26. 𝒱𝓊𝑒𝓁𝓋𝑒 𝒶 𝓂𝒾
Aunque intento disimular, no puedo. Los ojos se me van buscándolo. Miro a Carlos desde el otro lado de la Fábrica. Acaba de llegar ahora mismo. Y su llegada a supuesto todo toda una revolución en mi, y en mi alocado corazón. Aunque nos hemos saludado de lejos, eso es suficiente para sentir como todos Mis sentidos se alteran con su cercanía. Y cada día que pasa, es aún peor que el anterior. Porque este sentimiento, esto que crece cada vez más y más por él, sé que en algún momento, me hará daño. Y no estoy preparada para el dolor que supondría perderlo.
Él está hablando con uno de los oficiales mecánicos y yo haciendo como que repaso los componentes. Me muerdo el labio fijándome en como esos vaqueros oscuros le hacen un culo que te mueres, y como la camiseta del uniforme de Ferrari se le paga al cuerpo. Juro que un día la revienta. Carlos es puro músculo. Es fuerza. Joder, es adrenalina máxima.
Él alza su mirada cruzándose con la mía y me da una pequeña sonrisa apenas imperceptible excepto para mi. Le devuelvo la mirada, no sin antes sentir como mis mejillas se sonrojan. Es el efecto que causa en mi. Que aún sigue avergonzándome cuando me mira, cuando me hace sentir que todas sus miradas son mías.
Anoche estuvimos en mi habitación viendo el estrenó del anuncio de la marca de cerveza en la que él colabora. Está muy satisfecho con lo que ha hecho y en pocos minutos, tuvo muchas visitas. Le dije que si alguna vez deja la Formula Uno, podría dedicarse a ser modelo. Estoy segura de que se lo rifarían .
https://youtu.be/ry_lNfsv360
Cojo mi tablet mientras compruebo un par de datos. Para mi alivio, se enciende el piloto verde que me confirma que todo está correcto y suspiro con tranquilidad.
Mi móvil vibra en mi bolsillo y lo saco para ver quien me llama. Un número bastante largo se refleja en la pantalla. Lo descuelgo algo extrañada porque no tengo ni idea de quien puede ser.
- ¿Valeria De Luca? -me pregunta una voz en español, de señora joven, al otro lado de la línea.
- Si, soy yo... -le respondo impaciente por saber quien es.
- Le llamo del Hospital Universitario de Jerez, su abuelo Piero ha sufrido un amago de infarto y está ingresado a la espera de pruebas. En su ficha pone que es usted la persona de contacto...
Ahora mismo siento que todo da vueltas a mi alrededor. Me sujeto a una de las sillas, pero, me tiemblan tanto las piernas que acabo sentada en el suelo medio mareada. Todavía sostengo el teléfono en mi mano mientras esta señora sigue hablándome sin apenas poder prestarle atención. Intento coger aire pero me está costando demasiado, porque estoy muerta de miedo. A mi alrededor se escuchan voces un poco más altas. Trago saliva intentando coger esa bocanada de aire que necesito, y unos segundos después, tengo justo enfrente de mi, la cara de Carlos.
- Ei, Valeria, ¿Qué pasa? -me concentro en su cara, la cual refleja preocupación al mirarme.
Me aparta el pelo de la mejilla y apenas puedo contestarle. Le tiendo el teléfono para que hable él con la chica del hospital porque yo no puedo hacerlo. Pasan segundos, o minutos. No lo sé bien. Siento como sus brazos me agarran y me ponen de pie con mucho cuidado. Estoy intentando respirar y calmarme. Juro que lo estoy haciendo.
- Enfócate en mi, Valeria -me dice Carlos con toda la calma del mundo- respira conmigo. Vamos, sé que puedes. Estoy aquí, a tu lado, no me voy a ir a ningún sitio.
Hago lo que él me dice respirando poco a poco y cogiendo pequeñas bocanadas de aire. Sus ojos color café me devuelven a la realidad, y su calmada sonrisa me da lo que necesito. Siento mi corazón como bombea en mi pecho, y como por fin el aire llena mis pulmones. Y entonces recuerdo la llamada y el motivo de que me haya dado otro ataque de ansiedad. Pequeño, pero me ha dado.
- Carlos, mi abuelo -me sujeto a sus antebrazos aún sintiéndome ansiosa.
- He hablado con la enfermera, dice que seguramente lo operen en las próximas horas porque tiene una obstrucción. Deberías irte ¿de acuerdo?
Asiento mirando a Carlos y dejo que él se encargue de todo. Me ayuda a llegar a una de las salas de descanso y pone una tila delante de mi antes de coger su teléfono y llamar a Lenna. Se sienta justo a mi lado y agarra mi mano, la cual no suelta llamada tras llamada.
Me enfoco en el líquido dorado que pasa por mi garganta con relativa facilidad. Debería llamar a Diana y contarle lo que ha pasado. Me armo de valor y agarro mi teléfono marcando su número. A los pocos segundos, ella me contesta muy alegre.
- ¡Hola Val! ¿qué tal por la península romana?
- Di. Ha pasado algo.
- ¿Es el abuelo, verdad?
- Lo es.
- ¿Es grave?
- No lo sé. Es un amago de infarto y van a operarlo. Estoy intentando salir de aquí como sea e ir hasta allí.
- Bien. Yo haré lo mismo. Voy a coger el primer avión para Cádiz. Ve llamándome cuando sepas algo.
- De acuerdo.
- Y Val, cálmate cariño. Aún no nos toca perderlo.
Le cuelgo a mi hermana y siento como los ojos me escuecen. Tengo ganas de llorar. Muchísimas. Si lo pierdo. Si le pasa algo a mi abuelo y no puedo decirle lo mucho que lo quiero, creo que querré morirme. Carlos cuelga su teléfono y me da una tranquilizadora mirada.
- Te espera un avión en el aeródromo de Campo di Volo Campogalliano. Es el jet privado de Charlie.
- Oh, de acuerdo. Dale las gracias por mi, por favor -acierto a decir abrumada por todos los sentimientos que me golpean uno detrás de otro.
- Tú tranquila. Todo saldrá bien. Tu abuelo es fuerte, y lo sabes -sus manos están en mis mejillas. Me abrazo a él dejando que ese abrazo me de la fuerza que necesito. Sus labios están sobre los míos y me da un tierno y lento beso- te espera un coche en la puerta para llevarte al aeródromo.
- Gracias, Carlos. Muchas gracias por todo lo que has hecho por mi.
- No me des las gracias, Valeria. Por ti haría lo que fuera. Aprecio mucho a tu abuelo y quiero y deseo que no sea nada y se recupere lo antes posible.
Me pongo en pie imitándolo a él. Se quita la sudadera que lleva anudada a su cintura y me la pone encima de mis hombros. Sus dedos vuelven a acariciar mi mejilla y veo en ellos un brillo inesperado, algo nuevo.
- Toma, llévate esto, así estaré contigo.
Carlos me da su chaqueta del equipo. La cojo poniéndomela en el brazo y le doy un último abrazo antes de marcharme a Cádiz
- Vuelve conmigo, por favor.
Mi corazón sufre un vuelco al sentir el susurro de sus palabras cerca de mi oído. Me da una pequeña sonrisa que yo le devuelvo como puedo. Porque ahora mismo lo único que ocupa mi cabeza es mi abuelo. Porque si a él le pasa algo, no sé que va a ser de mi vida sin él. Ahora que por fin estoy levantando cabeza, no quiero volver a besar el suelo.
- No me mientas,Diana -mi hermana le da al botón del ascensor y la miro apretando mis labios. Hace una hora que me bajé del avión y mi hermana llegó a Jerez antes que yo.
- No te estoy mintiendo. Saldrá de esta. Los médicos dicen que solo ha sido un amago de infarto. Le van a hacer un cateterismo, le van a poner un par de stents y listo. Nada más. No te estoy engañando, Valeria.
- Nada más no, joder. Que es una operación de mínimo una hora.
Salimos las dos del ascensor y sigo a mi hermana caminando por la planta de Cardiología. Me lleva hasta la puerta de la UCI y me hace sentarme en una de las sillas. Mi móvil suena en ese momento. No tengo ganas de hablar con nadie, pero al sacarlo de mi bolso y ver que es Carlos, le contesto con rapidez.
- Hola, Carlos .
- Hola. ¿Dónde estás?
- En el hospital.
- ¿Has podido verlo?
- Aún no. Está en la UCI y mi hermana dice que en un par de horas lo van a operar. Estoy muy asustada, Carlos.
- Lo sé, preciosa. Pero tienes que estar tranquila.
Hablo unos segundos más con él y me despido guardando mi teléfono. Me apretujo en su sudadera aspirando su aroma. Aún huele a él. Y eso me reconforta de alguna manera, pues, como él ha dicho, lo siento más cerca de mi.
- ¿Me vas a hablar de Carlos? -me pregunta mi hermana alzando una de sus cejas.
Voy a hacerlo cuando la puerta se abre saliendo un médico por ella. Diana se pone en pie con rapidez y a mi las piernas se me doblan de los nervios que tengo.
- ¿Cómo está mi abuelo, doctor? -le pregunta mi hermana sin mayores preámbulos. Así es Diana. La que toma las riendas de todo sin inmutarse lo más mínimo sea el motivo que sea
- Vamos a hacerle el cateterismo y a ponerle el stent al señor De Luca. Está consciente y bastante orientado. Volveré a salir cuando hayamos terminado -nos dice el médico.
- Gracias, doctor -le responde mi hermana con una amable sonrisa. El médico desaparece por la puerta de la UCI y volvemos a sentarnos en las sillas. Saco una pequeña botella de agua de mi bolso para darle un buen trago.
- Ahora a esperar -le digo a mi hermana.
- Todo saldrá bien,Valeria -Diana coge mi mano y acaba agarrándome para abrazarme. Había echado mucho de menos los abrazos de mi hermana- y ahora desembucha, ¿Quién es ese Carlos?
Ruedo un poco mis ojos y chasqueo mi lengua. Pero, es mi hermana y mi mejor amiga. La que ha estado a mi lado en todos mis momentos. Sobre todo en los más malo. Así que, acabo contándole todo a mi hermana. De como nos conocimos, de como nos hicimos algo más que amigos, de como nos besamos y de que ahora mismo estamos juntos de alguna que otra manera. Le enseño una foto suya, de las que nos hicimos en Caronia y ella emite un pequeño silbido.
- Está bastante bueno, hermana -me dice ella mientras yo guardo mi móvil.
- Si que lo está. Pero no es solo eso, es que...no sé, entre nosotros es como si hubiera una conexión. Y a pesar de que él es un poco prepotente y chulillo, conmigo no lo es.
- Valeria, tú estás enamorada. Y no es una pregunta Val, es una afirmación. Te brillan los ojos cuando hablas de él...
- Es que, me da tanto miedo,Di -me llevo las manos a la cara y me restriego las mejillas con ellas- sólo sé que quiero estar con él, que mi corazón ahora mismo tiene un ligero peso cada vez que pienso en Carlos, que cuando lo veo me duele el estómago y que jamás en la vida he estado tan feliz como estoy con él...
- Hermanita -Diana pone una de sus manos en mi hombro y me pellizca la mejilla- tú estás enamorada.
Miro a mi hermana que se ríe de mi en mi puta cara. Dicen que enamorarse es muy bonito. Bueno, yo creo que es una puta mierda.
- Mira, paso palabra contigo, cabrona. ¿Tú qué tal con tu "trabajo"? -le pregunto a mi hermana haciendo énfasis en las comillas.
- El de verdad, bien. Doy clases cuando quiero, y siempre son sueltas, y lo hago más bien por "justificar" lo otro. Me han ofrecido que me abra un canal de Youtube para que suba ejercicios y tablas de gimnasia, pero paso, me roba tiempo para lo que tú y yo sabemos...
- ¿Y lo otro que tal?
- Bien. Más que bien. Aunque bueno, estoy un poco agobiada, no, lo siguiente. Los plazos de entrega son para el año que viene, y, ahora mismo no tengo nada. Y no puedo defraudar a nadie. No sé si me entiendes hermana.
Y tanto que si Natalia Rushman, que te estás haciendo famosa.
Le doy un pequeño empujón a mi hermana y ella me mira algo sonrojada. Natalia es el alias que utiliza Diana para dedicarse a su otro trabajo, que es el que le está dando más dinero. Mi hermana y yo seguimos contándonos nuestra vida y dándonos consejos la una a la otra. Casi dos horas después, la puerta del quirófano se abre, saliendo uno de los médicos por ella. Nos ponemos las dos en pie algo nerviosas.
- Tranquilas que todo ha ido bien. Su abuelo está perfectamente y ahora mismo está en reanimación. Un par de días aquí en el hospital y le daremos el alta...es un hombre fuerte, dentro de lo que cabe con todo lo que tiene ...
- Gracias, doctor, muchas gracias -mi hermana le da la mano al doctor y no le deja que siga hablando, algo que me extraña un poco pero que achaco a la tensión de todo el día. Nos da unas cuantas recomendaciones y las dos respiramos más tranquilas cuando él se va.
- ¿Estás más tranquila, Valeria?
- Si que lo estoy. Si le llega a pasar algo al abuelo, yo me muero. Aún no estoy preparada para perderlo, Di.
- Bueno, cariño. El abuelo no es eterno, tienes que estar preparada por si algún día no está.
- Ya, pero no será hoy ese día.
-¿Y el abuelo? -he llamado a Carlos hace unos minutos para contarle como iba todo por aquí. Está en Madrid. Ayer, cuando terminó el Gran Premio de Cataluña, se fue corriendo a casa para estar con su familia.
- Mejor. Si no pasa nada, mañana le dan el alta. No te lo vas a creer, pero sus primos Mattias y Lorenzo se van a venir a Jerez con el abuelo una temporada. Dicen que de camino que lo cuidan conocen esta parte de España.
- Oye, pues eso es genial, Valeria. Dile que después del Premio de Mónaco, iré a verlo.
- ¿En serio? -le pregunto bastante sorprendida. Esto si que no me lo esperaba.
- Si, en serio. Me muero por ver su taller, ¿te parece bien?
Carlos y yo seguimos hablando un rato más. Cuelgo el teléfono y entro en la habitación. El médico examina a mi abuelo y después de firmar un par de documentos, se los da a Diana marchándose a continuación.
- Me han dado el alta -me dice orgulloso mi abuelo.
- Anda, ¿y eso?
- Porque no tiene sentido que esté aquí cuando yo estoy bien. Y además, que tengo 2 enfermeros que me van a cuidar.
- Tres abuelo -le dice Diana poniéndole bien la almohada. Mi abuelo me da una rápida mirada y yo asiento .
- Di -le digo a mi hermana. Ella se da la vuelta para mirarme y yo cojo valor para hablarle.
- ¿Qué? -me contesta ella con algo de dureza. Sabe que estamos tramando algo.
- Pues que el abuelo y yo hemos estado pensando que te vengas conmigo a Mónaco.
- Ah, no, ni hablar -me dice ella torciendo el gesto bastante ofuscada- tengo que cuidar al abuelo.
- No soy una obligación,Diana -le dice mi abuelo moviéndose un poco en la cama- y si soy sincero, prefiero que te vayas con tu hermana a que me cuides.
- ¿Pero, cómo puedes decir eso? -le pregunta Diana con indignación.
- Lo digo, porque cuando me operaron de la cadera, casi te mando a la mierda, ¿o no te acuerdas? -mi hermana baja la cabeza asintiendo y yo recordando que me tuve que venir corriendo del master que hacía en Oviedo, porque casi se matan.
- No quiero ir a Mónaco -dice ella refunfuñando.
- Tú eres tonta -le contesta mi abuelo- todo el mundo quiere ir a Mónaco a codearse con los famosos y vivir un Gran Premio. Ve, disfruta y coge material para tu trabajo. Seguro que allí encuentras inspiración. Y ahora, ve y me traes un bocadillo de jamón, que la comida de aquí es una mierda.
- Pero que sea de jamón cocido que tienes que vigilar la dieta.
Diana coge su bolso y sale de la habitación después de darle un beso al abuelo. En cuanto se va, me acerco a su cama y me siento a su lado cogiendo su mano. Mi abuelo me mira con mucha ternura y acabo medio recostada a su lado.
- Me has dado un susto de muerte, abuelo. Tenía mucho miedo de perderte -le digo intentando controlar las lágrimas y no llorar.
- Lo siento, mi niña. Yo también me he asustado. Pero ya ves, soy como uno de tus Ferraris, necesito muchos ajustes.
-Carlos dice que quiere venir a verte después del premio de Mónaco, ¿a ti te importa?
- Para nada, cariño. Eso quiere decir que la cosa va en serio, ¿no? -una pequeña carcajada sale de su boca y yo no sé ni que contestarle.
- Bueno -le respondo torciendo el gesto de mi boca algo pensativa- va, que ya es suficiente.
- Le gustas mucho a ese chico -afirma él.
- Creo que si -le admito de igual manera.
- Está enamorado de ti.
- ¡No exageres! -le respondo incrédula antes sus palabras.
- Cariño, cinco minutos con él me bastaron para darme cuenta de una cosa.
- ¿De qué abuelo?
- De que te mira de la misma manera que miraba yo a tu abuela, y ella fue el amor de mi vida.
*** Aquí empieza el drama. Y de los buenos. Los siguientes capítulos, supondrán un antes y un después en la relación de Carlos y Valeria.
Espero que estéis preparados para eso y para más.
Aunque tranquilos, aún no llevamos ni la mitad de la historia.
😱 😱 😱
Muchas gracias por las 📚, 🗨️, y las ✴️.
Me dais la vida y me pone muy feliz todo este apoyo. Muchos besos y abrazos ***
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