14. 𝒩𝑒𝒸𝑒𝓈𝒾𝓉𝑜 𝓊𝓃 𝒸𝒶𝒻é, 𝓋𝒶𝓁𝑒, 𝓎𝑜 𝓉𝒶𝓂𝒷𝒾é𝓃
- Cuando salgas, ten cuidado que nadie te vea. Lo que nos faltaba es que alguien pensara lo que no es.
Carlos sale del baño y cierra la puerta sin mirarme. Dejo escapar el aire que contenía en mi pecho y lo suelto lentamente. No he podido callarme. Él me ha dicho que besarnos es un error y no me da la gana que tenga él la última palabra y se vaya tan tranquilo, como si aquí no hubiera pasado nada. Como si no nos hubiéramos estado besando dejándonos la piel en ese beso. No sé qué coño habrá pasado por su cabeza para decirme lo que me ha dicho. Pero duele de la hostia.
Me agarro a la encimera mordiendo mis labios. No quiero llorar. No. Ese cabrón no se lo merece. Pero una cosa es quererlo, y otra hacerlo, y la primera lágrima se desliza por mi mejilla sin que yo pueda impedirlo. Llevo mis dedos a la boca, ahí donde han estado sus labios intentando hacerme a la idea de que sus besos han sido reales.
Me bajo del lavabo e intento respirar con calma, pero lo único que sale de mi garganta es un sollozo que no puedo controlar. Me llevo los nudillos a la boca y los muerdo con excesiva fuerza. Ahora mismo me siento humillada. Una tonta a la que él ha usado y ha hecho con ella lo que ha querido : tenerme comiendo de la palma de su mano. Y yo pensando que el beso del otro día significaba algo para él, cuando está claro que no es así.
Soy una ilusa. Siempre me pasa lo mismo. Me ilusiono con algo y después... Tengo la misma sensación que tenía en Michigan. La de impotencia. Rabia. Frustración. Y sobre todo, me siento despreciada. Me llevo la mano a la boca y me muerdo los labios ahogando mis lágrimas. Ni siquiera sé porqué de pronto ha pasado de besarme enloquecido, a despreciarme de esta manera.
La puerta se abre y me doy la vuelta para que nadie me vea. Me miro en el espejo y tengo los ojos algo rojos, además de los labios hinchados. Menos mal que existen las gafas de sol y los correctores de ojeras.
- Ay, perdona, creí que estaba libre.
Una chica pelirroja de cara sonriente me pide disculpas. Yo asiento y me limpio las lágrimas con el dorso de mi mano.
- ¿Estás bien? -ella se acerca a mi mirándome preocupada. Vuelvo a mover mi cabeza pero las lágrimas no dejan de caer - Eres Valeria ¿verdad? Yo soy Darcy, la fisioterapeuta del equipo.
- Encantada. Lo siento, hay tanta gente por aquí que apenas hemos hablado nunca -le digo intentando devolverle la sonrisa que ella me da, pero, evidentemente, es que no puedo.
- Bueno, la mayoría me conocen si les duele algo -dice ella rodando sus ojos- me alegro de conocerte ahora, aunque sea en estas circunstancias.
Ella sigue mirándome. Las dos calladas sin abrir la boca durante unos segundos. Yo, deseando que la tierra me trague. Bueno, no, mejor que se la trague a él.
- Si te esperas que haga pis, te invito a un café, Valeria -me dice ella de nuevo con esa sonrisa calmada.
- No hace falta, de verdad -le contesto haciendo un gesto con mi mano- estoy bien, no te preocupes.
- Sino lo estuvieras, no llorarías. No hace falta que me cuentes nada. Además, con tanta testosterona suelta, necesito hablar con alguien que sepa que cuando estoy cabreada, no es por la regla.
No lo puedo evitar y suelto una carcajada. Me cae bien la pelirroja. Y me vendrá bien hablar con alguien. Espero que ella entre en el baño y aprovecho para lavarme la cara. No quiero que nadie note que he llorado. Y menos él. No sé merece ni un sola de mis lágrimas. Por mucho que me guste. Me ha destrozado el corazón el maldito. Todo esto me quita las ganas de confiar en los tíos. Cojo aire y me maldigo a misma. Maldigo el momento en el que me fijé en él y me hice estas tontas ilusiones.
Darcy sale del baño, se lava las manos y me sonríe.
- ¿Vamos?
Ella me hace un gesto con su manos señalando la puerta. Ambas salimos a la vez y cruzamos el pasillo hasta salir al paddock. Esto ya se está llenando de gente para asistir a la clasificación. A algunos no les interesa lo que sucede en la pista, están aquí por negocios, por las redes sociales y por promoción.
Por el camino, ella y yo casi ni hablamos, algo que agradezco porque ahora mismo soy un torbellino de emociones y no todas son buenas.
- ¡Mierda! -la escucho decir por lo bajini- no te pares, Valeria. Tú sigue como sino existiera.
La miro algo confundida y ella aprieta sus pasos hasta que una voz nos hace pararnos.
- Darcy.
Alzo mi mirada para ver al piloto de Red Bull, Max Verstappen venir directamente hacia nosotras. La pelirroja agarra mi mano y tira de mi para que sigamos nuestro camino.
- Max.
Le contesta ella con un asentimiento de cabeza mientras sigue caminando ignorando al piloto, el cual se queda parado detrás de nosotras mirándonos con los brazos cruzados. Darcy sigue acelerando el paso y yo tiro de su mano para que baje el ritmo.
- Ei, qué te pasa, Darcy?
- Creo que yo también necesito ese café y una buena ración de charla.
- Somos un cuadro, Valeria.
Darcy remueve su segundo café y yo le pego un mordisco a mi donut. No pensaba comer nada. Tenía el estómago cerrado con lo de Carlos. Pero tanto hablar me ha abierto el apetito. Con lo que me cuesta coger confianza con extraños, y con ella no he tardado nada. Es como si la conociera de toda la vida. Darcy es una persona que te cae bien al minuto uno. Y es lo que me ha pasado con ella.
He acabado contándole lo de Carlos mientras nos tomamos un café en una de las cafeterías del paddock. Y de nuevo las lágrimas han bañado mis mejillas.
- ¿Y qué vas a hacer, Valeria?
- Nada. Está muy claro que he sido un error. Pues así voy a seguir siéndolo -le digo cruzando mis brazos y mirando la zona de abajo donde los pilotos se pasean antes de la clasificación. Ni rastro del maldito.
- ¡Ni tú te lo crees, hija!
- Las dos veces que nos hemos besado, ha sido porque él me ha buscado. Llevo toda la vida sin besarlo, podré sobrevivir si él -le digo haciendo un aspaviento con mi mano.
- ¿Segura? -Darcy alza una de sus cejas y yo dejo escapar un suspiro frustrado mientras chasqueo mi lengua.
- ¿Sabes que es lo peor? Que ya lo echo de menos. Me he acostumbrado a tenerlo cerca y ahora no quiero ni que me mire. Aunque bueno, seguro que le da exactamente igual lo que haga.
- O podrías ponerlo un poquito celoso a ver lo que hace - Darcy me da una sonrisa burlona y yo alzo una de mis cejas.
- Hazlo tú con Max.
- ¡No me hables de ese idiota, por favor!
Darcy me ha contado que ha tenido algo con Max. Y que está muy arrepentida. Aunque por la cara como lo mira, está claro que aún siente algo por él. El holandés está abajo en la zona de la prensa y por un momento alza sus ojos para mirar hacia arriba y cruzar su mirada con la pelirroja. Darcy se da la vuelta con rapidez y se muerde los labios.
- Yo también quiero llorar -me dice ella mientras su labio superior empieza a temblar.
Cojo la mano de mi nueva amiga y la intento tranquilizar. Porque si, está llorando.
- Es un asco lo de estar enamorada ,Valeria.
- Si que lo es. Quien lo esté claro -le contesto asintiendo a cada una de sus palabras- y que te traten como una mierda también lo es.
- No nos merecen.
- Para nada.
- ¿Salimos esta noche y nos emborrachamos?
Darcy y sus ojitos llorosos me miran con pena. Tuerzo la boca y asiento.
Necesito dejar de sentirme mal.
Necesito dejar de pensar en él.
La primera carrera. Hoy es el primer Gran Premio de la temporada y se notan los nervios en el ambiente. Me inclino para verificar que todo esté correcto en el motor y levanto mi pulgar hacia arriba dirigido a los mecánicos. Me doy la vuelta y me voy quitando el casco para entrar de nuevo en nuestro garaje. Carlos viene hacia mi mirándome tan fijamente que creo que su mirada puede traspasar todo mi cuerpo. Lo ignoro al pasar a su lado y siento como se detiene mientras yo sigo mi camino. No he querido ni rozarlo. Anoche no dormí una mierda pensando en él. Pero, hasta aquí he llegado con el señor Carlos Sainz. Si quiere que sea profesional, lo voy a ser.
Charlie está sentado enfrente de una pantalla y se nos queda mirando mientras yo lo ignoro también. Cojo una botella de agua y me froto un poco las sienes. Putos chupitos de Tequila. Creí que mi hermana era la persona que más aguantaba el tequila del mundo, pero no, Darcy le gana de calle. Según me ha contado, nació en Irlanda y casi se crió en vez de con biberón, con aguardiente.
- ¿Resaca? -Aless se coloca a mi lado riéndose al mirarme porque aún llevo las gafas de sol, y no tengo intenciones de quitármelas. Me bebo la mitad de la botella y ladeo mi cabeza para mirarle.
- Tequila. Darcy. Y hablando mal de los tíos. Una bomba explosiva - le contesto.
- Espero que por lo menos lo pasaras bien.
- Eso si. Aunque me voy a ir de aquí sin haber probado la comida local. Con las ganas que tenía de comer un buen shawarma.
- No hay problema. Te invito ésta noche a cenar. Sé de un sitio que te gustará. Seguramente podamos celebrar el triunfo de algunos de nuestros pilotos.
Me quedo mirando a Aless. El mono de Ferrari le sienta bien. Le aprieta justo en esos sitios donde le tiene que apretar. El italiano es atractivo y mucho. Desde que he llegado siempre me ha tratado muy bien. Nunca ha insinuado nada raro conmigo, ni ha demostrado querer ir más allá. Me gusta estar con él. Me gusta hablar con Aless y a él no le avergüenza estar conmigo. Y estoy segura de que si nos liáramos, él no me trataría como Carlos.
- Pues espero que alguno gane para que la cena merezca más la pena -le contesto sorprendiéndome hasta yo de mi respuesta.
Le doy una sonrisa acompañando a la aceptación de su invitación. Aless me devuelve la sonrisa curvando las comisuras de sus labios. Desvío mi mirada hasta fijarla en la pantalla de delante y por el rabillo del ojo veo que Charles no ha pedido detalle de la charla.
A ver lo que tarda en contárselo a su amigo. Pero sinceramente, me da igual. Por mucho que me guste, a mi no me amarga la vida un tío, y menos Carlos Sainz.
La carrera se inicia y a medida que se van sucediendo las vueltas, todos aquí se van relajando. Miro la pantalla y una de las zonas se pone en naranja. Es el aceite. Carlos ha perdido algo por culpa de uno de los derrapes que hizo en una de las curvas. Me ajusto los cascos y enciendo la radio.
- Carlos. Tienes que venir a boxes. Te estas quedando sin aceite -mi voz es fría y neutra y es lo que quiero demostrarle.
- Me faltan tres vueltas. Creo que puedo aguantar -me contesta él de igual manera. Y si dijera que su voz no me afecta, mentiría, porque si lo hace.
- Te va a costar, pero si ves que puedes, adelante, si luego te explota el coche no será que no te lo avise.
- Me has avisado y lo he entendido. Gracias, señorita De Luca.
Aprieto mis labios y corto la comunicación. Es un puto cabezón que hace siempre lo que le da la gana. Miro las últimas vueltas en la pantalla cruzando mis dedos para que no le pase nada. Y es que encima el cabrón llega tercero y va a subirse al podio.
Casi todos salen fuera para ir a felicitarlo y celebrar el tercer puesto con él. Me apoyo en una de las mesas viendo por las pantallas como Max ha ganado la primera carrera de la temporada.
- Lo odio mucho -Darcy se coloca a mi lado sin despegar sus ojos de la pantalla mientras le dan la copa a su holandés.
- Pero también lo quieres, Darcy.
- Puedo vivir sin él -me dice ella con poca seguridad en su voz.
- Pero no quieres. Por cierto, esta noche voy a salir a cenar con Aless, ¿quieres venir?
- No gracias. Tres son multitud -le hago un gesto con la mano y empujo con suavidad su hombro con el mío.
- Es en plan de amigos, Darcy.
- Y tú hace mucho tiempo que no tienes una cita cariño. En todo este tiempo que llevo aquí, nunca he visto a Aless salir con nadie de la empresa. Tú eres la primera.
- Somos amigos.
- ¿Cómo tú y Carlos?
Darcy me da una irónica sonrisa y yo le saco la lengua pensando en sus palabras. Empieza a entrar todo el equipo y cuando Carlos lo hace, se acercan para felicitarlo. Estoy muy contenta por que haya ganado, y quiero darle la enhorabuena. Así que me acerco a él y espero mi turno. Él aparta la mirada de todo el mundo para fijarla en mi. Aprieto mis labios y avanzo despacio sintiendo como el corazón bombea en mi pecho. Cuando llego hasta él, le doy un breve abrazo sin querer permanecer más tiempo cerca suya.
Me voy de su lado y Aless llama mi atención para que me acerque donde está él y algunos de sus ingenieros. Aquí todos están felices por el éxito conseguido. Y encima Charlie ha sido cuarto y ha logrado puntuar.
- Aquí está mi hechicera. La que hace magia en esos motores.
Aless pasa uno de sus brazos y me atrae hacia su pecho mientras se ríe. Es una sensación extraña estar así con él, tan cerca. Pero no me molesta en absoluto. Se siente bien estar en sus brazos.
¿Y si lo que dice Darcy fuera verdad y Aless está interesado en mi?
Pues pienso averiguarlo esta noche.
*** Dedicado a motfut. Tú pides y yo lo hago bonita. Espero que lo hayas disfrutado porque yo si que disfruto escribiéndolo.
No pensaba subir capítulo hoy, pero, estoy viendo que ésta historia está gustando mucho y de alguna manera quiero daros las gracias por tanto apoyo. De verdad que se agradecen las lecturas, los votos y los comentarios. Para un intento de escritora, como soy yo, todas estas cositas significan mucho para mi. Así, que, espero que sigáis apoyándome con vuestros votos, si os apetece, eso si.
Buenas noches y como siempre, miles de besos y abrazos ***
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