11. 𝒟𝑒𝓈𝓅𝒶𝒸𝒾𝓉𝑜
El circuito de pruebas de Fiorano era un hervidero de gente. Es lo que tenía tener tu propio recorrido dentro de la Fábrica. La mitad de los trabajadores estaban aquí asistiendo entusiasmados a la primera prueba en firme de los discos de Beronnio. El piloto en pruebas había seguido las precisas indicaciones de Valeria. Ella había previsto los fallos que pudieran tener, y era lo primero que quería comprobar.
- Supongo que lo habrás apuntado, aunque bueno, aquí está la idiota de Lenna para recordártelo todo. Que se ve que soy tu puta agenda.
- Es que lo eres, cariño.
Carlos le guiñó un ojo a su Relaciones Públicas mientras ella rodaba los suyos fastidiada. Cuando fuera el Gran Premio de Australia, Carlos tenía que hacer un par de actos de promoción una vez terminada la carrera, y si ella no se lo recordaba constantemente, al madrileño se le olvidaba, porque estaba claro que tenía otras cosas en la cabeza. La castaña le dio una palmada a su piloto y salió del circuito en dirección a su despacho, dejando allí al madrileño concentrado en esas otras cosas.
- Se va a dar cuenta de que la estás mirando.
Carlos ni se inmutó ante las palabras de su amigo Charlie. En su lugar, apretó la mandíbula viendo como uno de los mecánicos de la fábrica abrazaba a Valeria y ella correspondía a ese abrazo.
- ¿Quién? -le contestó Carlos con algo de dureza.
- El jefe.
- Me importa una polla Aless. Ya estoy hasta los huevos de él y de sus advertencias. Si me da la gana me acercaré a ella. No es nadie para prohibírmelo.
Charlie empezó a reír y le dio una palmada a Carlos en la espalda, mientras el otro soltaba un gruñido dirigido no precisamente a él. Desvió de nuevo su mirada al arcén del circuito agudizando su mirada.
- ¿Tiene que tocarla tanto? -le preguntó el madrileño al monegasco apretando sus puños a ambos costados.
- ¿Y a ti qué coño te pasa? Parece que te molesta todo el que se acerca a ella.
- Porque Luigi va a lo que va con las tías...
- Pues casi como tú, colega, que el Amalio lo has usado de picadero hasta hace poco.
Carlos resopló y gruñó de nuevo, y esta vez, se lo hizo a su amigo.
- No me acuesto con nadie desde el día que apareció Valeria en la fábrica -le admitió Carlos sin quitarle la vista de encima a la rubia. El coche de pruebas llegó hacia su posición y ella se acercó para hablar con el piloto. La vio inclinarse mientras el chico se bajaba el casco y sus ojos se fueron a como el pantalón oficial del equipo le marcaba el culo.
- ¡No te puto creo! -le dijo Charlie riéndose- entonces...es que te gusta de verdad... de eso al amor, solamente hay un paso, Chilly.
- No te pases, Lord, que nadie ha hablado de amor. -Carlos vio como Valeria daba palmadas y se abrazaba de nuevo al napolitano Luigi. Estaba a esto de ir y sacarla del puto circuito y llevársela lejos de sus garras.
- Necesitas echar un polvo amigo, bueno, necesitas echarle un polvo. Esta tensión sexual que hay entre vosotros, va a explotar algún día.
El madrileño no pudo responderle. Valeria caminó hacia ellos, bueno, más bien, trotó hacia donde los dos pilotos estaban, muy contenta. Al llegar hasta su posición se arrojó a los brazos de Charlie ante la sorpresa y la decepción de Carlos.
- ¡Charlie! -le gritó ella mientras lo abrazaba. El monegasco la agarró y le guiñó un ojo a su compañero de equipo endureciéndolo aún más.
- ¿Qué pasa, hechicera? -le preguntó él separándola de sus brazos. Tampoco era cuestión de hacer enfadar aún más a Carlos.
- Los discos de Beronnio van de puta madre. Ni se han desgastado ni nada. Estoy deseando que los probéis en Bahrein -le dijo ella muy contenta. Por fin, sentía que su trabajo valía la pena.
- ¡Pues me alegro un montón! Por fin una buena noticia -le contestó Charlie tremendamente contento.
- Yo también quiero un abrazo -le dijo Carlos cruzando sus brazos. Odiaba que lo ignoraran, y más si era ella.
- Anda, ven aquí, celosillo -Valeria agarró su mano y tiró de Carlos para fundirse en un abrazo con él.
Carlos demoró unos buenos segundos su agarre en ella. Tenerla así, tan cerca, con la calidez de su cuerpo junto al suyo, le producían miles de sensaciones difíciles de explicar. Mía. Ese grito de nuevo en su cabeza, al que ya se estaba acostumbrando cada vez que estaba cerca de Valeria. Su olor a vainilla mezclado con el de grasa de motor. Los mechones de pelo que le cosquilleaban en la cara con cada ráfaga de aire. Su pequeña cintura que era rodeaba por completo por sus brazos. Era tan consciente de ella y de su cuerpo que parecía que el mundo se había detenido en ese abrazo. Se separaron ambos a desgana, pues el ruido del resto de trabajadores del circuito, así como las felicitaciones, no se hicieron esperar.
- ¿Queréis que vayamos a celebrarlo? -le preguntó Valeria a los dos pilotos con una enorme sonrisa de satisfacción en su cara.
- ¿No vas a quedar con tu admirador?
Carlos no lo pudo evitar. Le hizo un gesto con su cara señalando al joven mecánico. Valeria desvió su mirada hacia donde él le decía y reprimió una sonrisa. Estaba segura de que el piloto madrileño la había visto abrazarlo y por eso actuaba de esta manera.
- Los únicos admiradores que me importan sois vosotros -le contestó ella guiñándoles un ojo- ¿nos vemos en el hall del hotel a las 21.00?
- ¡Allí estaremos! -le respondió Charlie antes de que ella se fuera. Carlos se quedó mirándola sin poder apartar la vista de sus caderas y de esos andares tan sensuales que estaba seguro de que ella no hacía a propósito.
- Esta noche te duele la cabeza y te quedas en tu cuarto Lord -le dijo Carlos medio advirtiéndole.
- ¡Y una buena mierda!, yo no me pierdo la oportunidad de fastidiarte la noche, Chilly.
- Ya llevas fastidiándome la temporada y aún no ha empezado.
- Y lo que te queda, idiota. Pienso hacer de tu vida un infierno hasta que le digas a Valeria que te gusta.
- Pues espera sentado, hijo -le respondió Carlos mientras miraba como la rubia era rodeada por su equipo de mecánicos. Por instinto, ella ladeó un poco su cabeza hasta que su mirada se cruzó con la de Carlos y le dio una genuina sonrisa que él respondió inmediatamente.
- Llevo un rato sentado, Carlos, cuando quieras, nos vamos.
- Me dais miedo, los dos.
Valeria señaló con uno de sus dedos a los dos pilotos. Acababan de contarle una de sus últimas aventuras, la cual, por cierto, había sido culpa del monegasco, una vez más.
- Pues tenlo, nena -le dijo Charlie poniendo voz sensual y guiñándole un ojo a la rubia.
- Es que a ti hay que temerte Charlie, tienes cara de malo -le dijo Valeria riéndose. Le pegó un trago a su cerveza y su vista se desvió unos segundos a su izquierda, donde Carlos le daba vueltas a la suya agitando su cabeza.
- ¿Yo? Pero si yo soy muy bueno, ¿verdad, Carlos? -Charlie miró a su amigo haciéndole un puchero ganándose la mirada reprobadora del madrileño.
- Tú eres un puto demonio Leclerc, y me arrastras siempre a hacer maldades -le contestó Carlos sin perder la seriedad.
- Y tú eres un puto rollo, Sainz -siguió diciéndole el monegasco.
- ¡No te metas con él! -le dijo Valeria. Agarró la barbilla de Carlos y la agitó un poco- ¿es que no ves la cara de bueno que tiene?
Carlos se dejó tocar por ella mientras Valeria reía. Ella lo soltó y le sacó la lengua mientras le daba un trago a su cerveza. Se habían venido a cenar a una osteria, a las afueras de Maranello. La rubia tenía que admitir que se lo estaba pasando con los dos pilotos mejor de lo que pensaba. Excepto un par de chicas de la sección de mecánica, y un par de conversaciones con Lenna, no tenía lo que se dice, una amistad con nadie, excepto con los dos chicos que tenía enfrente.
- Y estoy muy bueno también -le dijo Carlos guiñándole un ojo. Valeria apretó sus labios y sintió sus mejillas enrojecer. Apartó su mirada de la suya y se concentró en su vaso mientras reprimía una sonrisa.
- ¿Valeria? -le preguntó Charlie. Tenía unas ganas de chinchar a estos dos que no eran ni normales. Toda la noche mirándose furtivamente. Riéndose con los comentarios del otro y con mucha tensión sexual no resuelta fluyendo alrededor de ellos.
- ¿Qué? -le contestó la rubia apartando la mirada de su bebida.
- ¿Quién está más bueno? ¿Carlos o yo?
La rubia sintió de nuevo sus mejillas arder y apretó sus labios nerviosa. Charlie la miró poniéndose serio esperando su respuesta. Al igual que Carlos. El cual, no le había quitado ojo en toda la noche. Y no ayudaba esa falda negra corta que le llegaba a mitad de los muslos y que, más de una mirada a lo largo de la noche, se había ganado la susodicha prenda.
- Cada uno en su estilo -le contestó ella con diplomacia.
- ¿Qué estilo, rubia?
- Pues tú en tu estilo monegasco y él en su estilo madrileño.
Charlie empezó a reír y dio una palmada en la mesa. Para nada estaba satisfecho con la respuesta de Valeria. Quería que admitiera que Carlos le gustaba a ver si su amigo se daba también por aludido.
- ¿Y a quién de los dos te llevarías a una isla desierta para vivir una tórrida aventura sexual? -siguió diciendo Charlie. Valeria adivinó las intenciones del piloto y bufó una palabrota en italiano que le hizo reír. Estaba claro lo que quería, pero, como decía su abuelo, de perdidos al río Valeria. Además, estaba ligeramente perjudicada de chupitos de tequila y le daba igual lo que saliera por su boca porque mañana haría como que no se acordaba de nada.
- Pues con Carlos.
Carlos tragó saliva y dejó a medio camino el trago de cerveza. Miró a la rubia y una pequeña sonrisilla escapó de su cara. No lo pudo evitar y alzó sus brazos riéndose.
Estaba muy claro quien mandaba en los pensamientos de su Ingeniera, y no era otro que él. Ambos compartieron esa mirada, esa chispa que encendió la mecha que necesitaban para empezar a arder el uno por el otro.
- Sé más concreta, hechicera -le siguió retando Charlie- quiero que me expliques por qué no me llevarías a mi.
- Ay, Charlie -Valeria bajó un poco su cabeza hasta casi ni mirarlos.
- Hablamos de sexo, no lo olvides.
Valeria se mordió el labio y se puso las manos en la cara muerta de la vergüenza. Se las quitó y se encontró con dos pares de ojos que la miraban esperando su respuesta.
- Porque contigo, querido Charlie, seguro que serían diez minutos, y estoy siendo muy generosa, y con Carlos seguro que me tenía toda la noche entretenida.
Valeria se llevó su cerveza a la boca sin ser capaz de mirar al madrileño, el cual había crecido dos centímetros tras la confesión de la rubia. Sí que la tendría entretenida toda la noche, y el resto del día a ser posible. El día que la tuviera en su cama sería para que no saliera en más de 24 horas.
- ¡Qué mala persona eres, Valeria! Yo soy un puto dios del sexo, las mujeres me adoran. No sabes lo que te pierdes rubia, te iba a dar los orgasmos de tu vida, pero, eso es algo que jamás sabrás -Charlie se hizo el indignado y cruzó sus brazos.
- Créeme, podré vivir con ello -le dijo ella rodando sus ojos- y eso de que las mujeres te adoran... desde que te conozco no he visto que ninguna haga cola en tu puerta.
- Eso es porque soy discreto -me dice él con suficiencia.
- Y tan discreto que no te comes una rosca -le contesta Carlos chinchándolo.
- Perdona, no todos somos como "Smooth operator" que es suave con los coches y con las chicas...
- ¿Por qué te llaman así -le preguntó Valeria girando un poco su cabeza hasta mirarlo directamente a los ojos?
- Cuando hice podio por primera vez en Brasil, canté un trozo de la canción de Sade, y desde entonces es una especie de ritual cuando gano.
- La canta poco -apuntilló Charlie con una carcajada.
- ¿Sabes una cosa? Me recuerdas a mi hermana Charlie, eres de joío por culo como ella -le dijo Valeria.
- ¿Tienes una hermana?, ¿y es guapa? -le preguntó el otro bastante interesado.
- Muy guapa, más que yo.
- Eso es imposible -contestó Carlos haciendo que ella soltara un pequeño gemido. Miró al madrileño y él mantuvo su mirada en ella, curvando su boca en una ligera sonrisa. Esta noche no era solo ella a la que se le aflojaba la lengua.
- Quiero fotos y datos -le dijo Charlie metiéndose por medio.
Valeria rodó sus ojos y sacó su móvil de su bolso. Lo desbloqueó y buscó una foto de su hermana, la más reciente. Se la enseñó al piloto y él cogió su móvil muy interesado.
- ¡Joder! sí que está buena -le contestó viendo la foto de la rubia. Charlie tuvo que admitir que la hermana de Valeria era muy guapa, pero mucho- ¿tiene novio?
- No, no lo tiene. Está divorciada de un hijo de puta -le contestó ella con rabia. Apretó sus puños recordando al cabrón de Chris.
- ¿A quién hay que pegar? -le dijo el monegasco sin poder apartar sus ojos de la pantalla.
- Ya lo hice yo -les dijo ella con orgullo.
- ¿Le pegaste a un tío?, ¿de verdad? -le preguntó Carlos mirándola casi sin creérselo.
- Sé kárate. Y si, le pegué. Se lo merecía -Valeria apretó su puño encima de la mesa y emitió un suspiro entrecortado. Los dedos de Carlos se enlazaron con los suyos haciendo que abriera su mano. Ella lo hizo dejando que él la tranquilizara.
- ¿Cómo se llama? -le dijo Charlie poniendo el móvil encima de la mesa.
- Diana.
- Me gusta. Como la diosa de la luna, la caza y la naturaleza. Espero que me presentes a tu hermana como es debido -le dijo Charlie dándole una sonrisa cómplice.
- No sé yo si presentártela, lo mismo os acabáis tirando los trastos a la cabeza.
- Si tu Diana quiere guerra -le dijo él guiñándole un ojo- en la cama le doy toda la que quiera.
Valeria rodó sus ojos y acabó posando su cabeza en el hombro de Carlos. Pensar en el matrimonio de su hermana la había puesto algo triste. Recordaba lo que ella sufrió y lo que le costó quitarse de en medio a su ex. Fue una mala época para ambas.
- Me dijiste que si alguna vez sentía que me pasaba algo te lo dijera -le dijo Valeria a Carlos en un susurro mientras Charlie iba al baño.
- ¿Estás bien? -le preguntó él acariciando su mano con la yema de sus dedos.
- Algo así -le contestó ella apretando uno de sus dedos con los suyos.
Permanecieron unos segundos en silencio concentrados cada uno en las caricias que recibían en los dedos del otro. A Carlos, el que ella tuviera su cabeza en su hombro, le había gustado mucho. Sentía que ella tenía más confianza con él y que estaba segura a su lado. A través de los altavoces empezó a sonar una canción que a Valeria le hizo recordar a las noches de verano con su madre en La Gomera. Era "Despasito" de Luis Fonsi. Empezó a cantarla bajito siguiendo el ritmo con un suave movimiento de su cabeza.
Sí, sabes que ya llevo un rato mirándote
Tengo que bailar contigo hoy
Vi que tu mirada ya estaba llamándome
Muéstrame el camino que yo voy
Oh, tú, tú eres el imán y yo soy el metal
Me voy acercando y voy armando el plan
Solo con pensarlo se acelera el pulso (oh yeah)
- Ya sé como hacer para tranquilizarme -le dijo Valeria a Carlos ladeando un poco su cabeza. Sus ojos hicieron contacto y ella dejó escapar un suspiro que cosquilleó en la mejilla del piloto. Se puso en pie y le tendió la mano al chico- ¿vienes?
- ¿A dónde? -le preguntó él algo confuso.
- Pues a bailar, ¡dónde va a ser!
Carlos la miró alzando una de sus cejas. Ni de coña iba a bailar. Odiaba bailar. Su ex lo había intentado millones de veces y nunca lo había conseguido.
- No me gusta bailar Valeria -le dijo él con algo de dureza en su voz.
- Eso es porque no has bailado con la persona adecuada.
Esa frase. Esa respuesta sincera, caló tan hondo en su cabeza que Carlos no tuvo más remedio que ponerse en pie y agarrarse a su mano. La hechicera tenía razón. Nunca había bailado con la persona adecuada, por eso, no le gustaba hacerlo. La siguió hasta la improvisada pista de baile, donde un par de parejas hacía lo mismo que ellos, dejarse llevar por la música y la canción.
Valeria puso sus manos en el hombro de Carlos con algo de timidez. Lo miró sonriéndole un poco y dejó que él pusiera las suyas en su cintura atrayéndola poco a poco hacia él. La canción parecía un pequeño canto hecho exclusivamente para ellos.
Despacito
Quiero respirar tu cuello despacito
Deja que te diga cosas al oído
Para que te acuerdes si no estás conmigo
Despacito
Quiero desnudarte a besos despacito
Firmar las paredes de tu laberinto
Y hacer de tu cuerpo todo un manuscrito
Carlos sentía cada frase, cada nota musical. Eso es lo que deseaba de ella. Susurrarle al oído. Tenerla desnuda y llenar su cuerpo de sus besos y sus caricias. Su mirada se torno oscura. Apoderada por el deseo. Bailar con ella, tenerla en sus brazos, estaba empezando a despertar otra clase de sentimientos y de instintos. Su mano subió lentamente por su espalda hasta acariciarla de arriba a abajo conforme los dos se movían. Los dedos de Valeria se movieron hasta posarse en su cuello. Trazó círculos con ellos en su nuca mientras su mirada estaba fija en su boca, en esos labios que deseaba besar y que fueran los que la besaran. Un pequeño gemido salió de su boca cuando Carlos deslizó sus manos por su espalda hasta posarlas de nuevo en su cintura sin poder dejar de mirarla.
Quiero ver bailar tu pelo
Quiero ser tu ritmo
Que le enseñes a mi boca
Tus lugares favoritos
Déjame sobrepasar tus zonas de peligro
Hasta provocar tus gritos
Y que olvides tu apellido
Valeria ser mordió el labio inferior al escuchar esta parte de la canción. Tragó saliva despacio incapaz de apartar su mirada de la de Carlos. Él se acercó a ella y dejó que su cabeza reposara en su pecho. La tenía aún más cerca. Lo más cerca que la había tenido en su vida, siendo ella consciente, claro está. Ahora no estaba dormida. Ahora estaba despierta y todas sus miradas y sus sonrisas eran para él. Su corazón le bombeaba en el pecho como si acabara de terminar una carrera y estuviera esperando el premio del ganador. Aunque el premio lo tenía en sus brazos en este momento.
- Acabo de descubrir que me gusta bailar -le dijo Carlos a Valeria en un leve susurro que hizo que todas sus terminaciones nerviosas sufrieran un ligero y agradable temblor.
- Y yo que esta es mi canción favorita.
*** El siguiente capítulo va a ser...para morirse.
Muchos besos y dadme amor en forma de estrellita, si os apetece. Gracias. Os adoro. ***
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