24. 𝒞𝓊𝒶𝓃𝒹𝑜 𝒸𝒶𝓁𝒾𝑒𝓃𝓉𝒶 𝑒𝓁 𝓈𝑜𝓁
-Me estoy poniendo mala -la desganada voz de Darcy me hace desviar mi mirada de mi móvil y centrarme en ella.
- ¿La regla?
- No, el puto Max Verstappen -el tono de su voz tiene un deje de rabia y frustración que aunque ella quiera, no puede ocultar.
Alzo mis gafas de sol y dirijo mi mirada hacia donde están los ojos de Darcy. Algunos pilotos están echando un partidillo de fútbol en la playa, mientras otros aprovechan para tomar el sol, como mi amiga y yo. Aunque ella, está más pendiente de ver a Max sin camiseta que otra cosa.
- Tiene un buen cuerpo -le admito poniéndome de nuevo mis gafas. Acabo de mandarle una foto a mi abuelo para que vea que lo duro que es mi trabajo.
Aunque mis ojos se van hacia Carlos el cual está también sin camiseta y con todo el pelo revuelto por el partido. Miro su musculado abdomen y bajo mi mirada hacia la línea de su estómago que termina en el bañador. Me relamo los labios pensando en él y en todas las cosas que le haría ahora mismo de estar solos.
- No es sólo eso, joder -Darcy se tumba de nuevo en la hamaca y se lleva las manos a la cara resoplando.
- ¿Te puedo dar un consejo, Dars?
- Dispara -Darcy se gira hasta mirarme y yo hago lo mismo inclinándome para que nadie pueda oírnos.
- Acuéstate de una vez con él y acaba con tu sufrimiento.
- ¡Eso no es un consejo,, joder!
Darcy resopla de nuevo y se pone a gritar algo frustrada en un tono no muy alto. Miro de nuevo hacia la playa para ver como Carlos le mete un gol a Lando Norris por debajo de sus piernas. El madrileño alza sus brazos y se gira un poco para mirarme. Me bajo un poco las gafas de sol y nuestros ojos hacen contacto. Sólo mirándonos, sabemos perfectamente lo que queremos decirnos.
-Yo quiero eso que tienes tú -me dice Darcy señalando con su cabeza hacia donde está Carlos.
- ¿Estar con un tío en secreto? ¿eso es lo que quieres?
- Estar con un tío que me mira como si fuera la única persona que existe, eso es lo que quiero -las palabras de Darcy me dejan algo descolocada. Me quito las gafas y miro a mi amiga algo confundida.
- ¿Carlos me mira así?
- Lo hace, Valeria. Tú no te darás cuenta, pero, yo que sé lo que tenéis, si que me doy. Siempre te está buscando con la mirada. Siempre está pendiente de donde estás. Y te mira de una forma única.
Me quedo mirando a Carlos y admitiendo que yo también lo hago. En cualquier lugar que él está cerca de mi, lo hago. Lo miro. Y esas miradas es nuestro código secreto. De deseo. De las ganas de estar juntos. De que necesito tenerlo cerca. Es más que sexo. Lo sé. Pero, no sé si él lo sabe. Se encuentra cómodo conmigo. A veces hablamos en mi habitación hasta las tantas de la madrugada comiendo lacasitos. Cuando estamos solos, es un Carlos más relajado, más paciente, más...más todo.
- ¿Alguna que me ponga crema? Mi piel es muy delicada y no quiero achicharrarme.
Charlie aparece delante nuestra con un bote de protección factor 50. Es cierto que aquí mi primo tiene una piel muy delicada y se quema con facilidad.
- Que te lo ponga, Darcy -le digo yo riéndome- a ver si así pone celoso a uno que yo me sé.
- ¿Puedes irte a la mierda Val? ¿Si? gracias -me contesta ella fulminándome con la mirada.
- ¿De quién habláis? -nos pregunta Charlie mientras le da el bote a la pelirroja. Ella se echa crema en las manos y empieza a untársela por la espalda.
- De nadie -le contesta mi amiga.
- Si es de cierto piloto neerlandés, que sepas que está mirándonos -le dice Charlie con una mueca.
Me pongo mis gafas de sol y miro hacia donde está teniendo lugar el partidillo, y, efectivamente Max está medio parado en la arena mirando hacia donde estamos nosotras. Darcy chasquea su lengua y suelta un insulto en griego. Me explicó que estuvo de Erasmus allí y aprendió muchas palabrotas.
- Me ha preguntado si estabas con alguien -le dice Charlie cogiendo el bote que ella le devuelve.
- Dile que tengo un novio en cada puerto -le contesta Darcy- puto Verstappen. No me deja en paz.
- Deberías acostarte con él -le suelta Charlie soltando una carcajada- mira Carlos, ya no tiene esa cara de amargado desde que estos dos se están beneficiando mutuamente.
- Lo de beneficiando es muy feo, Charlie -le digo yo dándole una mirada reprobatoria.
- Dime tú entonces como os defino. Porque yo no lo tengo claro.
Me quedo callada mirando a Charlie porque ni yo misma lo sé. Odio lo de las etiquetas. Odio tener que explicar porqué estoy con Carlos y que es lo que tenemos. Y odio que esto vaya a ir a más y ninguno sepa aún lo que es. Me levanto de mi hamaca dejando las gafas de sol encima.
- Me voy a bañarme -les digo al par de dos ligeramente enfadada.
- El que calla otorga, hechicera.
- ¡Vete a la mierda, Charlie!
Camino por la arena ahora si, cabreada. El puto monegasco me ha puesto así. Yo estaba bien. Bien teniendo lo que tengo. Y nada más. Pero siempre tiene que haber alguien que me haga dudar. ¿Y si se harta de mi? ¿Y si llega el día en el que ya ha tenido todo lo que ha querido de mi y se acaba?
Me meto en el agua y empiezo a nadar olvidándome de todo. Solo nado y punto. Dejo que las olas choquen con mi cuerpo y que el agua salpique mi cara. Minutos después, dejo de hacerlo y me quedo mirando al horizonte dejando que las olas reboten en mi cuerpo y me muevan un poco.
Un largo suspiro sale de mi garganta. ¿Y porqué tengo tantas ganas de llorar? ¿Porqué me siento así? Abrazo mi cuerpo y muerdo mis labios sintiendo como mi corazón está algo agitado. Siento unos brazos alrededor de mis hombros y como su cuerpo me atrae hasta estar más cerca suya. Reconocería su olor y su cuerpo en cualquier parte del planeta.
- ¿Qué haces aquí tan sola? -la voz de Carlos cosquillea en mi oído produciéndome un pequeño espasmo. Sus labios se posan en mi cuello haciendo que ese escalofrío recorra ahora todo mi cuerpo.
- Nadar un rato -una de sus manos desciende por mi estómago. La otra me aparta el pelo y su boca deja un pequeño beso al otro lado de mi cuello. Podría perderme en estos besos. Abandonarme al placer de sus manos y su cuerpo. Pero, tengo que ser algo racional o este deseo acabará conmigo - podrían vernos, Carlos.
- Se han ido a la barra libre a celebrar que mi equipo ha ganado - Carlos sigue moviendo sus manos por mi estómago. Pequeñas caricias que abrasan mi piel a medida que mueve sus dedos. Sigue besando mi cuello, rozándolo con la punta de su lengua y probando la sal de mi cuerpo.
- ¿Y tú no vas? -mi voz apenas es un susurro entrecortado. Reprimo un jadeo intentando respirar despacio.
- Yo prefiero celebrarlo contigo.
Su boca sigue besando mi piel haciendo que todo mi cuerpo reaccione a su cercanía, a su boca y a sus manos. Por más que quiera negarme a que me toque, no puedo. Pero, tengo un lío tan grande en mi cabeza que no puedo dejarme llevar.
- ¿Qué te pasa? -me pregunta Carlos. Supongo que ha notado que estoy algo tensa porque mientras él me acariciaba yo seguía pensando en lo que me había dicho Charlie.
- Nada -le contesto ocultando la verdad tras una sonrisa. Me giro hasta estar delante de él y pongo mis manos en su cuello- ¿y si nos vamos? me estoy poniendo nerviosa de pensar que alguien nos vea.
Carlos pasea su lengua por su labio superior y me mira asintiendo. Pero antes de que nos vayamos, me agarra de la mano poniendo la otra en mi cuello y me atrae hacia su boca. Sus labios me besan con dureza, de una manera muy posesiva. Dejo que su lengua busque la mía y se enrosque con ella lamiéndola todo lo que le da la gana. Ese beso desata un infierno en mi cuerpo y me hace desearlo más todavía de lo que le hago. Se separa de mi con una pequeña mordida en mi labio que hace que mis pezones se pongan aún más duros.
- Estoy llegando a un punto que me importa una puta mierda que nos vean, Valeria.
Cojo impulso y empiezo a nadar. Quiero salir lo antes posible de esta playa. Quiero llegar a la orilla y esconderme para poder llorar a gusto. Porque eso es lo que quiero. Llorar. No sé lo que me pasa. Bueno, si lo sé. Miedo. Estoy muerta de miedo porque estoy empezando a sentir algo más por él, y sé que no me va a corresponder. Y eso es lo que me tiene así. Porque lo nuestro, bueno, lo que sea esto, tiene fecha de caducidad, y sentir que puede terminarse pronto es lo que no me deja vivir.
Camino por la orilla saliendo del agua y voy hacia mi hamaca para coger mi toalla. Me pongo mis gafas de sol y Charlie sigue sentado al lado de Darcy. Sus palabras me han hecho daño. Y aunque sé que no lo ha hecho a propósito, a veces estaría mejor callado.
Mi amiga me da una significativa mirada y se pone en pie. Nos estamos empezando a conocer lo suficiente la una a la otra y ella sabe perfectamente cuando yo estoy mal.
- ¿Damos un paseo por la orilla? -me pregunta Darcy enlazando su brazo con el mío.
- Claro -le respondo devolviéndole una sonrisa.
- ¡Yo también voy! -dice Charlie haciendo el amago de levantarse.
- Tú te quedas ahí, que es un paseo de chicas, joder.
La forma como Darcy se lo dice, le hace sentarse de nuevo bastante sorprendido. Por el rabillo del ojo puedo ver a Carlos como empieza a salir del agua. Tiro de Darcy y empezamos a caminar dejando que las olas choquen con nuestros pies. Esta playa no está muy concurrida porque es la del hotel. Ahora mismo está reservada para todo el equipo de Fórmula Uno.
- Estás así por lo que te ha dicho Charlie, ¿verdad, Valeria?
- Si. Lo estoy -le respondo algo desanimada.
- Te diría que no le hagas caso, pero, si me lo hubiera dicho a mi, estaría igual. Así qué, dime que te pasa.
Alzo mis ojos al cielo soltando un pequeño bufido. Enlazo aún más mi brazo con el de ella y seguimos caminando.
- Que no sé que es esto que tenemos Carlos y yo. No es una relación, no somos follamigos de esos, no sé si lo que somos es amantes...no tengo ni puta idea, Darcy.
- A ver, yo, que sé que estáis juntos, cuando no os ve nadie, parece una relación, Val.
- Pero no lo es.
- ¿Por ti o por él?
- Creo que por los dos. Cuando hablamos de estar juntos, lo dejamos claro, Estamos, fue lo que dijimos.
- Esa palabra puede tener muchos significados -Darcy me da una amable y tranquilizadora sonrisa. Mis pies se hunden en la arena y me quedo mirando como las olas arrastran esa arena
- Lo sé, Dars. El problema es que...
- Para ti ya no es suficiente.
- Algo así -le admito. Y si, por primera vez lo hago en voz alta. Quiero más de Carlos. Y me duele. Me duele mucho porque creo que no va a poder dármelo. Y eso me va a acabar destrozando.
- Te has enamorado, amiga.
Darcy me estrecha entre sus brazos y dejo que lo haga. Ahora mismo necesito ese abrazo. El de mi amiga. El de alguien que me comprenda.
- Creo que llevo enamorada un tiempo, Darcy. Lo que pasa es que no soy capaz de reconocerlo.
- Te entiendo más de lo que crees, Val. Es una puta mierda estar enamorada, pero, a la vez, es bonito sentir ese tipo de cosas -la mirada de la pelirroja se torna algo melancólica. Me duele verla así porq.ue ella también está sufriendo con Max y no se da cuenta de que a él le pasa lo mismo
- No sé que hacer, Darcy. Por un lado, si se lo digo, creo que lo voy a asustar y esto que tenemos se va a terminar, y por otro, prefiero estar callada y disfrutar de lo que hay, hasta que se acabe.
- Ya, Valeria, lo que pasa es, que de las dos maneras, la que puede acabar sufriendo eres tú
- También lo sé. Pero ahora mismo no quiero estar sin él, Darcy. Prefiero tener esto a no tener nada.
Las dos nos quedamos calladas durante unos minutos. Simplemente caminamos. Nos damos la vuelta para emprender el camino de regreso. El sol está empezando a ponerse en el horizonte y pronto tendremos que volver al hotel para cenar.
- No quiero que sufras, Val. No quiero que estés como yo, suspirando por un tío que te ha roto el corazón -ahora es a mi a la que le toca consolar a mi amiga. Me paro en mitad de la arena y la atraigo a mi pecho para abrazarla. Dejo que su cabeza repose en mi hombro y la abrazo muy fuerte.
- Estoy segura de que algún día, ese rubio idiota se dará cuenta de lo que dejó escapar.
Darcy se separa de mi e intenta sonreírme como puede. Los últimos metros que nos separan de donde están los demás, los hacemos hablando de otra cosa.
- Nos merecemos un par de chupitos, Valeria. Dicen que las penas se ahogan en alcohol, pues yo no llevo flotador .
Me río por su comentario. Asiento moviendo mi cabeza de un lado a otro y pasamos la zona de las hamacas hasta ir a la barra. Hay varios pilotos en ella. Es curioso como cambian cuando los ves en bañador y en camiseta, o sin camiseta. Y si, todos tienen algo en común, los cuerpazos que hay debajo de esos monos de competición.
Darcy pide dos chupitos de vodka rosado que el camarero nos pone con rapidez. Los alzamos y chocamos nuestras vasos a la vez. El liquido entra en mi garganta quemándome al principio, para después tornarse dulce al paladar. De estos me bebía unos cuantos.
- Cuidado con la bebida, Evans, que luego los masajes me los das en otro sitio -Charlie y Carlos vienen hacia donde estamos nosotras. La mirada del madrileño está fija en la mía y yo me doy la vuelta girándome hacia un lado de la barra. Me muerdo la cara interna de mi mejilla porque aún me afectan las palabras del monegasco.
- Tranquilo Lord, que tu culo aún es territorio sin explorar y así va a seguir -le contesta ella dándole una irónica sonrisa.
Carlos se pone detrás de mi y uno de sus brazos se enlaza en mi cintura. Dejo que me dé la vuelta y que mi espalda se apoye en su pecho. Su mano viaja por mi estómago y se queda allí mientras siento un cosquilleo recorrer todo mi cuerpo. Su boca deja un beso en mi cuello y me concentro en lo que ese beso me hace. Una pequeña descarga sacude todas mis terminaciones nerviosas y siento como mis pezones se endurecen a través de la tela de mi bikini.
- A mi también me gustaría un masaje -me dice Carlos muy cerca de mi oído. Siento su aliento en el cuello y como sus dedos trazan ligeras caricias en mi estómago.
- Pídele hora a Darcy.
- No, quiero un masaje tuyo -trago saliva al imaginarlo desnudo, en la cama, con mis manos recorriendo todo mi cuerpo. Aprieto mis piernas al sentir como un espasmo recorre mi vientre y un pequeño gemido sale de mi boca cuando sus labios están de nuevo en mi cuello.
- ¿Y tú que me das a cambio?
- Lo que quieras, Valeria. Me tienes a tus pies, hechicera.
Ladeo un poco mi cuello y me giro para mirarlo. Sus ojos chocolate están fijos en mi boca y sé que quiere besarme. Lo sé porque conozco esa mirada. Me sé sus miradas. Sus gestos cuando quiere estar conmigo. Trago saliva y me doy la vuelta de nuevo sintiendo como me tiemblan las piernas.
Porque aunque sé que sus palabras y sus gestos conmigo son sinceros, ahí está ese miedo. El miedo a perderlo. Darcy tiene razón. Estoy enamorada de él. Lo estoy. Y mucho. Y sé que voy a sufrir. Sé que va a doler cuando se vaya. Porque se irá. Lo hará en el momento que le diga que quiero más, y él no quiera dármelo. Porque estoy convencida de que lo hará.
Pero, mientras llegue ese momento, pienso disfrutar de cada minuto que pueda estando con él.
Porque prefiero un segundo a su lado, que toda la vida sin haberlo conocido.
*** Pobre de mi Valeria que está enamorada.
¿Y Carlos? ¿Creéis que él también lo está?
Se vienen intensos capítulos. Odiareis y amareis a los personajes. Sólo espero que los disfrutéis, que de eso sea trata.
Y muchas gracias por votar, por leer y comentar cada capítulo. Soy pesadisima, lo sé, pero el apoyo que le estáis dando a esta historia es brutal. Así que
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Gracias por estar ahí ***
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