13. 𝑀𝒶𝓁𝒹𝒾𝓉𝑜 𝓈𝒶𝒷𝑜𝓇 𝒶 𝒸𝑒𝓇𝑒𝓏𝒶
Son más de las diez de la mañana. Lenna me ha hecho pasearme por el paddock sabiendo lo poco que me gusta. Odio lucirme, pero, según ella, es necesario porque represento unas marcas, y tengo que hacerlo por Ferrari y por mi imagen. Y a mi es que todo esto me la suda.
Dentro de un rato tenemos la Q3. Por desgracia Charlie no estará en la clasificación, así que me toca a mi darlo todo por Ferrari.
- Sonríe un poco Carlos, que es gratis -me dice Lenna agitando su melena castaña.
Ruedo mis ojos y hago lo que ella me dice. Sonrío. Me paro a saludar. Me hago fotos. Charlo con unos y con otros. Estoy deseando volver al garaje de mi escudería y centrarme en la clasificación de hoy.
Estoy por darme la vuelta, cuando veo a mi peor pesadilla.
- ¡Mierda! -le digo a Lenna cogiéndola del brazo- volvamos al garaje
- ¿Porqué? ¿Qué pasa?
- Audrey Ardales viene por ahí.
- ¡Joder, Carlos! Creí que me dijiste que terminaste con ella.
- Ni siquiera empecé, Lenna. Sólo fue un polvo de una noche y no para de perseguirme.
- Pues a ver si te vuelves más selectivo a la hora de echar tus polvos, hijo. Que por la cara que trae se nota que viene a por más.
Lenna me da una mirada de advertencia y yo le sonrío irónicamente a la provocativa morena de pelo largo que viene directamente hacia nosotros. La temporada pasada, en cuanto se enteró de que mi ex y yo lo habíamos dejado, le faltó tiempo para pegarse a mi en un par de eventos e insinuarse con todo descaro. Estaba tan mal y tan destrozado, que no me lo pensé y me acosté con ella después de una carrera.
Audrey trabaja en DAZN de Community Manager o algo así. Y desde que nos acostamos, no me deja en paz. Le dejé muy claro que sólo la quería para un polvo, y nada más, pero se ve que no se da por aludida.
- ¡Carlos! ¡Por fin! ¡Qué ganas de que empiecen a rodar las ruedas! -Audrey viene hacia mi dándome dos sonoros besos cerca de la boca y alzando sus tetas delante de mi cara.
- Audrey, me alegro de verte -le digo con la mejor de mis sonrisas y mintiendo como un bellaco.
- ¿Y ésta quien es? ¿tu nueva novia? -me pregunta mirando a Lenna con aire despectivo. Y mi relaciones públicas, que es una cabrona, le contesta inmediatamente.
- Pues no, no lo soy. Soy la que se encarga precisamente de que las aspirantes a novias, se queden precisamente en eso, en aspirantes -le contesta ella con todo el sarcasmo del mundo.
- Ya decía yo, aquí el señor Sainz no aguanta a una tía de novia ni aunque le paguen, ¿verdad? -yo me quedo mirándola sin sabe que decir porque no entiendo para nada a que viene ese resentimiento hacia mi.
- Anda, bonita -le dice Lenna tirando de mi brazo- dedícate a trabajar que es para lo que te pagan.
Camino detrás de Lenna, cuando Audrey, me para agarrándome de mi otro brazo. Alzo una de mis cejas mirándola mientras su boca se acerca peligrosamente a mis oídos.
- Ya sabes donde encontrarme, Carlos. Estoy deseando repetir lo de la última vez. Seguro que encontramos algo más creativo que hacer.
Audrey deja un beso en la parte baja de mi cuello y se va por donde ha venido. Odio que las tías hagan eso de una forma tan descarada.
- Se te ha ofrecido otra vez, ¿verdad? -me pregunta Lenna tirando de mi de vuelta al garaje.
- Totalmente. Esa tía es bipolar, Lenna.
- Pues ten cuidado Carlos. La mayoría de las tías saben que eres soltero y están buscando precisamente que dejes de serlo, sin importarle como hacerlo.
Proceso las palabras de mi representante dándole la razón en todo lo que me ha dicho. Últimamente las tías que se me acercan, se les nota un montón a lo que van, y yo las veo venir a lo lejos.
Llegamos a la entrada del garaje y Lenna me deja argumentando que tiene muchas cosas que hacer por mi culpa.
Muevo mi cuello de izquierda a derecha intentando rebajar un poco toda la tensión que tengo. Entro en el garaje de mi escudería. Hemos estado viendo la termodinámica del coche y excepto un pequeño arreglo en el embrague, todo lo demás está perfecto. Tengo mucha fé en este coche. En mi equipo y en ella.
Mis labios se curvan en una sonrisa al verla de pie junto a Aless, tablet en mano. Me relamo los labios pensando en el beso. En el que me dejó peor de lo que estaba después de adueñarme de sus labios. Porque la hubiera tomado allí mismo contra la pared. Porque el deseo y las ganas por ella eran demasiado grandes. Y por suerte, o por desgracia, nos interrumpieron y esa fue la última vez que la vi hasta hoy.
Valeria se fue a Maranello, a la Fábrica. Requerían su presencia para los últimos ajustes en mi coche, el que voy a usar mañana. El que ella misma ha escoltado hasta aquí, y se ha encargado personalmente de comprobar una y otra vez. Casi una semana sin verla. Una semana en la que me lo preguntado todo y no me he respondido nada. Necesito saber si esta sensación que tengo con Valeria, si esto que me pasa con ella, se me calmara una vez que la haga mía.
En cuanto alza sus ojos y nuestras miradas se cruzan, siento que el mundo se detiene y me importa todo una mierda. Sobre todo cuando me da una pequeña sonrisa oculta tras de su boca, y sigue mirando la tablet mientras se sonroja levemente.
No sabía lo mucho que la echaba de menos hasta que acabo de verla. Hasta que he rememorado en mi cabeza el sabor de sus labios una y otra vez deseando probarla de nuevo.
- Tú sigue mirándola así que lo mismo el jefe no se da cuenta -Charlie me da una palmada en el hombro haciendo que desvíe su mirada de ella a desgana.
- No la estaba mirando -le digo sonriéndole irónicamente mientras ambos nos sentamos en una de las mesas.
- Y yo no tengo sangre azul en mis venas, no te jode.
- ¿Eres de sangre real? -le pregunto algo desconcertado. Charlie no es de los que cuentan mucho de su vida.
- No me llaman Lord Percival por gusto, Carlitos.
Charlie me llama así porque ella lo hace. Y se está burlando de mi el cabrón. Me cuenta un poco las sensaciones que tiene para mañana y las ganas que tiene de ganar una carrera. Bromeamos los dos y apostamos. Es lo que siempre hacemos. Es una forma de liberar tensiones.
- ¿Ya os estáis peleando niños?
Su voz. Esa voz que me produce un escalofrío en todo el cuerpo. La que hace que mi polla se despierte. Me giro un poco tragando saliva y ella mira a Charlie unos segundos para fijar su mirada en la mía a continuación. Le doy una pequeña sonrisa y ella baja su cabeza sonrojándose de nuevo. Si viera lo adorable que está cuando hace eso.
- Tu piloto que cree que va a ganar el domingo -le dice Charlie mientras ella acaba sentada encima de la mesa en medio de los dos. No debería mirarle el culo, pero lo hago. Joder, que ganas de apretárselo otra vez me están dando.
- Sois los dos mis pilotos. Que sea la Ingeniero de Carlos, no quiere decir que no me preocupe por ti Charlie, además, que también te llamas Carlos -le contesta ella sacándole la lengua.
- Y a ti te encanta el nombre de Carlos -le contesta Charlie burlándose de ella. Valeria acaba dándole una palmada en el hombro mientras se ríe.
Tiene la mano apoyada en la mesa y muy despacio, acerca sus dedos hasta ponerlos encima de mí mano. Se sienten muy suaves acariciando los míos y yo los voy agarrando uno a uno correspondiendo a esas caricias.
- ¿Podéis ir a cenar antes la noche antes de la carrera? -nos pregunta ella.
- En teoría, cenar tenemos que cenar -contesta Charlie- pero lo mejor es no hacerlo fuera del hotel por los fans y todo eso.
- ¡Vaya! Yo que quería que me invitarais en el CUT .
- Yo te invito el domingo después de la carrera -le digo entrelazando mis dedos con los suyos- y este que se busque la vida.
Valeria se moja los labios y me sonríe. Una verdadera sonrisa. De las que das a alguien que te gusta mucho. Aless le llama la atención y ella rueda sus ojos. En cuanto me suelta la mano para irse, me siento algo vacío sin el contacto de su piel junto a la mía. Me quedo mirando como se va y como se pone a medio discutir con el italiano. Durante unos minutos tienen un tira y afloja hasta que ella se lleva las manos a la cara y deja la tablet encima de una mesa. Se da la vuelta para salir de la sala no sin antes darme una pequeña mirada que le pasa desapercibida a todo el mundo, menos a mi.
- ¿Y tú dónde vas? .-me pregunta Carlos cuando me pongo en pie un minuto después.
- A lavarme las manos -le contesto ignorándolo, ganándome una sonora carcajada de su parte.
Salgo de la sala y cruzo el pasillo buscándola. La puerta de uno de los baños se abre saliendo ella de el. En cuanto me ve, su boca se curva en una sonrisa. Se mete de nuevo dentro y yo la sigo sin dudarlo. Echo el pestillo y me giro para ver como se muerde el labio superior. Ese labio que estoy deseando probar de nuevo.
Voy hacia ella y la agarro de las caderas subiéndola a la encimera del baño. Sus manos van hacia mi cuello y me coloco entre sus piernas mientras los dos nos miramos el uno al otro sin abrir la boca. Estoy así unos segundos, siendo consciente de que hoy se ha pintado un poco los labios de un tono rosado que le sienta muy bien. De que su pelo se lo ha recogido en un moño bajo y de que se la pegado el sol de estar fuera en la pista.
- Carlos -aparto mi mirada de su boca para centrarme en sus ojos. En ese color verde que hoy está más claro pero que a medida que me acerco a ella, se va oscureciendo.
- ¿Qué?
- Bésame ya.
Mis labios se marcan en una sonrisa. Me acerco a ella pasando mi nariz por su barbilla. Huele a vainilla. Su cuello, su pelo. Todo es muy suave. Acerco mis labios a los suyos lentamente. Voy a besarla para quitarme las ganas que tengo de ella. Para convencerme que solo me atrae físicamente y ya está. Que no quiero otra cosa.
Pero cuando mi boca toca la suya. Cuando siento como responde a cada uno de mis besos y su sabor a cereza inunda mis labios, mi boca, mi lengua que ya se deslizado buscando la suya. No es un ya está. Es un Mía.
Bajo mis manos lentamente por sus caderas hasta posarlas en su trasero. Lo aprieto un poco porque me moría por tocarlo. Un gemido ronco sale de su garganta y la sigo besando como si la vida se me fuera en ello. Mordiendo, besando, lamiendo cada parte de esa boca de pecado.
- Sabes a cereza -me separo de sus labios y mi boca se posa en su cuello. Lentamente lo recorro con la punta de mi lengua haciendo que ella se estremezca.
- Tus caramelos mexicanos.
Valeria responde con pequeños balbuceos. Aparto mi boca de su cuello y le busco la suya de nuevo. Mis dientes chocan con los suyos en un ardiente beso. Saboreo su boca de esa maldita y embriagadora cereza. Mi lengua acaricia la suya una y otra vez. La lamo. La muerdo un poco y jugueteo con ella.
Porque no quiero dejar de besarla. Porque no quiero que deje de besarme. Y estoy perdido. Y no quiero estarlo. No puedo. Es superior a mis fuerzas. Me tiembla todo el cuerpo solo de pensarlo. Un sudor frío recorre mi espalda y siento como los latidos de mi corazón se aceleran.
No quiero estar atado a una tía porque bese de puta madre. Porque sé lo que vendrá después, y ahora mismo ni quiero ni puedo. Y toda la conversación con Audrey y con Lenna aún resuenan en mi cabeza y no dejan de atormentarme. Porque pienso si Valeria será así, si será de esas tías que quiere ponerme la etiqueta de novio y colgarse de mi brazo mientras me luce satisfecha de su logro.
Me separo de Valeria a desgana y con más brusquedad de la que pensaba. Tengo que alejarme de ella o será tarde. O no será justo para ninguno de los dos. Porque sé que de seguir así, esto irá a más. Y yo ahora mismo, no puedo dar más. Ella me mira algo desconcertada y juro que estoy haciendo verdaderos esfuerzos por no volver a sus labios.
- Carlos -su voz refleja confusión, y un pequeño reclamo. Me llevo las manos a la cara y me froto el pelo nervioso.
- Lo siento Valeria. Todo esto es un error. No debería estar comiéndole la boca a mi Jefa de Ingenieros. Es muy poco profesional por mi parte.
Valeria abre un poquito los labios y los cierra soltando un pequeño jadeo. Se muestra azorada y también algo desilusionada. Y yo soy un cabrón por tratarla así. Me doy la vuelta y pongo mi mano en el pomo de la puerta. Antes de irme me giro para hablar con ella. Tiene su mirada fija en la mía y está mordiendo esos labios de cereza.
- Cuando salgas, ten cuidado que nadie te vea. Lo que nos faltaba es que alguien pensara lo que no es.
Recibo las felicitaciones de todo mi equipo. Estoy contento. He hecho una buena carrera. Y aunque he sido tercero, me he subido al podio. He cantado mi canción. La que me da suerte. Y esperaba que ella la estuviera escuchando. Canto como el culo, lo sé. Pero, quería que ella me escuchara.
https://youtu.be/mGkrbzJZCoE
Cuando la veo venir hacia mi, todo mi cuerpo reacciona a su presencia. Ella solo me ha dado un pequeño abrazo, más por compromiso que por otra cosa. Más de lo que merezco. No me habla. Ni me mira. Parece que es algo habitual en nosotros, lo de pelearnos y no hablarnos.
Sigo recibiendo besos y abrazos mientras la veo irse hacia donde está el italiano. Valeria se ríe a carcajadas a Aless. Puto italiano que la está abrazando y la tiene en su pecho.
Debería darme igual. Debería no importarme que otro la toque. Pero no me da. Me hierve la sangre. Todo el cuerpo. Y esa puta palabra en mi cabeza que cada vez escucho con más intensidad. Mia.
Me doy la vuelta fingiendo que no me importa cuando en realidad la echo de menos con cada fibra de mi ser. Me voy hacia la zona de los Home Trailer. Cruzo el pasillo y bajo unas escaleras. Voy directamente hacia el mío cuando Charlie me alcanza.
- ¿Qué le has hecho ahora? -me pregunta él con bastante dureza en su voz.
Sigo andando sin hacerle ni caso. Sé que me está hablando de ella. Lo sé. Abro la puerta de mi trailer con la tarjeta y entro dentro dejándome caer en uno de los sofás. El idiota del monegasco aún sigue detrás de mi, y no sé va a ir hasta que le diga algo.
- ¿Porqué crees que le he hecho algo? -le pregunto echándome hacia atrás en el sofá.
- Casi ni os habláis. Ella te rehúye. Apenas te ha felicitado... ¿sigo?
Me llevo las manos a la cara y después de soltar una maldición, me quito la parte de arriba del mono. Necesito una ducha, pero ya.
- La he besado -le confieso a mi amigo.
- La has besado -repite él .
- Dos veces.
- Dos. ¿Y qué más?
- Y la segunda vez le dije que había sido un error.
Charlie chasquea su lengua y se sienta a mi lado. Me da una palmada en el muslo y se echa hacia atrás.
- ¿Y lo ha sido? -me pregunta él.
- No lo sé, Charlie. He disfrutado de cada beso con ella y he deseado más, pero...mi cabeza piensa otra cosa.
- Tú lo que estás es acojonado Carlos. Debes pasar página de una puta vez. Todos las tías no son como Nerea, a ver si te enteras.
- Al final van todas a lo mismo -le respondo en un tono neutral como si todo me diera igual.
- Valeria no -me contesta él con decisión.
- La conocemos de hace un mes, Charlie. Tampoco la defiendas tanto -le digo con algo de sarcasmo en mi voz.
- Defiendo lo que veo. Y Valeria es una tía de puta madre. Si tú no lo quieres ver, es tu problema.
- Pues será mi problema, entonces.
- Tú sigue así pedazo de gilipollas. Sigue negándolo.
- ¿El qué, listo?
- Que te gusta más de lo que quieres admitir.
Cierro mis ojos y los vuelvo a abrir. Estoy cansado, muy cansado. Charlie se pone en pie porque ni ganas de hablar tengo.
- Dime una cosa, si ella saliera con Aless, si acabara con él, ¿tú cómo te sentirías?
Miro a mi amigo algo desconcertado. Y pensar que ella fuera de él, hace que apriete mi mandíbula y que una oleada de furia atraviese mi cuerpo. Charlie me mira con diversión porque el cabrón sabe perfectamente lo que siento.
- Pues Aless la ha invitado a salir ésta noche. Hala, que pases buena tarde.
*** Un poquito de drama nunca viene mal ¿verdad?.
Spoiler : no será el único de esta historia.
Animaos y dejas vuestros votos y comentarios si os ha gustado el capítulo.
Muchos besos y abrazos ***
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