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21. 𝐸𝓁 𝒶𝒷𝓊𝑒𝓁𝑜 𝒫𝒾𝑒𝓇𝑜

Valeria está muy emocionada. Tiene muchas ganas de ver a su abuelo. Desde que él le dijo que vendría, ella no ha parado de hacer planes pensando en todo lo que quiere enseñarle.

Se sienta en la cama y se pasa una de mis camisetas por la cabeza. Últimamente, se pone mis camisetas, y tengo que decir que le quedan bastante bien. Y que me gusta verla con ellas. Es un grado más de intimidad que no me provoca ningún problema, al contrario, a veces soy yo el que insisto para que se ponga mi ropa. Es una forma escondida de enseñarles a todos que estoy con ella.

- Bueno. Voy a recogerlo al aeropuerto y luego nos vemos -me dice Valeria poniéndose en pie y dándome una de esas sonrisas que son solamente mías. Aunque todo lo que ella hace, sus gestos, miradas, sonrisas, cuando son para mí, lo hace de otra manera.

- ¿Estarás aquí para la segunda qualy? - le pregunto apoyando mi codo en el colchón.

- Sabes que sí. No quiero perderme como das la vuelta más rápida. Y mi abuelo tampoco -ella me saca la lengua y sigue visintiéndose ante mi atenta mirada.

- Oye, Valeria -le pregunto aún tumbado en la cama de mi tráiler.

- Dime -me dice ella cogiendo su sudadera y poniéndosela.

- ¿Me vas a presentar a tu abuelo?

- ¡Pues claro que te lo voy a presentar!

- Tengo ganas de conocerlo.

- ¿Por el risotto? -me pregunta ella divertida. Se sienta en la cama y se gira un poco hasta estar más cerca de mi.

- Por eso no, tonta -le respondo. Uno de sus dedos acaricia mi mejilla con mucha suavidad y acaba dándome un pequeño beso- me has hablado tanto de tu abuelo que tengo muchas ganas de conocerlo.

- Seguro que te encanta.

Valeria vuelve a inclinarse y sus labios besan los míos. Se demora en mi boca unos buenos segundos mientras yo la dejo que haga lo que quiera con ella. Me da un último beso y roza su nariz con la mía. Se levanta de la cama y agarra su mochila cruzada. Antes de irse me da una última mirada y vuelve a sonreírme.

- Luego nos vemos.

- Adiós, preciosa.

Valeria se muerde los labios sin perder esa sonrisa. Va hacia la puerta y la abre muy despacio cerciorándose de que no hay nadie alrededor. Sale deprisa y cierra la puerta dejándome solo.

Me llevo las manos a la cabeza mirando al techo. Sé que no debería estar nervioso por conocer a su abuelo, o que no debería importarme, porque al fin de cuentas no somos "algo" de una manera oficial. Pero, quiero conocer al hombre que la ha cuidado toda la vida, el que ha hecho de ella la gran mujer que es. Porque lo es. En estos días que he podido conocerla más, me he dado cuenta de que Valeria es extraordinaria. Es sincera, divertida y muy inteligente, pero, no es algo de lo que alardee. Es la persona menos material que conozco y no le gusta llamar la atención. Cuando lo tiene todo para hacerlo.

Y en la cama... joder, es que nos complementamos de puta madre. Jamás me había pasado esto con nadie. El querer más de ella, y el querer darle todo de mí. El miedo aún está ahí. La desconfianza, menos todavía. Porque tengo muy claro, que ella es lo que es, no quiere ser otra persona ni intentar ser lo que no es. Y creo que, por eso, me gusta aún más de lo que me gusta. Y me temo, que, voy a acabar sintiendo por ella algo más de lo que siento ahora. Y por dios, espero que si eso me pasa, ser correspondido. Aunque cuando la miro a la cara, sé que puede ser.

¿Y por qué no habría de serlo?

Acabo de entrar en el garaje. He tenido que hacer una comparecencia de prensa que se ha alargado bastante. Estoy cansado de las entrevistas. Siempre las mismas absurdas preguntas.

Cojo una botella de agua de la nevera y me quedo mirando como la mayoría de mi equipo está alrededor de un señor mayor que les está contando algo y que les hace reír. Me fijo bien en quien puede ser y cuando veo a Valeria a su lado, me doy cuenta de que es su abuelo.

Ella se percata de que estoy aquí y me da una escondida sonrisa y una mirada con la que nos lo decimos todos. Espero un poco a que el hombre termine de hablar y entonces me acerco a ellos.

- Hola -digo fijándome como Aless está sentado a su lado y el abuelo de Valeria sigue hablando con él.

- ¡Carlos! -dice la rubia muy animada- mira, este es mi abuelo Piero, ¡abuelo!

El abuelo de Valeria se gira en la silla y se queda mirándome fijamente. Ahora sé de donde sacó ese color de ojos su nieta, los de él, son prácticamente iguales. Es algo más mayor de lo que esperaba, y en su cara se refleja algo de cansancio.

- Encantado, su nieta nos ha hablado mucho de usted -le digo tendiendo mi mano con cortesía. Él la aprieta enérgicamente y me devuelve la sonrisa.

- Igualmente. Espero que todo lo que haya hablado mi bambina sea bueno.

- Claro que si.

- ¿Quiere ver el sistema de refrigerado del motor? -le pregunta Aless poniéndose en pie. Piero asiente entusiasmado y se levanta de su asiento.

Veo como Valeria los sigue también, no sin antes guiñarme un ojo sin que la vea nadie. El abuelo de la rubia asiente a cada palabra del italiano, riéndose y hablando con él muy entusiasmado. No puedo evitar sentir una punzada de celos al ver que a Aless si le hace caso y a mí me ignora.

Mi móvil suena con un mensaje de WhatsApp. Lo desbloqueo y veo que es de Valeria.

¿Cuántas horas llevas sin besarme?

Unas cuantas si

En cinco minutos en la esquina que da a los Home tráiler

Bloqueo mi móvil otra vez y lo guardo en mi bolsillo. La veo a ella disculparse y pasar disimuladamente delante de mí. Espero cinco minutos y voy detrás de ella. Deseo besarla, deseo tener su cuerpo junto al mío y llenarla de besos.

Camino en dirección a la explanada. La veo apoyada en una de las paredes y como se muerde el labio mientras me acerco.

Llego hasta a ella y atrapo su cuerpo contra la pared. Mis dedos acarician su mejilla y ella entreabre un poco los labios para que pueda besarla. Poso mi boca en ellos y los rozo unos segundos. Sus manos suben por mis antebrazos lentamente hasta alcanzar mi cuello y enredar sus pequeños dedos en mi pelo.

- Llevo casi cuatro horas sin besarte -le digo rozando su barbilla con mi boca. La punta de mi lengua acaricia esta parte. Voy subiendo despacio hasta alcanzar de nuevo sus labios mientras un suspiro entrecortado sale de su garganta.

- Un tormento -contesta ella subiendo sus labios para que la bese.

- Un infierno. Eres un puto pecado. Eres el infierno en el que quiero arder.

No aguanto más. La beso desesperado. De ella y de su boca. Mis labios atacan los suyos deslizando mi lengua dentro de su boca. La suya sale al encuentro de la mía y se mueve con lentitud saboreándome una y otra vez. Mis manos siguen en su cintura y las llevo hacia atrás deslizándolas hasta agarrarle el culo. Estoy excitado. Y mucho. La tomaba ahora mismo contra la pared. Porque sus besos me vuelven loco, y si, ella es un infierno para mí. Seguimos besándonos. Dándolo todo en cada beso. Probándonos en la boca del otro. Hasta que un ligero carraspeo nos hace separarnos.

- Valeria.

La rubia se queda congelada y se separa de mis labios, girando su cabeza hasta el dueño de esa voz. La veo ponerse algo pálida y luego sus mejillas se sonrojan avergonzada.

- Abuelo.

Me aparto de Valeria y me llevo las manos a la cara muerto de vergüenza yo también. El señor Piero me mira frunciendo el ceño mientras aprieta su mandíbula.

- Ya puedo morirme en paz. Lo único que me faltaba es ver a mi nieta dándose el lote.

- ¡Abuelo! -Valeria baja su cabeza algo avergonzada y yo deseo que la tierra me trague en este momento.

- Anda, mia ragazza, tráele a tu abuelo un poco de agua, se ve que aquí el champán lo regalan y no es bueno para mi colesterol -Piero le hace un gesto a Valeria con la cabeza y ella se lo devuelve. Se gira para mirarme y me hace un gesto con los ojos.

- Ahora vengo -dice ella- no te muevas de aquí abuelo que te pierdes.

El anciano rueda sus ojos y se queda mirando como su nieta se va. En cuanto desaparece, su atención está ahora puesta en mí. Y eso, me pone algo nervioso. Me va a dar la charla, lo sé.

- Siento que nos haya visto en esta situación -le digo excusándome como puedo.

- No me cuentes rollos, que os lo estabais pasando muy bien.

- Bueno... yo...

- Anda, enséñame todo esto. Nunca he visto las casas esas grandes donde dormís.

El abuelo Piero viene hacia mí andando con algo de dificultad. Le ofrezco mi brazo y él se agarra sin problema. Caminamos por la zona de los tráiler y le voy explicando un poco de que va todo esto. Él presta mucha atención y me va haciendo preguntas que le contesto sin problema. Llegamos a una pequeña plaza donde hay un banco. Le propongo que nos sentemos porque lo noto algo cansado.

- ¿Está usted bien? -le pregunto sentándome a su lado.

- Cansado. El viaje...no estoy acostumbrado. Pero... ver su cara de felicidad, ha valido la pena cada maldita hora en ese avión. Hacía mucho tiempo que no sonreía tanto, y creo, que tú tienes algo de culpa.

- ¿Usted cree? -le preguntó algo inseguro. Si es verdad que ella está así por mí, es algo de lo que me puedo sentir orgulloso.

- Cuando Valeria llegó a mi casa este verano, digamos que no estaba en las mejores condiciones. Mi niña es muy inteligente. Nunca ha necesitado a nadie. Es muy independiente, pero, pasó algo y mi Valeria cambió...

- ¿Qué pasó? -le pregunto intrigado y muy preocupado a la vez.

- Si ella no te lo ha contado, Carlos, no seré yo quien lo haga... mi niña tiene sus secretos y es algo de lo que no se enorgullece. Únicamente te diré que cuando llegó a mí, era un manojo de nervios y sufrió un par de ataques de ansiedad, que por suerte, esta vez, no fueron a mayores.

Se me seca la boca y siento como me tiembla todo el cuerpo pensando en lo que Piero me dice. Estoy pensando en cada una de sus palabras. En que Valeria ha sufrido por lo que sea. Y eso me preocupa, y mucho. Porque ella me importa muchísimo. Más de lo que pensaba. Y solamente quiero que esté bien y a poder ser, segura. Y si es a mi lado, mejor.

- Te daría la charla, Carlos, pero, los tiempos han cambiado y si mi nieta no me ha contado nada de ti, es porque lo que hay entre vosotros no parece muy serio, ¿no?

La pregunta del millón. Una pregunta que me da miedo. Pero mucho. El miedo sigue ahí. La incertidumbre y la desconfianza también. Que es menos. Eso también. Y la culpa es de Valeria que ella sola se está encargando de romper todas mis barreras.

- Si le soy sincero Piero, ni yo mismo lo sé. Me gusta estar con ella. Estoy muy a gusto a su lado y necesito que ella lo esté. No sé si es serio. Pero, que yo me lo estoy tomando en serio, pues sí. No quiero aprovecharme de su nieta. No quiero hacerla sentir que es una más, porque no lo es. Pero, al igual que ella, yo también lo he pasado mal y estoy intentando recuperarme

- ¿Un mal amor?

- Un amor malo. Creí que era feliz, pero... estaba equivocado.

- Pues si fuiste feliz con alguien que no era para ti, imagínate como serás con esa persona que si está destinada a serlo.

Miro a Piero y él curva su boca en una sonrisa. Ahora entiendo por qué Valeria quiere tanto a su abuelo. Es que hasta yo lo estoy empezando a adorar.

- Cada uno da lo que puede, Carlos. Cuando llegue el momento de que tengas que dar más, entonces es cuando te plantearás si quieres que esto sea o no más serio. Mientras tanto, hazme un favor.

- Lo que usted quiera, Piero.

- Sigue haciendo sonreír a mi niña. Nunca la he visto tan feliz como a tu lado.

Ahora mismo siento un cúmulo de sensaciones en mi cuerpo bastante grandes. Porque quiero reir y gritar. Porque siento que mi corazón me va a estallar. Claro que la voy a hacer sonreír. Eso es lo que quiero. Que sus sonrisas sean para mí.

- Se lo prometo -le digo cogiendo una de sus manos. El anciano se me queda mirando con una pequeña sonrisa satisfecha.

- ¿Por qué no te vienes a Caronia con nosotros?

- ¿A Caronia? -le pregunto algo sorprendido.

- Sí, es el pueblo donde nací. Mi nieta me va a llevar mañana después de la carrera. Quiero ver si todavía tengo familia con vida. Solamente si te apetece Carlos, no quiero yo ponerte en un compromiso

- ¡Aquí estáis! Llevo un rato buscándoos.

La voz de Valeria me hace girar la cabeza y mirar hacia el frente. Viene medio corriendo con el pelo alborotado y con las mejillas rojas del esfuerzo. Dejo de sujetar la mano de Piero y me pongo en pie mientras voy a su encuentro. Ahora mismo necesito besarla y abrazarla. Y que sepa que a mi lado no tiene por qué tener miedo, porque yo no voy a dejar que lo tenga. La agarro de la cintura y aquí, delante de su abuelo, la beso, con todas mis ganas. Con toda la pasión que siento por ella. No es un beso largo, pero si uno intenso, de los que quieres decir todo. Me separo de ella y Valeria me mira muy sorprendida por mi atrevimiento.

- Eres lo más bonito que he visto en mi vida, Valeria De Luca.

*** Suspiro prolongadamente de lo bonitos que son los dos, pero bueno, que voy a decir yo si soy la escritora ¿verdad?

Muchas gracias por todo el apoyo que le estáis dando a esta historia, estoy muy feliz de ver lo mucho que os gusta.

Porque para mi:

Una lectura ♥️
Un comentario 💞
Un voto 💓

Así que seguid dándome amor que yo os lo devolveré en forma de capítulos. Miles de besos y abrazos para todos ***

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