15. 𝒦𝓁𝓊𝒷 𝟥𝟨𝟢
El Klub 360 de Bahrein, era uno de los clubs de lujo más selectos del reino de Bahrein. Los Dj mas afamados alguna que otra vez habían pinchado aquí, y decían que el champan lo servían en copas de oro a sus invitados más Vip.
Esta noche, la parte de arriba acogía a una clientela de lo más selecta, algunos de los pilotos de Fórmula Uno que ese mismo día habían competido en el primer Gran Premio de la temporada. Los camareros y casi todos los empleados del club, se desvivian por atenderlos y que esa noche fuera una experiencia única para ellos.
Carlos apuró su copa de ginebra mientras movía su nariz cabreado. Estaba enfadado consigo mismo por ser un gilipollas. Aún no sé le iba va de la cabeza, la cara de desconcierto que tenía Valeria, cuando la dejó en el baño después de besarla. Estaba desilusionada y dolida. Y no se lo podía reprochar. Apenas le hablaba. Casi ni lo miraba. Él no quiso tratarla así. No quiso ser tan duro con ella, pero las putas palabras habían salido solas de su boca.
No pensaba lo que le dijo. Ni mucho menos fue un error besarla. Al contrario, quería más de esos besos. Pero dudaba de que ella se los volviera a dar alguna vez.
Sobre todo si al final acababa saliendo con Aless, como mucho se temía. Carlos los había visto salir juntos del hotel desde el balcón de su habitación. Iban a cenar. Al CUT. Donde él le había prometido que la llevaría. Pero esa noche era otro el que había puesto su mano en su cintura y no se la había quitado hasta que se habían subido en el coche. Ese podría haber sido él, sino fuera tan imbécil.
- ¿Llorando por Valeria?
Charles Leclerc, Lord Percival o su grano en el culo, pensó el madrileño. Su compañero se sentó a su lado, copa en mano mirando alrededor de la zona VIP. El club estaba bastante concurrido esa noche. Casi toda la familia que componía la Fórmula Uno, estaba aquí. Bailando, bebiendo, disfrutando. Celebrando lo que esperaban que sería una temporada de éxitos.
- ¿No tienes vasallos a los que atender? -le preguntó Carlos intentando quitárselo de enmedio. Esta noche le molestaba la presencia de todo el mundo a su lado. Sólo quería ahogar sus penas en alcohol.
- Hace años que erradicaron el vasallaje, Carlitos. Estoy esperando a ver si esas dos rubias vienen hacia aquí.
Charlie le hizo un gesto con sus ojos señalando a las dos chicas que estaban en la barra y se reían mirando a los pilotos. El monegasco le guiñó el ojo a una de ellas y volvió a su conversación con su amigo.
- En algún momento tendrás que pedirle perdón por ser tan capullo.
- ¿Por decirle la verdad? No debería estar besando a mi jefa de Ingenieros.
Charlie le dio un puñetazo en el hombro que le arrancó un buen gemido de dolor por su parte.
- ¿Otra vez con esa pollada, Chilly? Dila más veces a ver si te la acabas creyendo.
Charlie le hizo un gesto a las dos chicas para que fueran a sentarse con ellos, algo que la rubias no se tuvieron ni que pensar . Caminaron hacia ellos riéndose y felicitándose por haber conseguido su objetivo, que los dos pilotos se fijaran en ellas, y con suerte, que la noche la acabaran en su cama.
- ¡Y que más da! Tampoco es que a ella le importe mucho. Ha tardado poco en correr a los brazos de Aless -le contestó Carlos con un deje de enfado en su voz.
- No va a estar esperándote eternamente. Además, yo creo que a ella no le gusta Aless.
Las dos rubias se sentaron una a cada lado de los chicos. Les saludaron y les dijeron sus nombres ofreciéndoles una generosa vista de su escote. Carlos pensó que quizás era esto lo que necesitaba. Sexo rápido y sin compromiso. Porque desde que conocía a la hechicera de Valeria, desde aquel día que la vio en la Fábrica de Ferrari con sus dos trenzas, no había sido capaz de acostarse con nadie. Hasta la capacidad de estar con otras le había quitado.
- Me da igual lo que haga o deje de hacer ella -le respondió a Charlie mientras la rubia de su lado se acercaba más a él. La chica le puso una de sus manos en el muslo subiéndola y bajándola sin ningún tipo de disimulo.
- Me alegro que pienses eso, porque acaba de entrar por la puerta con Aless. Hala, a gozarla.
Carlos se tensó en su asiento del sofá. Desvió su mirada hasta la entrada de la sala Vip y todo su cuerpo ardió con furia. Valeria acababa de llegar. Con ese vestido rojo que le quedaba por encima del muslo y que le encajaba en su cuerpo como una segunda piel. Ese escote asimétrico que dejaba uno de sus hombros desnudos. Y su pelo rubio cayendo por encima de sus hombros.
No podía dejar de mirarla. Por más que la rubia de al lado subiera su mano llamando su atención, la suya estaba en la otra rubia. En la hechicera de ojos verdes que cruzaba su mirada con la suya. Que por más que Aless tuviera su mano en su cintura, su mirada, era para él.
Porque si, Valeria lo estaba mirando. Desde el primer momento que entró en el club, se percató de su presencia. Su cuerpo entero reaccionó a él. Pero cuando lo vio con esa chica a su lado, la decepción y la desilusión eran más que palpables. Se ve con ella si que no le importaba que lo vieran, ni que le tocara su muslo, ni que su boca se acercara peligrosamente a su cuello. Valeria parpadeó y giró su cabeza para sonreírle a su acompañante. Su cuerpo ardía también furioso. Y no iba a darle la satisfacción al piloto de que él la viera mal por su culpa.
- Allí están Carlos y Charlie, ¿quieres que nos acerquemos? -le preguntó Aless cerca de su oído. Su aliento le cosquilleaba en la cara haciendo que la piel del cuello se le pusiera de gallina
- Quedémonos en la barra, están muy ocupados -le dijo ella mientras señalaba con la cabeza hacia donde estaban los dos chicos.
- Bueno, es lo que tiene ser piloto de Fórmula Uno, las chicas siempre los rodean.
Valeria le dio una pequeña sonrisa a Aless y se dejó guiar por él hacia la barra. Sabía que él la estaba mirando. Notaba esa mirada en su espalda, y eso la ponía nerviosa. Y mucho. El italiano le pidió al camarero una botella de Sassicaia, el vino más prestigioso de Italia. Se lo descorcharon delante de ellos y les sirvieron en dos copas.
- Por ti Valeria -le dijo Aless chocando su copa con la suya mientras la miraba con esos penetrantes ojos marrones- porque encontrarte fue una odisea y valió la pena la espera.
Valeria bebió de su copa, no sin antes sentir el rubor en sus mejillas. No le gustaba que la alabaran. De nunca. Ella no tenía que demostrar lo que era capaz de hacer. Lo hacía y punto. Sin esperar recompensas. Sólo por gusto. Y desde luego, que estar en Ferrari, cumplía todas sus expectativas.
Siguieron bebiendo mientras hablaban de banalidades. Valeria estaba haciendo verdaderos esfuerzos por no desviar su mirada hacia ese sofá donde estaba el objeto de sus desvelos. La mano de Aless rozó su brazo, en una caricia sútil y suave. Valeria pensó que sería muy fácil acabar en la cama del italiano esta noche. Sólo tenía que ser algo más audaz con él y responder a sus pequeños avances.
Porque tal vez eso era lo que necesitaba. Sexo y sólo sexo. Con alguien que de verdad, estaba interesado en ella. Alguien con quien sabia que pasaría un buen rato. Y Aless, era el candidato idóneo.
Lo miró de nuevo a través de su copa y se preguntó a si misma si sería capaz de acabar en la cama con el italiano.
Hasta ellos se acercaron algunos conocidos para saludar a Aless, para cambiar impresiones, o simplemente, hablar con él. Esos momentos eran los que aprovechaba Valeria para mirar a Carlos. El cual, tampoco es que le hubiera quitado la vista de encima.
La rubia, de un nombre tan insulso que ni recordaba, quiso besarlo un par de veces, pero Carlos desviaba su cara para que ella acabara estampando sus labios en su mejilla. Ya no quería tenerla cerca. Ya no quería que lo tocara. La únicas manos que deseaba tener en su piel, eran las de la rubia de ojos verdes que se reía con cada palabra que el puto italiano le susurraba al oído.
Valeria lo miró una vez más, y bebió de su copa dándose la vuelta. Aless estaba solo de nuevo. Y él también la miraba. No era un secreto que la deseaba. Desde la primera vez que la vio con aquel peto vaquero manchado de grasa. La quería en su cama. La quería en su vida.
- Estás preciosa con ese vestido, Valeria.
- Gracias -le dijo ella con una leve sonrisa en su cara- pero tengo que confesarte que no es mío. Me lo ha prestado una amiga. Apenas me he traído ropa para salir.
- Debiste habérmelo dicho. Hay varias boutiques en el hotel en las que seguramente hubieras encontrado algo de tu agrado.
- Oh, no te preocupes. La próxima vez estaré preparada.
- Yo también espero que lo estés...para la próxima vez.
Valeria se bebió la copa que acababan de ponerle delante suya. La mirada de Aless recorría su cuerpo haciéndola sentir nerviosa. Siempre había pensado que el italiano era guapo. Muy, muy atractivo. De los que seguro que acostarse con él tenía que ser una más que grata experiencia. Pero, a lo mejor, era una idiota y estaba dejando escapar la oportunidad de pasar más que un buen rato con Aless, pero, la única cama en la que ella quería estar, es en la que nunca estaría, en la de Carlos.
Alguien de la organización del premio de Bahrein se acercó a hablar con Aless. La música de un DJ muy conocido resonaba en toda la sala. Valeria movió su cuerpo lentamente al ritmo de la música sin llamar mucho la atención. Le pegó un sorbo a su copa y decidió que ésta sería la última. Miró a Carlos. Él la miró a ella. Se relamió los labios pensando que el frescor de la bebida era su boca. Se paso la lengua por su labio superior sabiendo perfectamente que él la estaba mirando y que no se perdía ni un ápice de lo que ella hacía.
Fue un poco más audaz y puso sus manos a ambos lados de sus caderas. Se movió despacio al ritmo de la música y fue subiendo sus manos lentamente por sus costados. Las cruzó por debajo de su pecho y se balanceó de nuevo hasta ver como Carlos se revolvía en ese maldito sofá.
El miembro de Carlos se removió en sus pantalones. Apartó la mano de la rubia de su muslo y casi de su cuerpo ante sus protestas. No quería que nadie lo tocara mientras la miraba. Mientras ella lo provocaba con sus labios y con sus gestos.
Mía.
Era el grito que todo su cuerpo emitía.
Lo que reclamaba.
-Voy al baño -le dijo Valeria a Aless dejando su copa en la barra. Él le hizo un gesto con la cabeza y siguió hablando animadamente con el mismo hombre de antes.
Valeria atravesó la zona Vip y salió a un largo pasillo que llevaban a los baños. Entró al de mujeres y después de hacer sus necesidades, fue a lavarse las manos. Mientras se miraba al espejo, la puerta se abrió haciendo que desviara su mirada hacia ella, viendo como Carlos entraba en el baño. Algo que no le sorprendió pero, que supo disimular bastante bien.
- El servicio de caballeros está enfrente, no aquí -le dijo Valeria sin apenas mirarlo. Saco una barra de labios de su bolso y la abrió para repasar su maquillaje.
- ¿Te acuestas con él?
Valeria giró su cabeza hasta mirar a Carlos. Él estaba a su lado con su vista fija en la imagen que le devolvía el espejo. La rubia estaba preciosa con ese vestido. Toda una tentación..
- No soy como tú, Aless y yo somos amigos -le respondió ella sin perder la compostura. Estaba celoso. Bien. Un punto para ella.
- Eso es lo que tú te crees -siguió diciéndole Carlos. Apretaba sus puños a ambos lados de sus costados haciendo verdaderos esfuerzos por no besarla de nuevo- le gustas a Aless.
- Pues vale. Por lo menos espero, que si pasa algo entre nosotros, él no me diga que soy poco profesional, o un error.
Valeria recalcó ésta última palabra con ironía y terminó de pintarse los labios ante la atenta mirada del madrileño. Era consciente de que él no perdía detalle de cada uno de sus movimientos, y hasta ella llegó la fragancia tan masculina que desprendía todo su cuerpo. Realmente Carlos la afectaba. Porque estaba temblando al sentirlo tan cerca suya.
Guardó la barra y se dio la vuelta para encarar a Carlos. Se puso justo a su lado y escuchó su agitada respiración.
- ¿Y tú? ¿lo estás pasando bien, Carlitos? -el madrileño apretó su mandíbula y se relamió los labios mirándola. La tenía muy cerca, demasiado. De un solo movimiento la podría sentar encima del lavabo, subirle ese vestido y hundirse entre sus piernas mientras ella le gritaba que no parara.
- En un rato te lo digo, depende de la rubia.
Valeria escondió su disgusto mordiendo su lengua justo delante de él. Su olor avainillado inundó las fosas nasales de Carlos haciéndole tragar saliva con demasiada fuerza. Valeria le afectaba como ninguna mujer lo había hecho en la vida.
- ¿Sabes? A lo mejor besarme para ti fue un error -Valeria se acercó aún más a él poniendo su boca justo en su oído. El cuerpo del piloto reaccionó a su cercanía como si fuera un volcán a punto de estallar - tú podrás engañarte pero tus besos no me engañan y está claro que mi boca es la única que quieres besar esta noche.
La rubia le dio un pequeño beso en la oreja y salió del baño dejando a Carlos aún peor de lo que estaba. Porque es que encima, ella tenía toda la razón. Solo quería besarla a ella. Esta noche y todas las noches que pudiera.
Casi pasadas las tres de la mañana, un coche dejaba a Valeria y a Aless en el hotel. Durante el resto de la noche, la chica y Carlos se habían lanzado sutiles y airadas miradas, demostrándose el uno al otro que se gustaban. Pero, el orgullo podía más que otros sentimientos. Ella fue la primera en abandonar la discoteca, sin darse cuenta de que el madrileño, hacía lo mismo minutos después. No tenía sentido estar en un sitio donde ella ya no estaba.
- ¿Estás cansada? -le preguntó Aless a Valeria mientras la miraba apoyado en la pared del ascensor.
- Un poco. La primera carrera, el primer Gran Premio...todo esto es tan nuevo para mi... -le contestó ella con una media sonrisa.
- Te acostumbrarás. Sólo es el primer Premio. Aún no has visto nada.
El ascensor se paró en la planta de la chica. Fue a salir y despedirse del italiano cuando él la cogió del brazo. Los ojos de ambos hicieron contacto. Unos, con deseo y con ganas de más. Esta podía ser esa noche. La noche en la que se dejaran llevar por la pasión, sin importar absolutamente nada más.
- ¿Te apetece que nos tomemos una copa en mi habitación, Valeria?
*** Esta noche quiero darle las gracias por el banner de comienzo de capítulo a Sevi_Roler. Me ha encantado como te ha quedado con el poco tiempo en el que lo has hecho. Enhorabuena artista.
Espero que os haya gustado el capítulo y si es así, que lo votéis si os apetece. Que a mi me hace ilusión ver las estrellitas.
A partir de aquí, todo va a cambiar entre Carlos y Valeria, no sabemos si para bien, o para mal. Lo que está claro que los siguientes capítulos, serán un torbellino.
Muchos besos y abrazos ***
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