4. 𝑀í𝒶
Cruzo mis brazos mirando hacia abajo. Cinco desconocidos que parece que no tengan nada en común, pero que en realidad sí lo tienen. No sé qué coño hacen aquí. Me fijo bien en ellos endureciendo el gesto. Los conozco a todos, o a casi todos. Solo a cuatro de ellos. Casi ninguno me cae bien. Ni ellos ni su forma de trabajar.
Mientras los demás miran la fábrica, tocan los últimos modelos de coches y no paran de comentar, ella bosteza mirándose las uñas. La quinta en discordia. La única que me llama la atención de esa panda de gilipollas.
Desde luego que impresionada de estar aquí, no está. O por lo menos, lo disimula muy bien. Cualquier tía alucinaría estando tan cerca de un Ferrari. De hecho, las tías que conozco en el bar donde solemos ir algunas noches, me entran así, preguntándome por la Fábrica y si puedo enseñarles algún coche.
Pero ella no. La rubia de trenzas mira su reloj con fastidio mientras reprime un nuevo bostezo. No tengo ni puta idea de quien es, pero es guapa. Tiene una cara muy bonita, de mejillas algo voluminosas y piel pálida. Desde aquí no puedo ver el color de sus ojos pero seguro que también son bonitos.
Ella alza sus ojos y se me queda mirando. Ladea su cabeza un poco como queriendo observarme mejor. Nuestras miradas se cruzan manteniéndolas así unos buenos segundos. Y a mi se me acaba de olvidar como respiro. Son verdes. Sus ojos son de un verde claro que me están mirando como si pudieran traspasar mi alma y ver más allá de mi. Nunca me han mirado de esta manera. Nunca he sentido esta extraña sensación que recorre mi cuerpo de arriba a abajo y quiere hacerme estallar en miles de pedazos.
Me agarro a la barandilla siendo incapaz de apartar mi mirada de ella. Los nudillos se me ponen blancos de la fuerza con que lo hago. Un sudor frío baja por mi espalda. El corazón bombea en mi pecho furioso y sólo una palabra cruza por mi cabeza Mia.
La rubia se moja los labios lentamente y parpadea un par de veces. Ella tampoco es capaz de moverse y sus mejillas han adquirido un adorable tono rosado que no hace sino acentuar aún más esta ligera ansiedad que estoy sintiendo por ella. Se me seca la boca. No puedo tragar. Solo veo imágenes de su cuerpo enredado con el mío, de sus labios en mi cuerpo y de sus gemidos en mi oído pidiéndome más. Joder. Jamás en la vida me había sentido así con nadie. Deseo, Lujuria, las ganas de ella y nada más que de ella.
Un portazo me hace parpadear y dejar de mirarla, muy a pesar. Pero la sensación que tengo en mi cuerpo no se me va. Odio tener que apartar mis ojos de ella. Aless entra en la habitación que llamamos pecera visiblemente cabreado. Se lleva las manos a la cara y se pone a resoplar.
- ¿Que te pasa? -le pregunto viéndolo tan ofuscado.
- ¿Quién coño nombró a Danilo director general? Si ese tío no sabe donde tiene la polla.
Me río porque yo no lo hubiera descrito mejor. Aless se acerca a la barandilla. La rubia se ha dado la vuelta y ha sacado su móvil pasando de todo lo que hay abajo.
- Traigo el Ingeniero de Motores y el muy imbécil dice que hay otros candidatos, y que ahora se verá. ¡Qué mierda de candidatos son esos!
- Supongo que los que están abajo. ¿Porqué va a elegir él a MI Ingeniero? - le pregunto empezando a cabrearme yo también.
- No lo sé Carlos, joder. Me acabo de encontrar con este plan.
- Entonces, ¿Encontraste al Ingeniero? - le pregunto esperanzado.
- Si, lo hice. Y es la puta hostia. Está ahí.
- ¿Está abajo? -sigo la mano de Aless y miro a las personas que hay abajo preguntándome cuál de todos será. Si el repeinado que se hace selfies, el de las gafas de pasta plateadas o los otros dos imbéciles. Y sinceramente, me llevo una enorme decepción porque no es lo que yo esperaba.
- Si que está, si.
- ¿Y quien de todos esos tíos es? - creo que estoy impaciente. Muy impaciente.
- Ninguno -me responde Aless con total tranquilidad.
- ¿Cómo que ninguno? Pero si has dicho que...
- Es ella.
Me giro para mirar como Aless fija su mirada en la rubia. Ella levanta su mirada del móvil y le da una sonrisa al italiano. Y ahora mismo lo odio porque le sonríe a él y a mi no. Me doy la vuelta apoyando mis codos en la barandilla volviendo a posar mi vista en ella. Todas mis terminaciones nerviosas sufren una puta descarga cuando ella me da una pequeña mirada que dura unos segundos. Esos ojos me están robando el aliento.
- ¿Una tía? ¿En serio? -le pregunto tragando saliva escéptico. Aless aprieta su mandíbula dándome una fría mirada..
- No te pega ser machista, Carlos, así que ten cuidado con lo que dices.
- No es eso. Es sólo que me sorprende. Llevas dos meses buscando al puto Ingeniero y apareces con una chica cuando solo has entrevistados tíos, y los has descartado con rapidez. Tiene que ser muy buena cuando está aquí.
- Lo es.
- ¿Y dónde la has encontrado?
- En un pueblecito de Jerez. Licenciada en Cambridge, con varios Máster en aerodinámica y yo que sé más. Capaz de trucarte un motor en dos segundos y de convertir una bici de pedales en una eléctrica casera. Descubrió que mi Ferrari era de exposición además de que me habían puesto aceite concentrado. Es la hechicera, Carlos
Sigo su mirada para ver como mira a la rubia fijamente. Nunca lo había visto así, tan interesado tanto en alguien. Defendiéndola con tanta pasión.
- ¿Te las estás follando? - aprieto mis dientes mientras le pregunto, conteniendo el aliento esperando su respuesta.
- No. No soy como tú. No me voy tirando todo lo que cae a mis pies. Y te lo advierto Carlos, aléjate de ella. Bastante tiene para que encima, tenga que lidiar contigo.
Es una advertencia. No se habrá acostado con ella pero le gusta. La forma de mirarla, de defenderla. La chica es un caramelito, así que nadie podría negarle que quisiera algo más con ella.
- ¡Tendrá un nombre por lo menos!
Aless se da la vuelta antes de salir de la pecera. Me da una airada mirada y su boca se curva en una pequeña sonrisa.
- Valeria De Luca. Y está prohibida para ti.
Danilo se ha empeñado en hacerle una prueba a los candidatos. Algo que tiene a Aless muy cabreado. Los que están aquí tienen buenos currículum. Se ve que Danilo y su equipo han seleccionado a los otros cuatro aunque hay uno que ya me produce rechazo total.
Saul Galvano. Lo conozco de cuando yo empecé en Toro Rosso. Un pájaro de cuidado. Prepotente, ególatra, machista y creído. Creo que el título de Ingeniero lo compró en una feria porque no tiene ni puta idea de nada.
- ¿De verdad tiene él, el poder de elegir? Porque si se quedan con Galvano me corto las venas - le digo a Aless mientras lo veo teclear en su teléfono como un poseído.
- Estoy en ello, Carlos.
Aless aprieta su mandíbula y lo veo resoplar frustrado. Yo también estoy cabreado pero tengo que disimular lo mejor que puedo. Le he mandado un mensaje hace un rato a Charlie contándole toda la movida y me ha dicho que en unos días viene. El cabrón está en las Bahamas y ni mis dramas lo van a hacer volver.
Las palmadas de Danilo me hacen levantar mi mirada. Aless y yo hemos bajado a ésta parte de la fábrica para ver que coño va a hacer el capullo del director.
- ¡Atención candidatos! Delante de ustedes tienen un motor a medio montar. Tienen las piezas necesarias para acabarlo, a poder ser en una hora. Demuestren quién de ustedes es el mejor acabando el primero, y el puesto de Ingeniero, será suyo.
La rubia rueda sus ojos pero se levanta de su taburete. Me importan una mierda lo que hagan los demás, sólo quiero ver lo que hace ella. Tengo muchísima curiosidad por ver si es tan buena como dice Aless.
Ella va hacía uno de los motores y Danilo la intercepta antes de que lo haga cogiendola del brazo. Aprieto mis dientes porque como la vuelva a tocar, voy y le parto la cara al subnormal éste.
- Aquí no te pongas, guapa, yo os reparto.
Le dice él con condescendencia. La suelta del brazo y le señala el motor de una de las esquinas. Danilo vuelve a dar una palmada y les insta a comenzar. Los candidatos, excepto la rubia, van como locos a su motor y empiezan a coger las piezas buscando donde ponerlas.
Valeria se cruza de brazos y mira su motor frunciendo el ceño. Se lleva el dedo índice a la boca y ladea su cabeza mirándolo. En serio que estoy a punto de decirle que empiece ya, porque no sé qué coño hace.
- Perdone -le dice ella a Danilo llamando su atención.
- ¿Si? - le contesta él casi sin girarse.
- Sino me da el cigüeñal no puedo montarlo.
Aless levanta la cabeza de su móvil y mira a Valeria tan sorprendido como yo. Y será verdad que le falta esa pieza en su motor.
- No sé de qué estás hablando - le contesta Danilo si apenas prestarle atención - deberías empezar ya, luego no quiero que digas que es discriminación pero tus compañeros te van a tomar la delantera.
Me pongo en pie y aprieto mis puños. Juro por dios que me voy a ir a por este inútil y le voy a reventar la cara como siga con esa actitud. Aless pone una de sus manos en mi pecho deteniéndome.
Valeria se acerca y mira el resto de los motores. Unos segundos de escrutinio y le da a Danilo una irónica sonrisa.
- Pues me extrañaría que pudieran hacer algo - sigue diciendo ella- porque a ese de ahí, le falta el pistón, al otro la biela, a ese la válvula de escape y oh, sorpresa, a ese no le falta nada.
Valeria señala el motor de Galvano, el cual la mira sorprendido y empieza a enrojecer.
- Mira bonita - le dice Danilo- no sé quién te crees, pero...
- Danilo, deja de llamarla bonita de una puta vez.
Me pongo en pie y mi mirada se cruza con la de Valeria. De cerca aún es más guapa. Y eso que no lleva nada de maquillaje. Me acerco a los motores con Aless detrás mientras escuchamos las excusas de Danilo, diciéndonos que Valeria se lo ha inventado. Mi jefe de equipo y yo repasamos motor por motor. Lo que que a mi me ha llevado 5 minutos, ella lo ha hecho en 10 segundos. Va a ser verdad que es una hechicera.
Aless y yo compartimos la misma mirada. Me giro y mis ojos se cruzan con los de ella. Está enfadada por como curva sus labios. Yo también lo estaría.
- Ella tiene razón - dice Aless mirando a Danilo- ¿has saboteado a propósito la prueba para que gane este capullo?
Y a partir de aquí, se desata el infierno. Danilo le chilla a Aless. Los dos italianos se chillan en italiano. Los otros cuatro candidatos se chillan entre sí y quieren ir a pegarle a Galvano. Yo intento sujetar a Aless que parece que quiere comérselo. Empiezan a venir algunos de los trabajadores de la fábrica y se lía la mundial. Hasta creo que alguien ha intentado pegarle a Galvano rozándole una ceja.
Me echo hacia atrás viendo el espectáculo porque Aless puede defenderse solo. Casi choco con la rubia, con Valeria. La cual lo mira todo con los ojos muy abiertos sin poder creerse el espectáculo que está viviendo. Ladeo un poco mi cabeza y me acerco un poco más a ella. Tiene los labios entreabiertos emitiendo pequeños ruiditos. Y dios, que labios. De esos jugosos. De los que deseas besar y perderte en ellos el resto de la noche o del día. Da igual. Alzo mi mirada y ella hace lo mismo. Y otra vez esa sensación. La de que todo mi cuerpo tiemble con su mirada. La de sentir que tiene que ser Mía. Es algo extraño. Algo que no puedo explicar. Nunca me ha pasado algo así. Y me pasa precisamente con ella. Trago saliva e intento hablar para no sentirme un idiota que la está mirando fijamente.
- ¿Esto siempre es así? -me pregunta ella curvando su boca hacia abajo.
- Pssj. A veces. En las carreras es peor. El día que no hay peleas es porque pasa algo raro.
- Genial entonces -dice ella mirando de nuevo hacia adelante. Cruza sus brazos y su pie derecho se mueve tocando el suelo una y otra vez.
- Soy Carlos, Carlos Sainz -le digo con una amable sonrisa.
- Junior -me responde ella dándome una patada en mi orgullo. Y si, seré masoquista, pero dame más, que me gusta nena
- No me gusta que me llamen Junior -le digo apretando mis dientes.
- Ni a mi que me miren fijamente.
Vale si, punto para ella. Puntazo. Porque me ha pillado. Suelto una carcajada porque no lo voy a negar. Es guapa de cojones. Y desde luego, que no tiene ni un pelo de tonta.
- Soy Valeria.
- Lo sé, Aless me lo ha dicho -le respondo- ¿así que quieres ser mi Ingeniera?
Ella alza una de sus cejas y me da un repaso de arriba a abajo. Mira que me han mirado mujeres en la vida. Pero con la cara de asco que lo está haciendo ella, jamás. Y me siento herido en mi orgullo.
- Él quiere que sea tu Ingeniera -me dice señalando a Aless- hasta hoy yo no sabía ni que existías.
- Auch -me llevo la mano al corazón y pongo cara de dolor- me acabas de herir en mi orgullo.
- Créeme, lo superarás.
Ella hace una mueca y sus dedos tamborilean en su brazo impaciente. Tiene las uñas cortas. Sin pintar. Y voy a dejar de mirarla o se va a creer que la estoy acosando o algo.
- ¡Qué coño está pasando aquí!
Alzo mi cabeza para ver al dueño de esos gritos que baja las escaleras más rápido que yo cuando tengo que hacer pis con el mono puesto. Me enderezo en mi sitio porque esto si que no me lo esperaba. Los demás se quedan parados y dejan de pelearse los unos con los otros. Trago saliva porque ahora si que se va a liar bien, pero bien.
- Señor -dice Danilo deshaciéndose del brazo de Aless- me han atacado. Estaba haciendo la prueba para el nuevo Ingeniero de Motor cuando...
- ¿Porqué coño estás haciendo tú la prueba para Ingeniero? ¿y porqué tienes que hacer una prueba?
Ël avanza hasta estar a la altura de Danilo. Es más alto que él y su sola presencia impone. Por lo menos a mi me impone.
- Pues porque yo... -se excusa Danilo de una manera no muy convincente.
- Que yo sepa, quien necesita al Ingeniero es Carlos, y él y su equipo deberían ser los que decidieran ¿no crees?
Danilo agacha su cabeza y no sabe donde mirar. El recién llegado se da la vuelta y entonces repara en mi. Me hace un gesto con la cabeza y yo se lo devuelvo.
-Danilo. Sube a mi despacho...AHORA. He visto todo este paripé desde arriba y estoy muy decepcionado -le grita. El director general no sabe donde meterse y acaba haciendo lo que él le pide.
- Piero, me alegro de que te haya dado tiempo a bajar -Aless le tiende la mano y el recién llegado se la estrecha.
- Y menos mal que me has llamado. Algunos aquí se toman demasiadas libertades -se gira mirándome a mi y después repara en Valeria que aún sigue detrás de mi sin abrir la boca- y bien Carlos, ¿has elegido ya al nuevo Ingeniero?
Cojo aire y lo suelto lentamente mirando a los cuatro candidatos que eligió Danilo. A algunos ya los conozco porque he trabajado con ellos o tienen fama de haberlo hecho en otros equipos. Son gente con experiencia. Hasta Galvano. Y yo necesito lo mejor para ganar este año porque esa es mi principal meta. La derrota no está dentro de mis planes. Pienso unos segundos lo que voy a hacer, por de esta decisión depende toda la temporada. Aprieto mi mandíbula y asiento.
- Si -me giro un poco hasta mirarla a ella.
Sus ojos están fijos en mi, algo asustada y cohibida. Y tiene una mirada preciosa. Cojo aire y le respondo sin dudar a mi jefe
- La quiero a ella.
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