenda, me lo recuerda. Pero, sinceramente, ver a Valeria con ella puesta, me hace más ilusión.
- De acuerdo -le digo asintiendo- pero si gano yo, quiero que me hagas ese plato de rissotto de tu abuelo.
Valeria me mira algo desconcertada y emite una pequeña carcajada a continuación. Alarga su mano hacia mi y yo estrecho la mía con la suya. Sus dedos son pequeños en comparación con los míos y los tiene un poco fríos.
- Hecho - contesta Valeria sin dejar de sonreír.
Le devuelvo la sonrisa pensando que la partida va a ser muy interesante.
Sólo quedamos Valeria y yo en la partida. Los dos que tenemos la puntuación más alta . La veo coger el dardo y mirar la diana muy fijamente. La técnica que tiene para tirar no es de alguien que juegue de vez en cuando. Se nota que tiene práctica.
- ¿Dónde aprendiste a jugar así? - le pregunta Aless con tono de incredulidad. Y tampoco se me pasan desapercibidas las miradas de soslayo que le da, centrándose también en su trasero. Puto vestido y puto italiano.
- En la Universidad - le contesta ella sin apartar su mirada del centro.
- ¿Otro de tus Clubs? -le pregunta él cómo si entre ambos tuvieran un secreto que él no quisiera contar.
- No, esto lo aprendí en el bar de deportes que había al lado de la Uni.
Valeria echa su brazo hacia atrás y tira el dardo en el círculo exterior, consiguiendo 25 puntos.
Se da la vuelta mojando sus labios con la punta de su lengua moviendo su pelo en plan diva. Gesto que me parece sumamente gracioso. Me ofrece los dardos después de quitar los suyos. Nuestros dedos se rozan unos segundos y bajo mi mirada para encontrarme con la suya.
- ¿Crees que puedes ganar?
Valeria me da una pequeña sonrisa mientras me habla. Me quedo prendado de esos jugosos labios, pensando como sería besarla hasta quitarle el aliento. Le devuelvo la sonrisa y me coloco en posición para tirar.
Es fácil. Solo tengo que lanzar el dardo y dar en el centro de la diana. Lo he hecho miles de veces. Y sé que no voy a fallar.
Echo mi brazo hacia atrás y lo lanzo. La trayectoria es perfecta... pero... da en el 18 haciendo que quien gane la partida sea ella.
Me giro y Valeria se pone a dar palmas con una gran sonrisa de satisfacción mientras yo agacho la cabeza admitiendo mi derrota.
- Sino la migliore (soy la mejor)
El italiano suena de puta madre en sus labios. Es jodidamente sexy escucharla hablar así. Que coño, ella entera es jodidamente sexy.
- La sudadera me la das mañana, Carlitos. No quisiera yo que pases frío esta noche.
Valeria me señala riéndose. No me lo pienso. Debajo llevo otra camiseta de manga larga, pero por mi como si me congelo. Me la quito y me acerco a ella para dársela. Al principio duda un poco, pero ante mi insistencia, acaba cogiéndola.
Valeria me mira riéndose y acaba anudándola en su cintura. Nos miramos los dos y ella me guiña un ojo antes de excusarse para ir al baño. Me quedo embobado viendo como desaparece por el fondo del bar y muevo mi boca con una tonta sonrisa. Aless se acerca y coge la bebida que hay cerca de la mesa donde estoy. Me mira con esa mirada penetrante que pone cuando quiere cargarse a alguien.
- La estás mirando -me dice él apretando su mandíbula.
- Si, claro que la miro -le respondo intentando mantener la calma- es mi compañera, y si hablo con ella, tengo que mirarla.
- Te lo advierto, Carlos. Ella no es como las putas que te tiras de este bar. Tus manos bien lejos de Valeria.
Aless se bebe su cerveza de un trago y se da la vuelta para halar con uno de los mecánicos de la fábrica. Me he clavado las uñas en la palma de mi mano mientras hablaba con él. Era eso, o darle una hostia. No es nadie para decirme que la mire. No es nadie para prohibírmelo. Esa puta voz en mi cabeza vuelve a decirme lo mismo cada vez que pienso en ella. Mía. Charlie pasa uno de sus brazos por mis hombros y me zarandea un poco.
- Yo también hubiera hecho lo mismo que tú, Carlos.
- ¿Y qué he hecho yo? -me diga lo que me diga Charlie, no me voy a enfadar. Él siempre está de mi parte.
- Tirar mal para que la chica que me gusta, lleve mi ropa.
*** He intentado esperarme un poco y no actualizar esta historia, pero, como me gusta tanto, no he podido resistirme.
Si a vosotros también os gusta esta historia, apoyadla dándole a la estrellita de los votos, si os apetece. Así me animáis también a publicar pronto otro capítulo.
Muchos besos y abrazos ***
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