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𝟧𝟩. 𝒞𝓇𝒶𝓈𝒽

Carlos y yo estamos sentados en el pequeño sofá de su trailer. En unos minutos tendremos que salir de aquí y volver a la realidad : enfrentarnos a Aless y las consecuencias de todo lo que ocurrió ayer. Me abrazo más a su cintura sintiendo los latidos de su corazón, esos que son mi calma.

- Nena, pon una canción de esas tuyas que no conozco. Pero una movidita.

Me río ante su petición. Carlos ha ido cambiando sus gustos musicales desde que estamos juntos e incluso tuve que hacerle una playlist con mis canciones favoritas. Cojo su móvil y busco en YouTube la canción en la que estaba pensando. Le doy al play y después de ponerle los auriculares, le tiendo uno para que la escuchemos juntos.

https://youtu.be/UprcpdwuwCg

Carlos sonríe en cuanto las primeras notas de Heathens de Twenty One Pilots comienzan a sonar.

- Buena elección.

Me dice cerrando sus ojos para ponerme de nuevo en su pecho. Durante unos minutos, los que dura la canción, ninguno de los habla. Nos dejamos arrastrar por las notas y sonidos que escuchamos disfrutando de esta tranquilidad que no sé cuánto podrá durar.

- Te quiero, Valeria. Nadie tiene que decirme a mi como quererte. No podrán con nosotros. Jamás.

Siento los dedos de Carlos aún entrelazados con los míos. Antes de doblar esa esquina que nos va a separar, él tira de mi hasta estrecharme entre sus brazos. Puedo sentir los latidos de su corazón, los cuales están calmados, más que los míos. 

- No olvides que te quiero. Y si ese cabrón se pasa contigo, me llamas que ya iré yo a cagarme en su puta madre.

- No te preocupes. No le tengo miedo -mis manos se deslizan por su pecho hasta subir y entrelazarlas por detrás de su cuello. Un pequeño suspiro se escapa de mis labios y al mirarlo puedo ver que su mirada está calmada.

Nos damos un último y pequeño beso antes de separar nuestros caminos. Él tiene que hacer una entrevista con Charlie, y yo voy al garaje. Me despido de él murmurándole un te quiero que sólo él escucha. 

 Tengo que coger aire e intentar calmar los latidos de mi corazón. Estoy nerviosa. Y mucho. Porque no sé lo que me voy a encontrar cuando vea a Aless. No sé si va a hacer realidad sus amenazas. Aunque, he pensado que no me voy a quedar callada esta vez. Atravieso la entrada y el movimiento de los mecánicos es lo primero que me da los buenos días. Saludo a unos y a otros y me coloco en mi puesto. Cojo mi tablet con los datos y empiezo a repasar la telemetría. Procuro no buscar a Aless. He decidido actuar como si no pasara nada. 

Me confirman que todo está de maravilla y me doy la vuelta para ir a por mi primer café. Es girarme, y me encuentro a Aless. Las pulsaciones de mi corazón empiezan a dispararse e intento que no se me note lo nerviosa que me pone. Le doy una débil sonrisa, pero, él no me corresponde.

- Tenemos que hablar -me dice con brusquedad. Su fría mirada se posa en mi apretando su mandíbula de modo nervioso.

- Tú dirás -le respondo de igual manera intentando mantener la compostura.

- Aquí no, arriba -me dice señalando hacia las escaleras.

Trago saliva y contengo el aire que quiere salir de mi garganta. Lo sigo a través del garaje subiendo las escaleras que me llevan hacia la parte de arriba. Entro al mismo despacho donde ayer se peleó con Carlos. Cierra la puerta y se sienta encima de una mesa cruzando sus brazos.

- Has incumplido una parte de tu contrato -me dice él con dureza y con mucha seriedad en su voz. Me pongo a repasar mentalmente los documentos que firmé, por si en alguno de ellos ponía que no podía tener una relación amorosa con alguien del equipo, y resulta que no es así

- ¿Qué parte? -le respondo intentando parecer calmada cuando lo que me apetece es decirle que me deje en paz.

- Los discos de Beronnio. Nos diste la exclusividad, y resulta que el padre de Carlos los está usando en su coche de Rally.

Alzo una de mis cejas y una carcajada sale de mi garganta. No lo puedo evitar. Aless aprieta su mandíbula y endurece su mirada. Lo veo oprimir sus dedos agarrándose los codos. 

- Te vamos a denunciar -sigue diciendo él intentando amedrentarme.

- Hazlo -le contesto alzando mi barbilla- pero antes, infórmate bien del contrato que firmé, que parece que no lo has hecho.

- Por eso estás aquí, Valeria.

- Pues entonces, es que no te has molestado en leerlo. En el contrato pone que le doy a Ferrari la exclusividad del uso de los discos durante tres años, para sus MONOPLAZAS, y no pone nada de que no puedan usarse en otros vehículos. Y resulta, que los discos son MÍOS, están registrados y puedo hacer lo que quiera con ellos, como si se los pongo a un tractor. Mientras no los lleve otro monoplaza, no pasa nada. Pero, bueno, si me equivoco, llama al señor Ferrari, que es con quien firmé el contrato.

Le doy una irónica mirada y Aless se muerde la lengua respirando fuertemente por la boca. Me quedo mirándolo unos segundos y lo veo apretar de nuevo su mandíbula.

- ¿Nada más? -le pregunto dando un paso para salir de ahí. Como no me contesta, me doy la vuelta para irme, pero, sé que él no ha dicho aún la última palabra.

- Se hartará de ti. Con su anterior novia estuvo un año y la dejó porque estaba cansado. Ahora eres la novedad, pero, se cansará de ti cuando ya el juguetito esté demasiado usado.

Intento aplacar mis nervios y no gritarle o pegarle, que es lo que se merece. Me giro y respiro pausadamente para que él vea que lo que me dice no me afecta. 

- Te estoy agradecida por la oportunidad que me has dado, Aless. Estar en Ferrari es lo mejor que me ha pasado en la vida. Pero eso no quiere decir, que te deba algo. Y si decirme todo esto es lo mejor que se te ocurre para separarme de él, pierdes el tiempo.

Aless me da una larga mirada. Sus ojos marrones estás algo oscurecidos y no dejan de mirarme con intensidad.

- Quiero echarte, pero no puedo -me dice él revelando por fin sus planes- no soporto verte con él.

- No te pega ser celoso, Aless.

- Te metiste en la cama equivocada, Valeria. Ya hay rumores en el paddock sobre vosotros y es cuestión de tiempo que os descubran. Espero que entonces, estés preparada para el acoso mediático al que te van a someter. Rebuscaran hasta debajo de las piedras y sacaran toda tu vida a relucir.

- No tengo nada que esconder. Me da igual -le digo encogiendo mis hombros.

- Esperemos también que a Piero Ferrari le de igual. Que uno de sus pilotos y su Ingeniera estén liados, es de poco profesional.

- Bueno, también lo hubiera sido si la ingeniera se hubiera liado con el Jefe de equipo, ¿o no lo sería porque eres tú? 

Aless da la callada por respuesta porque sabe que tengo razón. 

- Mira, Aless, me da igual lo que pase. No tengo que demostrar nada. Soy una gran profesional y ha quedado claro todos estos meses. Lo demás, es mi vida privada. Y si tengo que dejar el equipo lo dejaré, no me importa.

- ¿Lo vas a dejar todo por un tío? -se carcajea él. Me doy la vuelta mordiendo mi lengua porque hasta aquí ha llegado la conversación. Abro la puerta para salir, pero, antes de hacerlo, lo vuelvo a mirar para que sean mis palabras, las últimas en decirse.

- No, lo voy a dejar por Carlos, que es diferente.

Miro a Carlos como se mete en el monoplaza. Su visera aún está arriba. Me mira y me hace un gesto de asentimiento que yo respondo. 

- Ya sabes -le digo dándole las últimas instrucciones- en las curvas 3, 4, 5 y 6, estabilidad. Tenemos suerte de que el agarre aerodinámico sea perfecto.

- ¿Lo has revisado tú? -me pregunta poniendo su mano en la carrocería. Acerco la mía para rozarla. Aunque sé que apenas lo nota con los guantes, él se da cuenta y su boca se curva en una ligera sonrisa.

- Como siempre. Los discos aguantarán tanta frenada. Llevas unos nuevos y no creo que haya que cambiarlos.

- Oído.

Le doy las últimas instrucciones, como siempre, y vuelvo a mi puesto. Uno de los mecánicos me da mi tablet y me pongo a su lado para vigilar que todo sea correcto. Me pongo los auriculares y miramos por la pantalla como los semáforos aún están en rojo.

- Espero que no tengamos problemas -me dice Aless colocándose a mi lado- dame una buena razón para echarte. Lo estoy deseando.

El italiano me da una intensa mirada y se va hacia su zona. Aprieto mis dientes y fijo mi vista en la pantalla maldiciendo en español, que sé que le jode más.

- ¿Ha dicho que quiere echarte? -me pregunta Thalia DiAngelo. Es la segunda al cargo después de Aless y a veces pienso que tiene más idea que él de todo esto, ochenta veces.

- Si, eso ha dicho -le contesto mirando como Aless da órdenes a grito pelado y todo el mundo baja la cabeza.

- Mejor que se vaya él. Estoy hasta el coño de aguantarlo.

Miro bastante sorprendida a Thalía. Lo que menos me esperaba es que ella dijera esto. La italiana me da una pequeña sonrisa y se va resoplando hacia su sitio. Cojo aire y miro hacia la pantalla. En breves segundos se da la salida y todos estamos en silencio. 

- Carlos, ¿algo que decir antes de salir? -le pregunta Aless a través de la radio.

- Si. Nakupenda -contesta él riéndose.

Quedan algo menos de la mitad del circuito para que acabe la carrera. Max va primero, Carlos segundo y Lando tercero. Nuestros pilotos ya han hecho una parada y están a punto de hacer otra. 

En cuanto pasen la curva 20, los tendremos aquí. Esta parte es muy delicada. Es la típica horquilla en la que hay que frenar muy bruscamente y acelerar. Y la tracción tiene que rallar la excelencia a la salida. Pero es que encima, hay un desnivel, y la curva se ciega. Hasta que el piloto no inicia el giro, no ve la salida de la curva. La trazada es complicada. Hay que tener mucha destreza para salir de aquí, y más de uno ha tenido problemas hoy en ésta zona.

- Carlos. Cuando vayas a aproximarte a la recta, intenta aguantar la frenada todo lo que puedas. Así ganaremos velocidad -le dice Aless al piloto a través de la radio. Me quedo mirándolo bastante sorprendida porque precisamente, eso no es lo que tiene que hacer. Me acerco despacio y él ni me mira mientras lo hago.

- Debería frenar y acelerar nada más empezar -le digo con todo el cuidado que puedo.

- El jefe de equipo soy yo, Valeria. Y si yo digo que haga eso, lo hace -me contesta con brusquedad.

- Valeria tiene razón -apuntilla Thalía poniéndose de mi lado- no va a poder usar la tracción con tiempo si deja la frenada para el final.

- Vaya, ahora resulta que aquí sabéis vosotras más que yo -le dice Aless apretando su mandíbula- cuando necesite consultaros algo, lo haré.

Aless vuelve a dictarle órdenes a Carlos ante mi impotencia. Me muerdo los labios y me doy la vuelta porque no puedo aguantarme más.

- Quemará los discos si hace eso y el motor podría sufrir -le digo a Aless bastante enfadada.

- Bueno, pues entonces comprobaremos como de buenos son tus discos.

Me doy la vuelta bastante enfadada y preocupada. Tengo un mal presentimiento. Uno horrible. Me quedo mirando la pantalla al lado de Thalía con el corazón en un puño. Me late tan deprisa que creo que se me va a salir del pecho. Carlos enfila la salida de la curva, siguiendo las instrucciones de Aless. Lo odio tanto ahora mismo. Aguanta la frenada, cuando todos los demás no lo han hecho, hasta casi finalizar la recta. El italiano le grita y entonces sucede. El coche hace una maniobra extraña y de pronto se escucha una explosión en la unidad de potencia. 

En el garaje se forma un revuelo y yo me llevo las manos a la boca después de soltar un chillido. Otra segunda explosión me hace gritar de nuevo y el coche de Carlos empieza a incendiarse por la parte del motor. Lo que ha ardido es el propulsor por lo que puedo ver a través de las pantallas. 

Siento como el corazón me da un vuelco y como todo mi cuerpo empieza a temblar. Un sudor frío lo recorre y yo solo quiero salir de aquí e ir corriendo hacia donde está él. Veo que la cubierta del motor se desencaja y que Carlos no sale del coche. 

- Oh, dios. ¡Que alguien le ayude! -grito más para mi que para los demás.

Carlos intenta aparcar el coche, pero, está en una pendiente y el coche rueda hacia abajo, a la vez que las llamas se van extendiendo. Estoy muerta de miedo. Asustada. Las lágrimas corren por mis mejillas y siento mi corazón latir con mucha fuerza. 

Respiro con mucha dificultad sintiendo que me falta el aire. Apenas puedo respirar. No puedo perderlo. No. Si le pasa algo, yo me muero. 

Me castañean los dientes y el miedo me posee por completo. El aire es denso. Caliente. Pero yo tengo mucho frío. Ni siquiera soy consciente de que en el garaje se mueven todos. Carlos sigue en el coche. Yo sigo estática. Paralizada por el miedo. El coche va cuesta abajo y nadie acude en su ayuda. Se está quemando. Y no puede salir del puto coche al que ahora odio con toda mi alma. Me llevo las manos a la boca y me muerdo los nudillos. Tomo aire. Grito. Lloro. 

 Un comisario se acerca y vemos que le ponen una cuña al coche mientras acuden a ayudarle. Las llamas son cada vez más altas y casi lo están rodeando. Las lágrimas me nublan la vista. 

Y él no puede salir del coche. 

Quitan las imágenes de Carlos y yo empiezo a llorar cada vez más fuerte. Me encojo y me sujeto el corazón. No puedo dejar de llorar. Si le pasa algo, creo que yo misma cometeré una locura. Tiene que estar bien. Tiene que estarlo. Intento calmarme. Pensar con racionalidad, pero no puedo. Me giro un poco y veo a Aless venir hacia mi con la cara desencajada. Se acerca lentamente mientras yo trago saliva pensando en salir corriendo fuera de este garaje para buscar a Carlos.

- Pues no eran tan buenos tus discos -me dice él casi en un susurro. Alzo mi mirada y siento ahora mismo que toda la rabia que tengo acumulado por él quiere salir. Y es lo que hago.

- ¡Hijo de puta! -me acerco a Aless y levanto mi mano dispuesta a cruzarle la cara, pero Thalía me agarra del brazo impidiéndome que lo haga. Tira de mi pero yo ya estoy tan furiosa que solo quiero pegarle a este cabrón- ¡casi lo matas! ¡todo esto es por tu culpa! ¡cabrón de mierda!

Me agarran entre unos cuantos y Aless permanece impasible mirándome irónicamente.

- ¡Como le pase algo te va a faltar mundo donde esconderte! ¡Hijo de puta!

Me suelto de quien me sujeta y salgo del garaje. Voy a buscar a Carlos. Tengo que saber que está bien. Fuera la gente está como loca. Hay mucho movimiento y yo camino sin saber muy bien donde ir. Intercepto a uno de nuestros mecánicos y lo paro con el brazo.

- ¿Y Carlos? 

- Está bien. Lo han sacado del coche y lo han llevado al área médica.

Le doy las gracias y salgo corriendo hacia allí. Por suerte está cerca y esquivando a la gente, llegó en menos de diez minutos. Fuera todo está lleno. De curiosos,  de público y de la prensa. Uso mi acreditación y me dejan pasar. Veo una ambulancia que acaba de llegar y cuando se abren las puertas de atrás, Carlos baja de ella por su propio pie. 

-  ¡Carlos!

Salgo corriendo hacia donde está él sintiendo que mi corazón se me va a salir del pecho. Él alza sus ojos y en cuanto me ve, abre sus brazos para recibirme. Me lanzo a ellos y dejo que me estreche en su pecho mientras empiezo a llorar de nuevo desconsolada. 

- Estoy bien. Estoy bien mi niña. No llores Valeria -Carlos acaricia mi espalda muy despacio. Me separo de él para mirarlo y comprobar que efectivamente lo está.

- Prométemelo -le digo mirándolo a través de mis lágrimas.

- Te lo prometo. Estoy bien. Sólo ha sido un susto .

Los dedos de Carlos me borran las lágrimas. Él me sonríe y yo me acerco para besarlo. Pruebo sus labios y nos besamos con muchas ganas. Es un beso desesperado. Porque así estaba pensando que le había pasado algo.

- Te amo tanto, Valeria -me dice él abrazándome de nuevo- sólo pensaba en ti mientras estaba dentro de ese puto coche.

- Y yo a ti. Estaba tan preocupada.

- Estoy bien. Tienes que estar tranquila -Carlos me abraza y escuchamos a nuestro alrededor un barullo de gente. Pasa su brazo por entre mis hombros y pone mi cabeza en el hueco de su cuello- ven conmigo. Quieren examinarme por si me hubiera hecho algo.

- Creí que te perdía, Carlos -le digo abrazándolo con más fuerza.

- Esta vez el diablo no ha ganado. Ni un puto fuego podría apartarme de tu lado, Valeria.

*** Desgraciadamente, este capitulo está basado en hechos reales. Los que sois seguidores de Fórmula Uno ya sabéis que Carlos Sainz sufrió este accidente en el Gran Premio de Austria este año. Y la secuencia de lo que le sucedió es muy parecida a lo que os cuento. Pero, también tuvo suerte y no sufrió daños. 

Quería contaros, aunque supongo que eso ya lo sabéis, que desde hace unos días, se encuentra en mi perfil la historia de Max y Darcy, 1DESTINY, la cual os invito a leer porque creo que también os va a gustar. 

Y quería daros las gracias porque si, llegamos a los 100K con esta locura de historia, y eso es gracias a vosotros que la estáis apoyando dedicando unos minutillos de vuestra vida a leerla. 

Gracias por el apoyo y por acordaros de votar esta historia. Miles de besos y abrazos ***

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