25. ¿𝒫𝑜𝓇𝓆𝓊é 𝓃𝑜 𝓅𝓊𝑒𝒹𝑜 𝒹𝑒𝒿𝒶𝓇 𝒹𝑒 𝓅𝑒𝓃𝓈𝒶𝓇 𝑒𝓃 𝓉𝒾?
- Te aviso de que Max viene hacia aquí.
Pego un respingo y me enderezo en la barra mirando como Charlie me sonríe un poco. El monegasco alarga su mano y me la coge. Se lo agradezco porque ahora mismo estoy temblando pensando en Max.
- ¿Algún día me contarás lo que pasa entre vosotros? -me pregunta Charlie bebiendo de su copa con total tranquilidad.
- No -le respondo nerviosa. Sé que está ahí. Sé que está cerca. Lo sé yo y lo sabe mi cuerpo que reacciona tembloroso a su cercanía.
- Entonces no sé como voy a consolarte -Charlie me guiña un ojo intentando hacerme reír. Pero en estos momentos a mi se me han quitado las ganas de todo. Porque Max me las quita.
- Tranquilo que ya me consuelo sola -le respondo sin mucho convencimiento por mi parte.
- Leclerc, Darcy.
Esa voz. Esa maldita voz que aún sigue atormentando mis sueños. Que hace que mi estómago de un vuelco y un enorme nudo de dolor y resentimiento se instale en el. El dueño de esa voz me hizo feliz durante un tiempo y ahora no quiero ni que se me acerque de lo mucho que he sufrido por su culpa. Tanto que he llorado por Max Verstappen.
Me doy la vuelta lentamente y cojo aire antes de girarme completamente. Max está ahí, a mi lado, a pocos centímetros. Lleva las gafas de sol pero sé que me está mirando fijamente. Su cara ahora mismo no refleja emoción alguna. Pero, no sé de que me extraño. Es Max Verstappen, el príncipe de hielo.
- ¡Qué hay ,Maximiliano! -Charlie se pone a su lado sin soltarme la mano. Max baja la mirada y chasquea su lengua al fijarse en nuestros dedos entrelazados.
- No me llames así, Lord Perceval, sabes que odio mi nombre completo -le contesta el rubio con algo de dureza en su voz.
- Pues háblalo con tus padres entonces, ¡a mi que coño me dices!
Max se quita las gafas de sol y las deja a un lado en la barra. Su mirada está ahora fija en la mía poniéndome más nerviosa de lo que estoy. Tengo que salir de aquí pero ya. No me fio de mi misma y mucho menos de él.
Cojo mi bebida de la barra y me la bebo de un trago. Me deshago de la mano de Charlie y me pongo mis gafas de sol huyendo de aquí como la cobarde que soy.
- Me voy chicos -les digo a los dos pilotos los cuales parecen estar retándose con la mirada.
- Luego nos vemos, Darcy -me contesta Charlie guiñándome un ojo.
Juro que si no fuera porque Max nos está mirando apretando su mandíbula, le diría cuatro cosas al monegasco, pero, estas tonterías suyas me están sirviendo para cabrear al rubio. Y mucho.
Voy hacia la hamaca y cojo mis cosas metiéndolas en el bolso. Me pongo encima el vestido suelto playero y camino de regreso al hotel. Valeria hace rato que se fue. Y Carlos la siguió 5 minutos después. A veces no son nada de discretos estos dos.
Me duele ver a mi amiga así. Sufriendo. Yo ya he pasado por todas esas fases. La de llorar hasta quedarme dormida, la de odiarlo con todas mis fuerzas y la de quererlo más que a mi vida. Y de esta fase aún no he pasado. Y no creo que lo haga en mucho tiempo porque Max, aún me sigue afectando más de lo que quisiera.
Camino por el pasillo ensimismada en mis pensamientos, cuando escucho pasos que también llevan el mismo camino que yo. Me giro un poco y el corazón me da un vuelco al ver que es Max el que viene detrás de mi. Sus puños están a ambos lados de sus caderas y su cara luce bastante furiosa.
- Espera Darcy -me quedo estática en ese pasillo porque mis piernas no quieren responder y salir corriendo. El rubio llega hasta mi, mientras siento que mi cuerpo está aquí, pero mi mente aún sigue en Las Maldivas. Ese maldito sitio donde se selló nuestro destino.
- ¿Qué quieres? -acierto a responder intentando que no note como su cercanía y ni nombre en sus labios, me hacen temblar.
- ¿Estás con Leclerc?
Dios. Increíble.
- ¡Y a ti que coño te importa!
Me giro como puedo tremendamente fastidiada. La primera frase que hablamos en meses y es para preguntarme si estoy con Charlie. Puto celoso de mierda. Es como la historia esa que nos hicieron leer en la clase de español en el instituto, la de "El perro del hortelano", que ni come ni deja comer.
- Joder, no te vayas -su mano me voltea quedando de cara a él. La profundidad de sus ojos claros me dejan sin palabras mientras siento el tacto de sus dedos en mi cuello.
- No, déjame -le digo no muy convencida.
- No podría aunque quisiera.
Max se acerca a mi con determinación. Sólo consigo mover mi pie un poco y lo desplazo solo un pasito hacia atrás. No me da tiempo a reaccionar cuando su boca se estrella con la mía agarrándome de la cintura. Está demasiado cerca de mi. Besa condenadamente bien. Debería rechazarlo. Debería empujarlo y quitarlo de encima mía, pero, con él soy débil, siempre lo he sido y no puedo. Le respondo a ese beso que me hace arder por dentro y por fuera. Mi lengua se cuela por la cavidad de su boca y cuando encuentra la suya, una explosión de sabores y sensaciones estallan en todo mi cuerpo produciéndome una enorme descarga eléctrica.
Max me alza de las caderas y me hace enlazar mis piernas en su cintura. Camina conmigo hasta empujar una puerta que hay detrás de nosotros. Esta se abre con facilidad, mostrándonos una especie de ropero. Él la cierra de un empujón aún conmigo en brazos. Me coloca encima de un mueble y sus besos se vuelven más urgentes y ansiosos por momentos. En sus ojos veo toda esa pasión y ese deseo que tanto eché de menos.
- No puedes imaginar cuanto te deseo, Darcy. Me estás volviendo loco.
Sus manos me quitan el vestido dejándolo a un lado. Sus dedos tiran de los finos tirantes de mi bikini dejando mis pechos al descubierto. Max los mira codicioso y baja su cabeza hasta tomarlos con su boca. Arqueo mi espalda hacia atrás perdida en él y en lo que su lengua me provoca. Me recorren escalofríos de placer. Siento como mis piernas son de mantequilla y como pequeños espasmos pulsan en mi vientre reclamándolo a él.
- Oh, Max.
- Joder, lo que he echado de menos tus gemidos.
Lo mío con Max siempre fue así. Fuerte, duro, pasional. Lo dábamos todo en cada encuentro dejándonos el alma y la piel por lo que pudiera pasar mañana. Sus manos apartan la braguita de mi bikini y él se baja los pantalones sacando la dureza de su pene, que solo con verlo, ya se me hace la boca agua.
Pero, ya no soy la misma que se dejaba llevar sin pensar las consecuencias. Así que agarro su mano antes de dejar que entre en mi.
- ¿Qué haces? -me pregunta Max mirándome desconcertado.
- ¿Tienes preservativos?
- Yo...aquí no. Creí que seguías tomando anticonceptivos.
- Y los sigo tomando, pero hay otras cosas que se llaman ETS y vete tú a saber donde la has estado metiendo estos meses...
- Darcy joder -Max se lleva la mano libre a su pelo y me mira bastante fastidiado.
- ¿Vas a decirme que después de mi no has estado con nadie? Porque si es así, yo misma me quito la braga del bikini.
Max baja su cabeza y se muerde los labios dejando escapar un pequeño gruñido. Niego con mi cabeza y me acomodo la parte de abajo así como ato los tirantes del sujetador. Cojo mi vestido y me lo pongo todo lo deprisa que puedo. Tengo que morderme los labios para no llorar. Para dejar de sentirme tan dolida y tan rota. Para intentar que mi corazón no vuelva a romperse de nuevo.
- Podemos ir a mi habitación, Darcy, allí si tengo preservativos.
Me bajo del mueble y aparto a Max con una de mis manos. La pongo en su pecho lo suficiente para que pueda moverse. Deseo gritarle. Deseo pegarle bien fuerte porque además, estoy muerta de celos. Porque mientras yo no he estado con nadie después de él, el señor Verstappen no ha perdido su tiempo.
-. Sigo siendo la misma idiota contigo, Max -le digo antes de abrir la puerta y salir de aquí.
Camino, bueno, más bien corro por el pasillo subiendo las escaleras que me llevan a mi habitación. Son tres plantas pero me da igual, necesito quemar la adrenalina que tengo ahora mismo en mi cuerpo. Llego a mi habitación y pongo la tarjeta en la ranura. La abro y me meto corriendo dentro, pues temo que Max me encuentre. Y si vuelvo a estar entre sus brazos, esta vez, no voy a poder aguantarme.
Me dejo caer en la cama y encojo mis piernas intentando no llorar. Cada vez que lo veo, me pasa esto. El sufrir constantemente por él y por no estar a su lado. Creí que lo tenía superado. Creí que Max no volvería a afectarme. Y mira que lo he intentado con toda mi alma, pero, mis intentos han sido en vano. Maldita sea la hora en la que me fui a Las Maldivas.
Y maldito Kyle, por su culpa estoy así. Aunque bueno, pudo ser peor si llego a seguir con el cabrón de mi ex-novio.
No sé ni cuanto tiempo llevo en esta cama. Me duele el corazón. Me duele tanto que Max me lo rompa una y otra vez. Unos golpes en la puerta de mi habitación me hacen levantarme medio aturdida. La abro sin pensarlo para encontrarme al rubio detrás de esa puerta mirándome con ojos furiosos. No me da tiempo a reaccionar, cuando de un leve empujón se cuela en mi habitación.
- ¡Lárgate, Max! -le digo sintiendo que estoy perdiendo mi autocontrol. Lleva el pelo despeinado y la camiseta blanca se le pega a los antebrazos marcando sus músculos. Max siempre me llamó la atención por su evidente atractivo, pero es que ahora, con el paso de los meses, su innegable belleza aún se ha acentuado más todavía.
- ¿Porqué no puedo dejar de pensar en ti, Darcy? ¿porqué? te cuelas en mis putos sueños. No me dejas vivir. Siempre ahí. Siempre siendo eso que me falta.
Max viene hacia mi y por instinto me echo hacia atrás al ver la furia en su mirada. Bueno, furia y algo más, porque no es la primera vez que lo veo mirarme con esos ojos de deseo.
- No es culpa mía que no quieras avanzar -le contesto cruzando mis brazos- me lo dejaste muy claro la última vez, ¿o quieres que te lo recuerde?
- Eres un puto dolor en los cojones, Darcy Evans. Esos cojones que tanto me duelen cada vez que te veo en el circuito.
- Bueno, querido, no será para tanto. Seguro que has encontrado a alguien que te baje la inflamación.
Max me atrapa en la pared. Sus brazos se ponen a ambos lados de la pared y su mirada se torna aún más salvaje. Siento como su aliento cosquillea en mi mejilla y como sus ojos se van a mis labios a la vez que su alterada respiración empieza a ralentizarse. Juro que no sé como soy capaz de aguantar. Como no me desmorono delante de él y me arrojo a sus brazos olvidándome de todo lo que pasó entre nosotros.
- Hubo un tiempo en el que no podíamos quitarnos las manos de encima, Darcy.
Trago saliva y siento como me escuecen los ojos. Quiero llorar. Quiero hacerlo, recordando ese tiempo. Cuando le di todo de mi, y Max, bueno, él lo destruyo todo.
- Por favor déjame, Max -le digo suplicando. Siento como me escuecen los ojos. Quiero llorar. Quiero vaciarme de este dolor que no me deja vivir - entre nosotros dos ya no hay nada.
- Te equivocas, Darcy Evans, sigues siendo mi todo.
Max me da una última mirada y quita sus manos de la pared. Coge aire con fuerza y se da la vuelta para salir de la habitación dejándome peor de lo que estoy. Antes de hacerlo, me da una última mirada, mirada que me mata por su intensidad.
- No olvides que no fui yo quien no quiso arreglar esto. Estaba dispuesto a pasar página, pero tú ya has cerrado nuestra historia.
** Me apetecía mucho escribir un poco de Max y Darcy para que vayáis conociendo su historia, aunque, os prometo que más adelante sabréis más. Sobre todo que ocurrió entre ellos.
¿Creéis que se les puede hacer una historia? Opiniones please.
Muchas gracias por seguir leyendo y por darle a la ✴️. Sois los mejores.
Espero que estéis preparados para todo el drama que se avecina.
Miles de besos y abrazos. ***
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