17. 𝟤𝟧 𝓅𝑜𝒾𝓃𝓉𝓈
Todo el mundo sabe que nuestro coche es muy competitivo, pero, que a veces tiene evidentes problemas de fiabilidad. Aunque eso era antes. Porque ahora tengo una increíble Jefa de Ingenieros de motor, que ha hecho que la unidad de potencia de mi coche sea brutal este año y que no falle tanto como la pasada temporada. Eso hace que esté más motivado. Todo el equipo lo está.
Cojo mi casco y me acerco hacia el Pit Lane para que me ayuden a montar en el coche. Salgo tercero de la línea de parrilla. Un gran puesto. Muevo mi cabeza buscándola a ella. Ahí está. Acercándose despacio sin apartar su mirada de la mía. Desde que nos sentamos juntos en el avión, las cosas entre nosotros han cambiado. Ahora si me habla, y aunque no sea como antes, poco a poco espero que recuperemos nuestra relación. Aunque después de besarla, no quiero volver a lo de antes, quiero avanzar más con ella.
- Ya sabes que el circuito es rápido -me dice ella dándome las últimas instrucciones. Siempre lo hace. Siempre me dice algo para animarme- tienes suerte de estar entre los primeros. Sigue así. Sigue estando por delante. Cuidado en los adelantamientos. Es mejor terminar que no terminar, Carlos.
- Oído -le digo mirándola fijamente a los ojos. Valeria hace lo mismo y acaba curvando su boca en una pequeña sonrisa- ¿ruedas blandas?
- Si, a menos que llueva, y esperemos que no lo haga.
- ¿Una parada a mitad? -le pregunto esperando su aprobación. No pienso volver a hacer ninguna tontería y fiarme de su instinto.
- Por mi dos, pero, depende de como esté todo, y de lo que diga el jefe.
-Bien.
Le hago un gesto de cabeza que ella me devuelve con una pequeña sonrisa. Se muerde los labios como queriendo decirme algo más. Su mano se posa en mi brazo y me da un ligero apretón antes de irse. Ese pequeño gesto apenas imperceptible para los demás, para mi, significa mucho más de lo que parece.
- Nos vemos en la meta.
Asiento ligeramente y dejo que me ayuden a entrar en el coche. Aless me da también las últimas instrucciones. Antes de ponerme el casco, hago lo de siempre, buscarla con la mirada, para que esa última mirada, sea para ella. Nuestros ojos contactan unos segundos. Esos segundos en los que pienso que el tiempo se ha detenido y en los que me maldigo por ser tan gilipollas de renegar de la verdad, que Valeria me gusta, me gusta más de lo que soy capaz de admitir.
Mía.
Si, haz caso a esa voz, Carlos. Porque esa voz es la que te está diciendo la verdad.
Que tú quieres que ella sea tuya.
El asfalto de Albert Park tiene poco agarre. Es como si los coches volaran y es peligroso confiarse. Voy segundo. Detrás de Hamilton. El safety car salió en la vuelta 13 y eso nos ha trastocado a todos. Un par de coches han tenido problemas de combustible y se han retirado. Pero Charlie y yo seguimos al pie del cañón. Yo segundo y él tercero. Quedan sólo cinco vueltas. Y tengo que dar aún más de mi si quiero ganarle al inglés.
- La transición entre gas y freno más larga -me dice Aless a través de la radio
- Aún tengo carburante para terminar -le contesto sin perder de vista el coche que tengo delante.
- Lo sé, pero, puede pasar cualquier cosa. Se ha retirado Lando porque se le ha quemado una parte del depósito de gasolina y no quiero que te pase lo mismo.
- Ok.
Sigo conduciendo con un ritmo constante. Me encantaría ser primero, pero, no voy a arriesgarme a tener un accidente. Este circuito parece fácil y aburrido, pero en la práctica, no lo es. Voy detrás de Hamilton y estoy esperando un hueco para meterme y adelantarle porque sé que puedo hacerlo.
- Carlos -me sigue diciendo Aless por la radio- cuando salgas de la curva tres, gira al lado izquierdo tan lejos como puedas y abre la línea para la curva cuatro. No frenes pero levanta el acelerador.
- Carlos, no hay sobrecalentamiento del motor. Sigue así -me dice esta vez Valeria.
Adoro su voz. Adoro que me hable por la radio y escucharla tan preocupada por mi. Es que la adoro a ella entera joder.
Le hago caso a los dos en lo que me dicen, y tomo las curvas. Al salir de la cuatro, veo que a Hamilton le cuesta un poco rodar y decido que ahora o nunca. Acelero un poco más y voy con todo. Lo voy sobrepasando cada vez más hasta que hago una maniobra de adelantamiento. Lo consigo. Lo paso. Escucho los gritos a través de mis cascos. Uno es el de ella, estoy seguro. Mantengo el ritmo. No dejo que Lewis me pase y termino las últimas vueltas que me quedan, sin arriesgar, pero con toda la velocidad que puedo. Y cuando a lo lejos veo la bandera a cuadros, respiro aliviado. Voy a ser primero. Voy a ganar el puto Gran Premio de Australia.
Rebaso la línea de meta y alzo mis brazos elevándolos al cielo. Si, he ganado. Por primera vez en lo que llevamos de temporada, he ganado mi primer Gran Premio. 25 puntos. 25 puntos para mi que me saben a gloria. Para el campeón, todo.
A partir de aquí, todo esto es una locura. Llego hasta la zona del podium, minutos después, y mi equipo ya está esperando. Veo en los paneles que Charlie ha sido tercero y por eso el color rojo es el que predomina. Me pongo en pie en mi asiento levantando mis brazos. Me quito el casco y lo tiro dentro del coche mientras de un salto me bajo de él. Recibo abrazos y felicitaciones de todo el mundo. De mis mecánicos, de los ingenieros...Aless viene hacia mi y nos fundimos en un gran abrazo.
- Este es el camino, Carlos. Así, si -me dice él cogiéndome de los hombros.
No sé ya cuantos abrazos he dado. Pero me falta uno. El único que me interesa y que echo de menos. La busco con la mirada y la ve mezclada con mi equipo. Alzo el puño señalándola a ella. Valeria sube sus brazos aplaudiéndome. Me llevan en volandas hacia el podium y me subo agarrado a Charlie.
- Debíamos haber apostado -me dice él riéndose mientras llegamos arriba. Abrazo a mi compañero. A mi mejor amigo. Esto es de lo que siempre hablamos. De estar los dos arriba.
Todo esto es una locura. Las botellas de champan empiezan a rodar entre la gente que hay abajo. El alcalde de Melbourne es el encargado de darnos los trofeos, y cuando me da el mío y lo alzo por encima de mi cabeza, la adrenalina que corre por mis venas es más que evidente.
Estoy feliz, estoy pletórico y muy orgulloso de lo que hecho. Escuchar el himno español me pone los pelos de punta y me acuerdo de mi padre. Siempre me dijo que escuchar el himno en el podium es lo más emocionante que ha vivido en la vida, y tiene toda la razón.
Después de varios minutos celebrando, de regar con champan a mi equipo, me llevan a la zona de entrevistas, donde durante unos veinte minutos, contestamos preguntas sobre la carrera, el equipo, las sensaciones que tenemos. Yo ya no puedo más. Pienso en Valeria. En que quiero verla y en que aún no la he abrazado.
Salgo de la sala de prensa y bajo en dirección al garaje de mi escudería recibiendo las felicitaciones de allá por donde paso. Me esperan en la puerta todo mi equipo, a mi, y a Charlie. Yo he sido primero, pero su tercer puesto también es muy merecido y celebrado. Entonces la veo. En su mano lleva una botella de champan que agita enérgicamente en cuanto me ve. Se viene a por mi y me baña entero con ella. Me acerco más a Valeria dejando que el liquido dorado me moje completamente. La abrazo. La agarro bien fuerte y la llevo a mi pecho que es lo que llevo deseando desde que cruce la línea de meta.
- ¡Eres increíble, Carlos Sainz! -me dice ella sin parar de reír. La alzo un poco y le doy una vuelta para dejarla de nuevo en el suelo. Ambos nos miramos a los ojos durante unos segundos. Esos segundos en los que no existe nadie a mi alrededor. Sólo está ella, sus ojos, sus labios mojados por el champan y su cara sonrojada.
- ¡Carlos!
El grito de Charlie resuena en mi cabeza cuando viene hacia mi con un cubo de agua en las manos. Forcejeamos los dos y acabamos los dos empapados, salpicando a Valeria, bueno, mojando entera a Valeria.
- ¡Sois unos capullos! ¡Los dos! -nos dice ella haciéndose la indignada. Se da la vuelta y se mete dentro del garaje. Voy detrás de la rubia porque no quiero que vuelva a enfadarse conmigo.
- Espera Valeria -la persigo por el pasillo de salida del garaje, el que lleva a los Motor Home. Ella se da la vuelta al escucharme y cuando lo hace, lleva una botella de agua en sus manos. Viene hacia mi para tirármela, pero yo soy más rápido y se la quito.
- ¡Ni se te ocurra, Carlos!
Valeria sale corriendo por el pasillo. Su risa hace eco en las paredes. Abre una de las puertas y baja los escalones que llevan a la explanada donde están los tráiler. Ella sigue corriendo y yo detrás de ella. Acabo atrapándola de la cintura y ella se retuerce divertida. La apoyo en uno de los tráiler y le derramo toda la botella por la cabeza.
- Eres un capullo. Estoy toda mojada -me dice quitándose los mechones de pelo de la cara- esto no te lo voy a perdonar en la vida.
- ¿Segura? -me acerco más a ella poniendo mis manos a ambos lados de su cabeza. Mi cuerpo la tiene atrapada y puedo sentir como respira agitada. Acerco mi nariz hasta rozarla con la suya y voy bajando por sus mejillas. Mis labios se posan en su cuello y la punta de mi lengua saborea su piel. Sabe a agua fresca. Y a vainilla
- Carlos... -me dice ella balbuceando.
Subo mi cabeza hasta tener sus ojos delante de los míos. Tengo sus labios ahí delante. Al alcance de mi boca. Los rozo un poco. Algo suave. Necesito probarla otra vez. Probar esos labios de fuego que me temo van a ser mi perdición. Pero ella pone una de sus manos en mi cuello, y me atrae hasta que mi boca se estrella con la suya besándola de una forma salvaje. Mis labios la buscan una y otra vez y el deseo se instala en todo mi cuerpo anhelándola de una forma dolorosa.
Porque eso es lo que deseo. Tenerla en mis brazos, besarla hasta que le duelan los labios y hundirme en ella y no parar hasta que la escuche gritar mi nombre. Sus manos siguen acariciando la base de mi cuello mientras sus dedos se enredan en mi pelo. Le doy un pequeño mordisco a su labio superior. Un gemido sale de su garganta mientras yo vuelvo a atacar sus labios de nuevo. Beso cada centímetro de ellos. Los acaricio despacio con mi lengua y saboreo todo lo que ella me ofrece de su boca. Me separo de Valeria para poder mirarla. Tiene las mejillas sonrosadas, los labios rojos e hinchados. Sus ojos están muy brillantes.
- ¿Esto sigue siendo un error? -me pregunta ella apretando sus labios- porque si vas a parar para decirlo, aquí se acaban los besos.
- Valeria, joder, que ya te pedí perdón -le digo poniendo mis manos en la base de su espalda. Mi aliento se mezcla con el suyo y puedo sentir como respira entrecortadamente.
- Una cosa es decirlo, y otra demostrarlo, Carlos -sigue diciendo ella ante mi desesperación. No quiero avanzar un paso con ella y retroceder dos.
Elevo mi mirada hasta cruzarla con la suya. Bajo mis manos hasta sus caderas. La alzo en brazos mientras ella suelta un pequeño grito, aunque acaba enroscando sus piernas en mi cintura. La vuelvo a pegar a la pared. Nos miramos conteniendo el aliento. Me pierdo en el verde de su mirada. En esa boca entreabierta que me invita a tomarla de nuevo. Esta vez la beso con dureza, sin ningún tipo de cuidado. Muerdo, acaricio y tomo todo lo que me da la gana de sus labios, y ella me responde de igual manera. Sus dedos se hunden en mi cuello y por desgracia, mi pene, que aún está duro como una piedra, se clava en su vientre avergonzándome de alguna manera.
- ¿Quieres que te lo demuestre Valeria? -le pregunto hundiendo mi boca en su cuello. Mi lengua traza caricias inconexas en su piel, esa que me sabe a vainilla, y lo chupo hasta dejarle una marca. Estoy perdido en ella. Voy a llevármela a mi tráiler, a mi cama, porque ya no puedo más.
Valeria echa su cabeza hacia atrás. Nuestras miradas conectan de nuevo y sé que está igual que yo. Me lo dice su cuerpo. Me lo dicen sus ojos. Y sobre todo, esa boca de pecado a la cual me he vuelto adicto desde que la besé por primera vez.
- ¡Carlos! ¡Carlos! -la voz cercana de Lenna me hace pegar un respingo. Chasqueo mi lengua y me separo de Valeria. La dejo en el suelo y escucho como mi relaciones públicas me busca.
- ¡Joder! -exclamó en silencio llevándome las manos al pelo. Me doy la vuelta para mirar a Valeria, cuya expresión es de diversión- ahora vengo.
- Mejor...nos vemos luego...si eso.
Valeria me da una sonrisa irónica y se deshace de mi abrazo ante mi confusión y mi lamento. Es mala suerte que después de lo que me ha costado tener mis labios sobre los suyos, venga Lenna y lo estropee.
- ¿Dónde coño estabas? -me pregunta con sus brazos en jarra. Me mira como tengo el pelo revuelto y niega con su cabeza- mejor no quiero saberlo. Vamos, te toca entrevista para la tele, y sabes que o la haces, o multazo.
- Lo sé. Putas entrevistas. Que inoportunas .
- Es lo que va en el contrato, cariño. A ver estudiado para funcionario.
Después de la entrevista, me di una larga ducha y me cambié de ropa por algo más cómodo. He vuelto al garaje y la fiesta sigue aquí. Es una tradición que tenemos desde que estoy en Ferrari. En la primera carrera que alguno de los dos haga podium, fiesta. Y eso es lo que tenemos ahora. Valeria también se ha cambiado de ropa. Lleva un pantalón fino y una sudadera, que oh, no es la mía. Nos miramos durante unos segundos y ella desvía su mirada de nuevo ante mi desconcierto. Aunque puedo entrever una sonrisa en su boca cuando lo hace.
- Dime por dios que habéis hecho las paces porque yo ya no puedo con tanto drama -me dice Charlie sentándose a mi lado.
- Las hemos hecho -le contesto bebiendo de la botella que me pasa. Le doy un largo trago y miro como ella se ríe con Darcy, nuestra fisio.
-¡Menos mal!
- Y nos hemos besado.
- ¡Joder chilly! ¿otra vez la has cagado? -aquí mi amigo, mi mejor amigo, y no confía en mi ni una mierda.
- No lo sé. Creo que no. Pero no terminamos de hablar -Charlie se da la vuelta y agarra mi botella. Se pone muy serio mientras me mira.
- ¿Qué quieres con ella?
- No lo sé, Lord.
- Pero algo querrás, ¿no? ¿o sólo quieres follártela y ya está? porque si es eso, olvídate. Ella merece más que ser sólo un polvo tuyo.
- También lo sé, Charlie -veo como Valeria agarra una botella de una de las cubiteras y sale del garaje sin que nadie se de cuenta, excepto yo, que no dejo de mirarla.
- Deberíais hablar y poner las cosas claras antes de haceros daño.
Charlie me da una palmada en la espalda y se va a celebrar con los demás. Me quedo procesando sus últimas palabras y dándole la razón.
No sé lo que quiero de ella.
No sé que quiere de mi.
Lo que si sé es que quiero más de ella, y cuando lo tenga, aún así, todavía querré más.
*** No es por nada, pero, el siguiente capítulo es para chillar. Os voy avisando que 🔥🔥⚠️⚠️🔥🔥. Esto se va a poner peor que el mes de Agosto.
Si os ha gustado este capítulo, espero que lo votéis. Y sobre todo que lo hayáis disfrutado.
Muchos besos y abrazos ***
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