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𝟦𝟢. 𝐿𝒶 𝓃𝓊𝑒𝓇𝒶

Madrid ha amanecido hoy con una temperatura asfixiante. Las once de la mañana y el termómetro marca más de 30 grados. Hace sólo una hora que llegamos a la capital procedentes de Bonn, desde donde hicimos escala.

Zanzibar. Los diez días más maravillosos de mi vida. Diez días en los que mis sentimientos por Carlos han crecido hasta ocupar mi corazón por completo. Durante nuestras vacaciones, me he dado cuenta de que él es esa persona que quiero tener a mi lado, todo lo que el tiempo nos permita. Estoy enamorada muy enamorada. Y él también lo está. Y si, de mi boca salen arcoiris y conejitos de lo feliz que soy.

Admiro el inmenso jardín que puedo visualizar a través de las cristaleras de su salón. Su casa es enorme. Preciosa. Decorada con mucho gusto y sencillez, y si, bastante acogedora. Siento sus brazos rodear mis hombros y como me atrae hasta poner mi cabeza en su pecho. 

- ¿Te gusta?

- Me encanta. Es muy grande, Carlos. Joder, si es que toda la casa de mi abuelo cabe en tu salón.

Él me abraza más fuerte, lo que me permite escuchar los rítmicos latidos de su corazón. Dejo que me acune despacio disfrutando del silencio de la casa. Estoy bastante impresionada con cada rincón que me ha descubierto de su hogar. Y él me lo ha mostrado todo muy orgulloso y haciéndome sentir que también estaba en mi casa. Estos días me he permitido no pensar en nada más que no sea él y nosotros. Sin dramas y sin pensar en un  y si

Lenna nos ha aconsejado que esperemos a que termine el campeonato para dejarnos ver y confirmar nuestra relación de manera oficial. Ella cree que nadie podrá problemas porque estemos juntos, pero, que ya se encargará ella misma de que no los haya. Piensa que Aless no tiene tanto poder en Ferrari como él cree, y es más, si llevara a cabo sus amenazas, siempre se le puede denunciar por innumerables motivos. La castaña se está encargando precisamente de eso. Y confiamos en ella plenamente. 

- Mi madre quiere que vayamos a cenar a su casa.

Me pongo tensa al instante y él se da cuenta porque me aparta de su pecho para que pueda mirarlo. Conocer a sus padres ya son palabras mayores.

- Si que me quieres, Carlos -le digo algo emocionada mordiendo mi labio superior algo nerviosa.

- Claro que te quiero, ¿acaso lo dudabas? -me dice él con algo de indignación en su cara.

- No, no lo dudaba, pero, si quieres que conozca a tus padres, es que...

- Te quiero mucho, Valeria, y si, quiero presentártelos. Quiero que conozcan a la mujer más importante de mi vida, a la que me hace feliz todos los putos días y quiero que vean lo increíble que eres.

Me llevo las manos a la cara intentando coger aire para respirar. Todos los días me dice que me quiere. Todos los días demostrándomelo a cada segundo lo que siente por mí, y aquí estoy yo, rendida a lo que siento por él.

- Te quiero, y mucho, Carlos. Y si, quiero conocerlos. Es justo. Conoces a mi madre, a mi abuelo y a mi hermana. Así que si, dile a tu madre que iremos a cenar. Yo también tengo que decirles que tienen un hijo maravilloso.

- Gracias, me hace mucha ilusión que los conozcas.

Carlos deja un tierno beso en mi boca y vuelve a abrazarme. Tengo que calmarme sin que se de cuenta, porque conocer a sus padres, supone un gran esfuerzo para mi. Aún no estoy bien del todo con lo que pasó en el Gran Premio de Francia. A veces me despierto por la noche con sudores fríos después de haber tenido una horrible pesadilla. Pero, desde que Carlos duerme de nuevo conmigo, ya no las tengo tan seguidas.

- Estás temblando, Valeria -sus manos frotan mis brazos de arriba a abajo porque hasta él se ha dado cuenta de que se me ha erizado la piel.

- No es verdad -le contesto intentando quitarle importancia para que él no se preocupe.

- Te lo noto, cariño.

- Bueno, tal vez un poco si.

- ¿Crees que puedo hacer algo para que te sientas mejor? -Carlos me da esa sonrisa que pone cuando sé lo que quiere, que es a mi.

- Tú siempre puedes hacer algo para que me encuentre mejor.

Estaba tranquila cuando hemos salido de casa de Carlos. Cuando nos hemos subido en su coche, pero ahora, estoy atacada de los nervios. Sus padres viven en Pozuelo, en una pedazo de casa de hormigón que hasta salió en el programa de Bertín Osborne. Con ellos vive su hermana Ana, la cual es cuatro años más pequeña que él. 

- ¿Lista? -me pregunta él mientras avanzamos por la entrada de la casa cogidos de la mano. Lo de respirar se está volviendo difícil a cada paso que damos.

- Para nada -le respondo aún nerviosa- es broma, es broma.

La puerta principal se abre, saliendo por ella una mujer de más o menos la edad de mi madre, con una larga melena castaña oscura. Por las fotos sé que es la madre de Carlos. En cuanto ve a su hijo, le sonríe con mucha dulzura y abre sus brazos para recibirlo. Separo mi mano de la suya para no estar en medio y me emociono de ver como abraza a su madre. Aunque yo haya visto a la mía hace poco, ya la hecho de menos.

- Mi niño. ¿Cómo estás? estás muy moreno -le dice ella apretando sus mejillas.

- Bien mamá, bien -Carlos se gira un poco y levanta su mano derecha buscando la mía. Mis dedos vuelven a unirse a los suyos y tira de mi hasta estar más cerca de su madre- mami, ésta es Valeria, mi novia.

La madre de Carlos nos mira a ambos y una sonrisa tonta se instala en su cara. Da una pequeña palmada al aire y se pone a reír.

- ¡Por fin dios mío! Gracias por escuchar mis plegarias -dice ella rodando sus ojos para después volvernos a mirar sin quitar la sonrisa de su boca

- ¡Mamá! -le dice Carlos algo indignado.

- De mamá nada. Que ya estaba hasta el toto de escucharte lamentarte porque ella se había ido y te había dejado solo. ¡Jesús! ¡que fastidio de niño! -abro mis ojos algo sorprendida y muerdo mis labios intentando contener una carcajada. Quien me iba a decir a mi que mi novio estaría llorando por las esquinas echándome de menos.

- Sabías que venía con ella a cenar, no sé a que viene tanto alboroto -le dice Carlos refunfuñando.

- Porque no me habías dicho que era tu novia, pedazo de idiota. 

- Eso le llamo yo también la mayoría de las veces -le digo metiendo baza en la conversación ganándome una airada mirada de Carlos.

- Porque tú eres la única novia lista que ha tenido mi hijo -me dice ella apartando a Carlos para acercarse más a mi.

- Sólo has conocido a una novia, mamá.

- Y créeme, que con esa se me quitaron las ganas de conocer a alguna más, hasta ahora, claro -la madre de Carlos se me acerca y me da dos cariñosos besos que yo recibo encantada- soy Reyes, su madre. Sólo te diré que espero que sepas muy bien donde te estás metiendo, cariño.

- Lo de meter déjamelo a mi mamá -abro mis ojos sorprendida y muerta de la vergüenza por lo que este idiota acaba de decir. La madre de Carlos me engancha del brazo llevándome hacia dentro de la casa mientras ignoramos a su hijo.

- Yo no lo crie así, te lo prometo -me dice ella mientras escuchamos a Carlos venir detrás nuestra haciéndole burla a su madre.

Entramos en la casa y me abruma todo lo que veo. Si la casa de mi novio es grande, ésta es enorme. La decoración, los muebles, el espacio...todo es exquisito. Reyes aún sigue enlazada a mi brazo, me acompaña hasta el comedor, donde está el padre de Carlos, el gran Carlos Sainz. No puedo evitarlo y a mi mente acude la famosa frase de Luis Moya, trata de arrancarlo, Carlos. 

A su lado, hay una chica castaña de largo pelo, la cual me mira frunciendo el ceño y sin levantarse de su asiento. 

- Carlos, cariño, ésta es Valeria, la novia de tu hijo -dice ella acercándome al padre de Carlos.

- ¿Novia? -dice la chica, la cual creo que es Ana, la hermana de Carlos- ¿tan pronto?

- Hola Ana, cariño -le dice su hermano acercándose a ella- también me alegro de verte.

Me concentro en el padre de Carlos, el cual me saluda con dos afectuosos besos y un pequeño abrazo. Le sonrío y espero a que me presenten a la chica, dándome la vuelta. 

- Esta petardo, es mi hermana Ana -dice Carlos cogiéndole el brazo a su hermana. A regañadientes, se levanta y viene hacia mi- y ella es Valeria, mi no...

- Si, tú novia si, ya te hemos oído todos -dice ella acercándose a mi para darme dos besos sin apenas tocar mis mejillas. Me evalúa de arriba a abajo mordiendo su lengua- no eres Nerea.

Cierro mis ojos y escucho a Carlos chasquear mi lengua. Me contó que su hermana se llevaba muy bien con su ex. Hasta el punto que cuando lo dejaron, ella le echó la culpa a él y casi ni se hablaban.

- ¡Gracias a dios que no lo es! -dice mi suegra con un gran aspaviento de su mano.

Pues nada. La noche comienza de puta madre.

- Tu hermana me odia -le digo a Carlos por lo bajini.

- Ella odia a todas las que no sean Nerea.

Bebo de mi copa y le sonrío al padre de Carlos, el cual está cortando jamón en la cocina. Al final, vamos a cenar aquí, algo que agradezco porque odio tantas formalidades. Yo soy tan sencilla como esto.

- Quiero probar ese rissotto, hijo, ahora que por fin te han enseñado a hacerlo en condiciones, estás tardando en invitarme a comer en tu casa -le dice su padre pasandole el plato de jamón recién cortado. Carlos me da un trozo y yo lo pruebo sintiendo que estoy en el paraíso.

- Mañana mismo si quieres -le contesta su hijo.- ¿tú vienes también, Ana?

Su hermana levanta la cabeza del móvil y niega con la cabeza. Me mira a mi y me da una sonrisa maliciosa.

- He quedado con Nerea, ya sabes, la tía con la que le has puesto los cuernos a tu novia actual.

Pego un respingo en el taburete. En la cocina se ha instalado un tenso silencio. Muerdo mis labios pero, es que no puedo callarme.

- ¡Ana! te estás pasando -le dice su madre pegandole un enorme grito que hasta a mi me asusta.

- ¿Por decir la verdad? -dice ella mirándome de nuevo a mi.

- A ver si maduras de una puta vez, hermana -le dice Carlos deshaciéndose de mi abrazo. Pone sus brazos en la encimera y encara a Ana ante la perplejidad de esta- te has dejado guiar por lo que te ha dicho ella. Pero ¿sabes qué?, que me da exactamente igual lo que pienses. Valeria es mi novia. Estamos juntos, así que ve acostumbrándote porque la vas a tener para rato.

Carlos deja escapar un largo suspiro y se da la vuelta para ponerse de nuevo a mi lado. Su mano aprieta mi hombro. Acerca su boca a mi mejilla y deja un beso al que yo correspondo sonriendole. Sus padres miran a su hermana con desaprobación y ella agacha su cabeza algo avergonzada. Segundos después nos mira a los dos levantando su barbilla.

- ¿Sabéis hacer tiramisú también?

El padre de Carlos guarda el coche con el que compite en su propio garaje. Según él, es porque no se fía de nadie y prefiere tenerlo bien cerca. Me muerdo los labios y observo el Audi que tengo delante. Todos los días no tienes la posibilidad de tocar un coche que compite en el Dakar. Me estoy aguantando las ganas de chillar como si fuera una fan loca, porque es lo que realmente siento en este momento. 

- ¿Qué te parece? –me pregunta Carlos padre poniendo sus manos encima del techo.

- Dos motores eléctricos, un sistema de recuperación de energía mediante frenada, un motor de gasolina, y un generador que carga las baterías...es lo más parecido a estar en el cielo ahora mismo –le contesto con una sonrisa, la misma que Carlos me devuelve.

- Es el mejor coche que he pilotado en dunas. No tengo ni que preocuparme por pisar embrague ni cambiar marchas. Acelerar y para adelante.

- Es una pasada. Esto no tiene nada que ver con nada que se haya visto antes. Me encanta de verdad –le digo con total sinceridad. Este coche me ha vuelto muy loca.

- Aunque tenemos que mejorar un poco la frenada, por la arena y eso.

- Mis discos la mejorarían.

- ¿Tus discos de beronnio? –me pregunta mi novio.

- Si, mis discos, podrías usarlos en tu coche –le dijo dirigiéndome al que ahora es mi suegro- mejoraría bastante, bueno, te quitaría el problema.

- ¿Tú crees? –me pregunta él ilusionado.

- Claro que lo creo. Son mis discos. Estoy muy segura de ellos. Es más. Cuando quieras, te los instalo.

- ¿Y no tendrás problemas con Ferrari? –me pregunta en esta ocasión mi novio.

- ¿Porqué habría que tenerlos? Los discos son míos –le respondo como si fuera muy evidente.

- Si, pero...como están en un Ferrari...

- A ver, Carlitos. La idea de los discos es mía. Y, la tengo registrada. No es de Ferrari ni está a nombre de Ferrari.

- ¿En serio? Creí que... -dice Carlos algo desconcertado.

- Soy algo más que una cara bonita, Carlitos –le digo empujándolo un poco con mi hombro- en el mismo momento que supe que mi idea funcionaba, la registre. Y de hecho, si alguien quiere usarla sin mi permiso, lo podría denunciar. Y Ferrari lo sabe. Se lo dije al mismo Piero, y no me puso problema. Lo único que me pidió fue exclusividad en su uso para sus monoplazas durante al menos 3 años.

Carlos se me queda mirando bastante sorprendido. Sus manos abarcan todo mi cuerpo y se funde en un enorme abrazo durante unos segundos.

- Que suerte tengo. papá. Además de guapa, es inteligente.

Su padre nos mira y empieza a reírse también. Cierra el capó del coche y salimos del garaje para entrar de nuevo en la casa.

- Entonces... ¿podrías ponerme tus discos en mi coche? –me pregunta Carlos padre.

- Sin problema –le respondo yo- no es un Fórmula Uno, así que, si. De hecho, podría fabricarlos en el taller de mi abuelo. Este fin de semana vamos a Torres del Marqués a visitarlo. Los podría hacer allí e instalarlos a nuestra vuelta.

- Oh, dios. Eso suena genial. Valeria, cariño. Si te hartas de Ferrari y quieres venirte conmigo, estaría encantado de que fueras mi mecánica. Te ofrezco una vida de aventuras y riesgo.

Carlos me da un pequeño abrazo que yo correspondo porque sinceramente, lo que me acaba de decir, me ha llegado al alma.

- Pues no lo descarto. Sería divertido cruzar el desierto.

- Tú odias el calor, no aguantarías –dice Carlos rodando sus ojos mientras me mira.

- Por tu padre, aguanto lo que sea, cariño.

Entramos en la casa y veo la mirada de satisfacción que el padre de Carlos le da a su hijo. Le da una palmada en la espalda y encamina sus pasos hacia la cocina.

- Creo que la adoro –le dice a Carlos haciéndole un gesto dirigido hacia mi.

- Eso ya lo sabía yo.

En el comedor están su madre y su hermana. Me siento en uno de los sofás con Carlos a mi lado. Su mano se posa en mi muslo mientras veo como su hermana nos mira fijamente. Juro por dios que como vuelva a abrir esa bocaza y decir algo, voy y le tiro de los pelos.

- Carlos nos ha dicho que tienes una hermana –me pregunta Reyes haciendo que desvíe la atención de Ana.

- Si, se llama Diana, vive en Barcelona. Es profesora de fitness.

- También nos ha dicho mi hijo el increíble hotel rural de tu madre. Tienes que decirnos donde está. Me encantaría hacer un pequeño viaje con mi marido antes de que se vaya al Dakar –sigue diciendo ella.

- Claro –le respondo sintiendo la mirada de Ana aún en mi. Alzo mi cabeza para mirarla y ella no la aparta.

- ¿Valeria? –me pregunta ella.

- Si –le respondo yo preparada para lo que pueda salir de su boca.

- ¿Tú podrías tunearme mi coche?

*** En mi historia, Carlos tendrá solamente una hermana. No os llevéis las manos a la cabeza pero a mi no me gusta seguir al pie de la letra la vida de la persona de quien escribo. Siempre intento hacer algo diferente para que mis personajes lo sean también.

Muchas gracias y miles de besos a todo el mundo. Os merecéis la luna y las estrellas (darle a la estrellita del capitulo de camino) por todo el apoyo que dais a esta locura de historia. Por cierto, creo que ya sabéis que va a ser una trilogía, cuyo nombre es RUNNER. Y si, la segunda historia es con Max y la tercera con Charlie. Tenemos nombre, portada y prólogo. Ya os iré dando pequeños avances.***

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